Tiempos de tribulación
Francesco Colafemmina (Fides et Forma) ha realizado una interesante entrada en su blog, que Coronel Kurtz (desde la boca del Grifo) ha traducido amablemente en su bitácora.
Aquí la dejo
JESUS MIRA ROMA CON PERFECTO AMOR…
por Francesco Colafemmina
En estos días me estoy preguntando incesantemente cuál es la calle por la que se encamina la Iglesia Católica… Una reflexión que nace de la consternación por la miseria que emerge lentamente y que se refiere a la condición de profunda corrupción de la jerarquía. Pido ayuda a los Padres de la Iglesia, reviso manuales del siglo XVIII, busco y rebusco en Santo Tomás y Santo Domingo, pero no puedo encontrar respuestas definitivas. ¿Es o no un misterio profundo la iniquidad que nos circunda? ¿Cómo pudo ocurrir que la Iglesia Católica se convirtiese en un círculo de negocios, poder, arrogancia, depravación y traición?
Parece haber terminado, Dios quiera. Pero no podemos recurrir al paso del tiempo para disminuir la entidad de los escándalos. Se habla durante meses sólo de la cuestión pedófila. Pero sin embargo, es sólo la punta de un iceberg. El verdadero problema es el dinero, el poder, el hacer carrera. Estos elementos suelen ir acompañados de un séquito de perversiones sexuales. ¿Puede, entonces, la Iglesia ser rehén de una banda de mercenarios travestidos de sacerdotes, obispos y compañía? Porque, si bien, es obvio que al final en cualquier lado el bien y el mal conviven, es innegable que la preponderancia del mal, especialmente aquella que se ve enfatizada por los medios, termina recayendo de manera uniforme sobre todo el tejido eclesial. Y cuanto más elevados están los artífices del mal, tanto más extendida es su recaía sobre los pequeños.
Si, por ejemplo, los fieles suspendemos de una vez por todas el pago del 8 por mil a la Conferencia Episcopal Italiana. Si, indignados por el uso totalmente inadecuado de su dinero para alimentar una estructura de poder que no tiene nada que ver con la Iglesia de Cristo, si los fieles que dejasen de dar parte de su sueldo a la Iglesia, ¿quiénes se verían perjudicados? ¿Los prelados y monseñores que viven en penthouses romanos? ¿Los ricos en sotana que viajan en Audi o Mercedes? ¿Los ocultos manipuladores de dinero, propiedad inmobiliaria y acciones? ¡Por supuesto que no! Al final se verían afectados los buenos sacerdotes que pasan su existencia ayudando al prójimo y que lo hacen administrando, sin tener más ayuda de sus superiores que algo de dinero, como si la sola erogación bastase para satisfacer las exigencias espirituales de los fieles. ¡Figurémonos qué pasaría si hasta el dinero se acabase!
Mientras que tantos hombres corruptos y perversos travestidos como sacerdotes, obispos y cardenales continúan viviendo en su depravación y nadie logra despegarlos de sus cómodas poltronas, existe una Iglesia que sufre, que es atormentada por el dolor, el miedo y la consternación. Y no sabe más que aferrarse a Cristo y al Papa, sabiendo que la esperanza no sustituye el dolor, sólo lo alivia. Esta Iglesia está compuesta de muchos laicos y pocos eclesiásticos. Entre estos últimos, está con seguridad el Santo Padre, pero como un auténtico coloso en medio de una platea de enanos (…y bailarinas)!
De los muchos laicos, son pocos los que logran darse cuenta de la traición de una parte del clero. No quieren aceptarlo y a veces se comportan como las mujeres que no quieren aceptar la traición de sus maridos. Terminan por encontrar las excusas más absurdas para justificar a su cónyuge. Sólo con pruebas evidentes se convencen de haber vivido con traidores de la peor especie. Y allí nace la rabia, la indignación. Sólo en rara vez el perdón, la más de las veces la indiferencia. Entonces: ¿terminará así? Espero que no. Porque la fe que se ve hoy amenazada es la de los pequeños, los fieles puros de corazón, la de la gente simple, la de los trabajadores humildes que aman verdaderamente a la Iglesia y al Señor. No la fe de los poderosos, aquélla hecha de departamentos en la Via della Conciliazione o de casas que valen un milloncito de euros. Ésta no es la fe. ¡Ésta es la maldita hipocresía!
