Un santo quemado
Como el otro día hablábamos de cajas de cerillas, me alegra celebrar hoy la memoria de San Antonio María Claret. Me explico: si las cajas de cerillas anunciaban que “la única iglesia que ilumina es la que arde”, San Antonio vivió toda su vida obsesionado por la necesidad de arder en el amor de Cristo y prender fuego a la tierra con ese amor.
Este santo es, sin duda alguna, el ejemplo que necesita nuestra Iglesia hoy, porque, si en algo destacó, fue en celo misionero. Predicó sin descanso, en todas partes. Predicó a los campesinos pobres de Cataluña en catalán, porque no entendían otra lengua, predicó hasta en los últimos rincones de las Canarias, predicó y protegió a los esclavos y a los indígenas en Cuba, predicó y confesó en la Corte de Madrid a la Reina Isabel II y a la aristocracia. Como el mismo San Pablo, se hizo todo a todos, para ganar, sea como fuere, a algunos.
Pueden leer, en Internet, algunas de sus obras, como su Autobiografía. Para empezar, lean estas líneas escritas por él, que he tomado de esta estupenda página, y podrán vislumbrar el entusiasmo que llenaba el corazón de un verdadero apóstol de Cristo.
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Inflamados por el fuego del Espíritu Santo, los misioneros apostólicos han llegado, llegan y llegarán hasta los confines del mundo, desde uno y otro polo, para anunciar la palabra divina; de modo que pueden decirse con razón a sí mismos las palabras del apóstol san Pablo: Nos apremia el amor de Cristo.
El amor de Cristo nos estimula y apremia a correr y volar con las alas del santo celo. El verdadero amante ama a Dios y a su prójimo; el verdadero celador es el mismo amante, pero en grado superior, según los grados de amor; de modo que, cuanto más amor tiene, por tanto mayor celo es compelido. Y, si uno no tiene celo, es señal cierta que tiene apagado en su corazón el fuego del amor, la caridad. Aquel que tiene celo desea y procura, por todos los medios posibles, que Dios sea siempre más conocido, amado y servido en esta vida y en la otra, puesto que este sagrado amor no tiene ningún límite.
Lo mismo practica con su prójimo, deseando y procurando que todos estén contentos en este mundo y sean felices y bienaventurados en el otro; que todos se salven, que ninguno se pierda eternamente, que nadie ofenda a Dios y que ninguno, finalmente, se encuentre un solo momento en pecado. Así como lo vemos en los santos apóstoles y en cualquiera que esté dotado de espíritu apostólico.
Yo me digo a mí mismo: Un hijo del Inmaculado Corazón de María es un hombre que arde en caridad y que abrasa por donde pasa; que desea eficazmente y procura, por todos los medios, encender a todo el mundo en el fuego del divino amor. Nada le arredra, se goza en las privaciones, aborda los trabajos, abraza los sacrificios, se complace en las calumnias y se alegra en los tormentos. No piensa sino cómo seguirá e imitará a Jesucristo en trabajar, sufrir y en procurar siempre y únicamente la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas.
Y una oración, que San Antonio escribió en su autobiografía y que invito a los lectores a aprender de memoria y a rezar de vez en cuando:
¡Oh Dios mío y Padre mío!
Haced que os conozca y os haga conocer;
que os ame y os haga amar;
que os sirva y os haga servir;
que os alabe y os haga alabar de todas las criaturas.
Dadme, Padre mío, que todos los pecadores se conviertan,
que todos los justos perseveren en gracia
y todos consigamos la vida eterna.
Amén.
6 comentarios
¡Oh Dios mío y Padre mío!,haced que os conozca y os haga conocer; que os ame y os haga amar; que os sirva y os haga servir; que os alabe y os haga alabar de todas las criaturas. Dadme, Padre mío, que todos los pecadores se conviertan,
que todos los justos perseveren en gracia y todos consigamos la vida eterna. Amén." (Aut. 233).
Merece la pena leer toda la autobiografía de San Antonio María, cuyo vínculo he puesto en la introducción al artículo. Se puede ver que este santo era cualquier cosa menos "buenista": tenía una clara visión de la importancia esencial de la fe para un mundo que se muere por el pecado.
Ya que has recordado esa oración, la voy a incluir en el cuerpo del artículo, porque es una buena oración para memorizar y rezar de vez en cuando.
Un saludo.
Me alegro que hayas cargado las pilas hoy con la memoria de A. M. Claret, yo por gracia de un tio de mi mujer, tenemos la dicha de poder rezar frente a alguien tan real como uno mismo y mi reaccion es de ayudarme a acrecentar mi fe en la encarnacion de Dios en Jesucristo. Por gracia de este tio de mi mujer , claretiano llevamos 2 años rezando el 24 de octubre frente a una reliquia preciosisima (fragmento ex-corde )y cuyo corazon fue sagrario mismo del Señor, y en tierra de mision, la de tantos mártires locales y encomendada al intrépido F. Javier, tal vez con más detalle te contaré en persona las gracias concedidas por S. A. Claret.
El dia de la muerte de mi padre me encontraba velando las que eran sus ultimas horas en este mundo , con la biograzfia de este Sánto y 16 años después ...
La Paz desde Japón rezad por la mision en este pais.
Gracias Bruno, voy a releer esa autobiografía, pues no recuerdo que estuviera en la web, seguramente será cosa del centenario que celebraron el año pasado, ¡gran idea de los claretianos!
http://www.ciudadredonda.org/
Saludos
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