¡Bravo, pregonero!
Hoy, Fernando Cano – Romero, ha anunciado la Semana Santa de Sevilla. Si hubiese que calificar al pregón de alguna manera, yo diría que ha sido un pregón valiente, bravo, gallardo, no una joya literaria, pero sí emocionante – especialmente el final -.
D. Fernando Cano – Romero no ha tenido miedo a testimoniar la fe católica, como ya hiciese el maestro Burgos con su magnífico pregón con el que bien podían haber cerrado esta tradición, con te minúscula, de los pregones de Semana Santa.
El pregonero le ha «endiñado» al Alcalde de Sevilla con mucha violencia, especialmente en el tema del aborto. No es para menos. El PSOE fue el partido que dio barra libre, bajo los tres supuestos malditos, a la matanza de seres inocentes – mientras que el PP se comportó como un felón al no eliminarlos -. Pues bien, el pregonero, con mucha valentía ha dicho lo siguiente:
Delicada doncellita de Nazaret, que no dudaste en dar tu SI comprometido, aceptando lo que te proponía el ángel y convertiste el Subterráneo bendito de tu seno virginal en la divina morada de Dios mismo. Tú en quien pudo más tu entrega, que las lógicas dudas: ¿¡Cómo puede ser esto si no conozco varón!? ante el anuncio de un embarazo inesperado. Tú que diste vida a la Vida, no permitas que se arrasen tantas vidas como hacen los modernos Herodes de bata blanca o pijama verde amparados por una ley que protege el criminal asesinato del ser más indefenso del mundo, que no es solo ser vivo sino persona humana desde el primer momento de su concepción y por lo tanto Templo vivo del Espíritu Santo, no sólo conforme a la doctrina de la Iglesia y al quinto mandamiento de la ley mosaica sino a los más elementales principios del derecho natural. Tú, Virgen del Subterráneo, ejemplo de maternidad responsable, no permitas que ninguna mujer de nuestro pueblo consienta que se arranque de su seno la vida incipiente de su propio hijo y le impida ver la luz del día al que podría ser un futuro cofrade de Sevilla.
El pregonero se mostró fiero, pero ¿puede un católico comportarse de otra forma ante el asesinato de inocentes?. A la fe de D. Fernando hay que sumar una circunstancia personal, la de un angelito que hay en su familia y es que el nieto de D. Fernando Cano – Romero, tiene el síndrome de Down.
Esta fue la primera. Después llegó la segunda:
Hoy cuando Tú, Cristo bendito, sobras en los Centros de Enseñanza y Tu presencia molesta en las clases, donde, desde la primaria al bachillerato no falta quien ha conseguido retirar tu Imagen pese a la aplastante mayoría de los que se oponen a ello. Y en las aulas de las nuevas Facultades se prescinde de Ti y en algunas Universidades se profana la Capilla profiriendo ante el Sagrario blasfemos insultos a Dios y a su Iglesia o donde es imposible celebrar el Culto de nuestra Religión sin que los que lo practican logren el apoyo de las autoridades académicas que se muestran si no complacientes, si incapaces de contrarrestar la imposición de una minoría.
Frente a todo ello nuestra Universidad Hispalense, que se enorgullece de tener en tu Imagen el mayor de sus tesoros, te acoge con respeto y cariño, respalda tu Hermandad y Tú Señor sigues enseñando desde la cátedra del amor, que la conseguiste ganando la oposición más dura jamás convocada, la de derramar tu sangre y entregar tu vida en la soberana lección de tu propio ejemplo, por eso Señor, Tú sientas cátedra desde siempre, Tu no te jubilarás jamás, ni serás nunca catedrático emérito, porque Tú nos seguirás explicando incansable tu asignatura desde la Cruz en la que mueres dando siempre la lección de tu entrega total por los hombre y por eso cada Martes Santo te resultan insuficientes la Capilla, las clases y el edificio inmenso de nuestra Universidad, y sobre la austera tribuna de tu paso sales al Aula Magna de nuestras calles, bajo la bóveda de nuestro cielo azul y recibiendo el beso que los rayos de sol, que peinan desde la altura las esbeltas palmeras de la calle San Fernando, o envuelto en el perfume de los naranjos en flor de la Plaza de la Contratación, para, desde tu cátedra ambulante a ese mundo que te desprecia y quisiera prescindir de tu Imagen Sagrada en los centros del saber, impartir la lección magistral y única que sólo Tú puedes dar; la de entregar la vida por nosotros en tu serena, plácida y dulce Buena Muerte.
