¿Busca la ciencia la verdad?
En la Suma contra los gentiles escribe Santo Tomás que:
«El último fin del universo es, pues, el bien del entendimiento, que es la verdad. Es razonable, en consecuencia, que la verdad sea el último fin del universo y que la sabiduría tenga como deber principal su estudio».
Hace mucho tiempo que la ciencia se alejó de la búsqueda de la verdad en sentido fuerte. Ahora se conforma con pequeñas verdades, débiles, variables.
Para el cristiano, la ciencia, en sentido pleno, ha sido muy importante. Dice la sabiduría: «Veritatem meditatibur guttur meam, et labia mea detestabuntur impium» (Mi boca pronuncia la verdad y mis labios aborrecerán lo impío). El que busca la verdad no puede dejar nada atrás, por eso cultiva la ciencia. Pero no la ciencia como la concebimos hoy en día –prácticamente reducida a la Física y lo físico –sino la Ciencia, con mayúsculas; de ahí que figuras como San Alberto Magno lo investigaran y escudriñaran todo: sabían hasta de jardinería.
Sin embargo, al reducirse y concentrarse cada vez más el concepto de ciencia, parece que éste, en su jibarización, también se ha desligado de la búsqueda de la verdad como fin, encontrando otros fines como el servicio al poder. Un ejemplo claro – y plecaro – es el referente a la investigación con células madres embrionarias.
En este asunto se escuchan afirmaciones tales como que, por ejemplo, abrirá las puertas a la curación de enfermedades; pero ¿cómo lo saben?. ¿Quién ha convertido la ciencia – en minúsculas – en un ejercicio propio de Tiresias?.
Evidentemente, ni lo saben ni lo pueden saber. Si algo caracteriza a los enunciados científicos - referidos a las ciencias físicas - es su falsabilidad; sin embargo, en este caso que investigamos, no hay nada que se pueda someter a prueba, simplemente es una hipótesis que se toma como ley. Se parte de que la cura por esta vía es posible y nos atiborran con argumentos sensibleros, dirigidos a las vísceras, con el único fin de eliminar las barreras que les impiden llevar a cabo sus investigaciones.
Ahora bien, una vez eliminada la verdad como fin, ¿qué pasa con los medios?. Si el fin último no se tiene que sujetar a la verdad, ¿tienen que servir los medios a esos fines?. La respuesta, por desgracia, es no.
El escollo fundamental con el que se encuentra la ciencia para llevar a cabo la investigación con células madres es que hay que obtenerlas a partir de embriones (al menos cierto tipo de ellas). Los embriones se convierten así en meros utensilios para llevar a cabo las investigaciones en este campo. Si la cuestión se refirese al sacrificio de niños, adultos o ancianos, la cosa sería demasiado escandalosa y todavía no se han hundido suficientemente en la ciénaga. Pero respecto a los embriones, todo se convierte, sorprendentemente, en algo discutible.
Una de las formas de posibilitar su utilización como instrumentos, ha sido el de vaciarlos de contenido semántico de persona, reduciéndolo a su sentido jurídico. Lo que sucede es que se llega a ciertos problemas difíciles de resolver. Si el feto empieza a tener protección jurídica a partir de x semanas, en el tiempo x-2, ¿no es lo mismo que en el tiempo x?. Se convierte de esta manera, en una cosa misteriosa por la cual, a las ocho horas de la concepción es un conjunto de células y a las 24 semanas es un hombre.
Tampoco podemos olvidarnos del derecho de la mujer sobre el niño, otro argumento esgrimido para justificar cualquier técnica abortiva. Pero claro, si el niño pertenece al cuerpo de la mujer, nos encontraríamos con que una mujer podría tener durante un momento de su vida 4 manos o dos cabezas.
A esto han reducido la ciencia, a un chalaneo porque la búsqueda de la verdad ya no ocupa el lugar central. Lo que interesa ahora es el poder.
Podemos ver el ejemplo del ministro de Sanidad, Bernat Soria, un auténtico «subvencionado-dependiente». El señor Soria no ha dudado en falsificar su currículum con el único objeto de presentar su candidatura con un buen puñado de méritos acumulados, como si tuviese necesidad de hacerlo. Sin embargo mintió. En algo, además, banal.
Éste es el que promete la curación de enfermedades en el futuro, a base de sacrificar embriones. Eso sí, cuando dijo que no sabía diferenciar un cáncer de una mórula, ¿estaba también falsificando sus pensamientos?.
Cuando la ciencia no busca la verdad, sólo le queda la mentira.
Y el poder.
7 comentarios
Pero claro, si el niño pertenece al cuerpo de la mujer, nos encontraríamos con que una mujer podría tener durante un momento de su vida 4 manos o dos cabezas.
