Nobleza y santidad
31 de julio, festividad de San Ignacio de Loyola, fundador de los jesuitas. Un santo muy conocido lo es tanto por su vida y pensamiento como por el éxito y la labor de “su compañía” los jesuitas. La espiritualidad ignaciana, desarrollada por San Ignacio de Loyola, se centra en la idea de encontrar a Dios en todas las cosas, siendo los “Ejercicios Espirituales” su herramienta principal. Estos ejercicios son un retiro de meditación y oración diseñado para ayudar a las personas a discernir la voluntad de Dios y profundizar su relación con Él, promoviendo una vida espiritual activa y reflexiva. Además, Ignacio fue un ferviente promotor de la educación, fundando numerosas instituciones educativas bajo el principio de que la formación tanto religiosa como secular es crucial para el desarrollo integral del individuo. Los jesuitas, siguiendo su legado, establecieron colegios y universidades en todo el mundo, consolidando una reputación de excelencia académica. La obediencia y disciplina fueron pilares en la estructura de la Compañía de Jesús, con Ignacio enfatizando la obediencia absoluta al Papa y la estricta disciplina interna, lo que permitió a los jesuitas actuar con gran eficacia y cohesión en sus misiones globales, reflejando así la visión organizativa y espiritual de su fundador.
Menos conocido es de dónde sale Ignacio. Bien, saldrá de Loyola, actual barrio del pueblo de Azpeitia (Guipúzcoa, España). La casa de Loyola es un antíguo linaje, perteneciente a uno de los dos bandos del territorio (los Oñaz). De ilustre familia y de ardor guerrero Iñigo (pues tal era su nombre de bautismo) será herido de gravedad en la batalla de Pamplona y se repondrá en casa. Ahí, por medio de lecturas edificantes, se transformará y tomará la decisión de luchar, pero por Cristo. El resto es bien conocido.
Pues bien, en la heráldica y genealogía, una ejecutoria es un documento oficial que certifica y confirma la nobleza y los privilegios de una persona o familia. Estos documentos eran comunes en España y eran emitidos por la Corona para reconocer oficialmente títulos nobiliarios y linajes. Gozaría, por tanto, Ignacio de tal documento. Es más fue nombrado gentilhombre del que se esperaba que tuviera una ascendencia distinguida y una posición social elevada. Y debido a la noble de sangre, se esperaba de él una nobleza de espíritu. Esto es, un comportamiento acorde a su cuna y educación. Numerosos tratados mostraban lo que se esperaba del noble, la palabra, que se daba y no se retiraba, la defensa del débil, el honor como bien a proteger, el cuidado de las cosas de Dios… Esta manera de ser y vivir era modelo de virtudes para todos aquellos que no eran nobles pero buscaban hacia qué tender. Era su importancia capital en la estructura social de la época.
No minusvaloremos la importancia de la nobleza de espíritu en el día de hoy. Hogaño como antaño necesitamos de personas que se tomen muy en serio el señorío de sí mismos, se propongan con firmeza ofrecernos su mejor versión posible y nos muestren a todos, que de la misma manera que la santidad es para todos, la nobleza de espíritu aún más, al ser más asequible.
Demos gracias a Enrique García Máiquez por explicarnoslo con detalle y con estilo, con detalle y con gracia.
GARCÍA MAÍQUEZ, E.
Ejecutoria: una hidalguía del espíritu
CEU ediciones, 2024
2 comentarios
Te envío calurosos saludos desde Benidorm.
NOTA DEL BLOGGER: Desde Benidorm, en verano, todo saludo es caluroso, sin duda.
Un saludo algo más fresco desde Bilbao
"La obediencia y disciplina fueron pilares en la estructura de la Compañía de Jesús, con Ignacio enfatizando la obediencia absoluta al Papa..."
Es muy importante recordarlo e imitarlo en los momentos confusos y convulsos, como aquellos y los presentes, donde se corre el peligro de culpabilizar y no actuar conforme a la situaciin personal.
Hay en la historia de la Iglesia, tres personas que creyeron ver la necesitas de purificación de la Iglesia: Francisco de Asís, Lutero e Ignacio de Loyola.
-Francisco de Asís acudió al Papa y con el Papa consiguió atraer a la Iglesia a quienes podían haber consolidado un cisma y, con sus valores promovieron un enriquecimiento de toda la Iglesia.
- Ignacio, ante la situación de Roma, gerarquia de la Iglesia, se ató al Papa con un voto especial de obediencia, y con esa seguridad procuro la renovación de la Iglesia con suma eficacia, perfeccionando y llevando a cabo el sistema de colonización y evangelización de los franciscanos en las Reducciones del Paraguay. Y actuando con prudencia y digor en el Concilio y en la vida de la Iglesia.
-Lutero, por el contrario con el enfrentamiento frontal al Papa, promovió la división de la Iglesia que es el mayor escándalo producido en la sociedad. La división de los luteranos ha continuado en su división con multitud de Iglesias.
Y es que todo lo que vaya contra la unidad tan deseada por Jesucristo, es destructivo.
Y Jesús quiso nombrar un primado entre los apóstoles para mantener esa unidad fundamental.
Con el Papa todo es posible.
Sin el Papa el caos.
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