El Obispo «hiperecumenista»
El Obispo Nourrichard., perseguidor de la Misa según la Forma Extraordinaria en su diócesis, se desmarca ahora con la asistencia a una ceremonia de ordenación anglicana de mujeres, cosa muy católica, por cierto.
En la página Santa Iglesia Militante se da la noticia que apareció anteriormente en la web Perepiscopus.
No está de más recordar lo que dice la Constitución Dogmática Lumen Gentium sobre el triple munus de los Obispos:
Entre los oficios principales de los Obispos se destaca la predicación del Evangelio. Porque los Obispos son los pregoneros de la fe que ganan nuevos discípulos para Cristo y son los maestros auténticos, es decir, herederos de la autoridad de Cristo, que predican al pueblo que les ha sido encomendado la fe que ha de creerse y ha de aplicarse a la vida, la ilustran con la luz del Espíritu Santo, extrayendo del tesoro de la Revelación las cosas nuevas y las cosas viejas (cf. Mt., 13,52), la hacen fructificar y con vigilancia apartan de la grey los errores que la amenazan (cf. 2Tim., 4,1-4). Los Obispos, cuando enseñan en comunión por el Romano Pontífice, deben ser respetados por todos como los testigos de la verdad divina y católica; los fieles, por su parte tienen obligación de aceptar y adherirse con religiosa sumisión del espíritu al parecer de su Obispo en materias de fe y de costumbres cuando él la expone en nombre de Cristo. Esta religiosa sumisión de la voluntad y del entendimiento de modo particular se debe al magisterio auténtico del Romano Pontífice, aun cuando no hable ex cathedra; de tal manera que se reconozca con reverencia su magisterio supremo y con sinceridad se adhiera al parecer expresado por él según el deseo que haya manifestado él mismo, como puede descubrirse ya sea por la índole del documento, ya sea por la insistencia con que repite una misma doctrina, ya sea también por las fórmulas empleadas (LG 25)
El Obispo, revestido como está de la plenitud del Sacramento del Orden, es “el administrador de la gracia del supremo sacerdocio", sobre todo en la Eucaristía que él mismo celebra, ya sea por sí, ya sea por otros, que hace vivir y crecer a la Iglesia. Esta Iglesia de Cristo está verdaderamente presente en todas las legítimas reuniones locales de los fieles, que, unidos a sus pastores, reciben también el nombre de Iglesia en el Nuevo Testamento . Ellas son, cada una en su lugar, el Pueblo nuevo, llamado por Dios en el Espíritu Santo y plenitud (cf. 1Tes., 1,5). En ellas se congregan los fieles por la predicación del Evangelio de Cristo y se celebra el misterio de la Cena del Señor “a fin de que por el cuerpo y la sangre del Señor quede unida toda la fraternidad". En toda celebración, reunida la comunidad bajo el ministerio sagrado del Obispo, se manifiesta el símbolo de aquella caridad y “unidad del Cuerpo místico de Cristo sin la cual no puede haber salvación". En estas comunidades, por más que sean con frecuencia pequeñas y pobres o vivan en la dispersión, Cristo está presente, el cual con su poder da unidad a la Iglesia, una, católica y apostólica. Porque “la participación del cuerpo y sangre de Cristo no hace otra cosa sino que pasemos a ser aquello que recibimos". (LG 26)
Los Obispos rigen, como vicarios y legados de Cristo, las Iglesias particulares que se les han encomendado, con sus consejos, con sus exhortaciones, con sus ejemplos, pero también con su autoridad y con su potestad sagrada, que ejercitan únicamente para edificar su grey en la verdad y la santidad, teniendo en cuenta que el que es mayor ha de hacerse como el menor y el que ocupa el primer puesto como el servidor (cf. Lc., 22,26-27). Esta potestad que personalmente poseen en nombre de Cristo, es propia, ordinaria e inmediata aunque el ejercicio último de la misma sea regulada por la autoridad suprema, y aunque, con miras a la utilidad de la Iglesia o de los fieles, pueda quedar circunscrita dentro de ciertos límites. En virtud de esta potestad, los Obispos tienen el sagrado derecho y ante Dios el deber de legislar sobre sus súbditos, de juzgarlos y de regular todo cuanto pertenece al culto y organización del apostolado.
A ellos se les confía plenamente el oficio pastoral, es decir, el cuidado habitual y cotidiano de sus ovejas, y no deben ser tenidos como vicarios del Romano Pontífice, ya que ejercitan potestad propia y son, con verdad, los jefes del pueblo que gobiernan. Así, pues, su potestad no queda anulada por la potestad suprema y universal, sino que, al revés, queda afirmada, robustecida y defendida, puesto que el Espíritu Santo mantiene indefectiblemente la forma de gobierno que Cristo Señor estableció en su Iglesia. (LG 27)
Sinceramente, todo esto es muy tenebroso. Las conclusiones que se extraen de las actuaciones de Monseñor Christian Nourrichiard a la luz de Lumen Gentium 26 y 27 son muy tenebrosas.
Este sucesor de los apóstoles, prohibiendo la celebración legítima de la Misa según la Forma Extraordinaria, persigue a la Iglesia de Cristo. Y con su presencia en una ceremonia anglicana de ordenación de mujeres está haciendo un uso ilegítimo del oficio de regir que dispone como Obispo de la Iglesia Católica. ¿Qué ejemplo está dando? No está edificando a su grey «en la verdad y la santidad», por el contrario, está confundiéndola, plantando el error entre los más débiles. Persigue lo católico y asiste, por otra parte, a ceremonias heréticas.
Tremendo.
¡Señor ven pronto!
8 comentarios
Un saludo cordial.
¡SEÑOR VEN PRONTO!!!! PORQUE TE NECESITAMOS Y LOS ASALARIADOS ESTAN DISPERSANDO AL REBAÑO Y LA NOCHE ESTA ENCIMA... SEÑOR VEN PRONTO A JUNTAR AL REBAÑO!!!
Mira la atención a la diversidad parroquial...
http://3.bp.blogspot.com/_X6SfstKQluk/S0YliX-xM1I/AAAAAAAAA58/PVBBCEhC04Y/s1600-h/Diversity+Council.jpg
Saludos.
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IGE: Gracias
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