27.08.11

Llorar nuestros pecados

La liturgia de la Iglesia guarda tesoros extraordinarios, de una belleza y una profundidad asombrosas. Es algo que ya sabemos pero, al menos a mí, no deja de sorprenderme cuando me encuentro con uno de esos tesoros que me había pasado desapercibido. Algo así me ha pasado hoy al rezar hoy el Oficio de Lecturas. Me he quedado boquiabierto al leer la oración de la memoria de Santa Mónica:

“Oh Dios, consuelo de los que lloran, que acogiste piadosamente las lágrimas de santa Mónica impetrando la conversión de su hijo Agustín, concédenos, por intercesión de madre e hijo, la gracia de llorar nuestros pecados y alcanzar tu misericordia y tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén".

Cuántas veces habré leído esta oración sin fijarme en lo que hoy me ha sorprendido: “la gracia de llorar nuestros pecados”. ¡Llorar nuestros pecados! No habla de pensar que nos hemos equivocado algunas veces, reconocer que “no somos perfectos”, aceptar que no todo lo hacemos bien y demás zarandajas pelagianas y políticamente correctas. ¡Llorar nuestros pecados!

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26.08.11

Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia

piazza _di _settevilleUn lector del blog, Oscar, me envía este testimonio de un barrio de los suburbios de Roma, que me ha gustado mucho. Es un signo de que a Dios le basta con un par de peces y unos mendruguillos para alimentar a multitudes… o, como en este caso, con un sacerdote que se ponga en sus manos para transformar un barrio.

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En este mundo, en el que las únicas unidades de medida usadas como referencia son el euribor y la báscula, parece que miseria, enfermedad y muerte sólo pueden ser categorías económicas o de bienestar/salud. En realidad existen muchos casos de miseria, de enfermedad y de muerte que trascienden el plano económico de la existencia y se están instalando en el plano espiritual. Hablo de la miseria de Fe, de la enfermedad del alma, de la muerte en vida que supone el pecado… observando con los ojos de un cristiano, en una sociedad como la nuestra, los pobres, ciegos, sordos, mudos, tullidos, endemoniados se multiplican. A veces, engañados por el demonio de la desesperanza, nos parece que nadie pone remedio.

No es así.

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19.08.11

¿En qué otro lugar se ve algo así?

Confesión JMJ¿En qué otro lugar podríamos ver en todo momento durante tres días a cientos de sacerdotes confesando en multitud de idiomas? O a personas haciendo cola para entrar a rezar y adorar al Santísimo expuesto en una capilla en medio del parque de El Retiro. O a miembros de cientos de órdenes, congregaciones e institutos religiosos de todo el mundo, con sus hábitos religiosos respectivos, como un signo llamativo y eficaz para el mundo. O a personas alabando a Dios en cien idiomas diferentes, manifestando la universalidad de la Iglesia y la necesidad que tienen todos los hombres de poner a Dios en el centro de sus vidas. O a cientos de miles de jóvenes reunidos que, en lugar de dedicarse a beber y a mirarse el ombligo, rezan y escuchan con alegría desbordante lo que les enseña la Iglesia.

Adoración al Santísimo¿En qué otra ocasión se podría asistir a catequesis pronunciadas por Sucesores de los Apóstoles en veinte lenguas distintas durante tres mañanas enteras en cien iglesias de Madrid, seguidas por la Santa Misa? O al espectáculo de autoridades agnósticas tragándose los discursos y recomendaciones del Papa. O ver a jóvenes saliendo evangelizar por las calles de ciudades de toda Europa. O a miles y miles de jóvenes que escuchan una llamada de Dios a ser sacerdotes, religiosos o monjas o también a formar un matrimonio cristiano. O a un mundo que asiste asombrado (y en algunos casos, rechinando los dientes) a la vitalidad de una Iglesia que creían ya moribunda.

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17.08.11

9.08.11

Incluso cuando el PP acierta, se equivoca

Leo hoy en InfoCatólica unas declaraciones de Mariano Rajoy en las que, entre otras propuestas para el futuro, reitera su deseo de acabar con la malhadada Educación para la Ciudadanía. No podría estar más de acuerdo en que es necesario acabar con lo que, desgraciadamente, viene a ser una educación para el sectarismo más vergonzoso. Basta leer algunos libros de la asignatura para entender que es la herramienta perfecta para que una serie de asociaciones con ideologías inaceptables, activistas anticristianos y profetas de lo políticamente correcto eduquen a los hijos contra la voluntad de sus padres. Y todo ello ante la pasividad de la mayoría y, tristemente, también de nuestros obispos. Sólo un puñado de padres, verdaderos cristianos con todas las letras, han sido capaces de oponerse en serio a este despropósito. Con bastantes incomodidades y persecuciones, me consta.

¿Deberíamos felicitar al PP por ponerse de parte de los débiles en este caso, que son los padres que defienden su derecho a educar a sus hijos? Me temo que no. O al menos, no mucho. Como sucede en otros temas, incluso cuando el PP acierta de hecho, se equivoca hasta el fondo en las razones en las que basa su postura. Leer a Rajoy explicando las razones por las que hay que acabar con la Educación para la Ciudadanía es como leer un discurso de Stalin hablando de la importancia de la escuela para hacer buenos comunistas de los niños y niñas de la URSS: uno coincide en que la escuela es importante, pero preferiría no tener ese tipo de aliados en su defensa.

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