Signos de la Fe (VIII): creo porque tengo una mesa delante
La existencia de Dios no es solamente algo que se conoce por la fe. También la razón, bien utilizada, nos lleva a conocer esa existencia con certeza. Sólo una razón que haya renunciado a comprender el mundo y la verdad de las cosas, que se “autolimita", como dice el Papa, se queda corta para llegar hasta Dios.
Los caminos que llevan a la existencia de Dios con certeza por medio de la razón han sido recorridos por incontables personas antes que nosotros. Una gran mayoría de los filósofos, tanto cristianos como no cristianos, han conocido la existencia de Dios y la han defendido en sus escritos. De hecho, los filósofos que han negado o no han afirmado la existencia de Dios pertenecen, generalmente, a dos grupos: aquellos a quienes no les interesan esos temas y prescinden de planteárselos o los que defienden filosofías que ninguna persona corriente aceptaría (por ejemplo, los que piensan que una mesa que tienen delante no existe realmente).

A veces me da la impresión de que los católicos estamos demasiado ocupados con las cuestiones y polémicas del momento y no encontramos tiempo para disfrutar de la fe, del conocimiento de Cristo, de estar en la Iglesia, de ser hermanos de los santos e hijos de la Virgen, del viento impetuoso del Espíritu Santo, de la misericordia eterna del Padre. Peor aún, muchos católicos de nombre encuentran la fe aburrida o incluso una carga para sus vidas y están deseando librarse de ella.
Ahora que empieza ya a enseñarse, en algunos lugares, la asignatura de Educación para la Ciudadanía, se me ocurre sugerir una alternativa por si, en el futuro, se eliminase este despropósito jurídico y hubiese que “llenar el hueco". Se trata de algo mucho más básico y, en mi opinión, más importante que educar para hacer buenos ciudadanos: educar para hacer chicos bien educados. La Educación para la Cortesía.
El otro día hablábamos de la evolución y el evolucionismo, con ocasión de un libro sobre el medio ambiente publicado en Estados Unidos, para mostrar el peligro que tiene confundir la biología con la filosofía. Este peligro no es exclusivo, ni mucho menos, de la biología, así que hoy vamos a comentar las declaraciones de un físico español que, en mi opinión, cae en el mismo error, con ocasión de la publicación de su libro, Los hilos de Ariadna. Se trata de Manuel Lozano Leyva, director del departamento de Física Atómica de la Universidad de Sevilla.
Estos días, uno de los libros más vendidos en los Estados Unidos es The World Without Us (El mundo sin nosotros), de Alan Weisman. Supongo que pronto será traducido al español y llegará a España, aunque, en nuestro país, este tipo de libros suele tener bastante menos éxito que allende los mares.



