La Madre Teresa no vaciló en su fe
La sensación que ha causado la publicación de las cartas de la Madre Teresa, en las que hablaba de la oscuridad en la que tuvo que vivir durante años y que han dado pie a las interpretaciones más peculiares, son una muestra de que en muchos cristianos y en la sociedad en general se ha perdido totalmente la comprensión de lo que es la fe. Incluso he leído a un articulista bienintencionado que esperaba que lo contenido en las cartas no perjudicara a la canonización de la Madre Teresa, mostrando así claramente su desconocimiento de lo que es la fe para los católicos.
Desgraciadamente, nuestra época tiende a confundir la fe con un opinión o, peor aún, con un sentimiento. Se ha olvidado así lo que la Iglesia enseña sobre la fe y se ha sustituido por un sentimentalismo que está a merced de las modas y del estado de ánimo.
La fe, para los católicos, es una virtud teologal, como la esperanza y la caridad. Teologal significa que es don de Dios y, además, se refiere directamente a él. Nadie puede decir “Jesús es Señor” si no es por el Espíritu Santo. La fe no es una simple opinión que nos formamos considerando hechos y sopesándolos, sino que es algo sobrenatural. Es decir, está más allá de nuestras fuerzas naturales. Nadie puede tener fe si Dios no se la regala.
Igualmente importante es el hecho de que se trata de una virtud, es decir, algo esencialmente activo. Por lo tanto, la virtud de la fe no es ni puede ser un sentimiento, que es algo puramente pasivo. Los sentimientos son algo superficial y que cambia constantemente, mientras que la fe es algo profundo y firme, sobre lo que se puede cimentar la vida entera. Yo no puedo evitar sentir algo, ni conseguir sentir algo distinto a base de fuerza de voluntad, mientras que la fe sí que implica un acto de la voluntad que se adhiere con fuerza a lo que Dios ha revelado.
La oscuridad o noche espiritual, como la que se puede observar en las cartas de la Madre Teresa, afecta al sentimiento de la fe y no a la fe en sí. Implica el sufrimiento, terrible a veces, de no “ver” a Dios, de no sentirle cerca, de que las verdades de la fe dejen de parecer evidentes y luminosas… pero no resta ni un ápice a la virtud de la fe que se mantiene firme a pesar de esos sentimientos. Es más, la fe tiene siempre un componente necesario de oscuridad, que a veces está más acentuado y a veces menos, pero que sólo en el cielo dará lugar a la visión clara e inmediata.
La oscuridad de la fe ha afectado, en mayor o menor medida, a todos los santos en algún momento. El Catecismo señala el ejemplo de Abraham, que “creyó contra toda esperanza” y, especialmente, de la Virgen, que mantuvo su fidelidad en medio de la oscuridad de la fe en el momento de la pasión de su hijo. Otros muchos santos, como Santa Teresa de Lisieux o San Pío de Pietrelcina pasaron largas temporadas de oscuridad y prueba que fueron para ellos periodos muy duros, pero de gracia y conversión.
Recomiendo a todos los que estén interesados en este tema o se encuentren en situación de oscuridad en la fe, que lean las obras de San Juan de la Cruz, especialmente la Subida al Monte Carmelo. San Juan tuvo la intuición fundamental de que, cuando un cristiano se encuentra en la “noche oscura del alma”, eso no significa que esté lejos de Dios, sino al contrario, que se ha acercado más a él. El santo abulense utilizaba el ejemplo de los mochuelos para explicar esto. Estas aves nocturnas, cuando son despertadas durante el día, son cegadas por la luz del sol, que resulta demasiado brillante para ellas. De la misma forma, cuando nos vamos acercando a Dios mediante la oración, la vida cristiana y la gracia divina, la luminosidad de Dios es demasiado fuerte para nosotros. Nuestra debilidad humana provoca esas noches oscuras en las que el alma siente que no ve nada o que se encuentra lejos de Dios, cuando lo que sucede es que ha sido cegada por la luz divina y necesita tiempo para acostumbrarse a ella.
