Lección de teología popular
En la retransmisión que hizo Canal Sur Radio de la entrada de la Hermandad de los Gitanos, una de las más populares de la Semana Santa de Sevilla, se produjo esta conversación entre el periodista que retransmitía la entrada del Señor, tras la estación de penitencia que realiza todos los años la madrugada del Viernes Santo, y uno de los hermanos que allí se encontraba. Tras la “levantá” del paso, al finalizar una saeta, decía este hermano:
- Hermano: … sentimiento que tiene el pueblo gitano cuando expresa lo que siente (…) a mucha gente de aquí le hace encontrarse con el Señor porque a lo mejor no frecuenta la Iglesia pero ahora está en comunión con Él.
- Periodista: pero se lo encuentra aquí, ¿verdad?
- Hermano: aquí se lo encuentran y es una cosa que ha que seguirla respetando. Esto es del pueblo.
Sabiduría popular, catolicismo puro y duro. Sencillo.
La Iglesia, como madre sabia que es, ha tenido siempre en gran estima el culto a las imágenes. Los Padres así lo vieron y así ha seguido hasta el día de hoy.
Sin embargo no siempre ha sido así de sencillo. A raíz del Concilio Vaticano II, algunos sacerdotes impíos pretendieron dar una interpretación falsa del mismo, reinventando en el fondo y en la forma, la fe cristiana, dejando sólo el nombre. El culto ya no valía. Las horas delante del sagrario, la adoración a la Sagrada Hostia tampoco. La religiosidad popular pertenecía a otros tiempos.
En Sevilla, las cofradías gracias a los dos últimos ordinarios, Bueno Monreal y Amigo Vallejo, han sufrido un proceso de vulgarización creciente. Se han visto menoscabadas en su esencia por un clero radical que las abandonó al albur de los tiempos. En este desconcierto, el PSOE aprovechó la situación para buscar allí un banco de votos suculento. Y cuando comprobó que las hermandades ya no le servían para nada, las tiró como un kleenex.
Ahora, los socialistas sólo las quieren como un mero espectáculo circense, para atraer a turistas para incrementar los ingresos, o bien para atacarlas.
Los cofrades han resistido mal estos envites, aunque hay casos y casos, pero en general, el mundo civil se ha introducido de tal manera en el mundo de las hermandades que cada vez es más difícil discernir lo católico en ellas.
Eso sí, el que tuvo, retuvo. Un refrán que viene como anillo al dedo al mundo de las cofradías. Asociaciones como las hermandades, que llevan una vida de Iglesia, con sus altibajos, de más de seiscientos años (algunas), no son desde luego fáciles de liquidar. Por mucho que se empeñe un clero mendaz y unos fieles despistados.
Yo soy uno de esos ilusos que sigue pensando en un nuevo florecimiento de las hermandades, si éstas vuelven a lo esencial, adaptándose en lo accesorio a los tiempos. Rezo porque nuestro nuevo Ordinario pastoree convenientemente a sus fieles. No le faltará, seguro, ni actitud ni aptitud.
Las cofradías tienen ese misterio.
Cosas de Dios
1 comentario
Es curioso y triste ver como a pesar de que hay tanta gente que participa en las cofradías, hay tan poca que quiera decir algo de ellas.
Especialmente teniendo en cuenta la cantidad de personas que se acerca a ellas buscando a Dios.
Un saludo.
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