La física no es metafísica
El otro día hablábamos de la evolución y el evolucionismo, con ocasión de un libro sobre el medio ambiente publicado en Estados Unidos, para mostrar el peligro que tiene confundir la biología con la filosofía. Este peligro no es exclusivo, ni mucho menos, de la biología, así que hoy vamos a comentar las declaraciones de un físico español que, en mi opinión, cae en el mismo error, con ocasión de la publicación de su libro, Los hilos de Ariadna. Se trata de Manuel Lozano Leyva, director del departamento de Física Atómica de la Universidad de Sevilla.
Quiero empezar diciendo que estoy convencido de que el saber no ocupa lugar y de que es muy bueno que físicos, biólogos, azafatas o barrenderos se interesen por la filosofía y por las cuestiones verdaderamente importantes de la vida. La especialización total es muy práctica pero muy poco humana.
Sin embargo, es necesario saber de qué se está hablando en cada momento y ser consciente de que cada rama del saber utiliza herramientas diferentes. El barrendero calcula “a ojo” cuánto tardará en terminar una calle y se trata de un método adecuado a su saber particular, esencialmente práctico. En cambio, sería absurdo que quisiera aplicar ese método al diseño de piezas de maquinaria de precisión que lleva a cabo un ingeniero, porque se trata de un ámbito diferente, en el que la exactitud en las medidas es esencial. Lo mismo pasa con los demás saberes humanos, de manera que confundir unos con otros suele provocar errores de bulto.
Cuando se confunde la física con la filosofía, se dicen cosas como esta frase de M. Lozano: “Las fluctuaciones cuánticas del vacío, o sea, que puede surgir materia y/o energía de la nada de forma espontánea, hizo innecesaria su existencia [de Dios]”. Los disparates condensados en tan corta frase proporcionarían materia para escribir un par de libros.
En primer lugar, equipara el vacío con la nada, lo cual es, en mi opinión, totalmente absurdo. La nada es un concepto filosófico, mientras que el vacío es un concepto físico que no es equivalente al anterior. Lo que llamamos vacío, es decir, el espacio en el que no hay presente ningún objeto material, tiene una característica muy importante: su extensión. Es decir, se puede medir en metros, kilómetros o años luz. Entre el sol y la tierra hay unos cuantos millones de kilómetros de vacío por los que pululan moléculas de hidrógeno y otros elementos, más todo tipo de radiaciones. En cambio, en el caso de la nada, por definición, debemos responder a la pregunta de “¿cuánto mide?”, diciendo “nada”. Por lo tanto, la nada no es un inmenso vacío (como, algo infantilmente, se imagina este científico), sino la ausencia de vacío y de cualquier otra cosa mensurable o experimentable. La nada “no es”.
En segundo lugar, es totalmente ridículo decir que la materia y la energía surgen de la nada de forma espontánea, mediante “fluctuaciones cuánticas”. Esta expresión, lo que hace es disfrazar con lenguaje oscuro y que suena avanzado la respuesta de que el ser y las cosas han surgido de la nada “porque sí”.
Traduciendo y desmitificando el lenguaje físico, una “fluctuación” no es más que un cambio. Igualmente, aunque parezca algo oscuro y complicadísimo, “cuántico” significa simplemente “a saltos”, es decir, lo contrario de gradual. Hay muchos fenómenos que son cuánticos, tanto en la Física como fuera de ella. Un ejemplo claro de la vida habitual es el del embarazo: una mujer está embarazada o no lo está, pero no puede estar “un poquito” embarazada. Finalmente, “espontáneo” significa “movido por sí mismo” o “sin estímulo externo”, es decir, sin que nada exterior lo cause (en este caso, como en la nada, por definición, no hay ninguna causa, equivale a sin que nada lo cause en absoluto). Una vez explicados los términos, queda claro que la supuesta explicación del ser que da M. Lozano es algo ridículo. Hablando en plata, lo que dice nuestro físico es que, de pronto, donde no hay nada pasa a haber algo, sin ninguna causa, porque sí.
