María, nueva Eva: Besamanos virtual de la Virgen de la Esperanza
San Ireneo de Lyon
Adv. Haereses III,22,4; 23,7
22,4. En correspondencia encontramos también obediente a María la Virgen, cuando dice: «He aquí tu sierva, Señor: hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38); a Eva en cambio indócil, pues desobedeció siendo aún virgen. Porque como aquélla, tuvo un marido, Adán, pero aún era virgen -pues «estaban ambos desnudos» en el paraíso «pero no sentían vergüenza» (Gén 2, 25), porque apenas creados no conocían la procreación; pues convenía que primero se desarrollasen antes de multiplicarse (Gén 1, 28)-, habiendo desobedecido, se hizo causa de muerte para sí y para toda la humanidad; así también María, teniendo a un varón como marido pero siendo virgen como aquélla, habiendo obedecido se hizo causa de salvación para sí misma y para toda la humanidad (Heb 5, 9). Y por eso la Ley llama desposada con un hombre, aunque sea aún virgen, a la mujer desposada (Dt 22, 23-24), significando la recirculación que hay de María a Eva, porque no se desataría de otro modo lo que está atado, sino siguiendo el modo inverso de la atadura, de modo que primero se desaten los primeros nudos, luego los segundos, los cuales a su vez liberan los primeros. Así el primer nudo es desatado después del segundo, y así el segundo desata el primero.
Por eso el Señor decía que los primeros serán últimos y los últimos serán primeros (Mt 19, 30; 20, 16). Y lo mismo significa el profeta al decir: «En lugar de tus padres tendrás hijos» (Sal 45[44],17). Porque el Señor, al hacerse Primogénito de los muertos (Col 1,18) recibió en su seno a los antiguos padres para regenerarlos para la vida de Dios, siendo él el principio de los vivientes (Col 1,18), pues Adán había sido el principio de los muertos. Por eso Lucas puso al Señor al inicio de la genealogía para remontarse hasta Adán (Lc 3,23-38), para significar que no fueron aquéllos quienes regeneraron a Jesús en el Evangelio de la vida, sino éste a aquéllos. Así también el nudo de la desobediencia de Eva se desató por la obediencia de María; pues lo que la virgen Eva ató por su incredulidad, la Virgen María lo desató por su fe.
23,7. Por eso Dios puso una enemistad entre la serpiente, y la mujer y su linaje, al acecho la una del otro (Gén 3, 15), el segundo mordido al talón, pero con poder para triturar la cabeza del enemigo; la primera, mordiendo y matando e impidiendo el camino del hombre, «hasta que vino la descendencia» (Gál 3,19) predestinada a triturar su cabeza (Lc 10,19): éste fue el que María dio a luz (Gál 3,16). De él dice el profeta: «Caminarás sobre el áspide y el basilisco, con tu pie aplastarás al león y al dragón» (Sal 91 [90],13), indicando que el pecado, que se había erigido y expandido contra el hombre, y que lo mataba, sería aniquilado junto con la muerte reinante (Rom 5,14.17); y que por él sería aplastado el león que en los últimos tiempos se lanzaría contra el género humano, o sea el Anticristo, el dragón que es la antigua serpiente (Ap 20,2), y lo ataría y sometería al poder del hombre que había sido vencido, para destruir todo su poder (Lc 10,19-20). Porque Adán había sido vencido, y se le había arrebatado toda vida. Así, vencido de nuevo el enemigo, Adán puede recibir de nuevo la vida; pues «la muerte, la última enemiga, queda vencida» (1 Cor 15,26), que antes tenía en su poder al hombre. Por eso, liberado el hombre, «acaecerá lo que está escrito: La muerte ha sido devorada por la victoria. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?» (1 Cor 15,54-55). Esto no podría haberse dicho si no hubiese sido liberado aquel sobre el cual dominó al principio la muerte. Porque la salud de éste consiste en la destrucción de la muerte. Y la muerte fue destruida cuando el Señor dio vida al hombre, quiero decir a Adán.
Fotos besamanos Esperanza Macarena, 17 - 20 de Diciembre del 2.009. Fuente: Manuel Jesús Rodríguez Rechi.
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