En cualquier caso, no deseo hacerla más larga de lo debido. Por ello dejo para vuestra meditación esta oración de fray Girolamo Savonarola. Un gran hombre que la Iglesia quemó en la Piazza della Signoria, sólo porque acusaba a la jerarquía de ese tiempo usando el siguiente tono: “nosotros conducimos los hombres a la simplicidad y las mujeres al vivir honesto, vosotros los conducís a la lujuria, la pompa y la soberbia, le habéis fallado al mundo y habéis corrompido a los hombres con la libídine, a las mujeres con la deshonestidad, a los niños los habéis conducido a la sodomía y a la miseria y a comportarse como prostitutas”. Un profeta, ¿no?
Jesús, dulce consuelo y sumo bien
de todo angustiado corazón,
mira Roma con perfecto amor.
¡Anda! mira con piedad en qué tormenta
se encuentra tu Esposa,
y cuánta sangre, ¡ay!, se espera,
si tu mano piadosa,
que en perdonar siempre se deleita,
no la retorna a aquella
paz, que tuvo cuando era menesterosa.
Mira la bondad que te movió antaño
a tomar humana carne,
y por nosotros hacerte como un gusano en tierra:
socorre a la Romana
santa Iglesia tuya, que el demonio aterra,
rompiendo los nervios y los huesos,
si no atiendes sus crueles golpes.
¿Dónde está, Señor, tu antigua piedad,
y la Sangre en tierra derramada,
y la memoria eterna de tu Hijo?
Ahora extinguido parece y arrasado
todo buen espíritu y todo buen consejo:
no veo sino espadas.
Jesús, perdona nuestras iniquidades.
Abre ya, Señor, tu costado,
y deja penetrar
de tus devotos siervos la plegaria:
Jesús, no te enojes;
socorre pronto a tanta destrucción:
renueva nuestro estado,
pues el gran Pastor nos ha sido quitado.
Tú nuestro Redentor y nuestro Padre,
Tú eres nuestro refugio,
nuestra fuerza y nuestra reciedumbre,
en este frágil claustro,
donde bien ciego está quien no alza el lamento
ante estas armadas escuadras
contra nuestra sacrosanta Madre.
Si esta vez tu fuerte mano
no toma por Ella las armas,
habiéndose apagado toda luz,
sin duda alguna me parece
que todo culto y hábito bueno
se perderá para nuestro daño,
o quedará Roma en gran congoja.
Convierte, Señor mío, estas terrenas
almas nuestras al reino
donde haya paz para tu santa Esposa:
por aquel piadoso leño
que en tierra y cielo la hizo gloriosa,
a Ti piedad corresponde:
huérfanos somos, y Tú nuestra esperanza.
Jesús, dulce consuelo y sumo bien,
de todo angustiado corazón,
Mira Roma con perfecto amor.
9 comentarios
"Los Sacerdotes, Obispos y Cardenales van muchos por el camino de la perdición y con ellos llevan a muchas mas almas" (Mensaje de la Virgen de Garabandal en Junio de 1.965, todavía no ratificado por la Iglesia Católica)
Aquí hay que diferenciar entre la persona, subjetivamente hablando, y su Ministerio sacerdotal.
Se pueden despreciar los actos de la persona, y denunciar. De ningún modo se puede detestar a la persona que los ejecuta, siquiera por ejercitar la paciencia que Dios tiene no sólo con algunos sacerdotes "de actos abominables" sino también con nosotros y quién sabe si en mayor grado incluso. Con respecto al hecho objetivo de lo que son, al revestimiento Sacramental, a su condición de sacerdote, ha de ser venerada siempre.
Estamos en una etapa análoga a la que ha seguido a todos los concilios ecuménicos: tribulación, traicióción, aparente triunfo de los enemigos de Dios.
Tras Nicea I, ¿cuántas sedes de Oriente no fueron metastatizadas por obispos arrianos? ¿no cayó Occidente también bajo los bárbaros, arrianos también?
Y entonces peor para el pueblo fiel, porque no podían discernir. Nosotros todo lo tenemos: la Escritura y los Padre, la Traición y los Concilios, el Magisterio y a los maestros espirituales,estructuras eclesiales que canalizan las obras de caridad y la actividad misionera...
Podemos y debemos distinguir, pero sin amargura.
Podemos y sabemos elegir, pero sin cisma (eh, Pioquinto!).
