24.10.07

Murieron perdonando

Como mencionaba en el , estos últimos días se ha afirmado hasta la saciedad que las beatificaciones de los mártires españoles de 1934-1939 son inoportunas. Se dice que, en vez de promover la reconciliación, estas beatificaciones lo que hacen es reavivar antiguos odios y enemistades.

Por desgracia, es cierto que los seres humanos caemos muy fácilmente en el odio y para ello utilizamos cualquier motivo o pretexto, ya sea político, social, personal o, desgraciadamente, también religioso. Las guerras religiosas europeas fueron conflictos de una crueldad verdaderamente terrible.

¿Cuál es el mejor antídoto para evitar el odio por cuestiones religiosas? La respuesta fácil sería olvidar todo lo que ha sucedido en el pasado, pero eso equivaldría a una traición a esos hombres y mujeres que dieron su vida por Cristo. En mi opinión, no hay mejor remedio para el odio que mirar a los mártires.

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23.10.07

Por odio a la fe

Estas últimas semanas, han abundado las declaraciones más peregrinas sobre las beatificaciones de mártires españoles de 1934-1939. Como muchas de ellas provienen de la ignorancia más absoluta sobre los mártires cristianos, creo que conviene, una vez más, recordar lo que es un mártir para la Iglesia y ofrecer ejemplos reales de estos mártires.

Los mártires, para serlo, deben cumplir dos condiciones: haber sido asesinados por odio a la fe católica y haber muerto perdonando a sus enemigos. No son condiciones arbitrarias, sino que se refieren a la imitación de Cristo, que murió acusado de blasfemo y perdonando a sus enemigos. Ya el primer mártir de la Iglesia, San Esteban, imitó así a su Señor: fue lapidado por afirmar ante los judíos que Cristo estaba a la derecha de Dios en los cielos y murió diciendo: Señor, no les tengas en cuenta este pecado.

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22.10.07

Hemos encontrado

El jueves pasado, el P. Juan Masiá publicó en su blog un artículo sobre su forma peculiar de comprender la evangelización, . No acostumbro a ser drástico en mis valoraciones, pero creo sinceramente que, aun esforzándome mucho, sería incapaz de escribir algo más opuesto a la Escritura, la Tradición de la Iglesia, la vida de los santos, el magisterio, el sensus fidei o el Concilio Vaticano II y todos los concilios anteriores.

Han pasado varios días desde la publicación del artículo en cuestión, pero en vez de olvidarme del tema, he ido convenciéndome cada vez más de que tenía que escribir mi opinión sobre este asunto. Ha coincidido que este tiempo he estado de retiro-convivencia y todo lo que he rezado, escuchado y meditado me ha llevado en dirección contraria a lo que defiende este artículo.

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18.10.07

El pueblo de la bendición

Hace un par de días, rezando la Liturgia de las Horas, me llamó especialmente la atención una frase del himno de Laudes: noctem canendo rumpimus, es decir, rompemos la noche cantando.

No es más que una pequeña frase y, sin embargo, me ha hecho caer en la cuenta de lo distintos que son los cristianos, cuando lo son de verdad. Se trata de un himno pensado para ser cantado en medio de la noche o a primera hora de la mañana y revela, creo yo, una forma de levantarse cuando aún es de noche que no es lo normal.

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17.10.07

La falta de libertad de los teólogos

Varias bitácoras de Religión Digital han analizado y criticado ya la entrevista a Julio Lois realizada por J. M. Vidal. Por mi parte, en vez de intentar tratar la entrevista como un todo, me voy a limitar a las reflexiones que me ha sugerido un pequeño detalle que, en mi opinión, es muy significativo.

Hablando de las actividades del P. Lois, la entrevista afirma que este sacerdote “ejerció su magisterio desde el Instituto de Pastoral de Madrid”. En un sentido primario, simplemente se está refiriendo al hecho objetivo de que ha sido profesor de este Instituto de Pastoral. Sin embargo, me ha hecho pensar la palabra utilizada: “magisterio”, que me sugiere el tema de las relaciones entre los teólogos y el magisterio o enseñanza de la fe.

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