Alocución de Juan Pablo II sobre la disidencia en la Iglesia Católica
Se ha hablado de la Iglesia como una comunidad que desea permanecer fiel a la enseñanza moral de N. Sr. Jesucristo. Proclamar un cuerpo de enseñanzas morales forma parte efectivamente, de manera inseparable, de la misión de la Iglesia en el mundo. Desde sus orígenes, la Iglesia, bajo la guía del Espíritu Santo, ha intentado aplicar la revelación de Dios en Cristo a cada uno de los distintos aspectos de nuestra vida en este mundo, consciente de que hemos sido llamados a vivir “de una manera digna del Señor, agradándole en todo” (Col 1,10).
¿Desafío doctrinal a los obispos?
Se dice a veces que un gran número de católicos, hoy, no se adhiere a las enseñanzas de la Iglesia respecto de un buen número de cuestiones relacionadas, sobre todo, con la moral sexual y conyugal, el divorcio y las segundas nupcias. De algunos se ha dicho que no aceptan la posición clara que la Iglesia mantiene con respecto al aborto. Se ha observado, además, que existe cierta tendencia, por parte de algunos católicos, a ser selectivos en su adhesión a las enseñanzas morales de la Iglesia. Otros sostienen que disentir del Magisterio es del todo compatible con ser “buenos católicos” y no supone un obstáculo para la recepción de los sacramentos. Esto constituye un grave error que representa un desafío para la función magisterial de los obispos en los Estados Unidos y de los obispos de otros países. Deseo animaros, en el amor de Cristo, a afrontar valientemente en vuestro ministerio pastoral esta situación, apoyándonos en la fuerza de la Verdad Divina para ganar el consenso y en la gracia del Espíritu Santo que ha sido dada tanto a quienes proclaman el mensaje como a quienes proclaman el mensaje como a quienes va dirigido este mensaje.