Pájaros y electrones
El jueves pasado, dormí en un simpático albergue junto al río Mincio, en las cercanías de Mantua. En torno a la salida del sol, me despertó el canto de los pájaros. Hacía años que no me habían despertado los pájaros y ya no recordaba lo agradable que es escuchar sus cantos en lugar del despertador.
En cuanto fui consciente de dónde estaba y al oír esos trinos matinales, vino automáticamente a mis labios el cántico de Laudes: Aves del cielo, bendecid al Señor. Una de las ventajas que tiene rezar habitualmente la Liturgia de las Horas es que, al haber repetido muchas veces los salmos, terminan por hacerse parte de nuestra forma de pensar y de reaccionar ante lo que sucede, transformándonos poco a poco a imagen de Cristo.
Me encanta ese cántico de Laudes, tomado del Libro de Daniel. Toda la creación, por su misma naturaleza, bendice a Dios. Un pájaro es una alabanza a Dios por el hecho de ser lo que Dios ha querido que sea, por su pajareidad creada y querida por Dios. Lo mismo pasa con mares, ríos, cetáceos, ganados y todos los seres que nombra el cántico. Todo lo que existe ha sido creado por Dios y ha sido declarado bueno.
Dentro del número inabarcable de las criaturas, los seres humanos tenemos el privilegio de poder alabar a Dios conscientemente, no simplemente con nuestro ser, sino también con nuestra libre voluntad. Podemos convertir todo lo que hacemos en una acción de gracias a Dios por lo mucho que hemos recibido de él.
Ese privilegio que tenemos los seres humanos de bendecir libremente a Dios implica, sin embargo, la posibilidad de negarnos a bendecir a Dios. Nuestra humanidad, como la pajareidad del pájaro, es una bendición, pero también tenemos la opción (que no tienen los animales) de actuar contra el plan de Dios para nosotros y de vivir inhumanamente. Si pudiéramos escuchar todas las voces que se elevan desde la Humanidad, quizá nos diéramos cuenta de que las bendiciones y la acción de gracias apenas se escuchaban en un mar de quejas, egoísmos, rencores y protestas.
Ahí es donde se tiene que notar que los cristianos somos diferentes, que somos el pueblo de la bendición. Los cristianos que escribimos en Internet no podemos hacerlo como si no lo fuéramos. Un cristiano que escribe en Internet debería tener siempre en los labios una oración de bendición: electrones que fluyen por los cables, bendecid al Señor; portales y blogs, bendecid al Señor; bits de información, bendecid al Señor; módems y ADSL, bendecid al Señor….
Si nuestros posts son iguales que los de todo el mundo y nuestros artículos resultan indistinguibles de los artículos de los paganos, ¿podemos realmente decir que somos portadores de una Buena Noticia? Si nos pasamos la vida quejándonos, como hace todo el mundo, ¿quién querrá ser cristiano como nosotros? Si somos incapaces de bendecir a Dios en todo momento, ¿no será que el hombre viejo sigue dominando nuestra vida?
Esto no significa que debamos ocultar o ignorar el sufrimiento, el mal, los problemas o las dificultades de la vida. Sin embargo, como cristianos, también en ese sufrimiento podemos bendecir a Dios, porque la muerte ha sido vencida y ya no tiene poder sobre nosotros. Hemos conocido la victoria de Cristo y ha cambiado nuestra forma de ser, de vivir y de ver el mundo. ¿Quién nos separará del amor de Dios?
El cántico de Laudes del que hablaba al principio fue proclamado por tres jóvenes condenados a muerte en Babilonia, que se habían negado a adorar la estatua de oro de Nabucodonosor. Ya dentro de un horno en el que habían sido introducidos para morir abrasados, los tres jóvenes, unánimes, cantaban al Señor. No parece mucho pedir que también nosotros bendigamos a Dios aunque el coche se haya estropeado, suba nuestra hipoteca o tengamos un grano en la nariz. Bloggers y lectores, bendecid al Señor.
24 comentarios
Viendo el amanecer, surgiendo cada día, la luna acompañada de su eterno lucero, las calles vacías, que dos horas después estarán atestadas de gente neurótica tocando el claxon para que el de adelante se mueva 25 cms mas en el embotellamiento, viendo las luces de algunas casas encendidas y desde afuera veía el eterno "corre corre" de las mañanas escolares con los niños, viendo todo, me recordaba de lo mismo que tu Bruno, alabar al Señor con lo diario, con el día a día, con el eterno combate contra la ansiedad y la neurosis, combatiendo contra esa capacidad tan grande que tenemos de olvidar que es lo que realmente da sentido a nuestras vidas.
Bendito Sea.
Y tendrías que contar la historia de los tres jóvenes (que en el horno eran cuatro) hasta el final. Anímate.
Un saludo muy cordial.
Creo que es una buena idea, pero me encantaría que lo hicieras tú. ¿Por qué no lo escribes y me lo envías, para que lo publique?
Saludos.
Omnia vincit Amor
et nos cedamus Amori
Virgilio es uno de los que recuerdo con gusto de mis clases de latín, junto con César, Cátulo, la Vulgata o los Padres de la Iglesia. Cicerón, sin embargo, era algo más rollista, el hombre. Me estoy animando a retomar la Eneida.
Si tienes esa música en formato digital, me gustaría que me la enviases en un correo electrónico, por favor.
