...y moveré el mundo
Un lector escribió esto en mi artículo de ayer, “Dadme un punto de apoyo”:
Lo que no entiendo ni creo que pueda llegar a hacerlo (porque, simplemente, no tiene explicación posible) es que te permitas sentar cátedra sobre la homosexualidad […] y las relaciones humanas, fundándote en algo tan apriorístico como que la Iglesia (sólo parte de ella) lo dice (no siempre lo ha hecho) y, como la Iglesia es la obra de Jesucristo (Jesús no fundó una iglesia: la Iglesia está fundada en Él), siempre dice la Verdad (así, con mayúsculas). O sea, que tengo la razón porque siempre la tengo…¿¿??
[…] como tu ya estás seguro de ser poseedor de la Verdad […] Bueno, pues continúa con tu Verdad incólume. Algunos preferimos seguir a Jesús desde nuestras inseguridades y con la fe puesta en Él, no tanto en los que muchos dicen que le representan…
Creo que este comentario es un buen resumen de una gran parte de las respuestas que los lectores dieron a mi artículo.
Quizá el punto fundamental de estas respuestas consistía en rechazar lo que dice la Iglesia sobre los actos homosexuales. A menudo se intenta separar a Jesucristo (que tiene más prestigio y al que no “queda bien” atacar) de la Iglesia, que tiene peor prensa.
Allá cada cual con lo que crea, pero, en mi opinión y en la de los católicos desde hace 20 siglos, es imposible separar a Jesucristo de la Iglesia. El que lo intenta, termina siguiendo a un Jesús de su invención, creado a su propia imagen. ¿Dónde se puede conocer a Jesucristo si no es en la Iglesia? La propia Escritura ha sido transmitida por la Iglesia y sólo conocemos qué libros pertenecen a ella mediante la Iglesia, en cuyo seno se escribieron y que puede iluminarnos sobre su interpretación.
Si sigues a Jesucristo, pero, como dice el comentario de arriba, no te fías de los que le representan, ¿qué sabes de él? Si tomas lo que te ha transmitido la Iglesia y seleccionas lo que te gusta y rechazas lo que no te agrada, lo que obtienes no es más que un mesías de supermercado, que nunca podrá sacarte de tu miseria ni de tus pecados.
Por definición, no nos apetece salir de nuestros pecados, ya que esos pecados consisten siempre en elegir lo que nos apetece sobre lo que es verdaderamente bueno y se ajusta a la Voluntad de Dios. Por eso necesitamos encontrar luz en la Iglesia cuál es la Voluntad de Dios, porque si nosotros decidimos sobre cuál es esa Voluntad, sobre quién es Jesucristo, sobre qué es el Evangelio, jamás podremos ir más allá de nosotros mismos ni salir de nuestro hombre viejo.
La Iglesia y los que en ella vivimos no poseemos la Verdad. El que crea eso es un insensato, porque la Verdad, que es Jesucristo, no puede ser posesión humana. La Iglesia es servidora de la Verdad inmerecidamente y por designio de Dios. Superando todas nuestras expectativas, Jesucristo, por pura misericordia, ha querido hacer su morada permanente en la Iglesia y la ha constituido, a pesar de su pobreza, en Roca firme. Si tomamos esa Roca como apoyo, podremos, como Arquímedes, mover el mundo o, lo que es más importante, transformar nuestras vidas según la Voluntad de Dios.
6 comentarios
Bruno, ¿de Iglesia que se supone que sigue a Jesucristo sólo hay una?
Ah!!
Por cierto, nuestra santa y pecadora Iglesia Católica hace como unos cien años proclamaba sin ningún empacho aquello de: "el liberalismo es pecado". Sí ya sé que ahora lo han reajustado un poquito y dicen: "la teología de la liberación es pecado" (las dos cosas no pueden ser pecado al mismo tiempo).
Cuidado con lo que dice la Iglesia Católica y como lo va puliendo y reajustando a lo largo de la historia.
Y sí, hay varias iglesias que se proclaman seguidoras de Jesucristo, pero la Iglesia Católica no se proclama seguidora de Jesucristo, sino que es Él mismo. O por decirlo con palabras del Concilio, la auténtica Iglesia de Cristo subsiste en la Iglesia Católica.
Simplemente genial. Somos nosotros los que tenemos que moldear nuestro corazón según la palabra que Dios nos envío a través de su Hijo, no intentar moldear a Cristo según nuestras aspiraciones e ilusiones humanas. Intentamos fabricar un Dios a nuestra medida, haciendo un "ídolo, hechura de manos humanas". Este ídolo, como bien dice el Salmo, es un "dios que no puede salvar".
Bruno, muchas gracias por el artículo y por este Blog, cuenta con mis oraciones para que tenga fruto.
Gracias por tu comentario y, sobre todo, gracias por tus oraciones y cuenta también con las mías.
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