Rojo y blanco: Benedicto XVI
Ahora que ya han pasado unos días desde que a todo el mundo le dio por escribir sobre los sombreros y zapatos rojos del Papa, voy a dar yo mi opinión, de forma más pausada (debo reconocerlo, soy bastante lento y prefiero darles vueltas a las cosas antes de hablar de ellas).
He observado que los artículos sobre la forma de vestir del Papa se centraban en dos aspectos fundamentales: la elegancia del Papa (los artículos favorables) y su deseo de recuperar prendas antiguas (generalmente, los artículos desfavorables). En mi opinión, ambas cosas se decían desde el punto de vista de la moda, porque lo que hoy es antiguo o elegante, mañana será moderno o disonante y viceversa. Yo de esas cosas no entiendo y, además, me interesan poco. Al igual que Chesterton, no he creído nunca que la moda o las convenciones sean algo lo bastante serio como para seguirlas o desafiarlas.
En cambio, sí que me voy a fijar en los colores utilizados por el Papa: el rojo y el blanco. Resulta curioso que nadie prestaba la atención a las vestiduras blancas del Papa hasta que les ha añadido algo rojo. De pronto, el blanco parece más blanco y también el rojo parece gritar en lugar de pasar desapercibido.
Los que alguna vez hayan pintado cuadros (o lo hayan intentado, como yo), conocerán bien este fenómeno. Si en una marina, todos nuestros tonos son azulados, el cuadro quedará desvaído y no llamará la atención. En cambio, un par de pinceladas por aquí y por allá de un color que contraste, como el naranja, resaltarán los azules, haciéndolos mucho más intensos. De alguna manera, el ser humano percibe mejor los contrastes y las oposiciones que las cosas aisladas.
El contraste entre el rojo y el blanco no es un invento del Papa. Supongo que todo el mundo se habrá extrañado alguna vez al leer el capítulo 7 del Apocalipsis: ¿Quiénes son y de dónde han venido éstos que llevan túnicas blancas? … Estos son los que vienen de la gran persecución, los que han lavado y blanqueado sus túnicas en la sangre del Cordero. Si lo piensan, ¿no es una imagen extrañísima? Si lavamos algo con sangre, no sé cual será el resultado, pero seguro que no conseguiremos túnicas blancas.
El rojo y el blanco son dos colores cuajados de significado para los cristianos. Los que llevan túnicas blancas son los salvados, los resucitados por Cristo. El blanco es el color litúrgico de la resurrección, de la luz que viene de lo alto y de la que seremos revestidos por la misericordia de Dios. No es casualidad que el blanco sea la suma de todos los colores, ya que la gloria que Dios nos tiene destinada es la de su propio Hijo, que supera nuestra imaginación, porque ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman.
El rojo, en cambio, es el color de la sangre, el color del martirio. Cuando se habla del martirio, mucha gente piensa, como es lógico, en la muerte. Sin embargo, ante todo el martirio es una cuestión de vida. En la Escritura, la sangre es siempre el símbolo de la vida. El mártir, el testigo de Cristo, es el que entrega su vida por él y junto a él, con libertad y generosidad. El mártir cristiano puede decir con alegría, como su Señor: nadie me quita la vida, yo la doy voluntariamente. Ése es el único camino hacia la resurrección.
El martirio al que todos los cristianos estamos llamados es el de dar la vida en nuestras circunstancias concretas, en cada momento y ocasión. Juan Pablo II manchó de rojo su sotana blanca en el atentado que casi le cuesta la vida. Sin embargo, en mi opinión, su martirio fue mucho más claro durante su larga enfermedad, que no le impidió seguir anunciando el evangelio en el mundo entero. Yo me glorío en mi debilidad, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo.
Finalmente, el rojo es el color del Espíritu Santo. El color de las llamas de fuego que aparecieron sobre la cabeza de los apóstoles y la Virgen en Pentecostés, para enviarlos a anunciar el evangelio al mundo entero. Si los cristianos pueden dar la vida por los demás y para cumplir la Voluntad de Dios es sólo gracias al Espíritu Santo.