Saludos.
(juraría que Catulo es llana, no esdrújula; y ¿cómo leías tú a catulo, con lo guarrete que es? ;) )
Miser Catulle, desinas ineptire,
et quod vides perisse perditum ducas.
Fulsere quondam candidi tibi soles,
cum ventitabas quo puella ducebat
amata nobis quantum amabitur nulla
Vivamus, mea Lesbia, atque amemus,
rumoresque senum severiorum
omnes unius aestimemus assis.
Sí, es grave, pero yo, la primera vez que oí su nombre, lo oí como esdrújulo y esdrújulo será siempre para mí, me temo.
Es algo verdecillo, como dices, pero en latín apenas me resulta llamativo (pasa un poco como las películas en inglés: los tacos en inglés no me molestan). En cualquier caso, es buen poeta. Aún me acuerdo de algunos versos de la poesía que citas, Yolanda:
da mi basia mille, deinde centum,
dein mille altera, dein secunda centum,
deinde usque altera mille, deinde centum.
dein, cum milia multa fecerimus,
conturbabimus illa, ne sciamus,
aut nequis malus inuidere possit,
cum tantum sciat esse basiorum.
Son líneas muy del gusto de adolescentes y debía de tener esa edad cuando las leí. También tiene poesías divertidas como ésas en las que se queja porque le han dejado y amenaza con la soledad perpetua a la interesada y algunos versos llamativos, como ése tan conocido:
Odi et amo. Quare id faciam, fortasse requiris. Nescio, sed fieri sentio et excrucior.
Para que no me acusen de pedante, daré la traducción:
Odio y amo. Quizá te preguntes porqué lo hago. No lo sé, pero así me siento y sufro.
Este fin de semana pasado también estuve en Verona, donde nacio Catulo/Cátulo. Ya os contaré alguna cosa (aunque no de él, porque no encontré nada que le recordara, quizá por falta de tiempo).
Saludos.
Se me había pasado decirte que me ha encantado tu frase: "El electrón al electrón le pasa el mensaje, el quark al quark se lo susurra."
Primero me ha hecho reír y luego pensar mucho y rezar. Gracias.
Y la inmortal frase que siempre será verdadera en las relaciones hombre mujer: et necum nec sine te /vivere possum
Múltas per gentés et múlta per aequora véctus
ádvenio hás miserás, frater, ad inferiás,
út te postremó donarem múnere mòrtis
et mutám nequiquám alloquerer cinerém.
Quandoquidém fortuna mihí tete ábstulit ípsum.
Héu miser indigné frater adempte mihí,
núnc tamen interea háec, priscó quae more paréntum
trádita sunt tristí munere ad inferiás,
áccipe fraternó multúm manantia flétu,
átque in perpetuúm, frater, ave atque valé.
En traduccion de este abogadito dice así
"Por muchos mares y muchas gentes,
llego, hermano, a tus míseras exequias,
para darte el don que se tributa a los muertos/
y hablar en vano con tu ceniza muda.
Y cuando la Fortuna te me ha arrebatado/
Ay mísero hermano arrancado de mí,
recibe pues en las exequias/
los tristes dones de las tradiciones ancestrales/
regadas con el llanto fraterno
y para siempre, hermano, hola y adiós.
Hay decenas de versiones. Castellani hizo una muy linda, en circunstancias muy parecidas a las de Catulo: su hermano Luis murió cuando estaba exiliado en Manresa (encarcelado por los jesuitas) que no lo dejaron acudir al entierro. Voy a ver si busco la version.
Como en todo Catulo, la angustia de la mortalidad se contrasta con la miseria de las cosas que se ven (las exequias, los dones, la ceniza que no contesta). La clave final intraducible es ese Ave atque Vale. Hola y Adios suena a chiste.
Y el ritmo del pentametro, que tiene algo del requiem de Mozart. Por lo menos me parece.
Es uno de los amores más nobles que aparecen en la literatura. Como en Antígona. Quizàs de los más sublimes.
Digo: el amor de los cónyuges tiene el eros en el medio, en cierto modo es como amar una parte de ti. Lo mismo los hijos, son como una parte tuya, y nada digamos los padres. Siempre está el eros, agapizado, pero el eros en la base.
Pero este amor de un hermano a otro es algo muy particular, muy despojado, muy de ágape y casi un vislumbre de la caridad.
Pobre Catulo, tan contemporaneo de Cristo, tan lejos de El.
Para mi Hermano Luis q.e.p.d
Un día, si no es que no he de andar huyendo
siempre en exilio, me verás sentado
junto a tu huesa, hermano mío, gimiendo
tu fin injustamente anticipado.
Tu fin que fue mi fin, oh hermano, siendo
tú mi mejor amigo, esquife dado
al naufrago por Dios en golfo horrendo
tutor preciso al huerfano sagrado.
No temí la tormenta por tu abrigo
y ella me azota aún tozudamente
después que dio al traste antes contigo
cuando estaba en sazon tu noble mente.
Médico y guarda mío, estoy doliente:
mírame desde el cielo, mi sapiente
menor hermano, mi mayor amigo.
Descubrí que el poema de Castellani está a su vez inspirado en uno de Foscolo, que también toma el modelo de Catulo. Serendipidad que le dicen.
Los comentarios están cerrados para esta publicación.