Los suicidas no son mártires
Varios medios de comunicación nos han informado en los últimos días de una curiosa noticia: un obispo católico brasileño se ha declarado en huelga de hambre. Mejor dicho, ha reanudado una huelga de hambre que inició hace tiempo y que interrumpió por promesas del gobierno, que luego no se han cumplido, con respecto al trasvase de las aguas de un río brasileño.
Que yo sepa, no existe una doctrina magisterial católica sobre la huelga de hambre, al ser algo relativamente reciente que no tenía sentido antes de la aparición de los modernos medios de comunicación.
Probablemente, este caso contribuya a que se produzca algún tipo de pronunciamiento por parte del Vaticano, sobre todo si la huelga de hambre se prolonga.Dicho esto, voy a dar mi opinión personal sobre el tema: aunque parezca algo moderno, comprometido y radical, la huelga de hambre, como tal, es radicalmente contraria a lo que es el cristianismo. A mi juicio, resulta aún más inaceptable cuando el protagonista es un religioso o un obispo, que no tienen la disculpa de la ignorancia de laicos bienintencionados en circunstancias similares. Más aún, llamar a una huelga de hambre “martirio”, como hizo antesdeayer el titular de Religión Digital, me suena a blasfemia.
Empezaré por definir los términos: la huelga de hambre, cuando es real y no un montaje o un simple ayuno, implica que el huelguista está dispuesto a llegar a sus últimas consecuencias, es decir, a morir de hambre si no se atienden sus reivindicaciones. En este caso, al menos aparentemente, se trata de una verdadera huelga de hambre, ya que el obispo brasileño de la diócesis de Barra ha afirmado que está dispuesto a morir si es necesario.
A mi juicio, resulta evidente que esta muerte se la provoca el huelguista a sí mismo, ya que nadie le obliga a dejar de comer. Eso, en lenguaje llano, se llama suicidarse. Y el suicidio, no lo olvidemos, constituye un pecado gravísimo según la doctrina católica, especialmente cuando es totalmente consciente e intencionado, como sucede en este caso. El suicida renuncia voluntariamente al don de la vida que Dios le entrega.
Los mártires cristianos son fieles a Dios hasta la muerte, pero no se provocan ellos mismos esa muerte. La sufren, la soportan de manos de los perseguidores por fidelidad a su fe, pero no la buscan. Por eso, los mártires son testigos de que la verdadera vida la regala Dios.
Observarán que en ningún momento he mencionado las motivaciones del huelguista. Aunque sean las mejores del mundo, no harán bueno algo que es radicalmente perverso. El fin no puede justificar los medios. Y más aún en el caso de este obispo brasileño, cuando la cuestión se refiere a algo tan vago y opinable como la oportunidad de que se desvíen o no las aguas de un río. No sé si tendrá razón o no en lo que pide, pero creo que es evidente que es una cuestión muy amplia y muy discutible, que no va directamente en contra de ningún principio moral esencial. En cualquier caso, la buena intención, que podemos suponer en este obispo, no basta para convertir una aberración en una acción según el evangelio.
Espero sinceramente que Monseñor Luiz Flavio Cappio recapacite y que busque otras maneras de servir a sus diocesanos que no sean contradictorias con su vocación y con la doctrina católica. En cualquier caso, puede contar con mis oraciones y, espero, con las de los lectores, para que le ilumine el Espíritu Santo. Lo va a necesitar.
14 comentarios
Señor Luis Fernando, ya me gustaría a mí tener ese trastorno. Jesus estuvo mucho más "transtornado"cuando se dejó matar en la cruz pudiendo salvar la vida de otra manera porque era Dios, o no?
Nuestra Iglesiaseria de otra si tuviéramos unos pocos más "trastonados" y trastornadas como Jesus y como Dom Luis Cappio.