Así pues, para los cristianos el rojo y el blanco, la entrega de la vida gracias al Espíritu Santo y la resurrección están necesariamente unidos. Quienes esperan alcanzar la resurrección sin necesidad de entregar la vida, según un cristianismo superficial, sólo conseguirán una gran decepción. Si con él morimos, viviremos con él. Sólo quien lava su túnica en la sangre de Cristo, haciéndose partícipe de la salvación que nos ha regalado y dando con él la vida voluntariamente, puede recibir la túnica blanca de la resurrección.
Estamos muy necesitados de acordarnos a menudo de estas cosas, así que, si la forma de vestir del Papa consigue recordárnoslas, merecerá la pena al margen de modas y estilos. Se habrá convertido en otro pequeño signo más ante nuestros ojos que nos indica dónde está la verdadera vida.
Estoy convencido, además, de que el rojo y el blanco de la vestimenta papal serán para el propio Benedicto XVI un signo permanente de que, en la misión que Dios le ha confiado, está llamado a dejarse guiar por el Espíritu Santo y a dar la vida, como Jesucristo, por sus hermanos, para anunciarles la Resurrección.
26 comentarios
Dejando al margen la simbología, yo sigo pensando que un anciano de ochenta años con botines rojos, está ridículo. Lo mio es una cuestión de gustos. Tampoco apruebo su tocado saturno o como se llame, que algunos titulan como pamela. Si fuera blanco sería mucho más discreto.
Reconozco que me va más la austeridad que la ostentación aunque tenga mucha simbología. Dicho esto, el estilo Ratzinger ha dado el cante.
En la liturgia, todo, colores, vestiduras, movimientos tiene una simbologia, que como los naranjas sobre los azules de la marina tratan de remitirnos al misterio.
Lástima que no se preste la debida atención a estos aspectos y que hasta muchos presbíteros sean descuidados sobremanera en estos aspectos.
Yo ya empezaba diciendo que de moda y estilos no entiendo absolutamente nada, así que no doy mi opinión sobre esas cosas. Que le pregunten a mi mujer, que es la experta en mi casa sobre el tema.
En cuanto a lo de la austeridad, no te entiendo. No veo porqué son más austeros unos zapatos blancos que los mismos zapatos en rojo o un sombrero blanco o negro que uno rojo.
JLLM:
Estoy de acuerdo contigo, aunque también hay que reconocer que puede haber críticas con buena intención y sin intereses ocultos.
En cualquier caso, este Papa teólogo está generalmente a años luz por encima del nivel de los que critican su pensamiento. Ratzinger ha sido, creo yo, uno de los mejores teólogos del s. XX y, si las cosas no mejoran mucho, va camino de ser también uno de los mejores del XXI.
La cita de Chesterton es de su autobiografía, que estoy releyendo estos días (seguro que salen más citas en próximos artículos). Es muy buena. Te la recomiendo.
En cuanto a lo de los zapatos y la capa magna, es cuestión de gustos. A mí personalmente no me gustan (por eso he puesto una foto del Papa en la que lo rojo es la estola y la esclavina), pero creo que en esas cosas debe haber la mayor libertad del mundo
Juvenal:
Completamente de acuerdo. El misterio de Dios y de la fe, al no poderse reducir a la razón, necesita de símbolos que nos introduzcan en él y que alimenten la meditación. He leído que, en Estados Unidos, muchos católicos están pasando a parroquias de ritos orientales católicos buscando sitios donde se vivan en profundidad los símbolos y la liturgia.
Pero me sigue chocando.
Me parece muy bien que, personalmente, no te guste como viste el Papa. De gustibus non est disputandum, es decir, sobre gustos no hay nada escrito (o, como dicen en la Mancha y me encanta, "contra gustos no hay nada escrito").
Me acuerdo perfectamente de la capa roja de Juan Pablo II.
En efecto, la cuestión no daba para sorprenderse de nada. Sin embargo, ya que se había despertado cierta atención, he aprovechado para hablar del simbolismo de esos colores, pero parece que a mucha gente no le interesan esas cosas.