Digo:
Nunca lo había pensado así, pero tienes toda la razón.
Buen post, Isaac.
Nótese que la única manera de instaurar y mantener una verdad absoluta, un dogma, es mediante el poder absoluto, es decir, mediante el autoritarismo político fundado no en criterios de razón, sino en el criterio de autoridad doctrinal y fuerza coactiva. Encastillarse satanizando y persiguiendo a los críticos acaba siendo la principal actividad que los guardianes de la fe acaban realizando, porque sólo así pueden proteger sus credos del irremediable devenir histórico y cultural y la deconstrucción de toda tradición que éste acarrea. Por eso los teólogos, como señaló Unamuno, son esencialmente abogados defensores cuya retórica se cincela desde el conocimiento de que su cliente es culpable, miente.
A este grado de estulticia pretenciosa conducen programas de "estudio" como los que manifiestamente entontecen a los "bachilleres" y "profes" de los países llamados occidentales y tenidos por "modernos"...
En cuanto al asunto de los medios y los fines, Isaac: se me hace evidente que
1- todo fin exige su medio para poder realizarse, porque
2- no cualquier medio es eficaz para los propósitos y naturaleza de cualquier fin, por lo tanto
3-el fin y los medios que le sirven guardan una relación de afinidad por naturaleza, y en consecuencia
4-los medios que se siguen para lograr determinado objetivo "delatan" cuál es el verdadero fin perseguido...
Vamos... que reducir a los individuos homo sapiens-sapiens a mera materia prima al servicio de lo que sea, nos pone en la pista de lo que en verdad se persigue, que jamás será lo que nos cuenten los propagandistas de turno con su lenguaje pseudo-científico para las masas consumidoras de apariencias.
Y en cuanto al pobre Unamuno...si hubiera sabido alguna vez qué era Fe...se le podría reconocer alguna autoridad para mentarla con conocimiento de causa, pero ... lo suyo , como lo de cualquier incrédulo de oficio no pasa de ser el relato "etic" de un pobre antropólogo que no se entera de la fiesta porque es ciego para sus claves. Sorry...
Y se dijeron pragmáticos sin serlo, y científicos en vez de filósofos, como si la ciencia tuviese un grado jerárquico superior a la filosofía, siendo solo técnicos de las ciencias, “termómetros” y herramientas éstas de la filosofía.
Y como los monos de Odisea en el espacio, se quedaron adorando maravillados el instrumento, como si este fuese el Dios, y se les olvido eso,…el que lo que adoraban no era más que un instrumento… Y convirtieron en Dios a la llave Inglesa… y entonces la llave Inglesa dejo de dar datos y comenzó a dictar Dogmas.
Y así fue como los peores Dogmáticos de la humanidad, los ateos, comenzaron su santa inquisición contra la filosofía y contra la humanidad. Y digo los peores por que su dogmatismo ataca las raíces de la libertad, al partir de falsas “verdades científicas” en la concepción de su “filosofía”
Contra el fanatismo religioso se puede luchar desde la razón, contra el fanatismo ateo solo se puede luchar desde la filosofía, por eso decidieron asesinarla los ateos, los verdugos de la Filosofía.
Y trepan los hombres en busca de luz, construyendo frágiles edificios, sobre sus ciclópeos pilares de “verdades” humanas.
¿Quién cuestiona que los pilares mantienen el edificio? ¿Quién duda de la necesidad de un Pilar para poder levantar,…elevarse? ¿Quién no acepta un dogma para construir su… casa?
Existen dogmas y dogmáticos; y el “escéptico” no es más que un constructor que “duda” duda, que pilar elegir, que dogma adoptar, es una figura temporal, en algún momento cesará de indagar en la cadena dialéctica de pensamientos filosóficos, y , agotado se agarrará a un dogma que le alivie de su esfuerzo.
Y entonces en el mundo quedaran dos clases de seres dogmáticos, aquellos que son conscientes de lo que es un dogma, y lo aceptan, conociendo su esencia, su razón de ser, siendo por eso unos dogmáticos en cierto grado escépticos, y, unos escépticos, al fin y al cabo, dogmáticos, y solo ante la consciencia completa de todo este proceso por parte del individuo, puede él, hacerse una idea de lo que es la Fe. Pero existen otros, como dije antes, éstos, no distinguen un dogma de la “verdad absoluta” no reconocen sus dogmas como los pilares de sus edificios, construidos estos, como dije, sobre arenas movedizas, sino que niegan incluso la posibilidad de plantearse que su dogma, su verdad, pueda haber nacido de la oscura incertidumbre de donde nacen todas las “verdades” todos los dogmas.
Y el que quiera, que lo entienda….
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