La falta de libertad de los teólogos
Varias bitácoras de Religión Digital han analizado y criticado ya la entrevista a Julio Lois realizada por J. M. Vidal. Por mi parte, en vez de intentar tratar la entrevista como un todo, me voy a limitar a las reflexiones que me ha sugerido un pequeño detalle que, en mi opinión, es muy significativo.
Hablando de las actividades del P. Lois, la entrevista afirma que este sacerdote “ejerció su magisterio desde el Instituto de Pastoral de Madrid”. En un sentido primario, simplemente se está refiriendo al hecho objetivo de que ha sido profesor de este Instituto de Pastoral. Sin embargo, me ha hecho pensar la palabra utilizada: “magisterio”, que me sugiere el tema de las relaciones entre los teólogos y el magisterio o enseñanza de la fe.
El magisterio, en la Iglesia, es algo propio del Papa y de los obispos en comunión con Roma. Entonces, ¿nadie más puede enseñar la fe católica? Por supuesto que sí, pero los sacerdotes, los teólogos o los catequistas sólo pueden enseñar en nombre de la Iglesia por delegación de los obispos, a los que se ha encomendado la enseñanza de la fe. Por eso, la sede del obispo se denomina “catedral”, porque su misión es enseñar en nombre de la Iglesia, en comunión con el Papa y con los demás obispos.
Cristo criticó con gran dureza que en la cátedra de Moisés se habían sentado los fariseos. Usurpaban una autoridad para enseñar en nombre de Dios que no poseían y la utilizaban para imponer cargas innecesarias a los que les escuchaban.
Al margen del caso particular de Julio Lois, en el que no me quiero meter al no conocerlo suficientemente, creo que sucede lo mismo cuando se transforma a los teólogos en un magisterio paralelo. Hay muchos teólogos, sentados en las nuevas cátedras de los medios de comunicación que sustituyen a las catedrales diocesanas, que enseñan sus opiniones divergentes sin tener derecho a hablar en nombre de la Iglesia. Con ello, crean su propio remedo caricaturesco del magisterio, desorientando a muchos fieles.
Ya sabemos que, en ocasiones, las cualidades intelectuales de los obispos podrán estar por debajo de las de varios sacerdotes o teólogos de sus diócesis. Eso, sin embargo, no tiene nada que ver con la cuestión. La fe, por definición, necesita de la gracia de Dios, no es un acto procedente de la sabiduría humana por sí sola. Por eso, resulta esencial que el que enseña lo relacionado con la fe lo haga en virtud de una misión dada por Dios y no únicamente por propia iniciativa. A fin de cuentas, hay un sólo Maestro y todos nosotros somos hermanos. La gracia y la misión de ese Maestro que los obispos reciben en su consagración permiten que enseñen verdaderamente en su nombre.
es, ante todo, la profundización en la fe, la investigación con respecto a sus formulaciones y a todo lo relacionado con ella y el estudio de la Escritura y la Tradición de la Iglesia con todas las herramientas a su alcance. Todo esto se desnaturaliza cuando el teólogo intenta actuar como maestro autónomo de los fieles, enseñando sus propias tesis contrarias al verdadero magisterio.
En mi opinión, de aquí proviene la falta de libertad de la que se quejan algunos teólogos. Para la investigación, un amplio grado de libertad es apropiado y claramente necesario, ya que sin ella la fecundidad teológica desaparece. El propio uso del aristotelismo por parte de Santo Tomás constituyó una gran innovación y un considerable escándalo para su tiempo.
Sin embargo, esa libertad desaparece cuando un teólogo quiere elevar sus investigaciones al grado de magisterio, enseñando lo que no forma parte de la fe de la Iglesia y asumiendo una autoridad que no posee. Inmediatamente, pierde el beneficio de la duda para sus teorías teológicas. Deja de ser un buscador de la verdad y se convierte, por desgracia, en un falso maestro. Y las palabras del Nuevo Testamento sobre los falsos maestros son durísimas: ¡Ay de ellos! Porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré.
40 comentarios
No estoy de acuerdo, me temo. La frase que yo he citado es literal del evangelio. Los fariseos no eran más que hombres que se consideraban a sí mismos "piadosos" y que que defendían sus particulares interpretaciones de los textos bíblicos. No tenían autoridad ninguna por el hecho de ser fariseos (a diferencia de los profetas o del sumo sacerdote).
El Señor les criticaba porque tomaban sus propias tradiciones y preceptos, meramente humanos, y los ponían al nivel de la Escritura.
Aparte de eso, en algunos casos les critica por hipocresía (la frase que tú citas y otras muy conocidas). Cuando pronunció esa frase, simplemente recomendaba a los israelitas que no fueran también hipócritas y que si un fariseo daba un buen consejo que él no cumplía, aceptaran el consejo pero no imitasen la hipocresía. No estaba dando ni reconociendo ninguna autoridad a los fariseos.
Un saludo.
