La sensibilidad del parlamento catalán
A partir de hoy, las corridas de toros quedan prohibidas en Cataluña. Un hecho de enorme magnitud a la que periódicos, radios, televisiones y demás mass media han dedicado, dedican y dedicarán sus más sesudos comentarios y razonamientos, como si fuese el fin del mundo.
Sencillamente no entiendo a qué viene ahora el rasgarse las vestiduras con la cuestión taurina; esto no es más que una consecuencia bufa, astracanesca, del barullo político en el que España se encuentra metida y que la Constitución de 1.978 más que solucionar, vino a empeorar. Y es que los franquistas que llevaron adelante la Transición lo único que consiguieron fue su permanencia en el poder y poco más.
La modernidad, con su ruptura con lo anterior, tenía que buscar una fundamentación de la realidad, tenía que re-crear de nuevo el mundo. También España tuvo que lidiar con este problema. Si el siglo XIX murió con una pregunta: ¿qué es España?, el alborear del XX tampoco fue capaz de resolver la cuestión. El régimen autoritario del General Franco, más que solucionar el problema, lo aparcó. Sin embargo, la cuestión seguía larvada progresando hasta que, la Constitución de 1.978 dio rienda suelta a las veleidades secesionistas de los grupos nacionalistas, indirectamente, gracias a las contradicciones que contiene, que la convierten en un documento defectuoso.
La Constitución española deviene en nada desde que en la misma se conculca el principio de no contradicción. España no puede ser a la vez una nación y contener nacionalidades. El galimatías conceptual en el que incurre la Constitución al respecto es tremendo. Tampoco los españoles son iguales, como dice la Constitución, cuando a la vez, el sistema electoral garantiza que el voto de un catalán o un vasco valen más que el de un andaluz o un murciano. Estas cuestiones, irresolubles por otra parte a no ser que se deshaga el documento y se haga otro nuevo, llegaron a su máximo exponente en dos cuestiones de distinta jerarquía. La primera, y más importante, es la ley del aborto, donde se permitía el sacrificio del no nacido, aunque precisamente la Constitución garantiza el derecho a la vida. La segunda es la subordinación del poder legislativo y el judicial al ejecutivo. Tanto en uno como en otro asunto, los herederos de Franco por la izquierda y por la no – izquierda, han hecho o han dejado de hacer en estos asuntos. Ellos son los responsables junto con un pueblo lanar cuya única preocupación empieza en la bragueta y acaba en la cartera.
Por eso, lo de los toros en Cataluña, no es más que una expresión de la demagogia y la desvergüenza de esta casta política. Tanto los unos - los que no quieren las corridas de toros -, como los otros, - qué combativos los partidos de la no izquierda votando en contra de esa ley -, expresan la degeneración moral en la que se encuentra España.
Hoy se habla de ataques a la libertad, de crisis nacional o del fin de una crueldad.
Dantesco.
En España y sus nacionalidades componentes, el derecho a la vida está garantizado por la Constitución. A menos que te aborten, claro.
Entonces ya no se habla ni de agresión a la libertad, ni de crisis nacional ni de crueldad.
¡Qué sensibilidad!
8 comentarios
Pero lo cierto es que los taurinos hacen caso omiso a la doctrina del Papa Pío V: En 1567 Su Santidad iniciaba su Pontificado disponiendo que los toros eran «espectáculos cruentos y vergonzosos, propios no de hombres sino del demonio»; el Papa anunció que castigaría la desobediencia con la excomunión, y que nadie que perdiera la vida corriendo un toro tendría derecho a sepultura cristiana.
Dicho esto, como catalán, me hubiese gustado que los partidos hubiesen dado libertad de voto en la votación de la Ley del Aborto. No es de recibo que se de libertad para evitar la muerte de toros y no se de cuando se trata de seres humanos. Es preferible toros sin aborto que aborto sin toros.
La mayoria de los que se manifiestan anti-toros nop lo hacen en contra del aborto.
Como se conjuga?
Todos los seres sintientes somos criaturas de Dios.
¡Qué grande era San Francisco!
Muy sencillo. Estamos inmersos en una cultura blandiblub higiénica envuelta en papel celofán en la que es lícito matar siempre que no se vea o no te enteres, que está feo. Y si te enteras, le quitan la condición humana para que no haya remordimientos. Se puede comer uno una vaca o un toro pero siempre que esté en forma de bistec y con fecha de caducidad, pero no que recuerden que se le ha sacrificado antes.
Los comentarios están cerrados para esta publicación.