Signos de la Fe (X): ¿se pueden creer hoy los dogmas?
En los últimos días, hemos discutido bastante en este blog sobre algunos dogmas en particular y sobre la existencia de dogmas en general. En un momento dado de estas discusiones, una comentarista hizo la pregunta clave: ¿qué valor tiene la confesión de un dogma acríticamente aceptado?
Como diría Santo Tomás, parece que un dogma acríticamente aceptado no puede tener ningún valor. Si los dogmas son algo que se cree porque sí, porque hay que creérselos, ¿qué valor pueden tener? Más aún, ¿no serán algo radicalmente contrario al instinto de buscar la verdad que tiene el ser humano?
Con estas premisas, no es extraño que mucha gente piense que los dogmas de la Iglesia son propios de tiempos pasados, felizmente superados, en los que la gente se creía cualquier cosa. Sin embargo, la Iglesia continúa aferrándose a esos dogmas a pesar de los ataques sufridos por los mismos durante dos mil años de historia. Eso debería hacernos pensar que la cuestión no es tan sencilla como parece. Vamos a verlo.
Voy a empezar con un ejemplo práctico, alejado de la polémica, que ayudará quizás a ver las cosas con más claridad. Actualmente, todos tenemos al menos una televisión en casa. Los televisores, que en origen eran aparatos relativamente sencillos, se han ido haciendo cada vez más complicados y sofisticados. Por eso, si se estropean, llamamos a un técnico de reparaciones. El técnico viene, examina el aparato, y nos dice, por ejemplo, que tiene que cambiar dos condensadores y uno de los circuitos integrados entero, porque existe una derivación que produce un cortocircuito y que ha dañado los condensadores. Para una gran cantidad de gente, este tipo de explicación no aclara en absoluto la cuestión. Sin embargo, aceptan lo que dice el técnico y le piden que actúe en consecuencia para reparar el aparato.
¿Esta forma de actuar es algo irracional, acrítico, sin valor y contrario al instinto de buscar la verdad que tiene el ser humano? No lo parece. Es algo racional, ya que se ha buscado razonadamente la mejor manera de conseguir arreglar el fallo del aparato, que es conseguir un técnico que entienda del tema y no esforzarse inútilmente en deducir el fallo a partir las rayas que aparecen en la pantalla, sin tener los conocimientos necesarios.
Se hace uso de la crítica, ya que no se pide que arregle la televisión al fontanero o al panadero, sino al técnico de reparaciones. Ha sido necesario primero decidir de quién nos podemos fiar para que repare adecuadamente el aparato. Es decir, la crítica no se ejerce para discutir el diagnóstico del técnico, ya que no estamos preparados para hacerlo, sino en encontrar la persona adecuada para que nos dé ese diagnóstico.
Claramente, esta forma de actuar tiene también valor como estrategia, porque funciona. El técnico hurga en el aparato, hace lo que tenga que hacer, nos cobra lo que quiere y he aquí que el televisor vuelve a su estado original.
Finalmente, no sólo no es un modo de proceder contrario al instinto de buscar la verdad que tiene el ser humano, sino que es una expresión de esta búsqueda de la verdad. El dueño avispado del televisor estropeado sabe por experiencia quién puede encontrar la verdad sobre lo que le pasa a su televisión y acude a esa persona. Esta forma de actuar es, pues, perfectamente razonable y la utilizamos constantemente en todos los aspectos de nuestra vida.
Lo mismo sucede con los dogmas. No se aceptan acríticamente porque sí, sino porque los católicos nos fiamos de la Iglesia. Los católicos adultos hemos tomado la decisión de fiarnos de la Iglesia basándonos en nuestra propia experiencia. Incluso los niños se fían de ella por una buena razón: porque ven que sus padres, que son las personas que más les quieren, se fían también de la Iglesia. Por supuesto, cuando crezcan, llegará un momento en que también ellos tengan que comprobar si se pueden fiar de la Iglesia por experiencia propia. La crítica no se ejerce a la hora de decidir si aceptamos o no un dogma en concreto, sino antes de eso, cuando decidimos si nos podemos fiar o no de la Iglesia cuando enseña.