Saturna:
No entiendo muy bien qué problema tienes con que el Papa use sombrero para protegerse del sol o del frío.
Lo cierto es que lo que dice Ayante es prácticamente lo único que sabemos sobre la ropa de Jesús. Ese tipo de túnica es la que usaba el sumo sacerdote, así que, en cierto modo, podría incluso decirse que Jesús iba "vestido de cura".
Eso sí que es una sorpresa, ¿verdad?
Sofía y Vitiza:
Totalmente de acuerdo con lo de "progres y carcas". Me parece una idea política que no se puede aplicar a la Iglesia y que no trae más que consecuencias nefastas, la verdad.
Si te fijas, yo he citado lo que dicen los evangelios sobre el tema y tú te has basado en lo que debía hacer Jesús para ser como la imagen que tú tienes de él. Jesús no era directamente de familia sacerdotal (aunque sus primos sí), pero es el Único Sacerdote de la Nueva Alianza.
Yo, la verdad, prefiero lo que me dicen los evangelios, cuadre o no con mis propias teorías.
Muy buena la frase del evangelio y mis teorías.
En cuanto a lo del vestido, es evidente que me refería a "se cambiaría de ropa aceptando la que le ofrecieran. Y lo mismo haría hoy día". Eso te lo has inventado tú.
Tus frases sobre que Jesús vivía la pobreza sólo indican eso, que vivía la pobreza. Supongo que eres consciente de que, en su época, la gente no se cambiaba de ropa como ahora, todos los días. El que iba de viaje llevaba una o dos túnicas (más un manto para abrigarse) y lavaba la ropa cuando podía.
Que yo recuerde, lo único concreto que dicen los evangelios sobre la ropa de Jesús es lo de la túnica inconsútil (probablemente costosa), más los pañales de niño y la túnica púrpura de Rey que le ponen para burlarse los soldados. Así que las tres prendas que consideran significativas los evangelios (no yo) son las de Sacerdote, Rey y Hombre (niño).
Había olvidado la escena de la transfiguración, en la que sus ropas se vuelven de un blanco brillante "como no podría dejarlas el mejor batanero del mundo". Así que a lo anterior habría que añadir las ropas de Resucitado (que se anuncian con la transfiguración).
Quizá podríamos añadir también la ausencia de vestido en la Cruz, como signo de la pobreza extrema del condenado o, como dice audazmente el evangelio, del maldito por nuestros pecados.
En cualquier caso, es evidente que el evangelio otorga un valor simbólico y teológico grande a las vestiduras, al igual que sucede en la Iglesia hoy con las vestiduras litúrgicas, clericales o religiosas. ¿No te parece?
Lo que he dicho de las costumbres sobre la ropa de su tiempo era para mostrar la gran probabilidad de que Jesús, durante todo su ministerio público, llevase siempre la misma túnica y el mismo manto. ¿Se lo habría tejido la Virgen?, ni idea. Pero, en cualquier caso, lo de que usaba cualquier ropa que le dieran es, repito, conclusión tuya que sólo basas en la actitud general de desprendimiento de Cristo.
Por supuesto que no hay que apegarse a la ropa. De hecho, no hay que apegarse en el mal sentido a absolutamente nada en este mundo, ni siquiera a las personas, si eso hace que vayas contra la voluntad de Dios. Y sin duda ser vanidoso en el vestir es malo (alargar las filacterias).
Yo no he hablado de casullas bordadas, pero creo que he mostrado claramente dos cosas: que las vestiduras son importantes simbólica y teológicamente en el evangelio y que el propio Cristo llevaba una túnica costosa que era el símbolo de su único Sacerdocio.
Creo que eso y lo del perfume (más la tradición de la Iglesia), indican que la cuestión de los ornamentos y vestiduras litúrgicas es más compleja que la "sencillez ante todo".
En cualquier caso, suscribo todo lo que decía San Juan Crisóstomo sobre el tema.
En esta página puedes encontrar las principales vestiduras litúrgicas, con su simbolismo explicado por el Papa.
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