Esta afirmación destruye el principio fundamental en que se basa la física y toda ciencia (no sólo una teoría científica o un apartado en particular de la física, toda ciencia existente y posible): el principio de razón suficiente. Expresado con sencillez, este principio establece que todo hecho debe tener una razón suficiente, es decir, que lo que sucede siempre sucede por alguna razón. O más sencillamente aún, establece que “porque sí” no es una respuesta admisible para la ciencia (ni para la filosofía, ni para ningún saber humano). Si aceptásemos la hipótesis de Lozano, toda la ciencia se derrumbaría, ya que a cualquier pregunta sobre el mundo o la naturaleza se podría responder también “porque sí”, sin necesidad de leyes, teoremas, principios ni cálculos.
Por supuesto, pensar que el cúmulo de despropósitos anterior demuestra que Dios ya “no es necesario” roza lo ridículo y recuerda a los personajes de dibujos animados que rechazan como innecesario un paracaídas para tirarse del avión porque ya tienen su fiel paraguas. En ambos casos, el desenlace suele ser un fuerte golpe contra la realidad o contra el suelo.
Otra frase que no tiene desperdicio: “La ciencia ha proporcionado también, aparte de felicidad, justicia y bienestar, la manera más eficiente de aniquilarnos como especie.”
El bienestar y las armas cada vez más poderosas son, en buena parte, efecto de la técnica, de manera que indirectamente pueden atribuirse a la ciencia. En cambio, no está en manos de la ciencia ni de la técnica proporcionar una sola pizca de felicidad ó justicia verdaderas al ser humano. Todos conocemos personas adineradas que disfrutan de todos los adelantos técnicos de nuestra época y son profundamente infelices, porque la felicidad no reside en los coches, en las televisiones de pantalla plana, en la posibilidad de abortar cómodamente o de clonar seres humanos. Lo mismo podríamos decir de la justicia.
La ciencia proporciona conocimientos y la técnica herramientas. Ni los primeros ni las segundas dan la felicidad o la justicia. Son meros medios que se pueden utilizar bien, en el camino hacia Dios y hacia la felicidad del hombre o mal en la dirección contraria. En ese sentido, la ciencia y la técnica son neutras en lo referente a la justicia y la felicidad humanas, que pertenecen a otro nivel, más central y profundo, de la existencia humana.
Finalmente, nuestro físico sevillano dice también: “Creo que he sido muy osado, siendo físico, al escribir de genética, fisiología, geología, etc., pero no demasiado. Al menos, espero que los especialistas en los distintos temas tratados que lo lean no encuentren errores graves”. La loable modestia que supone esta afirmación no se extiende, sin embargo, a la filosofía o a la teología. Eso se debe a que, como sucede muy comúnmente entre los físicos de hoy (y puedo dar fe de ello, por experiencia personal), hablan constantemente de filosofía, pero sin darse cuenta y con el desprecio más absoluto por el saber filosófico. Los resultados, como hemos señalado, dejan bastante que desear.
Para terminar este artículo de forma positiva, quiero recalcar que, para mí, es algo muy bueno que M. Lozano y todos los físicos se interesen por la filosofía y completen así su visión del mundo. A fin de cuentas, yo mismo he unido, en mi formación e intereses, ambas materias. Puedo decir sinceramente que la unión de Física y Metafísica permite obtener una comprensión más completa de la realidad y resulta, personalmente, muy satisfactoria. Sin embargo, creo que, para hablar de física y de filosofía, conviene ser siempre consciente de ello, conocer ambas disciplinas y sus diferentes herramientas y, sobre todo, no perder nunca el sentido común.
22 comentarios
Estoy de acuerdo. La física no puede demostrar la existencia ni la inexistencia de Dios, ya que sólo se ocupa de cómo son las cosas medibles (es decir, de describir su comportamiento) y no de porqué existen ni para qué existen.
Mucho menos aún se ocupa de lo que no es medible, como la Bondad, el espíritu, la alegría, Dios o muchas otras cosas.
Si el espíritu universal, Dios, actúa en todo, en cada átomo, en cada molécula, en cada planta y en cada animal, y por supuesto, en cada ser humano, se plantea de nuevo la pregunta de si el menosprecio a los animales en la Biblia tradicional puede ser realmente la palabra de Dios.
Para aquel que cree en el gran Dios creador, es inimaginable que éste quiera tratar con tal desprecio a sus criaturas como la Iglesia lo ha enseñado durante 2.000 años.