Además, Dios utiliza esas noches para purificar nuestra fe. Especialmente al comienzo de la vida espiritual, Dios regala muchos consuelos: la sensación clara de su presencia, de la belleza de la vida y la fe cristiana, la alegría de pertenecer a la Iglesia. Sin embargo, nuestro corazón débil tiende a apegarse a estos consuelos e, incluso, llega a preferirlos al propio Dios. Por eso el Señor, antes o después, nos priva de esos consuelos para que pongamos el corazón solamente en él, configurándonos con Cristo en su pasión. La propia Madre Teresa decía: He comenzado a amar mi oscuridad, porque creo que ésta es una parte, una pequeñísima parte, de la oscuridad y del sufrimiento en que Jesús vivió en la tierra.
La oscuridad y sequedad espirituales de la Madre Teresa, pues, no significaron en absoluto que vacilase en su fe. Al contrario, mostraban que su fe se iba haciendo más fuerte al mantenerse en medio de esa oscuridad. El hecho de que, con la gracia de Dios y a pesar de su sentimiento de oscuridad, fuera capaz de continuar con su labor, dando la vida por los más pobres de entre los pobres, es un claro signo de una fe inquebrantable que movía todo lo que hacía. La Madre Teresa había cimentado su vida sobre la roca que es Jesucristo y, cuando soplaron los vientos durante años y años, su vida permaneció en pie. Ojalá tuviésemos todos una fe así.
Lejos de ser un obstáculo para su canonización, estoy convencido de que el hecho de que la Madre Teresa de Calcuta se mantuviese firme en la fe en medio de una sequedad y una oscuridad que duraron años tendrá un lugar preeminente en el proceso de canonización. Sin lugar a dudas y entre otras muchas cosas, Dios ha querido darnos a la Madre Teresa como un ejemplo de fe para nosotros.
19 comentarios
Pueden leer aquí las interesantísimas reflexiones que hizo el P. Raniero Cantalamessa ¡en el 2003! sobre la Madre Teresa y su vivencia de la oscuridad de la fe, en comparación con el Padre Pío da Pietrelcina.
Por lo que he leído, entiendo que esta oscuridad no fue totalmente ininterrumpida durante esos cincuenta años. Tuvo también momentos de luz (el P. Cantalamessa habla de un "breve paréntesis" en 1958) y etapas largas en las que, al menos, la oscuridad era menos densa.
Además, no fue toda la vida, sino más o menos el periodo posterior a su fundación de las Misioneras de la Caridad. Me atrevo a decir que Dios también pudo protegerla así de la posibilidad de caer en la soberbia y la vanidad ante el éxito de su congregación en todo el mundo, el premio Nobel o el constante interés de los medios de comunicación.
En cualquier caso, para mí una fe así es claramente un milagro y un signo de Dios para todos los que nos quejamos de nuestras pequeñas noches.
Un saludo y bienvenido al blog.
Si por encima del mal, descubres el Amor, que Dios es Amor y que El mismo se ofreció para redimir a la humanidad. Siendo alcanzado por el Mal, vulnerable a la conspiración y el engaño y sin embargo: Resucitó. Ese es el misterio de nuestra fe. Que por encima del Mal está el Bien y Dios Amor.
Esa es la fuerza que le hizo seguir a Teresa de Calcuta, con total sequedad, pero fiandose de El.
Y esa es la esperanza que nos convoca a vivir dándonos a los demás. Esa esperanza hace que tengamos un profundo respeto por el otro y que queramos también su salvación.
Lamento no poder explicarme mejor.
La fe supera cualquier palabra y Teresa de Calcuta tenía fe en Dios, por muchas dudas que la asaltasen en el camino. Me consta que es así.
Coincido totalmente contigo y creo que lo has expresado muy bien.
Montaraz:
Estoy de acuerdo contigo, pero creo que, en este caso, además se añade el hecho de que la sociedad moderna no concibe la posibilidad de una elección de vida firme, profunda y duradera, más allá de los sentimientos del momento.
