No son cristianos de segunda
Habitualmente, estoy de acuerdo con lo que se dice en el blog En clave de África. Estoy convencido de que su autor, José Carlos Rodríguez, misionero Comboniano, hace una gran labor en Uganda. Creo que ya dije una vez que, desde que era pequeño y leía su revista, los Combonianos han sido siempre para mí el paradigma de misioneros en África.
Sin embargo, no puedo estar más en desacuerdo con el artículo que escribió hace un par de días, .
Se quejaba el autor de que no se permita comulgar en África (al igual que en Europa) a las personas que viven juntas sin el sacramento del matrimonio o que se han casado por segunda vez, aunque puedan “ir a misa a diario” o “estar comprometidos los dos en su parroquia hasta la médula”.Aducía como razones el autor las características propias de la sociedad africana, en la que el matrimonio se concibe como algo progresivo, a menudo hay presiones que empujan hacia la poligamia y son frecuentes las dificultades económicas para pagar una celebración “por todo lo alto”, y, como frase lapidaria, repetía la ocurrencia de un obispo amigo suyo: cuando hace más de 35 grados a la sombra el Derecho Canónico funciona poco.
En primer lugar, estoy completamente de acuerdo en que los sacramentos son, sin duda, para los necesitados y no pueden reservarse a los “puros”. No he venido a salvar a los justos, sino a los pecadores. Eso sí, también hay que tener en cuenta que cada uno debe recibir el sacramento que necesita. A nadie se le ocurriría impartir el sacramento del orden sacerdotal a un niño recién nacido, cuando lo que necesita es el bautismo. De la misma forma, quien está en pecado grave lo que necesita es el sacramento de la Reconciliación, que le ofrezca el perdón misericordioso de Dios.
No se trata de una cuestión de meras normas del Derecho Canónico (cuando no se tienen razones reales para apoyar un argumento, siempre queda bien criticar al Derecho Canónico, que suena muy legalista), sino de la naturaleza misma de los sacramentos que nos dejó el Señor.
Los sacramentos no son un derecho, sino un don. No tenemos ningún derecho a acercarnos a la mesa del Señor, es él quien nos invita y quien nos regala la comunión con su Cuerpo y con su Sangre. Cuando uno vive en situación de pecado grave, acercarse a comulgar sin haber ido a confesarse es equivalente a recibir esa comunión sin invitación, a arrebatarle al Señor por la fuerza lo que él quiere regalarnos, a negarnos a reconocernos pecadores ante Dios, a rechazar que su perdón y su gracia transformen nuestra vida.
Mi experiencia, además, es que el hecho de no poder acercarse a la Comunión, ayuda a una persona que vive en situación de pecado grave a ser consciente de que su situación le aparta de Dios. Los seres humanos nos engañamos muy fácilmente a nosotros mismos, sobre todo cuando se trata de cerrar los ojos ante nuestras propias faltas. Sin embargo, el hecho concreto de no poder comulgar en la Eucaristía es un signo inconfundible que le recuerda la dura realidad al que está en esa situación. Para quien es sinceramente cristiano, el deseo de acercarse a la mesa del Señor es un poderoso acicate para decidirse a cambiar de vida.
Por ejemplo, a esos cristianos tan “comprometidos con su parroquia”, pero que viven juntos y no se casan por la Iglesia porque no tienen dinero para dar una gran fiesta, les recordará que están haciendo un ídolo de lo que piensa la gente, en lugar de buscar la voluntad de Dios y casarse sin banquete ni fiestas, si no pueden pagarlos. A menudo necesitamos que nos recuerden que aunque entregue mis bienes a los pobres, si no tengo caridad no soy nada y que no importa lo comprometidos que estemos si somos incapaces de vivir el amor como Dios quiere.
En segundo lugar, pensar que los cristianos africanos no pueden vivir según la moral de la Iglesia es convertirlos en cristianos de segunda. Equivale a tratarlos como inferiores a los cristianos europeos, que son los únicos que, según esa mentalidad, serían capaces de vivir en plenitud el Evangelio. Es como afirmar que el matrimonio cristiano es signo en Europa del amor indisoluble de Cristo por la Iglesia, pero en África se reduce a un mero acuerdo humano de conveniencia determinado por cultura y las condiciones sociales, que no tiene mayor importancia.