Esa confianza no se fundamenta en la estructura humana de la Iglesia, en su prestigio social o falta del mismo, ni en las cualidades humanas de las personas que la componen, sino que está basada en la presencia de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo en medio de la Iglesia. Está basada en la manifestación de esa presencia divina en su historia, en su enseñanza, en las Escrituras que conserva, en su actuar, en sus sacramentos y liturgias, en sus santos y en sus mártires, sin que la debilidad de sus miembros pueda apagar esa presencia. Jesucristo, el Hijo eterno de Dios, fundó su Iglesia, le dio el poder de perdonar los pecados, de atar y desatar en la tierra, derramó sobre ella su Espíritu Santo, que la conduciría a la Verdad plena, y la constituyó como columna y fundamento de la verdad. Los católicos sabemos que nos podemos fiar de ella.
Quizá alguien podría objetar que el ejemplo de la televisión no es válido, porque se trata de algo sin importancia, mientras que la fe es algo mucho más importante, que afecta a la vida entera. Sin embargo, en la práctica, cuanto más importante es el tema, más necesaria se hace la confianza, en todos los aspectos de la vida.
Por ejemplo, yo sé que me puedo fiar de mi esposa. Mientras escribo estas líneas, ella se ha ido a buscar a nuestra hija Cecilia al colegio. ¿Es que soy tonto por dejar que haga eso sin supervisión? ¿Debería dudar constantemente si me estará engañando y habrá vendido a nuestra hija a una red de tráfico de órganos? A fin de cuentas, no puedo saber lo que está haciendo ahora que no la veo. Sin embargo, por experiencia propia sé que me puedo fiar de ella. Aunque yo no pueda comprobar en este momento lo que está haciendo, difícilmente podría estar más seguro de que estará haciendo lo mejor para nuestra hija. En los aspectos más humanos de la vida, que son los más importantes y en los que más arriesgamos si nos equivocamos, la confianza nos es mucho más necesaria aún que en las cosas materiales. Así sucede con la fe y la Iglesia.
Todo esto, no quita que se pueda y se deba meditar sobre los dogmas, razonar sobre ellos y profundizar en su significado para comprenderlos cada vez mejor. Crede ut intelligas, decía San Anselmo, cree para entender. Yo, que he estudiado cosas muy diferentes, puedo decirles por experiencia propia que la Teología es el campo más interesante, exigente y estimulante que existe para el estudio y el ejercicio de la razón.
Sin embargo, es perfectamente razonable que, en muchos casos, sea imposible deducir los dogmas de la Iglesia mediante el mero uso de nuestra limitada razón, sin el auxilio de la revelación que custodia la Iglesia. A nadie le puede extrañar que, igual que el técnico de reparaciones sabe mucho más que nosotros sobre televisores, el Espíritu eterno del Padre y del Hijo sepa infinitamente más que nosotros sobre los grandes misterios de la vida y de la salvación realizada en Jesucristo.
La cuestión de si nos podemos fiar de la Iglesia, si sus pretensiones son ciertas, es una cuestión diferente, que hemos tratado otras veces y que volveremos a tratar en el futuro. Pero lo que hemos visto hoy es que, si de alguna manera hemos llegado a la conclusión de que podemos fiarnos de la Iglesia, de que es el Espíritu Santo quien la guía hacia la Verdad plena, no hay nada irracional en aceptar de ella los dogmas que señale como verdaderos. Al contrario, es la única forma razonable de actuar.
32 comentarios
A la inversa: yo puedo no entender qué es lo que quieren decir los dogmas, o qué quiere decir el Papa en su libro (hay partes que no se entienden muy bien). Intentaré entenderlo pero no voy a decir que algo no es verdad a la ligera, o simplemente por no entenderlo bien. Hay que tener confianza, como tú dices.
A mi me parece que la dificultad de aceptar los dogmas (y el Magisterio de la Iglesia en general) esta relacionado en cierta manera con el orgullo. Creo que el peor pecado de nuestra sociedad consiste en creernos dioses, unicos duegnos y segnores del universo y de nuestro destino. De ahi derivan todos los males.
Estoy de acuerdo. Creo que donde mejor se manifiesta eso es en la enseñanza de la Iglesia sobre moral.
Basta leer los periódicos para ver que lo que más odia nuestra sociedad de la Iglesia es que se atreva a decir que hay comportamientos que son inmorales, por muy modernos que puedan ser. Como Adán y Eva, todos queremos ser como dioses y decidir lo que está bien y lo que está mal.
La Iglesia no se puede cansar de proclamar que la grandeza del hombre está en su humildad ante Dios y ante la Verdad.
