El padre Pío, brevemente
El padre Amorth, fue un sacerdote italiano que ejerció como exorcista en la diócesis de Roma y se hizo muy famoso por sus libros, conferencias e intervenciones radiofónicas y televisivas sobre la materia. Además de ello fue un buen amigo del padre Pío de Pietrelcina. Debido a esta amistad, al final de su vida se animó a escribir un breve libro sobre el santo.
Sobre del padre Pío hay publicados ya numerosas obras. Quiene desee conocer en profundidad su vida dispone de sobrada información; vídeos, pelíciulas, libros… ¿Qué puede aportar el padre Amorth? Pues una visión subjetiva de alquien que con cariño nos cuenta cosas interesantes del padre Pío, sin más pretensión que la de animar a profundizar después, con otras lecturas, en la vida de tan querido santo.
¿Alguna virtud de este primer acercamiento a la vida del padre Pío? Varias, la primera la brevedad del texto, es un librito de tamaño pequeño y de menos de 200 páginas. La segunda que las anécdotas que se cuentan, todas ellas breves, son simpáticas o edificantes. La tercera que no busca con brocha gorda, el escándalo o dejar en mal lugar a tantos que se opusieron al santo en vida. Es una hagiografía, pero no una biografía cursi; ahora bien como pasa con la teología que no tiene sentido hacerla sin fe, leer este libro son ella, es entender las palabras pero no el sentido de lo dicho.
AMORTH, G.
“Padre Pío. Breve historia de un santo“
Homo Legens, 2022
7 comentarios
Gracias por la recomendación.
La visita me dejó hundido en la tristeza.
Tanto en la iglesia primitiva como en la más grande construida en los años 1950 existían coros altos donde en su tiempo los capuchinos rezaban o cantaban el oficio divino. Hoy han sido convertidos en zonas de paso.
Por supuesto, nada semejante a un coro de frailes en la enorme basílica construida en este siglo en forma de polideportivo. Donde el pobre santo yace rodeado por los horribles monigotes de Rupnik.
Todo un horror. En particular la pretendida capilla del Santísimo, igual a las salas multicultos o de meditación de los aeropuertos.
A los devotos de tan gran santo les recomiendo honrarle y encomendarse a su poderosa intercesión muy lejos de San Giovanni Rotondo.
"Esta reforma litúrgica no dejó de inquietar al Padre Pío. Si bien el Novus Ordo no entró en vigor oficial y obligatoriamente hasta 1969, seis meses después de su muerte, ya desde el primer domingo de Cuaresma de 1965, el 7 de marzo, se celebraron por primera vez misas en lengua vulgar según los textos litúrgicos "experimentales" debidos al cardenal Lercaro y a Mons. Bugnini.
Esta liturgia "experimental", que abandonaba el latín y revolucionaba la formulación teológica del sacramento, no podía encontrar conformidad en el Padre Pío. Antes de que fuera autorizada oficialmente, pidió el 17 de febrero poder seguir celebrando la Misa según el rito tridentino.
... Pablo VI accedió gustoso a esa petición del Padre Pío y el 9 de marzo envió al cardenal Bacci a que llevara él mismo el indulto autorizando al anciano capuchino a celebrar siempre la Misa de su ordenación.
El escoger a Bacci no era un azar. Aparte de que había sido uno de los pocos prelados que siempre manifestaron su apoyo y amistad al Padre Pío en los momentos más difíciles de la segunda persecución, había sido también durante el concilio -que terminaría pocos meses más tarde- uno de los animadores de la tendencia conservadora y un ardiente defensor del rito tradicional en latín.
Esta autorización para poder celebrar la Misa tridentina hasta su muerte alivió al Padre Pío. Se sentía inquieto por las múltiples reformas que agitaban a la Iglesia y que fomentaban las divisiones entre padres conciliares. Después de haberle dado las gracias al cardenal Bacci por ese indulto concedido por el papa, le dijo como dándole un consejo:
- El concilio, por piedad, terminadlo pronto."
Yves Chiron, "El Padre Pío", ed. Palabra, Madrid, 1999, pp. 345 y 346
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NOTA DEL BLOGGER: Muchas gracias por traer la anécdota.
