Obispo Büchel: ordenación de mujeres y celibato
Declaraciones de Markus Büchel,obispo de St.Gall(Suiza)
-« Si bien no soy partidario de abolir la regla general,propongo que se pueda ser sacerdote,sin la obligatoriedad del celibato » (ver)
- « Uno bien puede imaginarse que el acceso de las mujeres al diaconado constituya un paso hacia su ordenación sacerdotal » (ver)
Ordenación de mujeres:
Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia.
Carta Apostólica Ordinatio Sacerdotalis, 4. Juan Pablo II.
Celibato (tres muestras):
c. 7, § 8) … Porque hemos sabido que muchísimos sacerdotes de Cristo y levitas han procreado hijos después de largo tiempo de su consagración, no sólo de sus propias mujeres, sino de torpe unión y quieren defender su crimen con la excusa de que se lee en el Antiguo Testamento haberse concedido a los sacerdotes y ministros facultad de engendrar.
[Contra tal argumento el Papa opone:] (§ 9) ¿Por qué, el año de su turno, se manda a los sacerdotes habitar en el templo lejos de sus casas? Pues por la razón de que ni aun con sus mujeres tuvieran comercio carnal, a fin de que, brillando por la integridad de su conciencia, ofrecieran a Dios un don aceptable.
(§ 10) De ahí que también el Señor Jesús, habiéndonos ilustrado con su venida, protesta en su Evangelio que vino a cumplir la ley, no a destruirla [Mt 5, 17]. Y por eso quiso que la forma de la castidad de su Iglesia, de la que Él es esposo irradiara con esplendor, a fin de poderla hallar «sin mancha ni arruga» [Ef 5, 27]. Todos los levitas y sacerdotes estamos obligados por la indisoluble ley de estas sanciones, es decir que desde el día de nuestra ordenación, consagramos nuestros corazones y cuerpos a la sobriedad y castidad, para agradar en todo a nuestro Dios en los sacrificios que diariamente le ofrecemos.
Siricio Papa. Carta “Directa ad decessorem” al obispo Himerio de Tarragona (año 385), cánones 7-10. En: Denzinger, H. - Hünermann, P. El Magisterio de la Iglesia. Enchiridion Symbolorum, definitionum et declarationum de rebus fidei et morum. Barcelona; Editorial Herder 2000, 1era edición, n. 185.
——————————————————————————–
Notas
[1]. En este documento no se estableció por primera vez el precepto del celibato, sino que en él se presupone que este precepto estaba ya en rigor desde hacía algún tiempo en partes de la Iglesia occidental; cf. El Sínodo de Elvira, *118s.
75. Que en vosotros, pues, florezca con lozanía inmarcesible la castidad, que es el mejor ornato de nuestro sacerdocio, por cuyo fulgor el sacerdote, así como se hace semejante a los ángeles, así también aparece más digno de veneración al pueblo cristiano y más fecundo en frutos de santidad.
Pío X, San. Exhortación Apostólica “Haerent Animo”, Capítulo IV, n. 75. En: Esquerda Bifet, Juan. El sacerdocio hoy. Madrid; BAC 1983, 1era edición, p. 35.