Otra cosa, por supuesto, es lo que sucede después del sínodo de Yamnia y de la destrucción del Templo de Jerusalén, cuando el judaísmo farisaico se convierte en la corriente principal y casi única del judaísmo.
La Misná y el Talmud son, claramente, textos de tipo farisaico que se han convertido en normativos para el judaísmo posterior. Incluso se podría defender que los actuales rabinos son, en buena parte, los descendientes de los antiguos fariseos, creo yo.
Me parece especialmente acertado el título del documento que la Congregación para la Doctrina de la Fe sacó sobre el tema: la vocación eclesial del teólogo. Y es que la teología es una vocación eclesial, que sólo se ejercita en comunión con la Iglesia.
Un teólogo católico, no es como un predicador de otras iglesias, que puede enfocar y divulgar, libremente, los escritos sagrados.
La fuerte organización jerárquica de la iglesia, sus normas, y su dispersión en el mundo, quizás aconsejen ese control, que algunos consideramos inmovilismo.
Probablemente, el libre albedrío de los teólogos, provocase un verdadero cisma de fe, por la repercusión de ideas diferentes, en los fieles.
A pesar de todo, me fío más del Espíritu Santo, que de los teólogos libres.
Abrazos.
Qué buen artículo!
Lo voy a utilizar para mis clases.
Muchas gracias!
Desde México.
Ricardo Próspero
A raíz de tu comentario he añadido un vínculo a ese documento Donum Veritatis que es, en mi opinión, magnífico y muy clarificador. También el nombre latino es muy significativo: la verdad revelada es un don y no una construcción de "inteligencias superiores".
Saruce:
"Donde está el Espíritu del Señor allí hay libertad". La verdadera libertad.
Ricardo:
Un saludo cordial.
En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y guardad lo que os digan, pero no los imitéis en las obras, porque ellos dicen y no hacen.
Yo ahí no veo una desautorización a la autoridad doctrinal de los fariseos sino todo lo contrario. Se pide al pueblo que hagan lo que ellos enseñaban y no lo que hacían.
sacerdote respaldado por su congregación invitan a un grupo de adultos que siguen un proceso catecumenal a hacer "retoques" en su material, a establecer la presencia obligatoria de un sacerdote en las catequesis, a fijar horarios de catequesis en función de su conveniencia, a suspender oraciones estilo Taizè...
Testimonio
penoso el de este sacerdote en este asunto, ¿no?
Teólogos
verdaderos los que señale la Iglesia desde Roma, ¿y si en Roma se lavan las manos o se tapan los ojos en casos como el de mi grupo de catequesis? ¿tendremos que esperar a Roma? Pos va a ser que no.
Saludos
Creo que es evidente, por otros pasajes evangélicos, que el Señor reprochaba a los fariseos el atribuir a sus tradiciones una autoridad que no tenían:
"Dejando el precepto de Dios os aferráis a la tradición de los hombres. Les decía también: Qué bien violáis el mandamiento de Dios para conservar vuestra tradición..."
En la frase de la cátedra, creo que para una audiencia judía sería impensable afirmar que alguien se había sentado con derecho en la cátedra de Moisés.
Para los judíos, decir "Moisés" era equivalente a decir "Torah", es decir, la parte fundamental de la Biblia, la Ley de Israel dada por Dios. Por eso creo que cuando Jesús habla de que los fariseos se habían subido a la cátedra de Moisés tenía que estar reprochándoselo. Si además lo unimos a lo que he dicho antes, me parece claro que la frase de Jesús es de crítica a una autoridad que no era legítima.
Otra cosa es que lo que dijeran, algunas veces, pudiera ser correcto. De ahí que el Señor aconseje a los israelitas que sigan los buenos consejos y no los malos ejemplos (cosa que se puede aplicar a todos los hipócritas del mundo).
Un último ejemplo de que Jesús no consideraba que los fariseos tuvieran autoridad para interpretar la Ley mosaica es que, cuando habla en contra de sus preceptos, les dice que contradecían la ley mosaica (como en el pasaje de las tradiciones que he citado), así que no podían ser los intérpretes legítimos de la misma.
Creo que hay varias matizaciones que hacer a tu argumentación:
- Todo lo que no es la verdadera fe implica una carga terrible para el hombre. Por ejemplo, un teólogo que aparentemente "quite cargas" a las mujeres diciéndolas que pueden abortar cuando quieran, en realidad las está cargando con un sufrimiento terrible que las durará toda la vida (por no hablar de la carga mortal que hace sufrir a los niños).
- San Pablo era un Apóstol, que habla con una enorme autoridad en sus cartas (aunque tuviese que estar conforme con la autoridad de Pedro y de los demás apóstoles). Presentarlo como un "teólogo rebelde" no tiene ningún parecido con la realidad, creo yo.
- El Concilio de Jerusalén dio una normativa de tipo disciplinar, sobre cómo era oportuno actuar ante los cristianos que venían del judaísmo. Precisamente, determinó que cumplir la ley mosaica no era un tema de fe ni de moral (y por lo tanto, de libre reglamentación por la Iglesia en cada momento).