Quizá esto escandalice, pero debo decir que, en mi opinión, esta actitud muestra un cierto resto de racismo oculto. No es un racismo malvado y desagradable, como el de aquellos que desprecian a otros pueblos al considerarlos inferiores e intentan dominarlos. Más bien se trata de un racismo inconsciente y teñido de misericordia, pero racismo al fin y al cabo, ya que considera que esos otros pueblos son incapaces de vivir las exigencias del Evangelio. También podría llamarse paternalismo o, mejor, “maternalismo”, porque se parece a la actitud de esas madres que, cuando sus hijos tienen 30 años, son incapaces de aceptar que son adultos y siguen llamándoles “el niño”, poniéndoles la servilleta en el cuello al comer y colocándoles bien el cuello de la camisa.
Los cristianos africanos están llamados, como los cristianos europeos, los americanos o los asiáticos, a ser imagen de Jesucristo en el mundo, con todas sus consecuencias. Si el matrimonio en Cristo es un tesoro de la Iglesia, no podemos privar a ningún cristiano de ese tesoro, aunque tenga que llevarlo en vasos de barro. Si Dios nos llama a vivir la fidelidad, la castidad, la entrega total y la unión indisoluble en el matrimonio, es porque ese es el camino de la Vida y la felicidad para todos nosotros, sea cual sea nuestra lengua, nuestra raza y nuestra nacionalidad.
La misericordia y la verdad deben ir siempre unidas de la mano, de otro modo la misericordia no es verdadera misericordia y la verdad se hace dura e inmisericorde. Si no decimos la verdad a la gente sobre el matrimonio y la vida cristiana y las conductas que son incompatibles con ellos, seremos como un médico que dijera, al ver llorar a su paciente: Pobrecito niño, no le voy a poner esta inyección de vacuna porque le va a doler.
Cada país, cada época e, incluso, cada situación concreta tendrán sus propias dificultades para vivir la moral cristiana. Sin duda, en algunos casos, esas dificultades serán muy grandes y, en determinadas situaciones, vivir según el evangelio será incluso heroico. Dificultades la ha habido, las hay y las habrá en África y también aquí en Europa, algunas iguales y otras diferentes. Pero eso no debería extrañarnos, ya que la vida cristiana es un combate y, de una manera u otra, estamos llamados a sufrir y a morir en ese combate.
Los cristianos seguimos a un Crucificado y su Cruz es nuestra bandera: eso debería dejar muy claro lo que podemos esperar sus seguidores. El cristianismo no es una religión para tibios. Quien no esté dispuesto a sufrir, ayudado por la gracia de Dios, haría mejor en interesarse por el Budismo o la New Age. Y lo dice alguien que se confiesa a menudo de tibieza, pero que sabe que si con él sufrimos, reinaremos con él.
Si aguamos las exigencias del cristianismo, ya sea en África, en Oceanía o en Europa, estaremos traicionando el proyecto misericordioso de Dios y decepcionando a las personas que necesitan ese proyecto en sus vidas. Estaremos sustituyendo la Vida eterna que Dios nos regala y que podemos gustar ya en esta tierra, por un proyecto filantrópico humano, sin duda bienintencionado, pero con un barniz de cristianismo puramente superficial.
40 comentarios
He leído con placer tu artículo. Es muy bueno. Creo que estos temas se tratan con cierta "ligereza" por parte del Padre. Por lo menos en mi opinión. Un ejemplo se ve en este fragmento:
"tras veces se trata de casos de cristianos que se han visto abocados a un tipo de vida considerado como ?irregular?, con poca elección por su parte. Es el caso de una mujer que se queda viuda y la presión del clan y la necesidad de sobrevivir y poder alimentar a sus hijos son elementos que la hacen tener que convertirse en segunda esposa del hermano o primo de su difunto marido."
¿Hasta donde llega la responsabilidad de esa mujer?. ¿Ha actuado en conciencia?. ¿Había alternativas?. ¿La han amenazado de muerte?. Creo que es un caso muy complejo, ya que se habla de falta de libertad en el sujeto.