C) Su castidad
Castidad en grado heroico
23. San Juan María Vianney, pobre de bienes, es también un ejemplo de voluntaria mortificación corporal. «No hay sino una manera de darse a Dios en el ejercicio de la renuncia y del sacrificio -decía-: darse uno enteramente»[1]. Y en toda su vida el santo Cura de Ars practicó en grado heroico la virtud de la castidad.Ejemplo oportuno en los peligros actuales
24. Su ejemplo en este punto parece particularmente oportuno, porque en muchos lugares los sacerdotes se ven obligados a vivir, por razón de su ministerio, en un mundo donde reina una atmósfera de libertad excesiva y de sensualidad. Y para ellos es muy cierta la expresión de Santo Tomás: «Es más difícil vivir bien en la cura de almas a causa de los peligros exteriores»[2].Incomprensión y aislamiento
25. Y, lo que es peor, muchos sacerdotes, con frecuencia, se sienten moralmente solos, poco comprendidos, recibiendo muy poca ayuda de los fieles a quienes han dedicado su vida. A todos ellos, y en particular a los más aislados y a los más expuestos al peligro, dirigimos un afectuoso llamamiento para que su vida entera sea un claro testimonio de aquella virtud que San Pío X llamaba «ornamento insigne de nuestro orden»[3].La responsabilidad de los obispos
26. Os recomendamos con encarecida insistencia, venerables hermanos, que procuréis para vuestros sacerdotes, con todo vuestro empeño y a costa de cualquier sacrificio, condiciones de vida y de trabajo ministerial tales que puedan mantener incólume su entrega.Obstáculos que se han de superar
27. Por lo tanto, debe combatirse a toda costa el peligro de aislamiento, denunciar las imprudencias, quitar las tentaciones del ocio o los riesgos de la actividad exagerada. Recordad también a este propósito las enseñanzas magníficas de nuestro predecesor en la encíclica Sacra virginitas[4].El ejemplo del Cura de Ars
28. «La castidad brillaba en su mirada»[5], se ha dicho del Cura de Ars. En verdad, quien siga su vida se asombra no sólo del heroísmo con que este atleta de Cristo dominó su cuerpo encadenándolo[6], sino también por el acento de convicción con que logró atraer, tras su ejemplo, a multitud de sus penitentes. El conocía muy bien, a través de su larga práctica de confesonario, las tristes ruinas del pecado de la carne. «Si no fuera porque hay todavía algunas almas puras para aplacar a Dios -solía decir-… veríais cómo seríamos castigados». Y hablando por experiencia, añadía a su llamamiento un aliento de hermano: «¡La mortificación tiene un bálsamo y un gusto a los que no se puede renunciar cuando se ha probado!… ¡En este camino, lo que cuesta es sólo el primer paso!»[7].Castidad y amor
29. Estos medios ascéticos necesarios para la castidad, lejos de encerrar al sacerdote en un egoísmo estéril, tornan su corazón más abierto y más pronto a todas las necesidades de sus hermanos. «Cuando el corazón es casto -decía muy bien el Cura de Ars-, no puede menos de amar, porque ha encontrado de nuevo la fuente del amor, que es Dios».Beneficios en la sociedad
30. ¡Cuántos beneficios reporta a la sociedad el tener en su seno hombres que, libres de preocupaciones temporales, se consagran completamente al servicio divino y dedican a los propios hermanos su vida, su pensamiento, sus energías!Los deseos del Corazón de Jesús
31. ¡Cuánta gracia atraen para la Iglesia los sacerdotes fieles a esta virtud excelsa! Con Pío XI, Nos la consideramos como la gloria más pura del sacerdocio católico, y «por lo que se refiere al alma sacerdotal, nos parece que responde de la manera más digna y conveniente a los designios y deseos del sacratísimo Corazón de Jesús»[8]. Pensaba el Cura de Ars en este designio del amor divino cuando exclamó: «El sacerdocio: he aquí el amor del Corazón de Jesús»[9].Juan XXIII. Encíclica “Sacerdotii nostri primordia”, Capítulo I, nn. 23-31. En: Esquerda Bifet, Juan. El sacerdocio hoy. Madrid; BAC 1983, 1era edición, pp. 158-160.
¡Señor ven pronto!
Noticia: Catapulta.
Celibato: aquí.
Ordenación de mujeres: aquí.
31 comentarios
Si por el contrario seguimos acomplejados por las hogueras de Torquemada que atizan nuestros enemigos, bueno, así nos seguirá yendo.
¿No podría ser destituido como lo ha sido recientemente el Obispo de de Toowoomba (Australia) por motivos similares?
Puede que en la cita original el obispo expresara efectivamente su deseo, pero como no sé leer francés no lo podría decir. Tal vez él respondía a una pregunta hipotética de un periodista, sin decir que fuera posible, ya se sabe que a la prensa no le interesa lo que uno dice, sino cuánto vende un titular.
Y lo del celibato optativo, es una disciplina, y un obispo que lo apoye esa posibilidad será imprudente, pero no hereje.
@ Hermenegildo: Los obispos no se producen en las plantaciones privadas de los jardines vaticanos. Si esta era la mejor carta de las que le propusieron al Papa, no es culpa de él, sino de los Suizos.
