Queiruga, entre Salomón y Ageo.
Junto a Salomón, Moisés y el profeta Ageo (no se ve, pero es el que queda más a la derecha), Torres Queiruga. Así anuncia Religión Digital el homenaje que le prepara la revista Encrucillada a Torres Queiruga, enmarcado en una de las jambas de la Puerta Santa de la catedral de Santiago de Compostela. Toda una declaración de intenciones, todo un exceso.
Es la débito de los amigos. Triste débito.
Queiruga queda así perfilado como el «profeta» que habla en nombre de Dios. Como Ageo, representa una nueva época profética, la de los cristianos sin Cristo.
Si Ageo es el profeta de los repatriados de Babilonia, de los que vuelven del destierro; Queiruga es una triste metáfora del profeta menor. A su vez, es la antítesis de Moisés. Si el caudillo condujo a su pueblo a la tierra prometida por Dios, Queiruga es el que guía a los que de vuelta de todo, sólo les queda la nada, porque han perdido la fe.
Queiruga es el desmitificador de la religión devenido en el chamán de la religión racional, aquella en la que Cristo no ha resucitado. Pero si Cristo, el Señor, no ha resucita es lícito preguntarse, ¿dónde tienen puesta Queiruga y su rebaño su Esperanza?
Escribe Santo Tomás de Aquino que «Cristo ha penetrado por nosotros en el interior de la tienda y ha fijado nuestra esperanza» (Heb 6,4). «La esperanza nuestra está en Cristo, pues en Él está ya cumplido lo que como promesa esperamos», dirá San Agustín (Contra Faustum 11,7) Las oraciones de la Iglesia son la exteriorización y manifestación de la esperanza, en ellas se expresa la esperanza misma: concluyen todas con el per Christum Dominum nostrum. Pero claro, dirá Queiruga, los textos de la resurrección son simbólicos, las apariciones no son posibles y por lo tanto, no tienen sentido.
La esperanza de la gloria se desvanece, se mundaniza. Muere, como todo lo humano, porque el camino del hombre conduce a la muerte. Y si no se ve el «allende» del tiempo ni el sentido de la existencia misma intratemporal, ¿qué queda? Torres Queiruga.
El Rey Salomón escribió el Cantar de los Cantares, el cantar por excelencia. Es el rey sabio. Por el contrario, Torres Queiruga encarna la nueva sabiduría, la que no se fundamenta en Dios, sino en el hombre.
Ya lo dice la Escritura:
¡Dejad de confiar en el hombre, cuyo hálito está en su nariz!, pues ¿en cuánto ha de ser estimado? [Is. 2, 22].
y
Señor, levántate, no prevalezca el hombre” [Sal 9, 20],
A los escritos de Queiruga le llaman aire fresco; sin embargo no es más que muerte espiritual.
5 comentarios
Buen artículo y estupenda la vinculación del análisis con los profetas de la foto.
El problema es que no pueden pensar otra cosa, porque al no tener el regalo de la Fe, simplemente reducen todo a un criterio racional.
Oremos por los de Religión Digital, por Queiruga, y por tantos otros "teólogos" que todavía no creen (y por todos nosotros también).
Saludos
"R.D." es en realidad, Religión Democrática.
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