Sexo con alma y cuerpo; una presentación

Esta tarde, tras la misa de 20:30, en la parroquia madrileña de María Virgen madre he asistido en el templo a la presentación del libro escrito por monseñor Munilla y Begoña Ruiz Pereda. Un libro escrito entre ambos por una razón fundamental, como bien ha explicado monseñor, conviene al sacerdote que quiera hablar de la virtud de la castidad, tratar el tema de la sexualidad, complementarse con un seglar. Y Begoña Ruiz, seglar consagrada de la Fraternidad en el Corazón de Cristo, además de cumplir con esa primera condición, resulta ser una experta en afectividad.

Ha hablado monseñor del gran drama que supone que los jóvenes de hoy sean enseñados en una sexualidad cuya finalidad sea la búsqueda del placer, contra lo que la Iglesia propone, que la finalidad es la búsqueda del amor y estando abierto a la Vida. Ha señalado el enorme problema que supone en la actualidad que la educación sexual se limite a una información genital centrado en protección contra males reales y supuestos y maneras de lograr mayores satisfacciones, frente a la educación en la afectividad, que la Iglesia de manera subsidiaria se ha sentido en la necesidad de asumir.

Por último, monseñor Munilla ha destacado el mayor valor de la virtud de la castidad; para poder darse hay que poseerse de manera completa, y la virtud de la castidad nos hace dueños de nosotros y por ello, libres.

De lo que Begoña Ruiz ha transmitido me quedo con dos ideas; la primera que frente a las propuestas de la antropología cristiana sólo ha encontrado en 14 años trabajando en estos temas unas propuestas que hablan de protección y de disfrute. Derivado de esto una segunda idea, las relaciones que se fomentan han terminado separando el corazón de su lenguaje natural, la sexualidad, convirtiendose todo en relaciones epidérmicas, basadas, como mucho, en el respeto; pero ¿quién protege al corazón?