Hasta el siglo XVI había sacerdotes casados en el rito latino, solo fue después del Concilio de Trento que se generalizpo esta práctica en la iglesia occidental. Citar a Papas del siglo IV, no prueba nada cuando la evidencia histórica demuestra que muchos siglos después la Iglesia permitía sacerdotes casados en Occidente y nunca los prohibió en Oriente.
Lo del celibato es una cuestión disciplinar que sí puede cambiarse, aunque es de suponer que son tantas y de tanto peso las razones para mantenerlo, que no se producirá tal cambio.
Los párrocos no se daban cuenta de que con esto se estaban cargando una de las fuentes más importantes que alimentaban la cantera de los seminarios, todo por tener abundancia de monaguillas con lacitos del color litúrgico.
De la misma manera que un monaguillo se planteaba el sacerdocio, por que no se le va a plantear a una monaguilla, cuando se le admite a cumplir funciones del acolitado y luego se admite a esa nefasta costumbre (en mi opinión) de los llamados ministros extraordinarios de la comunión que se convierten en ordinarios y que dan la comunión a diestro y siniestro, haga o no falta? Si son lectoras y acólitas y ministras de la comunión, por qué no van a ser también diaconisas o presbíteras? la cosa es lógica, verdad?
En cuanto a la disciplina del celibato, no se olvide que no tiene nada que ver con el voto de castidad de los monjes y religiosos. Es una disciplina canónica. No creo que sea cuestión de autores anticristianos pues sólo hay que mirar la lista de los Papas primeros y ver que San Gregorio Nacianceno era el mayor de los tres hijos de Gregorio, obispo de Nacianzo. La disciplina del celibato se fue intruciendo a distinta velocidad en la Iglesia y mientras en Hispania había ya celibato sacerdotal en otras regiones como Germania no lo había. Y si que es verdad que es el Concilio de Trento el que sanciona definitivamente el Nicolaismo, prohibiendo no ya el matrimonio, cosa que se había regularizado hacía algunos siglos, si no las situaciones de concubinato, en muchos casos no se han solucionado ni en nuestros días.
Y los sacerdotes de rito oriental como sus homologos ortodoxos de guardar el celibato después de ordenados, nada de nada que buen gusto que da verlos dar ejemplo con cuatro hijos o más colgándoles de las barbas y a nadi escandaliza.
El celibato es una disciplina y si bien responde a una situación histórica que no de fe, pues habría que borrar a San Pedro y unos cuantos apostoles, obispos, papas y santos más del calendario, podría darse la circunstancia de que la cosa cambiase y no pasría absolutamente nada. Bueno, sí, quizás nos quitaríamos de encima la vergüenza de tanto frustado, pederasta y friky metido a cura para disimular Dios sabe que complejos.
Los clérigos casados católicos y ortodoxos no siguen la lex continentiae primitiva. Si enviudan, no pueden volver a casarse.
Saludos.
Parece que ya está claro: es una verdad definitiva de fe, y ponerla en duda lo sitúa fuera de la plena comunión con la iglesia.
Por cierto, me parece que el código canónico indica además una sobreexigencia, que ha de ser "hombre apto" (no sufrir amputaciones de según qué dedo que le impida la consagración).
Las mujeres, por tanto, no puede ser ordenadas ni diaconisas, ni sacerdotes ni obispos ni pueden ser Papas.
Ordenación de casados
En la iglesia latina, los diáconos pueden estar casados, no así los sacerdotes y obispos. Quizás los anglicanos católicos sí pueden casarse.
En la iglesia oriental, me parece que los sacerdotes sólo se pueden casar antes de ingresar en el seminario, y Ellingham afirma que si enviudan ya no pueden recasarse (aparte el problema de sacerdote divorciado o separado)
Matrimonio sacramental entre hombre y mujer
Evidentemente, un diácono o sacerdote casado debe ser por matrimonio católico (aparte el problema de sacerdote católico casado con cónyuge de religión diferente o incrédulo).
Esto elimina los matrimonios de igual sexo, la poligamia y las uniones de hecho, así como los matrimonios de menores, temporales, a prueba...
Cristo, modelo de sacerdote
En mi opinión, la iglesia latino romana refleja mejor lo que ha de ser el sacerdote: hombre apto célibe.
El celibato me parece que procede de un consejo evangélico de Jesús, quien prometió que aquel que deja matrimonio, familia y patrimonio por el Reino recibirá muchos más junto con persecuciones, además de la vida eterna.