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1. En estos días, de ingreso hospitalario del Papa Francisco, a todos les sonará el Policlínico Universitario Agostino Gemelli.
2. Voy a contar la anécdota del falso fiscal acusador, que sirve al Diablo, y el sensus fidei del primer hijo espiritual, Emmanuele Brunatto, y del Pueblo de Dios en defensa del Padre Pío, que a su vez fue un escándalo de maldad, desde el falso testimonio, de Agostino Gemelli, por querer trasladar y aislar al santo a otro lugar.
3. Bien, la historia comienza en 1920 con la visita al Padre Pío del P. Agostino Gemelli, sacerdote franciscano y médico, con la finalidad de examinar sus estigmas.
4. La autoridad vaticana había resuelto, el año anterior, que cualquier examen de las llagas del religioso sólo se haría con debida autorización y por escrito del Santo Oficio y del superior de los Capuchinos. Como el P. Gemelli carecía de dicha autorización, el santo no pudo enseñarle los signos de la Pasión. Gemelli, disconforme, empezó a afirmar por todas partes que las heridas eran autolesiones y que él mismo las había examinado. Lo cual era completamente de falso testimonio.
5. El 22 de enero de 1922, fallecía el Papa Benedicto XIV y subía al solio pontificio Pío XI, de cuya amistad gozaba el P. Gemelli. Ni tres meses habían pasado desde su coronación cuando el Santo Oficio decidió poner al Padre Pío bajo observación.
6. En mayo del año siguiente, se publicó una severa condenación al Padre Pío, en la cual la congregación vaticana recordaba continuamente la necesidad de trasladarlo a otro convento: la presión de la población fue tal que se hizo imposible trasladar al santo italiano sin apelar a la fuerza.
7. Brunatto empezó a investigar la vida, nada ejemplar, de los perseguidores del Padre Pío. Logró reunir numerosas pruebas al respecto y marchó enseguida a Roma, a fin de informar a la Santa Sede. El único apoyo que obtuvo fue el de San Luis Orione y los cardenales Pietro Gasparri y Merry del Val. Brunatto notó que la hostilidad al Padre Pío no provenía únicamente de un simple obispo de Manfredonia y de algunos canónigos.
8. El 21 de abril de 1926, escribió el libro Padre Pio de Pietrelcina —condenado por el Vaticano después de su publicación—, en el cual mostraba la verdadera fisionomía moral de aquellos calumniadores.
9. Pero, hubo consecuencias: el nombramiento de un visitador apostólico para corregir los desvíos morales apuntados y la designación del propio Brunatto como auxiliar. En cuanto a Mons. Gagliardi, algunos años después fue depuesto de su cargo, tras una investigación implorada por los sacerdotes de su diócesis, a causa de horrores que venían de lejos.
10. Transcurrido un tiempo, el cardenal Merry del Val y Brunatto hallaron pruebas de las costumbres licenciosas de determinadas personalidades de la más alta esfera religiosa, lo que evidenciaba la injusta persecución del Padre Pío: querían silenciarlo y llevarlo lejos de ellos para que no levantara sus vergüenzas. Entonces, el cardenal del Val decidió hacer circular una carta abierta para librar al Padre Pío de tan infames inquisidores y de paso advertir al Pontífice de la vida moral de algunos en su jerarquía. La reacción fue más severa contra el Padre Pío.
11. Entonces, Brunatto pasó a publicar en 1932 el libro «Los anticristos en la Iglesia de Cristo». En él denunciaba no sólo a los enemigos declarados del fraile estigmatizado, sino también otras altas personalidades que envilecían con su comportamiento la dignidad de su cargo. El resultado fue inmediato: el 14 de julio de 1933, el Padre Pío se vio en libertad. El mismo Pío XI llegó a afirmar que «era la primera vez que el Santo Oficio retrocedía en sus decretos».
12. El santo franciscano pudo vivir en paz durante treinta años. Los milagros y las curaciones no cesaban y los devotos se multiplicaban; aunque estaba lejos de verse libre de sus perseguidores. Pero, esa, es ya otra historia.
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