3.07.24

Sancho escribiendo la epopeya del Quijote

No todo el mundo tiene la suerte de que un libro suyo reciba una reseña mejor escrita que el propio libro, pero, como ha sido el caso de Yo fui secretario de León XIV, traigo la reseña al blog para presumir de ella y para ver lo que piensan al respecto los lectores.

Se publicó en el sitio web de la ilustre Biblioteca Diocesana de Mallorca, con el melodioso título de “Ressenya al darrer llibre de Bruno Moreno Ramos” (no se preocupen los lectores poco dotados para las lenguas, que está escrita en buen castellano). A mi me ha encantado, pero, claro, no soy muy imparcial al respecto.

……………….

Leer más... »

1.07.24

Pidamos santos a Dios

En el artículo anterior, al hablar de los problemas de la Iglesia, algunos comentaristas señalaban sagazmente que lo que necesitábamos eran más santos. No les faltaba razón. En la historia de la Iglesia, una y otra vez los santos han transformado situaciones que no parecían tener solución, han reformado lo irreformable y han sabido ser fieles a Dios en las circunstancias más difíciles.

No está en nuestra mano, sin embargo, conseguir esos santos, porque la santidad excede con mucho nuestras fuerzas humanas. Si queremos santos, por lo tanto, lo primero que hay que hacer es pedírselos a Dios. También habrá que poner de nuestra parte lo que podamos, pero si Dios no nos los regala, no hay nada que hacer. Traigo, pues, de nuevo al blog esta oración en verso para pedir santos que compuse hace tiempo, por si les sirviera a los lectores.

Leer más... »

26.06.24

No es (solo) la liturgia

En el artículo anterior, la conversación sobre los nuevos ornamentos litúrgicos encargados para la catedral de Notre Dame, en París, desembocó en una discusión sobre la liturgia antigua y la liturgia nueva, como ya ha sucedido anteriormente con múltiples otros temas. Esas discusiones, aunque interesantes, suelen ser poco productivas por la imprecisión de los términos utilizados (¿de qué sirve discutir sobre si se creó un nuevo rito o no sin haber definido antes lo que constituye un rito?), el lógico desconocimiento de muchos lectores sobre un tema tan inmenso como es la historia de la liturgia o la confusión entre aspectos esenciales y accidentales de la liturgia, entre otros muchos obstáculos para que la discusión pueda llegar a buen puerto (o, simplemente, a algún puerto).

A mi juicio, sin embargo, el principal problema de esas discusiones es el enfoque, que a menudo se restringe demasiado a las cuestiones litúrgicas, cuando lo que se está analizando es un proceso mucho más amplio. La vida de la Iglesia es inmensamente rica y la liturgia es solo un aspecto de ella. Un aspecto importantísimo o, mejor dicho, esencial, pero solo un aspecto. Del mismo modo que un buen médico, al considerar los problemas de un órgano, tiene también en cuenta todos los demás y su interacción, la consideración de los problemas litúrgicos de la Iglesia debe considerarse en conjunto con los demás problemas que está sufriendo en este tiempo de grave crisis.

No es casualidad que, además de problemas litúrgicos, resulten evidentes en la Iglesia los considerables problemas disciplinares, de fe, pastorales, de apostasía masiva, de mundanidad galopante, de autoridad, de teología, de moral e incluso de identidad, conocidos por todos los que siguen, aunque sea someramente, los asuntos eclesiales. No son problemas separados que, de alguna forma, han coincidido en el tiempo por azar, sino aspectos múltiples de un único y grave mal que aqueja hoy a nuestra madre la Iglesia.

Leer más... »

22.06.24

17.06.24

Procrastinocracia eclesial

En los últimos años, se ha puesto de moda la palabra procrastinar, que la Academia define como “diferir o aplazar”. Aunque el término viene del latín (en el que “cras” significa “mañana”), esta reciente popularidad se debe más bien a la influencia anglosajona, porque los norteamericanos usan mucho el término procrastinate. Ellos, sin embargo, con ese genio por lo concreto y específico que tiene la lengua inglesa, le dan un matiz muy especial: no significa simplemente aplazar algo, sino en particular aplazar algo que uno debe hacer y además cambiarlo por hacer otras cosas que no tienen importancia.

¿Por qué traigo al blog esta cuestión que parece ser meramente lingüística? Porque el matiz anglosajón de procrastinate es, creo yo, particularmente adecuado para describir lo que sucede hoy en la Iglesia. En efecto, no es que en la Iglesia no se haga nada. Al contrario, se hacen muchas cosas, muchísimas y cada vez más, pero evitando cuidadosamente las que realmente deberían hacerse. Todo el marasmo de actividades, campañas, discursos y documentos que tanto ocupan a clérigos y laicos “comprometidos” es, más bien, un intento de ocultar esa ausencia de lo esencial, cada vez más evidente.

Leer más... »