Dicho consejo evangélico de Jesús la Iglesia lo ha convertido en una norma para devenir sacerdote, porque ¿quién da mejores consejos que Jésús?
Mujeres en el altar
En mi opinión, Büchel ha cometido dos errores:
1. Colocar una mujer en el altar con el mismo vestido (blanco dorado) que el obispo celebrante, lo que visualmente confunde a los fieles a identificar la mujer como ordenada, cuando dicha mujer es una simple laica sin ninguna posibilidad de optar a ninguna ordenación (¿pero quizás es una novicia de un orden?)
El mismo error de igualdad de vestimenta comete en la segunda fotografía, cuando la mujer va vestida de igual color que el resto de hombres.
Es imprescindible que el vestido y el tocado identifique diferencialmente al obispo, sacerdote y diácono, por un lado, y de otra parte, al laico y laica con ministerio extraordinario en una celebración.
2. Que en la primera y segunda fotografía la mujer va con el pelo descubierto sin ir cubierta con velo.
Toda mujer y todo hombre, pero más la mujer, deberían de tener un vestido, peinado y comportamiento adecuados a los diferentes espacios sagrados por donde circula o desarrolla una función eclesial al servicio de la comunidad: iglesia, atril, coro, altar.
En mi opinión, la mujer de la primera y segunda fotografías, si desarrollan una función ministerial en el altar, entonces deberían de ir con vestido propio de mujer al servicio del altar, incluyendo el tocado o velo en la cabeza, tal como dice San Pablo en 1 Corintios 11: la mujer, con vestido propio y tocado.
En efecto, el velo significa para la mujer cristiana modestia, humildad, pudor y decoro cristiano. En la primera fotografía se observa que la mujer muestra al público tanto un peinado, maquillaje y ornamentos que sólo hacen que atraer la atención hacia ella y dar una imagen contraria a cómo ha de comportarse una mujer cristiana en la celebración del culto en el altar.
Por favor, lean la investigación detalladísima de Stefan Heid, Celibacy in the Early Church. Está disponible en Google books.
Hay una discusión entre especialistas: si en la disciplina primitiva los casados que se ordenaban podían lícitamente hacer uso del matrimonio luego de la ordenación. Pero es un debate teórico.
Lo cierto es que en las Iglesias orientales católicas los clérigos casados sí hacen uso del matrimonio, tienen hijos, y eso es una práctica secular. En cuanto a las excepciones a la disciplina del celibato en la Iglesia latina, en los casos en los que se ha dado dispensa -por ejemplo, Pío XII dispensó a un pastor luterano converso- nunca se impuso la lex continentiae a los clérigos dispensados, ni se les impone ahora a los ex anglicanos, ni a los diáconos permanentes casados.
Desgraciadamente se mezcla a menudo el tema de la ordenación de mujeres -inválida, contraria a la Tradición- con la disciplina del celibato clerical.
Saludos.
Y puestos a recordar, resulta que Newman, siendo anglicano lo primero que se planteó era si tenía que ser célibe.
La diferencia existe, sin dudas, tanto de parte de la consideración que tienen los fieles, como por la mayor dignidad objetiva que se le reconoce en la disciplina católica oriental y en la ortodoxa, etc.
Pero no hay elementos que permitan decir que el celibato clerical sea una exigencia divino-positiva, sino un don, y un consejo, con diversas opciones disciplinarias regulatorias. Siglos de praxis eclesial ininterrumpida avalan esa conclusión.
Saludos.
en el libro de Heid se afirma que al clero oriental también se lo obligaba a la continencia (casado o no) y que sólo hacia el siglo VII o VIII se permitió el uso del matrimonio a los ordenados casados. Algo parecido dice Ratzinger en La Sal de la Tierra, con Seewald.
S:Por otra parte, no es un dogma. ¿Se trata acaso de una deliberación actualizada cada día: de elegir una forma de vida de celibato o no~celibato?
