Para un Público poco exigente

Siempre es algo bueno, creo yo, que surja un nuevo periódico: ideas diferentes, nuevos articulistas y un punto de vista especial para analizar los asuntos. Debo confesar, sin embargo, que “Público”, que acaba de aparecer, me ha caído gordo desde el principio.

Parece evidente que este nuevo periódico va a ser un abanderado de la libertad… siempre que a nadie se le ocurra ser verdaderamente libre frente a lo políticamente correcto. ¡Hasta ahí podríamos llegar!

El periódico ha publicado ya diversos artículos ensalzando su particular visión de la asignatura de Educación para la Ciudadanía y criticando durísimamente el libro de esta materia publicado por la Editorial Casals. El “crimen” que comete este libro y que motiva las peticiones de retirada del mismo consiste en afirmar que el matrimonio homosexual no es un verdadero matrimonio, como dice la doctrina de la Iglesia. El grito de batalla esta muy claro: por la tolerancia y la libertad de expresión, hagamos callar a los que no piensan como nosotros.

En otro de los artículos, con muy mala intención y un increíble grado de simpleza, se criticaba a Monseñor Rouco por pasar el tiempo con los poderosos y no con los pobres, mencionando como ejemplo significativo el bautizo de la nieta del Rey. Hablo de simpleza porque cualquiera con dos dedos de frente puede darse cuenta de que no es que Rouco se dedique únicamente a bautizar a los hijos del Príncipe o a participar en actos con personajes importantes, sino que la televisión sólo retransmite esos actos.

Las confirmaciones de chavales, las visitas pastorales a las parroquias, el contacto del arzobispo con los sacerdotes madrileños, etc. no salen en la televisión precisamente porque, a fuer de comunes, no son noticia. Más bien, lo preocupante sería lo contrario: el día en que los medios de comunicación retransmitan como algo nunca visto el hecho de que un obispo visite las parroquias de su diócesis, será el día en que me empiece a preocupar.

El hecho de que Público muestre una especial predilección por atacar a la Iglesia no sería suficiente para que me resultara antipático. Hay anticlericales simpáticos e ingeniosos que se hacen querer. Sin embargo, la campaña de publicidad con ocasión de su lanzamiento ha terminado de predisponerme en contra de este periódico.

Los mensajes publicitarios no tienen desperdicio. “El periódico para quienes quieren que los escuchen y no que les griten”. ¡Toma del frasco! Supongo que nadie se para a pensar estas frases, porque ¿quién lee el periódico para que le escuchen? El que quiere que le escuchen se busca un amigo o una novia. Mejor aún, el que quiere que le escuchen, porque piensa que tiene algo importante y valioso que decir a los demás, lo que hace es fundar un periódico.

Si “Público” no tiene nada importante que decir y su misión fundamental es escuchar a sus lectores, parece probable que su verdadera vocación esté en las encuestas de opinión y no en la información. Supongo que lo que verdaderamente quiere decir con este mensaje publicitario es que se asegurará de someter sus páginas a un férreo control ideológico, para evitar que puedan chocar con la ideología de sus lectores.

Otro de los lemas es aún más absurdo: “Llega un diario para esa generación que no se cree las mentiras”. Será una generación futura, digo yo, porque lo que es la actual es evidente que no se ajusta a esa definición. Desde luego, si los lectores de Público se tragan algo así, ya puede el nuevo periódico decir lo que quiera que sus lectores se lo creerán todo. No parece que el público de Público vaya a ser muy exigente. ¡Y luego nos llaman crédulos a los cristianos!