Loca academia de astrología
Interfax, la agencia rusa de noticias, informó hace un par de semanas de la apertura en Crimea de una Academia de Astrología, con capacidad para 120 estudiantes. No sólo es sorprendente el hecho de que exista una Academia de este tipo, es de suponer que con alumnos que paguen por estudiar en ella, sino que, además, su titulación académica ha sido reconocida oficialmente por el Estado de Ucrania. Existen, además, planes para crear un nuevo centro de astrología que ofrezca estudios de nivel universitario en los próximos cinco años.
Podría parecer una noticia cómica y los lectores se imaginarán algo al estilo del colegio de Harry Potter o una Loca Academia de Astrología. A fin de cuentas, la programación establece 452 horas de formación teórica y 271 horas de prácticas. Quizá los estudiantes pasen el tiempo prediciéndose unos a otros el futuro:
“tu examen será copiado por un compañero, casualmente llamado Alexey como yo, y eso te traerá buena fortuna y felicidad duraderas” o “predigo que, si no me das ahora mismo tu merienda, recibirás en un futuro cercano multitud de golpes en la cara con un objeto contundente muy parecido a mi puño". De hecho, pensándolo bien, la misma idea de hacer exámenes a unos estudiantes que se supone que pueden predecir el futuro resulta algo absurda.Por desgracia, en mi opinión, esta noticia no es algo aislado, pintoresco y extravagante, sino más bien una muestra de un camino que está tomando nuestra sociedad post-cristiana. La creencia en la magia, los adivinos, astrólogos y brujas, los horóscopos, los amuletos y las cartas astrales está muy extendida y aumenta progresivamente.
Para hacerse una idea de la importancia que tienen estas cosas (y del dinero que mueven), basta teclear algunos términos en Google y observar los increíbles resultados:
“adivino” – 600.000 páginas
“brujería” – 1.600.00 páginas
“zodiaco” – 3.900.000 páginas
“astrología” – 7.400.000 páginas
“tarot” – 20.300.000 páginas
“horóscopo” – 24.400.000 páginas.
Los lectores que vivan en Madrid y cojan el metro habrán recibido en más de una ocasión, a la salida de la estación, unas pequeñas hojas amarillas o verdes que anuncian los servicios del Dr. Omobongo o de varios de sus colegas, expertos en medicina africana, que se ofrecen para curar todo tipo de enfermedades, deshacer maleficios, solucionar cualquier problema económico o conseguir el amor de la persona elegida. Todo ello con “resultados garantizados” (sin explicar, por supuesto, en qué consiste la supuesta garantía). Todos los días se deben repartir en esta ciudad decenas de miles de esas octavillas, lo que me hace suponer que un grandísimo número de personas acude a beneficiarse de esos “resultados garantizados” y a que le solucionen la vida.
Este interés no es, creo yo, algo pasajero. Es la consecuencia inevitable del abandono del cristianismo, que ha dejado un vacío que la gente intenta llenar con lo primero que encuentra. Es normal que quienes tienen como único sentido para su vida el bienestar económico o la salud, teman por encima de todo perder esas cosas. La magia y las demás prácticas asociadas buscan “asegurar” ese bienestar material, obtener poder sobre los demás y proteger del incierto futuro a los que la practican.
En una oficina en la que trabajé, alguien anunció que iba a hacer un examen de unas oposiciones y, lo que me pareció bastante extraño, preguntó si alguien podía ayudar con el examen. En seguida quedó claro lo que quería decir. Para mi sorpresa, todos los que trabajaban allí tenían algún amuleto que utilizaban para sus exámenes o entrevistas de trabajo y que conferían al usuario suerte, valentía o diversas otras cualidades. De alguna forma, los que los usaban intentaban contrarrestar así su inseguridad y su miedo a lo que traería el futuro.
Los que acuden a adivinos, amuletos y brujos suelen hacerlo por miedo o ambición, pero, el resultado suele ser el aumento de ese miedo y esa ambición, porque nadie consigue asegurarse el futuro. Cuanto más se va haciendo patente la incapacidad del ser humano para controlar del todo su vida, más se introduce la gente en el lodazal de las prácticas “mágicas”. A menudo, la locura o las crisis nerviosas son el resultado de la obsesión por el ocultismo. Además, en el mejor de los casos, las prácticas mágicas son pura superchería, mientras que en el peor, pueden llegar al satanismo, que hoy en día continúa prometiendo falsamente lo mismo que a los primeros hombres: seréis como dioses.
Contrasta todo esto con la confianza serena en Dios del cristiano, que se abandona en sus manos y puede decir: sé de quién me he fiado. Los cristianos hemos experimentado el amor que Dios nos tiene y podemos confiar en él, suceda lo que suceda. En la Iglesia de nuestro tiempo resuena el “No tengáis miedo”, que fue una de las divisas del pontificado de Juan Pablo II. Por eso no necesitamos brujos, hechiceros ni adivinos que nos predigan el futuro o intenten asegurárnoslo. Jesucristo es el Señor de la Historia y todo sucede para el bien de los que aman a Dios.
Tampoco necesitamos amuletos para que nos ayuden en nuestros exámenes o entrevistas de trabajo. Quizá suene extraño, pero yo, cuando hago un examen, siempre me acuerdo de la catedral de Cracovia, en Polonia. Pasé por allí hace años, cuando el Papa convocó a los jóvenes a la Jornada Mundial de la Juventud en Czestochowa.