El Concilio Vaticano I definió solemnemente que la razón, bien utilizada, puede llegar de forma segura y cierta a la existencia de Dios (y lo mismo han dicho todos los teólogos católicos que yo conozco). Estoy preparando un blog en ese sentido para la serie de "Signos de la fe" (se me acumula el trabajo).
Otra cosa es que el simple conocimiento de la existencia de Dios es muy poca cosa comparada con la fe. Como decía, de manera hiperbólica, Kierkegaard, lo importante no es tanto si Dios existe como si Dios es amor.
Cantanatas:
Dios ama todas sus criaturas (que están "bien hechas" como dice el Génesis). Pero el amor al hombre es cualitativamente diferente, ya que éste es el único que puede devolverle libremente ese amor.
Dicen que los filósofos y los matemáticos sólo necesitan papel y lápiz para hacer su trabajo, la diferencia está en que los matemáticos, de vez en cuando, usan el basurero.
Saludos.
Los levitas cumplieron la orden de Moisés, y aquel día cayeron unas tres mil personas del pueblo.
Entonces Moisés dijo: "Reciban hoy la investidura sacerdotal de parte del Señor, uno a costa de su hijo, otro a costa de su hermano, y que él les de hoy una bendición".
Este es el amor de Dios a sus criaturas bien hechas, que dice el Éxodo.
"Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños"
El Sr. Lozano no sólo está mezclando la velocidad y el tocino, sino que parece no saber mucho sobre teoría cuántica de campos:
1) La energía se conserva, no aparece de la nada. Si "aparece" de la nada un universo, también debería "aparecer" un "anti-universo" con energía negativa...
2) Las fluctuaciones del vacío duran un tiempo pequeñísimo, no 15000 millones de años.
En fin...
Está bien el chistecillo, aunque yo lo aplicaría, más bien, a los malos filósofos.
Juan Antonio:
Totalmente de acuerdo. Eso sí, reiterando que el vacío y la nada son cosas diferentes. El vacío es algo creado por Dios.
Cantanatas:
En el Antiguo Testamento, Dios eligió a un pueblo idólatra, inmoral y brutal y, poco a poco y de forma progresiva, los fue educando para que recibieran a Cristo, que es el verdadero modelo en el que nos fijamos los cristianos.
Además, la vida de los hombres está siempre en manos de Dios. Dios decide cuándo van a morir todos los hombres (y no sólo los del éxodo). Asesinato es que un hombre decida, en lugar de Dios, cuándo debe morir un hombre. Por definición, Dios no puede "asesinar" a nadie.
La fe es razonable, no racional. Es decir, no puede ser deducida por la razón, pero tampoco es contraria a ella.
De hecho, es perfectamente razonable que haya cosas que superen a nuestra (limitada)razón humana.
Eso sí, hay algunas cosas de la fe, como la existencia de Dios, que sí pueden encontrarse por la razón. Otras en cambio, tienen que ser revelación de Dios.
Que Jesucristo es el Hijo eterno de Dios y que en él se nos ha revelado todo lo que es Dios, sólo se puede saber por la fe: Nadie puede decir "Jesús es Señor" si no es por la acción del Espíritu Santo.
En cambio, el mero hecho de que Dios existe (muy poca cosa en comparación con la riqueza de la fe) es algo a lo que se puede llegar por la razón.
La gran mayoría de los filósofos de la Historia, muchos de ellos no cristianos, han conocido la existencia de Dios mediante su razón. Como ya dije, el Concilio Vaticano I definió como dogma que se puede llegar a conocer la existencia de Dios por la razón. También el Vaticano II lo recoge. Todos los teólogos católicos de todas las épocas también lo afirman, que yo sepa. Por último, también la Escritura: Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad.
Así que me temo que estás bastante sola en lo que dices.
El Concilio afirmó, como dogma de fe, que se puede conocer de manera segura la existencia de Dios por la sola razón.
Te lo digo a ti, como argumento de fe (no de razón), porque se supone que los católicos creen todo aquello que ha sido definido como dogma de fe por los concilios ecuménicos de la Iglesia y, por lo tanto, pertenece a la fe de la Iglesia.