Juan Antonio:
¿Dónde está publicado el artículo que mencionas'
En cuanto a lo de que hay que tener confianza, yo añadiría: hay que tener confianza en quien se la merezca, porque abundan los falsos profetas.
Creo que la lectura, y la meditación, de la parábola del hijo pródigo, te viene bien. Lc. 15, 11
Pues entonces, la próxima vez que se le estropee la televisión, nada de llamar al técnico. Coja el destornillador y hala, a divertirse...
Fuera de bromas, si ha leído el artículo verá que me refiero a creer los dogmas cuando uno ya está convencido de que Jesús es el Hijo de Dios y que la Iglesia Católica fue fundada por él y de él recibió el Espíritu Santo.
Como ya he dicho, no es que haya que prescindir del sentido crítico, sino que hay que usarlo en su momento: para comprobar si uno se puede fiar de Jesucristo y de la Iglesia. Si uno llega a la conclusión de que la Iglesia es digna de confianza, puede creer lo que ella le propone con la inspiración del Espíritu Santo.
De la misma forma, no hay que prescindir del sentido crítico para reparar la televisión. Lo que hay que hacer es aplicarlo a la hora de elegir a alguien que lo repare y no para discutir las conclusiones técnicas de quien se haya elegido, si uno no está capacitado para ello.
Te has esforzado en explicar porqué debemos confiar en el Magisterio de la Iglesia. Pero siempre habrá un porcentaje que no quiere vivir por consigna y prefiere equivocarse. El orgullo juega muy malas pasadas. Y la confianza en ocasiones también.
Yo aconsejaría seguir suplicando "Señor aumenta mi fe". Esa receta nunca falla.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
El "sentido de la fe" es la capacidad con la cual la presencia del Espíritu enriquece la comunidad de los creyentes para la percepción de las verdades de la fe.
K. Rahner:" el magisterio eclesiástico no es propiamente la potestad de adoctrinar acerca de verdades abstractas por razón de sí mismas, sino la garantía de que la palabra salvífica de Cristo está dirigida a la situación concreta de un tiempo y va realmente dirigida a la vida cristiana, ya que la Iglesia no sería la comunidad escatológica de la salvación si no estuviera en posesión infalible de la verdad de Cristo"
Muy bueno lo de los frenfilios del turmigenio.
Yo señalaría dos cosas sobre lo que dices:
1) Los dos ejemplos que pones son claramente ejemplos que implican ejercer un sentido crítico con respecto a si uno se puede fiar de esas personas. En el primer caso, uno llega a la conclusión de que ese tío no es un técnico de verdad y no le llamaría nunca más. En el segundo, se llega a la conclusión de que la relación de ese matrimonio está fundamentalmente dañada y ya no tiene sentido la confianza. De la misma forma, por ejemplo, el protestante que cree sinceramente que la Iglesia Católica es una engañifa es normal que no se crea sus dogmas. En cambio, el que cree que la Iglesia fue fundada por Cristo y tiene a su Espíritu Santo, puede creer razonablemente sus dogmas.
2) El caso de la Iglesia tiene, por supuesto, semejanzas y diferencias con los ejemplos que he puesto en el artículo. La diferencia fundamental está en que en los ejemplos (técnico, marido-mujer) se trata de cosas sobre las que algo podemos juzgar (si la tele funciona, si el marido flirtea con otra, etc.). En cambio, los misterios de la fe son algo que juzga nuestra vida y no al revés. En ese sentido, no podemos juzgarlos directamente diciendo, por ejemplo, "pues yo creo que sería mejor que la eucaristía fuera sólo un símbolo", porque no importa lo que nosotros creamos que es mejor, sino lo que Dios sabe que es más conveniente, en su infinita misericordia.
Espero haberme explicado bien. Un saludo.
Una pequeña precisión. No he intentado demostrar porqué debemos fiarnos de la Iglesia, sino que resulta razonable hacerlo (contra lo que dicen muchos). La decisión de tener fe en Jesucristo y creer que la Iglesia Católica fue fundada por él y recibió de él la misión de ser testiga de la verdad no es meramente racional, sino que necesita la gracia de Dios. Por eso, como tú dices, hay que suplicar: "Señor, aumenta mi fe" (o "dame la fe", según el caso).
