Si llegan a ser un poco más tolerantes la matan

En las últimas elecciones en Estados Unidos, los norteamericanos, además de al nuevo presidente, votaban sobre varios referendums en los distintos Estados. Un referéndum especialmente significativo se produjo en California, para decidir sobre una propuesta de establecer en la propia Constitución del Estado que el matrimonio sólo puede producirse entre un hombre y una mujer. Es la llamada Propuesta 8.

Los votantes californianos aceptaron por mayoría la propuesta de establecer constitucionalmente que el matrimonio está reservado a una pareja de hombre y mujer, anulando así los llamados “matrimonios gays". Las reacciones al resultado del referéndum no se hicieron esperar. El gobernador del Estado, Arnold Schwarzenagger, que se considera católico, afirmó que confiaba en que los jueces conseguirían anular esta decisión. Varias iglesias del Estado han sufrido la invasión de activistas de los “derechos gays” que han interrumpido los cultos, con insultos y gritos, protestando por la decisión de los votantes.

Al grito de “tolerancia, tolerancia", se interrumpen los rezos, se profanan las iglesias y se intimida a la gente. El vídeo que les voy a mostrar a continuación no es más que un ejemplo, especialmente significativo, de la actitud amenazadora de los defensores de la tolerancia.

El vídeo está en inglés, pero no hace falta conocer esta lengua, porque se ve muy claramente lo que sucede. En el contexto de una manifestación de protesta contra la decisión del referéndum, una ancianita cristiana intenta explicar a la locutora su postura sobre el matrimonio y los manifestantes comienzan primero a gritar contra ella, después a intimidarla, rodeándola vociferantes, tapándole la cara y acallándola. Después, le arrebatan una cruz que la anciana intenta enarbolar, la tiran al suelo y la pisotean. Es verdaderamente angustioso.

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Para que no se me entienda mal, quiero dejar claro que no pretendo afirmar que los manifestantes son unos miserables intolerantes porque sean gays o estén a favor de los “derechos de los gays". Son unos miserables intolerantes porque se comportan como unos miserables intolerantes, como cualquier otra persona que actúe así. Lo que, a mi juicio, nos muestra este vídeo es que tener continuamente en los labios la palabra tolerancia no implica en absoluto ser tolerantes de verdad.

Demasiadas veces escuchamos sin protestar que la Iglesia es intolerante porque dice la verdad sobre el tema del matrimonio y la homosexualidad. Yo creo sinceramente que la única que en la actualidad muestra un verdadero amor a las personas homosexuales es la Iglesia, porque les muestra el camino de la salvación aun a costa de atraerse el odio de incontables personas, de ser acusada de retrógrada y de sufrir, en muchos casos, persecución. La Iglesia no se cansa de anunciar que las personas homosexuales, como los demás personas, están llamadas por igual a la santidad, a ser hijos de Dios y a vivir el Evangelio.

Como muestra de lo extendida que está la propaganda de la (falsa) tolerancia, he dejado lo mejor para el final. Después de que esos energúmenos hostiguen a la pobre viejecilla, la intimiden, la rodeen vociferantes, le arrebaten su cruz y la tiren al suelo para pisotearla, el locutor, sin ruborizarse en lo más mínimo, comenta: “Obviamente hay mucha ira y mucho odio por las dos partes". Quizá sea que han quitado la parte en la que la ancianita sacaba el lanzallamas y, al grito de “¡California cristiana!", churruscaba a los manifestantes, pero yo no alcanzo a ver la ira y el odio por su parte. La tiranía de lo políticamente correcto es tan férrea que impide que el locutor vea lo que le están mostrando sus propios ojos.

De nuevo, para que no se me malinterprete, quiero dejar claro que no pienso que todos los cristianos sean mágicamente buenos, pacíficos y tolerantes. Basta con estudiar Historia o con que nos miremos a nosotros mismos para ver cuánta violencia hay en nuestro interior, como en el de todos los seres humanos. Para vivir el verdadero amor al prójimo, que va más allá de toda tolerancia, hay que convertirse, dejando que Dios nos transforme a imagen de su Hijo, que, él sí, era manso y humilde de corazón.

Que Dios nos conceda siempre a todos decir la verdad con caridad, defender la doctrina de la Iglesia sin odio ni rencor, ser firmes pero amables, ser santos sin santurronería, buscando siempre el bien de los demás y no tener razón, y ser para el mundo, dentro de nuestra debilidad, un reflejo de Cristo, que vino al mundo para salvar a los pecadores como nosotros.