R:En efecto, no es un dogma. Es una costumbre de vida que, desde muy temprano, se fue formando en el interior de la iglesia por muy buenas razones bíblicas. Recientes investigaciones han demostrado que el celibato se remonta a tiempos muy remotos -como hemos sabido por las fuentes del derecho- hasta el siglo II. En la Iglesia oriental, el celibato también estuvo muy extendido desde tiempos muy lejanos donde nosotros no podemos llegar. En Oriente hubo un cambio en este aspecto en el siglo VII. No obstante, tanto antes como después de ese siglo, los monjes de Oriente siempre han considerado muy importante el celibato tanto para los sacerdotes comunes como para su jerarquía.
El texto que me citas de Ratzinger es conocido y no niega lo que afirmo. Célibes hubo desde el inicio, y consta en la Escritura. Y casados también.
Lo que es históricamente discutible es la universalidad de la lex continentiae. Y si se lograra probar esa universalidad, ¿qué consecuencia dogmática se extraería de ese hecho? ¿Que la Iglesia obró contra la ley divino-positiva en su disciplina sacramental durante más de un milenio? Si es así, no nos quejemos de los Rhonheimer & cia.
Saludos.
"La Iglesia habría oabrado contra la ley divino-positiva en su disciplina sacramental durante más de un milenio"
¿Estás diciendo que durante todo el primer milenio, digamos hasta el primer y segundo Concilio Laterano, en la Iglesia latina no hubo ley obligatoria de continencia para las órdenes mayores? ¿O te referís a Oriente?
Saludos.
Y sin ser dogma, ni quererlo elevar a ese grado, fue el mismo Señor el que dijo aquello de los eunucos y del Reino de los Cielos.
p.s. No sólo me llamó la atención el asunto de dogma - un buen argumento para andarse con tiento en este asunto -, sino también lo que hace decir Soloviev al General en el primer diálogo de su obra "Los tres diálogos y el relato del Anticristo":
"Pero si entre los santos rusos consigue encontrar un solo sacerdote secular, un comerciante, un escritor o cualquier otro tipo de empleado o un pequeño burgués, o un campesino, en una palabra, un representante de cualquier otra profesión que no sea ni monje ni guerrero, entonces tenga por seguro que el próximo domingo me marcharé de Montecarlo"
No me he parado a comprobar la veracidad o no del aserto, pero sí es interesante ver la diferencia que se marca entre el clero negro (monástico, de donde son elegidos los obispos) y el blanco (los sacerdotes que no tienen la obligación de guardar el celibato) en la Iglesia Ortodoxa Rusa.
Breve y equilabrado, dice el CCEO (c. 373):
Il celibato dei chierici, scelto per il regno dei cieli e tanto conveniente per il sacerdozio, dev’essere tenuto ovunque in grandissima stima, secondo la tradizione della Chiesa universale; così pure dev’essere tenuto in onore lo stato dei chierici uniti in matrimonio, sancito attraverso i secoli dalla prassi della Chiesa primitiva e delle Chiese orientali.
Hay una diferenciación objetiva: grandísima estima; honor. Pero en ambos caso DEBE ser considerado así. No se trata de un mal tolerado por la disciplina eclesiástica.
Aproximadamente el 40% del clero católico en Ucrania es blanco. El anterior patriarca era hijo de clérigos casados. ¿Quién arrojará contra ellos la primera piedra?
Saludos.
Bromas a parte, lo que sucede con el tema del celibato es que, precisamente como no es dogma, parece que es una cuestión arbitraria, fútil y que por tanto lo podemos poner en discusión hasta acabar con él, olvidando precisamente su importancia.
Por mi parte, no tengo intención de sumarme al engañoso eslogan progre "celibato optativo" -si no es una opción libremente asumida, el comprimo es nulo-, pero sí me parece importante deslindarlo del aberrante "sacerdocio femenino" que sí es contrario a la Tradición.
Sin quitarle importancia a la disciplina occidental y a las razones de conveniencia que la justifican, la dogmatización indebida resulta contraproducente.
Saludos.
Vean el artículo "¿Sacerdotisas en la Iglesia?" (1948)
Iluminador y profético.
http://www.novalectio.solutionsplaza.net/EnsayosOtros/Sacerdotisas%20en%20la%20Iglesia.htm
También es cierto que coincidió con la caída en picado de natalidad a finales de los 70 y primeros 80 pero el problema se podía haber solucionado con hombres adultos que ejercieran de acólitos, con lo cual se resalta aún más su importancia en la celebración de la Misa.
Los comentarios están cerrados para esta publicación.