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3.01.11

Se rompe el tabú Dossetti

Les aconsejo a mis queridos lectores que lean el artículo del vaticanista Sandro Magister en torno al libro del historiador católico Roberto de Mattei, en las que se pone negro sobre blanco las maquinaciones de Giuseppe Dossetti (1919-1996, en la foto), que fue perito del cardenal Giacomo Lercaro, arzobispo de Boloña.

Dice Magister:

Como perito conciliar, Dossetti usufructuó sus habilidades. El 10 de noviembre de 1962, otro célebre perito, el teólogo dominico Marie-Dominique Chenu, anotó en su diario esta frase de Dossetti: “La batalla eficaz se juega en el procedimiento. Es siempre por esta vía que he vencido".

Su apogeo fue en 1963, en la segunda sesión del Concilio, cuando durante algunos meses Dossetti actuó de hecho como secretario de los cuatro cardenales “moderadores", uno de los cuales era Lercaro, convirtiéndose en el sostén de todo la estructura.

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28.12.10

Los Santos Inocentes, mártires

¡Oh Dios!, cuyo testimonio dieron en este día los Inocentes Mártires, no hablando sino muriendo, mortifica en nosotros todas las malas pasiones, para que profesemos con nuestras costumbres la fe que confiesa nuestra lengua.

Así dice la oración colecta de la Misa del día de los Santos Inocentes, mártires.

La matanza de los niños de Belén por el rey Herodes es un testimonio de la realeza de Cristo. A este Dios – Rey, confiesan los inocentes de Belén con su muerte, no con su lengua, porque «eran de dos años para abajo», sino con su muerte.

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24.12.10

23.12.10

Un pequeño paraíso en la tierra

Esta frase, que me sirve para titular el artículo de hoy, es la que cierra el artículo de D. Alex Rosal sobre las monjas de Lerma, en las que no habiendo recibido revelación divina al respecto, nos atrevemos a hacernos preguntas sobre el hecho en cuestión. Yo soy uno de esos agoreros de turno, un profeta de desventura de los que ven problemas por todas partes

Sin embargo hay una cosa de la que estoy seguro: que ni soy profeta ni hijo de profeta, sino boyero y cultivador de sicomoros. Por eso no me dejo asombrar por la fuerza del número – aunque sean ciento ochenta y una las vocaciones -. La orden de las clarisas ha sido probada por la Iglesia y por el tiempo. Sus santos están ahí. Los entusiasmos, pues, hay que dejarlos aparte.

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22.12.10