Incluso las setas de la Encarnación, esa tumba infecta donde han enterrado el dinero de los contribuyentes, tuvo su sitio en el pregón. El Alcalde, no aplaudió; bajó las manos ante tanto arreón, tomando una actitud infantil, bufonesca, de vergüenza. ¡Qué pena de Sevilla, lo que tienes que aguantar!
Y al final la apoteosis, la Virgen de la Esperanza, la Macarena. El pregonero emocionado, los que lo escuchábamos también. Magnífico.
Y terminen ante la Virgen, ¿tengo que decir su nombre? Mi Virgen, ya colocada en su paso, sin cera ni flores ni adorno alguno que Ella se basta para llenarlo todo. ¿Qué puedo decirle yo? A Ella le dedicaron hermosas páginas los más ilustres escritores, le ofrecieron floridos versos los más eximios poetas y para Ella compusieron sus más sonoras partituras los mejores músicos. Ella es foco de atención que se adueña de todas las miradas y de todos los corazones. En esta bendita tierra que lleva su nombre impreso en lo más profundo de su alma como el mejor de sus tesoros, que quiere convertirse en caja de resonancia porque no falte jamás a sus plantas la acústica sonora y armoniosa de una Salve perenne que la alabe de continuo.
Tu pueblo enamorado en tu alabanza lo encuentra en Ti todo y te hace centro de todas su cosas, eje y coordenada de cada momento de su vivir, latido vital de su corazón, loco por tu amor, en Ti todo lo cifra y en Ti todo lo haya, ante Ti se postra cada día, en la paz de tu Basílica donde nunca estás sola y ante Ti clama en multitud cuando en la Madrugada, sales a recorrer las calles entre un mar de fervores que estallan cuando apareces en la puerta y atraviesas el atrio, llegan al delirio cuando pasas por el Arco y Resolana coges la vuelta en los altos Colegios para por Feria y Correduría, tras recibir en la Alameda el reverencial saludo del legendario fundador de la Ciudad y de quien la rodeó de murallas y torres, llegas a la Campana que espera con impaciencia tu triunfal entrada y en la que detienes los tiempos, paras los pulsos y aceleras los latidos del corazón y se estrecha Sierpes para sentirte aún más próxima y atraviesas señorial la Plaza, y sigues por el mar inmenso de la Avenida que se rompe en clamores y nuestra Iglesia Mayor se hace silencio cuando atraviesas sus naves para detenerte donde un día contra todo lo previsto y porque así lo quiso Dios, Sevilla te coronó con el oro puro de su amor y en ese mismo sitio recibe adoración, el Augusto Sacramento en el grandioso altar que cincelaran manos jerezanas y sobre el que quedó reflejada la inefable belleza de tu sonrisa como Niña Pura e Inmaculada.
Al pié de la Giralda te sorprenderá el clarear de la aurora, que en Cuna, será amanecida y ya en Laraña te vestirá de luz cuando el sol se apresure a empinarse sobre el caserío desde la Puerta Osario y te bañe con sus rayos desde los cielos haciendo realidad la visión apocalíptica “Una mujer vestida de sol, la luna por pedestal y coronada por estrellas” y tras recibir la oración angelical en estrofas musicales de tus Madrinas de Coronación, regreses a tu barrio en impaciente espera, incapaz de prolongar tu ausencia por mas tiempo. Relator, Parras, Escoberos y una Resolana bañada de sol y de luz para que te lleve tu cuadrilla acompasando el paso a la música de esas marchas con las que, para Ti, llenaron el pentagrama de sus fervores los compositores más afamados.
