Frai Betto nos ofrece una gran basura
Hay personas que a sí mismos se llaman católicos pero lo único que les queda de católico es el nombre. Aprovechan precisamente este marchamo para deslizar sus teorías venenosas para engañar a las personas sencillas: son lobos con piel de cordero.
Uno de ellos es Frai Betto que ha escrito un artículo que se podría sintetizar con una sola palabra: mentira.
Aparte de indocumentado, Frai Betto se presenta como un profesional de la mentira y el engaño. Todo lo escrito en el documento es embeleco. Todo. Desde la apertura - en la que se reconoce a sí mismo como «contrario al aborto» para después construir una apologética del mismo basándose en que, según él, la Iglesia «nunca llegó a tener una postura unánime y definitiva con respecto al aborto» -, hasta el final.
Su artículo es un exponente claro de lo que ese falso espíritu del Concilio Vaticano II – espíritu particular de cada sujeto que lo enarbola y contradictor de la letra y de la interpretación magisterial del mismo -, de esa hermenéutica que a una verdad le contrapone una partícula adversativa de manera que obscurece, modifica, retuerce precisamente esa verdad para llegar a una mentira. Un abuso de la lógica y del intelecto.
El fraile es contrario al aborto pero a su vez añade que «no se puede exigir que una niña de 9 años asuma una gravidez indeseada con el grave riesgo de su sobrevivencia física (pues la síquica ya ha sido dañada” y llegar a excomulgar a los que la ayuden a interrumpirla». ¿Cuál es el problema? ¿La edad, la salud corporal o la inmadurez síquica? (precisamente en una sociedad que no crea más que sujetos inmaduros) ¿No es el daño síquico uno de los principales argumentos utilizados para justificar el aborto en cualquier momento? De todas formas, ¿por qué es la criatura la que tiene que pagar, precisamente, los desmanes de una sociedad la cual el mismo Frai Betto con sus panfletos ha ayudado a desamarrar del ámbito de la moral?
Panfleto precisamente es lo que escribe Frai Betto. Panfleto infecto e inmundo, en el que el fraile faltando a la verdad dice que «la Iglesia Católica nunca llegó a tener una postura unánime y definitiva respecto al aborto». Será porque la Didaché no es un documento eclesial, porque a lo mejor los Santos Padres no pertenezcan a la Iglesia, ni que, por ejemplo, Sixto V o Benedicto XV, tampoco sean Iglesia.
Vergüenza.
El error de Frai Betto no es único, sino múltiple. Hay que hablar de errores: histórico, científico, filosófico - moral y teológico.
Científico porque la ciencia describe el proceso de formación del ser humano desde su concepción hasta el nacimiento, pero en ningún momento dice cuándo se infunde el alma porque, entre otras cosas, esa pregunta rebasa el propio ámbito epistemológico de la ciencia. La ciencia no explica cómo de la unión de un espermatozoide y un óvulo surge un ser humano. La ciencia moderna no maneja causas finales. Por el contrario sí explicita fehacientemente que el ser formado es un individuo distinto a la madre y al padre, con su propio, irrepetible e inmodificable idiotropion. Pero esto a Frai Betto no le preocupa, él simplemente establece un saltos desde el amasijo de células hasta el ser humano, sin preguntarse cómo es posible esto, pero ¿acaso le importa?
También disloca la lógica, deduciendo intentando justificar un principio moral a partir de un hecho natural. Para ello echa mano de la autoridad de precisamente dos lumbreras de la Iglesia Universal, de la Iglesia Triunfante, precisamente del Doctor Angélico y del Doctor de la Gracia. A ambos los lee parcialmente, como a través de un libro de citas, ¡y el infame no se sonroja por esta indigencia intelectual!
La filosofía natural de San Agustín y Santo Tomás de Aquino dependen del conocimiento científico de su tiempo; sin embargo, nadie acude a Santo Tomás, por ejemplo, para estudiar el orden físico del universo, ya que él sigue a Aristóteles. Lógico. Sin embargo, si se habla con esa falta de honradez intelectual, se puede poner en boca de ambos santos lo que se quiera justificar. Pero no, las tragaderas son limitadas. El Aquinate no era favorable al aborto (ver artículo). Ni el de Hipona tampoco. Y esto a pesar de que Frai Betto nos quiera hacer comulgar con piedas de molino.
Pero no todo queda aquí, aunque el error teológico sea lo primario y lo fundante. Frai Betto saca, como el mago, muchas ideas de su chistera, mezclándolas todas sin ton ni son, con el único objeto de demostrar que la Iglesia nunca hizo una condena unívoca del aborto. Tras manipular a San Agustín y Santo Tomás, apela de nuevo a la moral. En este caso utiliza la discusión entre aborto directo e indirecto en caso de embarazo tubárico o de cáncer de útero, que realmente no es tal discusión, pero el fraile lo mezcla todo, lo confunde todo, incluso el principio del voluntario indirecto.
Dicho principio dice, en síntesis, que una acción de la que se siguen dos efectos, uno bueno y otro malo, es lícita siempre que den las siguientes condiciones:
1º.- Que la acción sea buena en sí misma o al menos indiferente.
2º.- Que el efecto inmediato o primero que se ha de producir sea el bueno y no el malo.
3º.- Que el fin del agente sea honesto, es decir, que intente el efecto bueno y se limite a permitir el malo.