Sofía:
Los filósofos que no han creído en la existencia de Dios son, generalmente, aquellos que afirmaban cosas como que la mesa que tengo delante no existe o aquellos, como Marx, a los que no les "interesaba" ese tipo de cuestiones y se dedicaban a otras cosas.
Cualquier persona razonable y normal (que crea que el mundo y los demás existen y cosas así), si piensa de verdad el tema y alguien que lo conozca se lo explica, termina por aceptar que Dios tiene que existir (la verdad, yo he hecho la prueba con dos personas ateas y así fue).
Eso sí, como ya hemos dicho, simplemente que Dios exista nos dice muy poco. La fe es muchísimo más: que a Dios le importamos, que nos ama, que ha enviado a su Hijo único para salvarnos, que se ha hecho hombre como nosotros, que nos hace hijos adoptivos suyos, etc. Todo eso está más allá de nuestra limitada razón.
A Santo Tomás le pareció una pregunta interesante y ofreció una respuesta.
Él se dio cuenta de que algunos elementos de la fe también podían conocerse por la razón: la existencia de Dios, que Dios tiene que ser personal, los mandamientos del 7-10, etc.
Se preguntó: si esas cosas ya se podían conocer por la razón,¿por qué las reveló Dios?
La respuesta que dio él es que, si bien la recta razón puede conocer esas cosas, en la práctica muchas veces los hombres no las conocen (debido al pecado, la preocupación por las cosas del mundo, los diferentes grados de inteligencia, etc.). Así que Dios, para facilitar las cosas, quiso revelar también de forma clara algunas cosas que ya podían conocerse por la razón mediante un cierto esfuerzo de la misma.
Sé que eres muy sensible a este tema, pero debes comprender que lo habitual en la Iglesia es hablar con naturalidad de ello. Yo no doy lecciones de lo que hay que creer, eso lo hacen los Concilios y el Magisterio en general. Lo único que hacía yo es recordar lo que enseña el Concilio.
En cuanto a lo de la demostración de la existencia de Dios, incluiré una, si Dios quiere y mi tiempo lo permite, en los próximos días, dentro de la Sección "Signos de la fe". Por supuesto, no es original mía, sino mi adaptación de una con siglos de antigüedad (en la medida de lo posible, incluiré alguna otra en artículos posteriores).
Un saludo.
Es curioso que eso que mencionas de "los que dicen que los católicos no piensan sino que preguntan qué es lo que tienen que pensar" iba ser el tema de mi próximo artículo de "Signos de la fe", hasta que he cambiado el orden a raíz de los comentarios de este artículo.
Bueno, todo llegará a su debido tiempo (espero). Para que te fijes cuando llegue, probablemente se titulará "Creo porque nací el 10 de noviembre".
Cada vez estoy más convencido de que cree en Dios quien quiere creer, y quien no quiere no cree. No debe ser casualidad que muchos ateos/agnósticos "militantes" vean las religiones como algo negativo. Ejemplo: la exposición esa de que tanto se habla ahora. Leí hace tiempo que Pascal dijo que Dios da suficiente luz como para que quien quiera creer, crea, y suficiente sombra para que quien no quiera creer, no crea.
P.D. Bruno: Ya sé que el vacío no es igual a la nada... Sobre todo si, como ahora se ha visto, el vacío está "lleno" de constante cosmológica :) Yo también soy físico...
"Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser conocido con certeza por la luz natural de la razón humana a partir de las cosas creadas"
Ya se notaba que eras físico (así que puedo alegrarme de otro físico que se interesa por temas de filosofía y teología). Lo del vacío y la nada lo decía porque las declaraciones de Lozano lo confundían y basaban en eso su prentensión de que "no hace falta" un Dios creador.
Lo que afirmas sobre "querer creer", también lo han señalado los dos últimos Concilios y no es incompatible con la demostración de la existencia de Dios. Nuestra razón, a menudo, se oscurece por nuestras pasiones, preferencias y prejuicios, que nos impiden ver la verdad aunque la tengamos delante. Pero la razón, bien utilizada, lleva hacia Dios.
Ya me dirás lo que piensas del artículo cuando lo escriba, aunque, la verdad, para ese tipo de demostración es más adecuada una conversación con una sola persona (para no liar la cosa) y en la que se pueda responder rápidamente a las objeciones. En fin, se hará lo que se pueda.
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