Para el que no conozca la ciudad de Cracovia, la catedral de San Wenceslao es preciosa, con cúpulas doradas o de bronce, la capilla de la coronación de los reyes polacos, las tumbas reales y una serie de magníficos tapices. Es una curiosa mezcla de estilos, ya que se inició en el románico, pero contiene añadidos góticos, renacentistas y barrocos. Podría considerarse, quizá, el monumento histórico y artístico más importante de Polonia y los polacos se sienten justamente orgullosos de ella. Sin embargo, en una de sus fachadas, se muestra una frase escrita con grandes letras doradas, que da la clave para entender el magnífico edificio: Non nobis, Domine, non nobis, sed nomini tuo da gloriam (no a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria).
Cuando hago un examen, mientras los demás empiezan rápidamente a escribir, yo rezo siempre un momento. Después, antes de empezar con el examen, para recordar que, apruebe o no y saque la nota que saque, lo que quiero es la gloria de Dios y no la mía, repito las palabras de la catedral de Cracovia: Non nobis, Domine, non nobis, sed nomini tuo da gloriam.
Después de eso, ¿quién necesita un estúpido amuleto?
19 comentarios
Me da la impresión que los únicos problemas económicos que resuelven son del tipo de "cómo pasar grandes cantidades de dinero del bolsillo de A (el crédulo cliente) a B (el mío)".
En Física, creo que su especialidad es su versión de la Ley de Conservación de la Materia: "el dinero no se crea ni se destruye, así que, para que yo tenga más, es necesario que desplume a unos cuantos pardillos".
O el principio de incertidumbre de Heisenberg: Cuanta más precisión quiera tener el cliente en la predicción de su futuro, tanto mayor será su incertidumbre en relación con la cantidad de dinero que va a tener que apoquinar.
"Todo empresario inmerso en un conflicto, experimenta un ascenso económico proporcional al número de obreros desalojados (despedidos)"
Totalmente de acuerdo. Tu comentario va al centro de la cuestión.
La "mala suerte" es algo inventado por los supersticiosos, que no saben ver el mundo con los ojos de Dios, que es la forma de ver la verdad de las cosas.
Los cristianos aprendemos a discernir la mano de Dios en todo lo que nos sucede, incluso en sufrimientos y penalidades, porque Dios siempre saca bien de todo y nos lleva de su mano, como un padre cuidadoso.
"La teoría de la predeterminación merece cuando menos tanto rigor, atención y número de páginas-en Internet o de papel- como la del libre albedrío."
Es de reciente creación. De hecho la acabo de fabricar. La pueden usar a su conveniencia.
La creencia en el determinismo (que es a lo que entiendo que se refiere), es decir, la idea de que la libertad humana no existe sino que nuestras acciones están predeterminadas, es totalmente autodestructiva.
Si no tenemos libertad, tampoco podemos elegir entre la verdad y la mentira, nuestros conocimientos no están basados en la verdad que buscamos y elegimos con libertad, sino en las leyes inexorables que determinan nuestro comportamiento y que no tienen porqué discriminar entre lo que es verdad y lo que no lo es.
Por eso, no creo que esté justificado en ningún caso igualar el libre albedrío con un determinismo que es necesariamente contradictorio consigo mismo.
¿Crees tu que la formación que se da por ejemplo en la catequesis permite distinguir una superstición de una religión?!
Y cualquier día puedo convertirme al cristianismo aunque ya esté bautizado. ¿Quién sabe lo que nos deparará el futuro? "La vida es una tómbola" dicen algunos deterministas sin saber que lo son. El futuro es lo que llamamos libre albedrío. El pasado son las pruebas irrefutables del determinismo. Y el presente es este post. Y si alguien piensa que esto es una sandez sólo puede deberse a dos cosas: o es que tenía que pensar así o es que su libre albedrío le obliga a pensarlo. Incluso el cambio de opinión está predeterminado. Y es muy difícil e irrelevante tratar de demostar lo contrar...
Mi experiencia es que, en la gran mayoría de los sitios (con honrosas excepciones), nunca se habla de la superstición y la magia en la catequesis. Es más, he conocido a varios catequistas que muy supersticiosos. Los errores más cercanos a la gente de hoy deberían tratarse muy claramente en la catequesis, porque son los más peligrosos.
Gracias por un comentario tan elaborado. Creo que lo principal es que, como dices, creer en Jesucristo es "difícil" porque implica una conversión, un cambio total de vida, mientras que la magia y la astrología intentan que todo se ponga a mi servicio (sin conseguirlo), me prometen poder, riquezas y "ser como dios".
Cantanatas:
Ya he mostrado en el comentario anterior que el determinismo es contradictorio consigo mismo.
La libertad humana, por su parte, no necesita ser demostrada, ya que todo hombre tiene el convencimiento intuitivo de esa libertad. Yo puedo contestarte o no, soy libre para hacer una cosa u otra y todos los sofismas mal hechos del mundo no pueden demostrarme lo contrario.
Y una cosa que me pregunto sobre todas estas cuestiones es si los crucifijos, medallitas de la virgen, estampas sagradas, reliquias y demás adornos religiosos no entran , en puridad, en la categoría de amuletos de la suerte.
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