Este caso me ha llamado especialmente la atención.
Sin duda, siempre pueden existir casos muy complejos. El caso que mencionas es en parte similar al de una mujer con hijos que se ve abocada a la prostitución para mantenerlos. Aunque objetivamente obra mal, no seré yo quien tire la primera piedra contra ella.
Por suerte, el juicio último sobre todos nosotros siempre le corresponde a Dios, que es infinitamente misericordioso.
el post es interesante y me gustaría comentarte varias cosas, pero por
ahora sólo pongo dos, que tengo que preparar transparencias... hace un par de horas me han dicho que el martes tengo que dar una charla de 15' en Santander. Tanto tiempo por delante, grrr.
1) Si se dice que los pecadores no pueden comulgar hasta haber confesado, vale. Pero que sea para todos los pecados, no sólo los que pecan contra el sexto mandamiento.
2) Pones el ejemplo de África pero yo creo que en España sucede prácticamente lo mismo, por lo menos en la gente que yo conozco. También conozco a un sacerdote que dice que no está mal que los novios se acuesten antes de casarse. Obviamente, tiene mucho éxito entre los jóvenes.
No, se te adelantarán Cigoña, LF y el Éxpósito y serás el cuarto
Je, je, je. Siempre saben mejor los ataques con gracia.
Juan Antonio:
Totalmente de acuerdo con tu punto 1). Sólo he citado pecados contra el sexto porque eran a los que se refería el artículo en cuestión. Lo mismo sucede, por ejemplo, con el que explota vergonzosamente a sus obreros, con el que ha abandonado a sus padres en un asilo y ni siquiera va a verles, con el que vive enemistado con su vecino, con quien roba en su empresa, etc.
En cuanto a tu punto 2), lo he visto más de una vez. Creo que la responsabilidad de esos sacerdotes es muy grande. Han sustituido la moral de la Iglesia y del Evangelio por lo que la gente quiere oír, por ser "populares". La moral cristiana es exigente porque afecta a cosas en las que nos jugamos la vida.
Suerte con la presentación.
El problema de esas dos personas que viven juntas sin casarse no es que se quieran, sino que no se quieren lo bastante. El problema es que Dios tiene proyectado para ellas un amor indisoluble, de entrega total, santificado por un sacramento mediante el cual él se hace presente entre ambos... y ellos prefieren no comprometerse para toda la vida y no meter a Dios en su vida de pareja. El problema está en que ponen su propio criterio por encima del de Dios.
Ellos se lo pierden, pero la Iglesia debe explicarles claramente que viven su amor de espaldas a Dios.
gracias por los ánimos. Hacen falta ánimos y cafeína.
Sé que has citado el sexto por causa del otro artículo. Pero en general habría que prestar también más atención a los otros. Por ejemplo, de la evasión de impuestos no se habla mucho y eso es robo y engaño.
En EEUU hay cierto debate sobre si se debe o no negar la comunión a algunos políticos que se dicen católicos y que apoyan el aborto. Me resulta chocante que estas personas comulguen, aunque en principio no veo que estén pecando, realmente.
Parece que me hayas leído el pensamiento. Estuve a punto de añadir la evasión de impuestos a la lista y si no lo hice fue simplemente para abreviar, porque tendría que haberlo matizado, ya que, según como sea esa evasión de impuestos, puede ser un pecado grave o no.
Con respecto a lo de los políticos que apoyan el aborto, yo no tengo ninguna duda de que su conducta es gravísimamente errónea y escandalosa y no se les puede dejar comulgar. Además, no tienen los atenuantes de las madres que, en muchas ocasiones, se ven presionadas muy fuertemente y no encuentran salida.
Otra cosa es que, subjetivamente, en algunos casos pueda no ser pecado por ignorancia, pero eso pasa con todos los pecados. De todas formas, al tratarse de una conducta pública, hay que tener también en cuenta el escándalo que puede causar a la gente el ver que se permite comulgar a alguien que favorece el crimen terrible del aborto, así que, en mi opinión, ningún sacerdote podría en conciencia permitirles comulgar.
