¡Feliz Pascua de Resurrección!
Homilía 21 de San Gregorio Papa
Habéis oído, hermanos carísimo, que las santas mujeres que habían seguido al Señor acudieron con perfumes al sepulcro, y, llevadas del afecto humano, muéstranse obsequiosas con aquel, aunque ya muerto, a quien habían amado vivo. Pues bien, lo que ellas hicieron significa algo que debe hacerse en la Iglesia. Sí, es necesario qeu oigamos lo que se ha hecho para que meditemos en lo que, a su ejemplo, nosotros debemos hacer también. Así que nosotros, que creemos en el que ha muerto, si, abundadno en el buen olor de las virtudes, buscamos mediante las buenas obras al Señor, ciertamente venimos a su sepulcro con perfumes.
Y aquellas mujeres que acudieron con aromas ven a los ángeles, porque las almas que con el buen olor de las virtudes se encaminan con santos deseos al Señor, llegan a ver a los que moran en el cielo.
Pero debemos notar qué es lo que significa el que se vea al ángle sentado a la derecha. Pues bien, ¿qué significa por la siniestra sino la vida presente, y qué por la derecha sino la vida eterna? Por eso en el Cantar de los Cantares (2,6) está escrito: Mi esposo pondrá su mano izquierda debajo de mi cabeza y con su diestra me abrazará. Luego, como nuestro Redentor había trascendido ya la mortalidad de la vida presente, con razón estaba sentado a la derecha el ángel que había venido a anunciar su vida eterna. El cual se mostró revestido de blanca vestidura, porque anunció los gozos de nuestra festividad; así que la blanca vestidura es nuncio del esplendor de nuestra solemnidad. ¿De dla nuestra, diremos, o de la suya? Pues para decirlo más propiamente, digamos: de la suya y de la nuestra.
En efecto, la resurrección de nuestro Redentor fué también fiesta nuestra, proque nos devolvió la inmortalidad; y fué festividad de los ángeles, porque, con devolvernos a nosotros al cielo, se completó el número de los que de ellos claudicaron.
Luego, en su festividad y en la nuestra, el ángel apareció con blancas vestiduras, porque, cuando por la resurrección del Señor volvemos noostros a los cielos, quedan reparadas las vacantes de la patria celestial.
Mas oigamos lo que se dice a las mujeres que llegan: No os asustéis; como si claramente les dijera: Asústense los que no aman la venida de los ciudadanos del cielo; teman los que, presos de carnales apetitos, desesperan de poder llegar a juntarse con ellos; pero vosotros, los que veis a vuestros conciudadanos, ¿por qué teméis? Por eso San Mateo (28,3), describiendo al ángel que había aparecido, dice: Su semblante como el relámpago, y era su vestidura como la nieve.
El terro del miedo está figurado en el relámpago, y en la nieve lo apacible de la blancura.
Maitines, Dominica Resurrectionis, Breviarium Romanum
(trad: Obras de San Gregorio Magno. BAC, 1.958.)
2 comentarios
Muy hermosa prédica y programa de vida. "Si, abundando en el buen olor de las virtudes, buscamos mediante las buenas obras al Señor, ciertamente venimos a su sepulcro con perfumes. Y aquellas mujeres que acudieron con aromas ven a los ángeles, porque las almas que con el buen olor de las virtudes se encaminan con santos deseos al Señor, llegan a ver a los que moran en el cielo".
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