Si Monseñor Cappio estuviera haciendo ayuno, yo no tendría absolutamente nada que objetar. Sin embargo, es él quien ha dicho que está dispuesto a seguir sin comer hasta morir si el gobierno no le hace caso. Eso no es ayuno. Nadie se muere de ayunar.
Estoy completamente de acuerdo en que los cristianos tenemos que vivir la locura de la cruz. Pero al estilo de Cristo. Él se dejó matar en la Cruz por nosotros, el que se suicidó fue Judas.
Y ya le digo que, en principio, le supongo toda la buena intención del mundo a Monseñor Cappio, pero eso no hace que sea bueno lo que hace.
Como ya he dicho, creo que si la acción es mala, el fin no la puede justificar.
Entiendo que suicidarse es provocarse la muerte directamente a uno mismo. Y es igual de antievangélico hacerlo lentamente dejando de comer que rociarse de gasolina y pegarse fuego "a lo bonzo".
Matar a otros y matarse a uno mismo está igualmente mal y significa creer que la vida nos pertenece en vez de ser de Dios.
Comprendo perfectamente que a veces el sentimiento de impotencia ante la injusticia es muy grande, sobre todo en algunos países. Por eso, siempre está presente la tentación de usar las mismas armas que usan los que no han conocido el Evangelio. Pero los cristianos sabemos que es Cristo quien lleva las riendas de la historia y que cuando somos débiles, entonces somos fuertes.
Muy buena la referencia a los donatistas. Cuenta de ellos el historiador Gibbon:
"En ocasiones perturbaban toscamente las fiestas y profanaban los templos de los paganos con el deseo de incitar a los idólatras más celosos a vengar el honor de sus dioses injuriados. A veces se abrían paso en los tribunales de justicia y obligaban a atemorizados jueces a ordenar que los ejecutaran.
Con frecuencia paraban a los viajeros en los caminos públicos y los forzaban a infligirles el golpe del martirio, prometiéndoles una recompensa si consentían, y amenazándolos de muerte instantánea si se negaban a dispensar un favor tan singular.
Cuando fracasaban con todo otro recurso, anunciaban el día en que, en presencia de amigos y hermanos, se arrojarían de una roca empinada; y se sabe de muchos precipicios que adquirieron fama por el número de estos suicidios religiosos."
Creo que las personas a las que hacéis referencia juvenal y Bruno pertenecían a una secta extremista que buscaba el martirio y que, efectivamente tenían algún origen o relación con el donatismo (por contraposición extrema a los abjurados) llamada circumcelliones. Los donatistas en general no tenían esa actitud.
Ya se sabe como no hagas algo que choque, chirrie, etc no llamas la atención de los medios de comunicación y parece que lo que haces no tiene sentido.
No sé la situación del sacerdote (mental o personal), pero su actitud quizá no sea la más acertada. ¿Va a conseguir algo?, aparte de llamar la atención.
Por otra parte está la actitud de no obediencia, ni hacer caso de los superiores, poca humildad por su parte.
Si me permite me gustaría añadir que como católicos, como cristianos, además estamos obligados a mantener nuestra alma y nuestro cuerpo de la mejor forma posible, lo que obviamente excluye cualquier tipo de daño voluntario inflingido, sea un pecado, sea un daño corporal.
Dos, por que personas con poca formación, o escaso entendimiento, podrían pensar que ese es el camino para conseguir los fines propuestos, e imitarlo, llegando hasta la inmolación. Dicho de otra manera sirve de ejemplo, dada su personalidad y autoridad de obispo, para que otras personas sigan su ejemplo, o lo que en algún momento crean que es su ejemplo, inmolándose, lo que llevado al extremo podría llevarnos a ver entre hermanos de fe nuestros lo que estamos viendo con personas musulmanas.
Creo que puedo llegar a entender los motivos que a este obispo le llevan a tomar tal decisión, pero tambien que como pastor de almas no puede hacer, para no dar ejemplo, lo que quizás, digo quizás en otros pudiera ser aceptable o al menos discutible.
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