Basta ver que el propio matrimonio indisoluble (que es algo natural) es considerado imposible e incluso absurdo.
Adornaron sus vidas y su humanidad en la soledad que envuelve a todos los seres y disfrazaron su altruismo con el manto religioso, me temo, que sin ningún convencimiento...pero ¿a qué conduce el nadar cotracorriente? Si Dios es una idea tan socialmente admitida y uno es obediente y buen muchacho...¿que lo mismo da limpiar las cacas a un paria que refugiarse en la soledad de un monasterio haya o no haya Dios?
Puestos a elegir yo eligo el camino de Thomas Merton y las deliciosas cervezas trapenses que ayudan mucho y bien a soportar los sinsabores y malos tragos de la vida. Era más vitalista. Teresa de Calcuta más pesimista. Nunca hubiera ido de soldada a una guerra como Merton. Y Merton le tenía cogida la medida a Dios.
Esta vez no estoy de acuerdo contigo. Jesús no tuvo momentos de duda en Getsemaní ni en la cruz. Lo que sí tuvo fueron momentos de oscuridad, en los que humanamente sentía nuestro alejamiento de Dios que él echó sobre sus hombros con nuestros pecados.
En cuanto a la Madre Teresa, lo que he intentado mostrar es que el hecho de que, en medio de la oscuridad y de no ver con claridad las cosas de la fe, se mantuviese fiel a Dios es, precisamente, un signo de fe fortísima y no de lo contrario.
Por supuesto, eso no quita nada a su debilidad humana. Todos los santos experimentan esa debilidad para que así se manifieste en ellos la fuerza de Cristo.
Completamente de acuerdo.
Cantanatas:
Si la fe fuera algo absurdo, no daría frutos como la vida de la Madre Teresa.
El que se engaña a sí mismo termina destrozando su vida. En cambio, alguien que es capaz de dar su vida por entero amando a los que nadie ama tiene algo especial que no puede ser un engaño.
A mí me pasa siempre lo mismo. Es imposible ser preciso en estos comentarios rápidos y tan cortos. De todas formas, he querido señalarlo por si alguien lo leía y sacaba una impresión equivocada.
Sofía:
A mí me ha encantado esa frase de la Madre Teresa. Me ha parecido una muestra clara de que en todo veía a Cristo; incluso la oscuridad era para ella un motivo para acercarse más a él. Que Dios nos conceda a todos una fe así.
Gracias por ese comentario tan oportuno. No recordaba esa comparación de San Juan de la Cruz. Por lo que sea, no me llamó la atención cuando la leí, pero ahora que tú la mencionas me parece una comparación preciosa. Especialmente porque los cristianos estamos llamados a entregar nuestra vida (a consumirnos) y a dar luz al mundo.
La «noche oscura» de la Madre Teresa, una especie de «martirio»
Según explica el padre Raniero Cantalamessa, OFM Cap.
CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 27 agosto 2007 (ZENIT.org).- La «noche oscura» que vivió la Madre Teresa de Calcuta, documentada por un libro recién publicado, fue una especie de «martirio» debido a la «presencia-ausencia» de Dios, explica el padre Raniero Cantalamessa, OFM Cap.
El predicador de la Casa Pontificia ha comentado la publicación de cartas inéditas de la beata, recogidas en el libro «Madre Teresa: Ven y sé mi luz» («Mother Teresa: Come Be My Light»), publicado por el padre Brian Kolodiejchuk, postulador de la causa de canonización de la religiosa, diez años después de su fallecimiento.
En una de sus cartas, la Madre Teresa dice: «Hay tanta contradicción en mi alma: un profundo anhelo de Dios, tan profundo que hace daño; un sufrimie...
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Incluyo el link del artículo en cuestión del P. Cantalamessa, que recomiendo a todo el mundo:
Artículo del P. Cantalamessa
Un saludo y bienvenido al blog.
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