Una buena inversión en tiempo de crisis

Ya les he ofrecido en este blog las ideas de dos lectores, Cristhian y Lucía, para capear este tiempo de crisis económica del que tanto se habla en los periódicos y en la televisión. Hoy quiero aportar mi propia sugerencia.

Estos días, todo el mundo anda desesperado por encontrar u ofrecer una buena inversión, porque los destinos habituales de inversión no resultan rentables. Los bancos intentan ofrecer mejores intereses, los “cazadores de gangas” buscan casas vendidas a bajo precio por personas que no pueden pagar la hipoteca, las compañías de seguros se esfuerzan en encontrar fórmulas más imaginativas para atraer a los clientes. También los trabajadores hacen lo posible por invertir un esfuerzo adicional en su propio trabajo, para exorcizar el temido fantasma del desempleo. Da la impresión de que hay “menos dinero” y que, por lo tanto, el dinero que hay es más valioso y hay que cuidarlo bien.

Como me preocupo por mis lectores, voy a recomendarles una buena inversión. Una muy buena inversión. Saquemos el dinero del calcetín o del colchón. Basta ya de roñosos intereses del 4, 5 ó 6 %, como ofrecen los bancos. Lo que nos hace falta es una inversión que ofrezca un tipo de interés mucho más alto. Y, por supuesto, que sea segura, porque las especulaciones arriesgadas y sin mucho fundamento son, precisamente, lo que nos han llevado a esta situación.

Esta es mi recomendación: la única inversión que ofrece el 10.000 % o, en otras palabras, el ciento por uno. Y la seguridad no puede ser mayor, se basa en el único banco que no puede quebrar, el banco de la misericordia divina, avalado por la garantía de la Palabra de Dios, que es más sólida que los cielos y la tierra. Me refiero a la oferta de Cristo: Nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora en el presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna.

No se trata de palabras bonitas, lo digo en serio. ¿Estás preocupado por la crisis? ¿Te inquieta el futuro? La reacción del mundo es agarrarse al dinero con más fuerza. La reacción del cristiano es dar aún más. Dar de lo que sobra y de lo que no sobra. Dar hasta que duela. Dar a Dios dando a los demás.

Entiendo que, a causa de la crisis, da miedo soltar el dinero. ¿Y si me falta? ¿Y si me quedo sin trabajo? ¿Y si las cosas empeoran aún más? Son consideraciones comprensibles y legítimas, porque Dios nos ha dado la razón y el sentido común para que los utilicemos. Sin embargo, también nos dio la oportunidad de ir más allá, dejando que sean los paganos los que se agobien por esas cosas. Nosotros tenemos un Padre en los cielos que cuida de nosotros. No recibimos la seguridad que deseamos de una cuenta corriente abultada, porque nuestra esperanza no está puesta en el dinero. Así lo han experimentado los cristianos desde el comienzo del cristianismo. La Carta a Diogneto, del s. II, describía así a los cristianos: Son pobres y enriquecen a muchos. Les falta todo, pero les sobra todo.

Yo animo a dar de la forma más concreta posible, porque lo impersonal es la maldición de nuestra época. Todos los sacerdotes y seminaristas suelen estar mal de dinero, así que, si conoces a uno, es una buena idea ayudarles, pagándoles un viaje a su país si son extranjeros, comprándoles libros que necesiten, etc. En Cáritas te pueden dar las señas de alguna familia en dificultades a la que puedas ayudar pagándoles un mes de la hipoteca y dándoles así un respiro para que puedan recuperarse. Quizá puedas regalar un viaje de fin de semana a un familiar o amigo que no puede permitírselo o cuyo matrimonio esté en crisis. Si has leído algún libro que te ha hecho bien, compra unos cuantos y regálaselos a conocidos y compañeros de trabajo. A menudo, el pobre de la calle o de la puerta de la parroquia, no sólo pide dinero, sino que está deseando que alguien se pare un rato a hablar con él y, sobre todo, a escucharle. Por suerte, el banco de la misericordia divina acepta también inversiones de tiempo, que es más valioso que el dinero. Otra buena inversión de tiempo se puede encontrar en las residencias de ancianos: en absolutamente todas te pueden dirigir a ancianos a los que no visita nadie y cuya vida cambiaría con tu visita. Las posibilidades son infinitas, porque en variedad de oferta al Señor nadie le gana.

Éste es el momento de experimentar que uno se puede fiar de Dios, que el Señor provee. De comprobar que es cierto lo que dijo Cristo sobre los pájaros que no siembran ni cosechan pero el Señor los alimenta. Así, no sólo recibiremos el ciento por uno, sino que también, al ver que Dios nos da ese ciento por uno como prometió, se fortalecerá nuestra fe, de más precio que el oro. Los cristianos no creemos “porque sí”, sino por haber conocido y experimentado el amor de Dios, por haber visto sus milagros, porque de donde no había, Dios ha sacado sobreabundantemente.

Quizá, si nos fiamos del Señor, algún día recordemos este tiempo de crisis y podamos decir: “¿Tiempo de crisis? Fue un tiempo de gracia, un tiempo de paso del Señor por mi vida, un tiempo en que gusté la vida eterna, un tiempo feliz para mí y para mi familia".