Mº del Pilar:
De lo que dice Rahner, yo subrayaría que la Iglesia no enseña verdades abstractas sin relación con nuestra salvación (como muchos piensan). La Iglesia no enseña, por ejemplo, cuántos ángeles hay en el cielo o si existen otros seres racionales en universos lejanos, porque eso no tiene ninguna implicación en nuestra relación con Dios. Cuando la Iglesia enseña algo es porque es importante para nuestra salvación.
La palabra:
Gracias por tu recomendación. Siempre me viene bien meditar las Escrituras. El Cristianismo es todo eso que tú dices, pero la enseñanza de la fe es también una parte importante del Cristianismo. Por ejemplo, San Pablo le dice a Timoteo: "Si enseñas esto a los hermanos serás buen ministro de Cristo Jesús, nutrido en las palabras de la fe y de la buena doctrina que has alcanzado".
esta vez no ignoraré tu comentario, ya que no me lo pides :) La tuya es una
objeción razonable. Si un técnico te suelta un rollo, te cobra 600 euros y luego la tele no funciona, dejarás de fiarte de él y hasta presentarás una queja en consumo. Pero no dejarás de fiarte de todos los técnicos, espero. La Iglesia sería más como el "gremio de técnicos" que como uno en particular. También puedes no fiarte del gremio pero eso ya respondería más una decisión personal que a la actuación del técnico en sí.
está en una revista que se llama JHEP (Journal of High Energy Physics), tengo
allí ya unos cuantos. Si tienes curiosidad, mira en
www. slac. stanford. edu/spires/ find/hep/www?name=aguilar-saavedra,j+a
(quita los espacios, el sistema no me deja escribir el URL bien)
Me hace bastante gracia que digan que nos lo creemos todo sin pensar. Quien
sostiene esos estereotipos es el que parece dogmático además de desinformado,
en fin, qué vamos a hacer.
J.Antonio, no creo que se pueda llamar orgulloso, por más que hasta cuatro comentaristas se hayan empeñado en verlo así. La inteligenia es una noble facultad a la qe no se debe renunciar. llamar orgullo a esa renunca son ganas de fastidiar. Yo le puedo pedir al señor que aumente mi fe y a mis pastores que me pastoreen sin prescindir de mi inteligencia. El gremio, que diría JAntonio, de los ´´técnicos´´ en dogmas de la Iglesa me hablan demasiado de ´´frenfilios´´ y no me queda claro qué tienen que ver con mi savación. Si, como dice Bruno, los dogmas son para quienes ya creen que la IC es depositaria única de la Verdad, entonces no hay más que decir: doctores tiene la Iglesia para sus carboneros. Si yo procamo los mismos dogmas que tú, pero los concibo como mi inteligencia me hace interpretarlos, ¿soy o no soy hereje?
Creo que has dado con un punto esencial. La idea sólo es acudir a los expertos en algo (los "sabios y entendidos") cuando se trata de cuestiones de sabiduría humana, porque ellos son los que van a tener la respuesta que necesitas.
En cambio, en el ámbito de la fe, los más sabios y entendidos, los mejores pensadores, teólogos o filósofos son tan incapaces de encontrar por sí mismos esa respuesta como tú o como yo. Es Dios quien puede revelar (como dice tu cita evangélica) los misterios de la fe, que son inaccesibles a la razón humana por sí sola.
Esa revelación realizada en plenitud en Jesucristo, se nos transmite mediante la Escritura, que sólo se comprende adecuadamente en su contexto natural que es la Tradición de la Iglesia y que se libera del subjetivismo de las mil opiniones diferentes sobre su interpretación gracias al discernimiento del Magisterio. Todo eso es obra del Espíritu Santo, a beneficio de aquel que, con sencillez, se fía de su acción en la Escritura, en la Tradición y en el Magisterio de la Iglesia. A esas fuentes hay que acudir para encontrar las respuestas que se necesiten sobre la fe.
Si te fijas, la acción del Magisterio y su definición de los dogmas es una tarea muy humilde, porque no es fuente de revelación de Dios, sino sólo un discernimiento del Espíritu para que no confundamos nuestras propias ideas, más o menos disparatadas, con lo que Dios ha revelado.
Un saludo.
Todas las comparaciones del mundo tienen una parte similar y otra que no es similar (si fueran iguales en todo al original, serían el original y no valdrían como comparación). Hay que entender (y justificar) en que son similares y en qué diferentes.