Enhorabuena Bruno.
Por cierto, no creo que sea suficiente con no dejar comulgar a los políticos católicos que apoyan el aborto. Habría que excomulgarlos. Tienen más delito que muchas de las mujeres que abortan.
yo también estoy de acuerdo con que la conducta de los políticos es grave, y en
su caso no existe el atenuante de una posible situación difícil. Es lo
que me dice mi conciencia. Pero no consigo "clasificarla". Siempre dicen que
ellos personalmente no abortarían pero que se debe permitir, bla bla bla. Así se
cubren las espaldas, no son tontos. Tengo claro que su conducta está mal, pero,
¿por dónde lo coges? ¿Como colaboración necesaria para el mal?
Respecto al mantra que siempre repiten de que no hace falta un papel para que
dos personas digan que se quieren, estoy de acuerdo. Pero el matrimonio
cristiano no es un papel, es un compromiso irrevocable ante Dios que no se escribe en un papel sino en el interior de los esposos. Para adquirir ese compromiso debe ser necesario mucho más amor que para firmar un papel.
estoy harto de oír es el de que Jesús es amor, y por tanto viva el amor libre.
Siempre se acuerdan del "amaos los unos a los otros" pero se les olvida el "como
yo os he amado". Y también se olvida que hay que anteponer a Jesús al
padre, la madre, el marido, la mujer, etc. etc.
Creo que Juan Antonio ha señalado muy acertadamente el problema con lo que dices. No basta amar, hay que amar como Jesucristo. En ese sentido, el amor de una pareja tiene que ser, como dice San Pablo, imagen del amor de Cristo por su Iglesia, es decir, indisoluble, sin reservas, para siempre. Además, Dios tiene que estar presente en ese amor, lo cual sucede a través del sacramento del matrimonio.
Esas parejas de las que hablas no quieren, por la razón que sea, que su amor sea como el de Jesucristo y la Iglesia tiene que señalarles que eso se queda muy corto del plan de Dios para ellos.
Entiendo que esos políticos (al menos los que votan directamente a favor de una ley que admita el aborto) quedan excomulgados latae sententiae, es decir, de forma automática sin necesidad de una declaración expresa.
Juan Antonio:
A mi juicio, esos políticos pecan gravemente:
- Faltando a su deber de legislar en favor de todos los ciudadanos, especialmente los más desfavorecidos (que, en este caso, son claramente los niños).
- Como cómplices de todos los abortos que se realicen al amparo de esa ley, al ser su colaboración es necesaria, ya que, sin ella, no serían posibles esos abortos.
- Por el escándalo que producen como personajes públicos que aprueban un crimen y, si son católicos, al actuar de manera frontalmente contraria a la moral de la Iglesia.
En cuanto a la excusa de que lo único que hacen es permitir o tolerar lo que otros hacen, no se puede permitir nunca el asesinato intencionado de inocentes, ya que este tipo de acciones tan graves no se puede considerar nunca como un "mal menor".
Permitir algo así es siempre un pecado gravísimo de omisión (que se añade al pecado de acción al poner los medios legales para que los abortos se puedan realizar).
Yo estoy de acuerdo (oh, maravilla) con una cosa que Yolanda dice, que no se puede meter en el mismo paquete aborto + divorcio + preservativo + clase de religión + ... Realmente es devaluar la importancia del aborto. Comparadas con los 100000 niños que mueren al año, el resto de cosas son una minucia como ella dice.
si todo el mundo sabe que eres Luis Fernando (y quien no lo supiera hasta hoy, ya lo habrá notado al verte clamar por excomuniones), ¿por qué te empeñas en seguir llamándote así?
Y por cierto, nunca he visto en el mismo hilo comentar a Malak y a LF a la vez.
Otra persona, casada como Dios manda, ( a lo mejor incluso político y de derechas ) tiene un romance, se desentiende de sus ocupaciones como cónyuge y responsable de familia, es brusco, hace alguna limosna... ¿Este ama como Jesucristo, y aquél no? Sé que es un ejemplo. Según la norma y la ley está bien tener papeles, pero creo que no podemos ser legalistas en exceso, por que así nos juzgarán también a nosotros. Miremos al corazón de la gente, que ahí está Dios.