Tenemos un santo en la sede de Pedro... un san León Magno, un san Juan Crisóstomo, un san John Fisher... pero ¿qué sucedería si nos vinieise después alguien no tan digno? ¿Más vacilación, dudas, cisma o herejía? No. Bajo la misma corrupción florecieron Francisco y los albigenses, Teresa de Cepeda y Calvino. Es cuestión de elegir.
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IGE: totalmente de acuerdo. Lo que se ataca son los actos de la persona, no el ministerio sacerdotal. Lo segundo no es criticable de manera alguna.
Respecto a tu ejemplo histórico, hay una diferencia más. Tras Nicea, los obispos católicos denunciaban a los herejes. Se sabían donde estaban. Hoy el error y la verdad están mezclados. Por desgracia.
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IGE: ¿Por qué piensas eso Luis? A mi modesto modo de ver, creo que se instala en el límite. Cierto que podríamos decir que utiliza un lenguaje fuerte, muy fuerte para lo que se estila en esta época, más teniendo en cuenta el estilo savoranolesco que utiliza.
De todas formas, y así a bote pronto, todo lo que denunca el autor, como el carrerismo eclesial, ha sido denunciado previamente por su Santidad.
Son mucho más fuertes en el fondo, las palabras del Papa Pablo VI, el humo de Satanás etc, que las expelidas por Colafemmina, que son duras en la forma.
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IGE: el recurso continuo de apelar al lefebvrianismo y de acusar al otro de cismático, cansa, más sin decir claramente dónde se muestra el autor herético y por qué. Igualmente, cuando me acusas de jugar a no se qué.
El problema es que me parece a mí, que el que no se fija en Santa Catalina de Siena, es usted. Precisamente Santa Catalina de Siene fue a Roma a mostrarle al Papa que tenía que abandonar su exilio en Avignon. Fuerte, ¿verdad? Evidentemente, yo estoy muy alejado de la Santa, aunque pertenecemos a la misma Iglesia.
Sí comparto varios puntos de vista con el autor. Por ejemplo, que la pederastia es sólo la fiebre de un proceso "patológico" mucho más grave. Lo perverso eclesial no sólo reside en las prácticas sexuales propiamente dichas de sus miembros ordenados, sino en todo aquello que aleja de Dios de un modo grave y a lo que se entregan más o menos complacientemente aquellos. Todos debemos hacernos un examen de conciencia no sólo sobre nuestros actos sino también sobre los fines de los mismos. Los siete pecados capitales cometidos con el pensamiento, la palabra, la obra y la omisión están a la orden del día en el seno de la Iglesia como lo está en el mundo.
Y sí, también comparto esa sensación de extrema soledad del Papa. Da la impresión que no hay nadie que se asemeje a él en talla espiritual, moral e intelectual, al menos en su círculo más próximo de colaboradores y en el colegio cardenalicio.
Tenemos que confiar en Dios y en la Divina Providencia. Dios se encargará de secar la higuera que no da frutos y de dar vida a los sarmientos sanos.
La Iglesia es santa y perfecta... aunque esté formada por hombres y mujeres limitados y imperfectos. Sigue siendo santa y perfecta aunque en muchos casos... personas depravadas y aprovechadas digan pertenecer a ella... mientras la utilizan para sus fines.
En todos los tiempos se ha evidenciado este misterio maravilloso, que demuestra el origen sobrenatural de la Iglesia que formamos. La Iglesia está junto a Cristo, cuando dos o más nos reunimos en su nombre...
Junto con Santa Catalina de Siena, es interesante repasar la historia y escritos del Beato Juan Dominici... que actuó de verdadero ángel enviado por Dios.
Dios le bendiga D. Isaac.
C. Iturbe: Esto no tiene nada de lefebvrista, ni de modernista. La mayoría de estas críticas se podrían haber hecho hace 70 años... o 500.
Respecto a Santa Catalina, ¿estamos hablando de la misma santa que decía al Papa que fuese "hombre"? Si alguien escribiera hoy al Santo Padres las cartas que esta querida santa sienense escribía al Papa de su tiempo, se lo acusaría de cosas terribles...
Me parece que en esos tiempos la libertad de los hijos de Dios se ejercía efectivamente.
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La Iglesia Católica, como así el mundo entero, caminan por esa senda de provocación a Dios.
Hasta que Dios, pronto muy pronto ya, haga notar a toda la humanidad su pecado. Y entonces sí que entre otras tribulaciones se acabará el poder del dinero. Para todos.
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