Por ejemplo: enseñas a un niño que dos manzanas más dos manzadas son cuatro manzanas. Luego le preguntas ¿y dos peras más dos peras? Si te responde "cuatro manzanas", tendrás que explicarle que lo similar en los dos casos es el hecho de que sea 2+2=4 y no que se trate de manzanas.
En el artículo, como he señalado a Una piedra blanca, los ejemplos se parecen a la cuestión en que uno se fía de otros para comprender algo que está más allá de las propias capacidades. En cambio, se diferencian en que los ejemplos son de algo que podemos conocer un poco aunque no lo dominemos, mientras que la fe nos supera a todos los seres humanos por completo.
En cuanto a lo de la inteligencia, nadie ha dicho que haya que renunciar a ella. Pero es razonable que haya cosas que la superan, ya que nuestra inteligencia es limitada. Por ejemplo, que Dios sea tres personas y un solo ser es algo que nuestra limitada razón nunca habría podido deducir. Por eso lo ha revelado Dios y es un dogma que debemos creer, aunque no lo podamos deducir con nuestra razón.
Finalmente, no vale con aceptar las "palabras" del dogma, sino el significado que la Iglesia da a esas palabras. Por ejemplo, los arrianos creían que Jesús era Hijo de Dios, pero a ese término le daban el significado de simple predilecto de Dios, no de un solo ser con el Padre. Por eso, la Iglesia tuvo que explicitar aún más lo que significaba eso de Hijo de Dios. Lo hizo en el credo de Nicea, diciendo: "Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado y no creado", que dejaba claro que la interpretación de los arrianos no era la de la Iglesia.
Un saludo.
yo no te voy a llamar ni hereje ni nada. Todo lo más, te puedo decir si creo que estás equivocada en algo. Y si eso te molestara, tampoco te lo diría.
Estoy de acuerdo (como también supongo que está Bruno) en que no hay que renunciar a la inteligencia. Me viene a la cabeza una anécdota de Santo Tomás, te copio lo que he encontrado en internet:
'Alguien defendía una fe pura, exenta de argumentación y únicamente basada en las autoridades. Tomás se levanta para responder: "Sí, de esa manera nos quedaremos con la verdad, pero en una cabeza vacía"'
Te iba a responder algunas cosas más pero ya las ha dicho Bruno, menos mal que hice "reload" antes de escribir, así no repito.
Demuéstralo y, si es así, estaré encantado de rectificar o reformularlo.
Te recuerdo que, en este post, no estamos discutiendo si hay que fiarse o no de la Iglesia, sino solamente si puede ser razonable aceptar dogmas que uno no puede deducir con su razón. (El otro tema se puede tratar en otro post).
´´Postular o tomar lo del principio es demostrar por sí mismo lo que no está claro o no es conocido por sí mismo, esto es: no demostrar´´. Aristóteles
No se trata de cosas que no se puedan alcanzar con la razón.
¿Qué significa la palabra virginidad de en una mujer que es madre? ¿Qué significado atribuims a la palabra Resurrección?
No es razonable aceptar las interpretaciones más contarraias a la razón frente a las más razonables cuando lo esencial está plenamente a salvo.
Lo único que discutía en este artículo, como se ve al principio del mismo, es tu pregunta: ¿qué valor tiene la confesión de un dogma acríticamente aceptado? Y mi respuesta ha sido: "aceptar un dogma es razonable en unas condiciones muy particulares: si uno ha comprobado primero que se puede fiar plenamente de quien lo enseña, en este caso de la Iglesia".
Es decir, en esas condiciones y sólo en ellas es razonable creer algo que no se puede entender del todo.
Si se dan o no esas condiciones, es una cuestión aparte que no discutíamos en este artículo, pero que se puede discutir en otro o en los comentarios si quieres.
Por lo tanto, no hay petitio principii en el artículo, ya que yo no he supuesto para la argumentación del artículo que la Iglesia sea fiable, sólo he señalado que existen condiciones que, si se dieran, harían razonable creer los dogmas.
Por supuesto, aparte del tema del artículo, yo estoy convencido de que esas condiciones se dan en el caso de la Iglesia y eso se ve en lo que hablaba con Una piedra blanca.
Era ella quien me hacía un comentario más allá del razonamiento del artículo, sobre el tema de quiénes son los "expertos" o los que tienen la verdad y de los que te puedes fiar en el caso de la fe (al hilo de la frase evangélica).
