Si quieren alegrarse

Quizá recuerden los lectores que, hace unos días, publiqué dos artículos en este blog titulados Si quieren enfadarse (I) y (II). El primero de ellos trataba sobre la madrileña exposición Dios(es): modo de empleo y sobre la ideología anticristiana que claramente anima la misma. Con la excusa de tratar a todas las religiones por igual, se aprovecha en esta exposición para ridiculizar, malinterpretar y denigrar a la Iglesia.

En el segundo artículo, continuación del primero, reproducía las instrucciones dadas por un profesor de religión a sus alumnos para que visitaran la exposición y redactaran un trabajo sobre ella. Increíblemente, no se ofrecían a los alumnos criterios de discernimiento para que pudieran comprender lo sesgado de la exposición, sino que se les animaba a disfrutarla y a aprender todo lo posible de ella.

En mi opinión, tanto la exposición costeada por patrocinadores públicos como el trabajito encargado en nombre de la Religión Católica eran motivo para un cierto enfado o al menos irritación de los lectores, de ahí el título de los artículos.

Pues bien, tras haber dado a mis lectores dos razones para enfadarse, hoy domingo es para mí un placer poder darles un motivo, aunque sea pequeño, de alegría. El mismo amable lector que me informó del trabajo encargado por el profesor de religión en cuestión a sus alumnos, me acaba de anunciar que el trabajo ha sido retirado por el profesor.

Al parecer, un padre se ha quejado, con toda la razón del mundo, de que a su hijo le recomienden en clase de religión asistir a una exposición anticristiana, sin que nadie le ofreciera ningún tipo de criterios de discernimiento sobre la misma. El profesor ha dado marcha atrás y ha suprimido el trabajo del programa de la evaluación.

No sé si el hecho de que se recogiera el asunto en este blog habrá tenido algo que ver con la protesta del padre o con la retirada del trabajo. Lo dejaremos a la imaginación de los lectores. En cualquier caso, eso es lo de menos. Podemos alegrarnos por los alumnos, que se ahorrarán el aburrimiento y, sobre todo, la propaganda anticristiana de la exposición. Mi enhorabuena también al profesor que ha sabido rectificar a tiempo.

Antes de terminar con un y fueron felices y comieron perdices, quiero señalar la moraleja de este asunto: los abusos, sean del tipo que sean, se pueden remediar. Los católicos no debemos permanecer pasivos ante ellos, especialmente cuando suceden dentro de la propia Iglesia. El hecho de que un padre proteste, un blog denuncie, un fiel se queje, un superior se mantenga firme o un sacerdote aconseje (actuando siempre con caridad y confiando en el Señor) puede conseguir que se solucione una situación inaceptable dentro de la Iglesia. Que nos sirva de lección y un feliz día del Señor a todos.