Familia en misión en Japón (II): No
Al contar nuestra experiencia en el , los lectores hicieron varias preguntas:
Sin saber el idioma, ¿de qué viven? ¿Cómo se ganan la vida? ¿Cómo mantienen a la familia?
Me llama la atención que no sepan el idioma. ¿Cómo van a evangelizar?
¿Cómo fue su proceso de discernimiento? ¿Fuisteis vosotros los que os decidisteis por marchar a Japón o fueron los responsables del Camino los que os asignaron aquel país?
Intentaré ser conciso, y responder a las dudas, que confieso que a veces son mías también.

Después de leer un de este blog sobre la evangelización de Japón, un lector me envió un testimonio de su propia experiencia, que me pareció interesantísimo.
En este blog, hablábamos ayer de tres dominicos que, con la aprobación de su superior, se apartaban de la doctrina católica en puntos esenciales y animaban a las parroquias holandesas a avanzar por el camino del cisma y de la desobediencia a sus obispos. Parece ser que, ante esta situación, fueron los propios fieles los que se quejaron en un número significativo a los obispos, hasta que estos acudieron a la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Como todo el mundo sabe, por razones de audiencia, es habitual que los medios resalten con titulares las noticias escandalosas relacionadas con la Iglesia y, en cambio, releguen al olvido la solución que se ofrece a las mismas, que generalmente se produce al modo pausado y tranquilo propio de la Iglesia.
Como traductor, paso mucho tiempo buscando la palabra exacta (le mot juste, como dicen los franceses) para una frase o para definir un concepto. Precisamente por ello, me alegro cuando encuentro, en un artículo o en un libro, un término que expresa con precisión algo difícil de definir.