Mi respuesta era mostrar que la Iglesia no pretende enseñar los dogmas porque tenga muchos teólogos "sabios y entendidos", sino por la presencia del Espíritu Santo que revela la Verdad.
Que descanses.
Estupefactos y admirados decían: "¿Es que no son galileos todos estos que están hablando?
Pues ¿cómo cada uno de nosotros les oímos en nuestra propia lengua nativa?
Partos, medos y elamitas; habitantes de Mesopotamia, Judea, Capadocia, el Ponto, Asia,
Frigia, Panfilia, Egipto, la parte de Libia fronteriza con Cirene, forasteros romanos,
judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos les oímos hablar en nuestra lengua las maravillas de Dios."
Todos estaban estupefactos y perplejos y se decían unos a otros: "¿Qué significa esto?"
Otros en cambio decían riéndose: "¡Están llenos de mosto!"
La actitud que indicas, creer en unos dogmas sí y en otros no, según te parezcan menos creíbles, realmente equivale a no creer en los dogmas ni en la fe de la Iglesia, sino en tu propia opinión sobre cada cosa.
La Iglesia afirma que enseña los dogmas de fe con la autoridad del Espíritu Santo y eso se cree o no se cree. Si alguien sólo cree algunos dogmas, necesariamente está diciendo que no acepta que sea el Espíritu Santo el que inspira a la Iglesia Católica. Es una postura respetable, pero no católica.
El Espíritu Santo no puede abandonar nunca la Iglesia, que es el Cuerpo de Cristo, porque el amor de Dios es irrevocable.
Eso sí, los cristianos sí que necesitamos pedir constantemente que vuelva a nosotros el Espíritu, porque a menudo le cerramos el corazón.
Ven, Espíritu Santo, y enciende en nosotros el fuego de tu amor.
Me dedico a dar asistencia técnica informática; D. Bruno, creo que Vd. debe ser de las pocas personas que cuando un técnico ha estado 3 horas tratando de encontrar un error y se lo explica no le responde: "ya sabía yo que era una bobada".
No obstante si he entendido medianamente su artículo, el substrato del mismo habla de Fe, de Fe con mayúsculas, de la Fe del barquero, de la Fe de Juan el lechero.
Creo que los dogmas tienen una explicación que tal vez no alcancemos a entender, que tal vez la Iglesia no es capaz de trasmitir, pero que si tenemos Fe, que es, a mi entender, el ingrediente indispensable de la Esperanza, antes o después, en esta vida o en la verdadera Vida, lo entenderemos.
¿Es una cuestión de paciencia?
HAber empezado por aquí. En cualquier caso creeer en unos dogmas sí y en otros no, no es una cuestión de ´´opinión´´, como quien dice de gustos o de capricho, no. Es que uno examina con honestidad lo que le parece inverosímil e innecesario o interesado.
Si eso equivale a no creer que ´´La Iglesia´´ no es asitida por el E.S., mmm, no sé, ¿quién es la iglesia? ¿a mí n me asiste el E.S.? ¿Te asiste a ti más que a mí? ¿Más, p. ej, a un obispo -incluso a uno indigno- que a mí? ¿Gradúa el E.S. su asistencia y en razón d que? ¿Me pide el E.S. que renuncie a mi condición humana en pro de la asistenca que hace a otros que no son yo?
Dentro de la Iglesia, el Espíritu Santo inspira a cada uno según su misión. A mi me ayudará a educar a mis hijos y a ti a los tuyos, y no al revés que no tendría sentido. Los que tienen la misión de enseñar la fe de la Iglesia son los obispos en comunión con el Papa y el Espíritu Santo les asistirá en ello.
Pero además, como sabes, Dios garantiza su actuación en 7 casos muy concretos: los sacramentos. Cuando una persona se bautiza, por ejemplo, el Espíritu Santo actúa siempre. Los obispos han recibido la plenitud del sacramento del orden y, con él, una misión especial del Espíritu Santo de enseñar, santificar y gobernar la Iglesia.
Ciudadano:
Sin duda, en la Jerusalén del cielo comprenderemos todo lo que en esta vida sólo hemos conseguido vislumbrar. Que allí nos veamos todos.
En vez de la religión de Juan el lechero practica la de Juan palomo.
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