Rodeada de una multitud que te quiere como lo hacía tu hijo soñando en sus tardes toreras, con mariquillas de esmeraldas y brillantes que nacen en el jardín bendito de tu pecho o en varales de oro para que sostuvieran tu palio tronchados por la tragedia de Talavera o quien, por los escenarios, iba bordando con los hilos de oro de su voz la mas preciosa de tus tocas, cantándote “Amapola entre el trigo y azucena morena”,o aquel inolvidable prioste que convirtió en fuentes florales las esquinas de tu paso para tu Coronación o bajó de los cielos tu palio sostenido por ángeles en tu besamanos, o lo hacen las manos que, medio siglo ya, te visten con la majestad de Reina con la que te contemplamos y así, tras cruzar de nuevo el Arco, llegas a las puertas de tu Basílica.
Estrella fulgurante y rayo de plata de la luna de cada noche, bendito lucero del alba de cada mañana, sol esplendente de cada día, vaso del más fino alabastro donde se espeja con garbo el río que besa con su orilla tu Resolana y al que este año sorprendiste reflejándote en sus aguas al atravesarlo por vez primera, Giralda de la elegancia, Alcázar de la realeza, Torre del oro de la gracia, Reina de tu barrio, Alegría de sus calles, Señora de sus casas, delirio de tus hijos, Custodia de tu muralla, puerta siempre abierta de tu Arco, Emperatriz de tu Centuria, Bendita Maestra del taller de tus señoras del ropero, locura de amor de tus Macarenos del Atrio, destinataria de la constante ofrenda de tus Donantes de Flores, centro del eje de la rueda de la vida, Esperanza de mi familia, “Madre en la tierra de tus amores”, en la que si decimos “que tan solo en el cielo te aman mejor”, es porque allí con las legiones de ángeles, arcángeles y querubines hay también una legión inmensa de sevillanos y macarenos y gentes de todo el mundo que tanto te quisieron en vida y te siguen queriendo en la Gloria.
Tu que eres la Esperanza de un mundo que se estremece ante todo lo que contempla, Tú que alimentas nuestra ilusión y nuestra confianza puestas en Ti, Tú que eres la verdadera y única meta de nuestro amor, Tú regalo bendito de Dios a Sevilla, Tu lo eres todo para nosotros, Tú y sólo Tú, y por eso esta Ciudad, por encima de todos los calificativos que quieran asignarle es la Ciudad de la Esperanza. Esa Ciudad, que Tú lo sabes bien, en el delirio de amores con que te quiere, antes de que entres de nuevo en tu Basílica y deje de tenerte en sus calles, busca cada año un ángel macareno que desde la bóveda de los cielos te cante la saeta que, rebasando el espacio de tu bendita tierra, llegue a los confines del mundo entero para que sepan por qué esta Ciudad es Ciudad de la Esperanza porque:
Sevilla vio su Esperanza, en
tu carita morena, y te hizo
su Madre buena, el centro
de su bonanza, y te llamó
Macarena.
¡Muchas gracias pregonero, por su testimonio! ¡Muchas gracias, por su valiente pregón!
Para leer el pregón entero, aquí.
p.s. El Alcalde, se ausentó de la comida que se celebra tras el pregón. Sin comentarios.
5 comentarios
"Tras dejar la calle Cuna la Virgen desemboca en Laraña, llega a las puertas de la Iglesia de la Anunciación, allí recuerda y este año de una forma muy especial porque se cumplen 75 que la Universidad de Sevilla le abriera sus puertas una vez que las condiciones políticas daban las necesarias garantías para poder restablecer su culto. Porque no podemos recordar lo que pasó fuera de la Muralla, olvidando lo que ocurrió dentro de ella, y que de no haber sido por una sencilla mujer del barrio, limpiadora de San Gil que la llevó a su humilde sala y alcoba en una casa de vecinos, recostándola en su propia cama y explicando a las vecinas, para disipar sospechas, que era una parienta enferma que venía unos días para visitar al médico, mientras ella dormía en el suelo, evitando así que en el incendio de San Gil, se hubiera perdido para siempre y hoy no tendríamos entre nosotros ni podríamos contemplar a la Virgen de la Esperanza."
Y el estilo es el mejor para decir lo que uno lleva dentro, para hablar con la cabeza y con el corazón.
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