Obviamente, se nos conoce, ahí quería ir yo a parar.
Si alguien anda por ahí clamando por excomuniones airadamente sólo puede ser LF (Bruno es más modosito cuando pide excomuniones, lo hace como más melifluo, ¿a que sí?).
Venga, LF, firma como quieras, pero ¿dejarás de ser el excomulgador mayor de la castigada Cristiandad?
Y lo triste es que no es una parodia lo que describes de nuestra ´madre´ Iglesia: es el pan nuestro de cada día.
Y lo triste es que no es una parodia lo que describes de nuestra ´madre´ Iglesia: es el pan nuestro de cada día.
No recuerdo haber pedido nunca la excomunión de nadie. El que quiera, por su propia voluntad, apartarse de la comunión de la Iglesia, allá él.
Antonio:
Esa comparación es injusta, ya que no estás comparando el estar casado con no estarlo, sino esas otras cosas que añades (querer o no querer a su familia, ser infiel, etc.). Se trata de hacer una comparación en igualdad de condiciones, donde la única diferencia sea estar casado o no.
Como ya he mencionado, el matrimonio cristiano no es cosa de papeles, es un sacramento, igual que la Eucaristía o el Bautismo (y no creo que nadie piense que la Eucaristía es cosa de papeles). Es decir, el sacramento del matrimonio es el medio por el que la gracia de Dios transforma a una pareja y les hace capaces de amarse al estilo de Dios.
Lo que tú estás diciendo es que no hace falta esa ayuda de Dios y que la pareja puede amarse lo suficiente por sus propias fuerzas. Por mi experiencia como casado, te puedo asegurar que la gracia de Dios es más necesaria para una pareja que tener una casa, un trabajo, un coche, un sueldo o cualquier otra cosa.
confieso que he tenido que buscar "melifluo" en el diccionario. Y realmente tampoco recuerdo que Bruno las haya pedido. A mí no me atraen especialmente las excomuniones, pero ¿no crees que en algunos casos harían un bien para evitar un escándalo? Con escándalo no me refiero ahora a los teólogos disidentes sino a cosas peores, como los militares torturadores en las dictaduras sudamericanas. ¿No es un escándalo que esas personas vayan a misa y comulguen y participen en todo si no se arrepienten?
yo a la respuesta de Bruno añadiría que lo que tú planteas no tiene nada que ver. Es como la típica película en la que la prostituta es la que tiene buenos sentimientos
y la otra chica es una arpía. Conclusión: las buenas personas son las prostitutas.
Y la comunión no es ninguna poción mágica. Eso queda para los libros de Dan Brown y cosas esotéricas. Si alguien recibe la comunión hipócritamente porque engaña al personal no creo que le sirva de mucho. A Dios no lo engaña.
Y también en otro pasaje dice que el que mira a otra mujer con deseo comete adulterio.
Cristo era misericordioso sí, pero también era exigente.
Creo que repetir lo del "papel" no conduce a nada. El matrimonio cristiano no es un simple papel, como dice MER, es un sacramento, es decir un signo sensible que confiere eficazmente la gracia de Dios. Igual que la Eucaristía, la Confesión, el Bautismo o la Confirmación.
Cuando uno no quiere comulgar, recibirá otras gracias de Dios, pero no su Cuerpo y su Sangre. De la misma forma, el que no quiere recibir el sacramento del Matrimonio, tampoco recibirá la gracia que Dios da a las parejas cristianas para que puedan amarse hasta la muerte.
Otra cosa es que usted no crea en los sacramentos. Si es así, quizá sería bueno advertirlo, porque entonces la discusión más bien debería tratar de algo más básico: si existen los sacramentos y de lo que es la Iglesia.
Además, tu hipotética pareja de hecho ejemplar, no se entiende porqué, si son tan buenos cristianos, no quieren adquirir su compromiso ante Dios.
No hay nada nuevo bajo el sol. Probablemente, lo de los "rasgos culturales" ya se lo decían a San Pablo.
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