4º.- Que el agente tenga causa proporcionada a la gravedad del daño que el efecto malo haya de producir.
Este desbarajuste pretende arreglarlo Frai Betto con Bernhard Haering, «afamado moralista católico », autoridad espúrea, mancillada por su oposición continuada y repugnante a Pedro.
Cuando Pablo VI promulgó la encíclica Humanae Vitae, Häring no sólo se opuso a ella defendiendo la contracepción, uniéndose al episcopado francés rebelde, sino que llegó a combatir como inmoral el método de la continencia periódica defendida por el Romano Pontífice. Citar a Häring es citar a un hereje. Häring pecaba contra la fe manifiestamente.
Mentira sobre mentira, adversativa sobre adversativa, poco a poco, va ocultando, minando la verdad católica de la defensa de la vida desde su concepción. Si hace falta introducir el concepto de «guerra justa» y la pena de muerte – pero ¿qué sabrá Frai Betto de la guerra justa y la pena de muerte, con todo su desarrollo teológico a través de los siglos? -, para atacar y opacar dicho principio. ¡Y se declara antiabortista, cuando precisamente intenta demostrar que la Iglesia ha sido abortista durante ciertos momentos de su historia!
Sin embargo todo lo anterior queda empequeñecido por el error teológico. Él nos desvela la realidad que se esconde bajo el hábito -¡ja!-. La ausencia de cualquier rastro católico en el fraile.
El juicio sobre el aborto es uno de los casos que muestra la historicidad de las opiniones morales donde lo que varían no son los principios, sino el conocimiento de los hechos, que se perfecciona a medida que avanza el tiempo. En cierta medida, el juicio sobre el feticidio estuvo condicionado por la filosofía natural. Pero no podemos olvidar que la Iglesia se separa de la filosofía natural de la época cuando enseña que Cristo tuvo su status hominis desde su concepción, precisamente lo contrario que en el resto de los hombres, donde « prius est vivum et postea animal et postea homo » (Summa theol. III, q. 33, a. 2, ad tercium ). Igualmente ocurre con el dogma de la Inmaculada Concepción, donde la Iglesia afirma y enseña que la Virgen estuvo libre de pecado original desde su concepción.
Éste es el error que fundamenta todo el discurso de Betto su incapacidad cristológica, su incapacidad para comprender que en Cristo, segunda persona de la Trinidad, hay dos naturalezas – humana y divina – y que se encarnó de María la Virgen, asumiendo la humanidad para salvar al hombre. Por eso es verdadero hombre y verdadero Dios. El aborto es un asesinato, donde se liquida a un inocente. El hombre es hombre desde su concepción. No es una cuestión que la ciencia pueda resolver.
Éste es el error que le hace escribir, con una falta de caridad, misericordia y piedad que la Iglesia «ni prescribe rituales fúnebres o el bautismo in extremis para los fetos abortados», olvidando que no son pocos los manuales de moral católica que recomiendan el bautismo in extremis para los fetos abortados, ¿acaso no se recomienda hacerlo con una jeringuilla? ¿Y qué sucede con el bautismo de deseo por parte de los padres? Escandaloso.
Para terminar, lo de siempre, lo mal que tratan estos tipos a los pobres, a pesar de que intentan defenderlos. El problema del aborto puede tener en las condiciones sociales injustas una de sus causas, pero no es condición necesaria. En España desde luego.
Dudo mucho que sean precisamente los pobres los que aborten a sus hijos, precisamente esas personas, carentes de medio a los que se les acusa de cargarse de hijos. ¿En qué quedamos?. El aborto es un mal, un mal expandido gracias a los frailes Bettos que han dedicado su vida y su obra a romper las ataduras morales existentes en la sociedad, los que han disuelto los principios morales en la nada, los que, en definitiva, han echado a la Iglesia de la sociedad dejando a las personas inermes frente al Estado.
La historia de estos frailes Bettos está por escribir, su apoyo a dictadores comunistas que no han hecho otra cosa que oprimir y empobrecer al pueblo. Ya va siendo hora que se haga, para que conozcamos las vergüenzas de aquellos que han convertido el ataque en una buena defensa, los mismos que han ayudado a expulsar a Cristo del corazón de los hombres; aquellos que, llamándose a sí mismos antiabortistas, no han hecho otra cosa que expandir y promover la cultura de la muerte.
4 comentarios
¿todo es bueno, incluida la anatomía apolillada de Aristoteles, para justificar el aborto? El vituperado Concilio de Trento, ahora es una autoridad en materia de anatomía fetal?
Qué mala fe, mi Dios, qué mala fe
Ahora en serio, cada vez que un hereje de estos empieza diciendo "yo estoy en contra de.... pero" o "a favor de... pero", ya sabemos que en realidad está queriendo decir exactamente lo contrario a lo primero que afirma.
El problema, de todas formas, no son ellos. Es la Iglesia que les consiente en su seno.
El ad hominem es un recurso que solo se utiliza cuando no pueden invalidarse los contenidos argumentales. Al igual que Frei Betto soy una catolica ferviente dedicada a reproducir la obra espiritual de Cristo. Me indignan la riqueza y el lujo papales que contravienen todo aquello que fundamenta el mensaje cristano.
Pero lo que mas me indgin es la falta de solidaridad para quienes sufren y la persistencia d eun oscuranismo religioso qoe solo recurre a la ciencia para jstificar dogmas irracionales.
Gabriella Santoni
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