Galileo, ¿Patrono del diálogo ciencia y fe?
De esta manera titulaba el semanario Alfa y Omega la noticia sobre el congreso «La ciencia, 400 años después de Galileo Galilei, organizado en Roma.
Con estupor leí que Monseñor Gianfranco Ravasi, Presidente del Consejo Pontificio de la Cultura presentó al pisano como el «Patrono ideal para un diálogo entre ciencia y fe».
Una vez que salí de me asombro, me pregunté, ¿por qué se meten los curiales en estos fregados?, Manolete, si no sabes torear ¿«pa» qué te metes? Yo no sé lo que habrá pensado San Roberto Bellarmino en el cielo, pero seguro que si lo hubiese tenido al lado le habría dado un pescozón a este Monseñor despistado.
Yo a San Roberto Bellarmino le tengo un especial cariño - ¿por qué no se publican de una vez sus obras y las de tantos insignes sabios católicos, en vez de tanto libro ñoño? -, por su santidad, por su amor al Señor, por el servicio que hizo a la Iglesia, en definitiva por ser católico en sentido pleno. Su definición de la Iglesia como sociedad perfecta, me parece eso, perfecta. Como concluyó nuestro santo, «la Iglesia es una comunidad de hombres tan visible y perceptible como la comunidad del pueblo romano, o el reino de Francia, o la República de Venecia». Chapeau.
En el proceso a Galileo no se dirimió si la tierra giraba o no alrededor del sol: por un quítame allá esas pajas, ni Galileo ni nuestro insigne Doctor de la Iglesia hubiesen mantenido esa controversia. A pesar de la dictadura progre que nos quiere imponer el pensamiento único, el motivo no fue ese.
Como señala el profesor Hintikka, de nombre Jaakko, en su obre El viaje filosófico más largo, el motivo fue otro, mucho más profundo. En el capítulo dedicado a Leibniz, que titula ingeniosamente, «¿Fue la deidad de Leibniz un akrates?», centra perfectamente la cuestión.
Mejor que hable D. Jaako:
En otro lugar he conjeturado que la Inquisición empleó la concepción aristotélica como parte del apuntalamiento teológico y filosófico de la condena a Galileo (…). Las cosas llegaron a su punto decisivo en conexión con el principio de plenitud que fue una parte esencial del trasfondo filosófico de los críticos eclesiásticos de Galileo como el cardenal Bellarmino. (…) Personas como Bellarmino interpretaron que las leyes naturales que carecen de toda excepción, tal como eran expuestas por Galileo, «limitaban la libertad de Dios». Esto, y no su defensa del sistema copernicano, constituyó el real «crimen de Galileo» que suscitó la ira de Bellarmino y la Inquisición.
El principio metafísico de plenitud viene a decir que cualquier posibilidad se realizará a la larga. Invirtiendo el principio, se concluye que cualquier cosa que suceda siempre de la misma manera, es decir, que esté gobernado por leyes, lo hará por necesidad. Si fuesen posibles excepciones, se realizarían alguna vez, según el principio de plenitud. ¿Qué implica esto? Pues que el universo gobernado por leyes que postulaba la ciencia del XVI es difícil armonizar con la libertad divina o humana. Por otro lado, si se aplicase dicho principio a sucesos individuales, se deduciría que todo ocurre por necesidad.
La cuestión, pues, no era si la tierra giraba alrededor del sol. Sino la libertad de Dios. De hecho, San Roberto Bellarmino respondió a Foscarini, que le había dedicado un opúsculo titulado «Carta sobre la opinión de los pitagóricos y de Copérnico, en las que se concilian y se apaciguan los lugares de la Sagrada Escritura y las proposiciones teológicas, que nunca podrán aducirse en contra de tal opinión», lo siguiente:
Me parece que Vuestra Paternidad y el señor Galileo obrarán prudentemente contentándose con hablar ex suppositione y no absolutamente, como siempre he creído que hizo Copérnico
Galileo fracasó. Su modelo fue superado. De hecho, el principio de indeterminación de Hessenberg y el teorema de Gödel han acabado definitivamente con un tipo de ciencia, dando lugar a otra totalmente nueva. Galileo fue derrotado definitivamente por la misma ciencia.
San Roberto Bellarmino, no.
Así que en desagravio por lo publicado hoy, recojo la oración colecta de la Misa que se celebra en su festividad.
Señor, tú que dotaste a San Roberto Belarmino de santidad y sabiduría admirable para defender a tu Iglesia, concede a tu pueblo, por su intercesión, la gracia de vivir con la alegría de profesar plenamente la fe verdadera. P. Ntrº Sñºr. Xtº…
Amén.
1 comentario
Los comentarios están cerrados para esta publicación.