- Por supuesto que la conciencia es lo primero. Eso implica que nadie puede mandarle a uno algo contra su conciencia. Pero el magisterio de la Iglesia sí que tiene derecho a determinar cuál es la fe verdadera y la auténtica moral y los fieles tienen obligación en conciencia de aceptarlo.
- Los teólogos, como los demás fieles, también tienen que aceptar la fe de la Iglesia que enseña el magisterio.
Saludos.
Al mismo tiempo trata del modo de vivir, pues la causa sobre todo de la incredulidad de los doctores era su vida desarreglada y su amor a la vanagloria. Así pues, para enmendar a sus oyentes, les ordena de modo especialísimo lo que más conducía para creer y salvarse: es a saber, no despreciar a los doctores y maestros ni levantarse contra los sacerdotes. Y no solamente lo ordena, sino que es el primero en guardarlo. No abate a los corrompidos sacerdotes de su dignidad. Por este medio atraía sobre ellos un más grave castigo y juicio, y no daba ocasión alguna a los discípulos para desobedecer. Para que nadie se escudara diciendo: como el doctor y maestro era malvado, yo me volví más desidioso, quitó también esa excusa. En tal forma afirmó la dignidad y principado de ellos, que a pesar de ser perversos y aun habiendo precedido tan graves recriminaciones, vino a decir: Practicad y guardad todo lo ...
Advierte cuan grande honor hace a Moisés y cómo de nuevo demuestra su acuerdo con la Antigua Ley, pues por ella hace venerables a sus doctores. Dice: Sobre la cátedra de Moisés se asentaron. No pudiendo hacerlos recomendables por su género de vida, lo hace en otra cosa por la que sí se podía, es a saber por la cátedra que ocupaban y por ser sucesores de Moisés en la doctrina.
(San Juan Crisóstomo, Homilía LXXII)
¿Quién puede dudar que Arrio, Nestorio, Calvino y tantos otros han contribuido a que la Iglesia avance en el conocimiento del evangelio?
Si es que está clarísimo.
EVANGELIO DE HOY DIA DE SAN LUCAS: Después de esto, designó el Señor a otros 72, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir.
Y les dijo: "La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino.
En la casa en que entréis, decid primero: "Paz a esta casa."
Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros.
Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa.
En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan;
curad los enfermos que haya en ella, y decidles: "El Reino de ...
Entiendo que lo único que prueba tu cita de San Juan Crisóstomo es que ese Padre de la Iglesia interpretó así ese versículo, no que esa interpretación sea necesaria. Los Padres a menudo dan interpretaciones muy diferentes del mismo versículo, siempre dentro de la fe de la Iglesia. Incluso el mismo Padre ofrece a veces interpretaciones contradictorias.
San Jerónimo, por ejemplo, interpreta el versículo de una manera "intermedia", diciendo que equivale a decir que se dedicaban a la enseñanza de la Ley (es decir, prescinde del tema de su autoridad).
Por otra parte, el propio San Juan Crisóstomo percibe, creo yo, alguna disonancia, ya que, si te fijas, introduce a los sacerdotes, que no están en el texto original, y que sí tenían una autoridad dada por Dios para algunas cosas.
Creo, además, que es evidente que el tema de que los fariseos tuviesen o no autoridad para interpretar la ley no es en ningún caso un tema de fe, así que es muy probable que el argumento de autoridad nos valga de poco. Habrá que considerar, más bien, el contexto, la situación histórica, etc.
Otro argumento: si los fariseos tenían autoridad para interpretar la escritura, esa autoridad o bien era dada por Dios o no. Si era dada por Dios, no es lógico que Cristo corrija sus interpretaciones en muchas ocasiones como incorrectas. Si no era dada por Dios, se habían subido sin derecho a la cátedra de Moisés.
Otro argumento: tras la revuelta de los Macabeos, muy poco antes de Jesucristo, cuando no saben que hacer con los trozos del antiguo altar desecrado por los griegos, los guardan hasta que venga un profeta que diga qué hay que hacer con ellos. Si hubiera alguna autoridad con poder para interpretar normativamente la Ley, la habrían consultado.
Por supuesto, siempre es posible que quien acierte sea San Jerónimo y que el tema de si tenían autoridad o no esté ausente de ese versículo y sea sólo una forma más hebraica de decir que eran los "estudiosos de la Ley".
En cualquier caso, entiendo que este tema no afecta en nada al artículo, ya que la cita no era una prueba, sino una ilustración.
Es un placer discutir contigo. Un saludo cordial.
Como ya he dicho, en la Iglesia, corresponde una gran libertad (que sin duda existe) a la investigación teológica. Como tú dices, esa libertad es muy necesaria para la profundización audaz en los misterios de la fe.
En cambio, en lo que respecta a la enseñanza de la fe, no puede existir esa libertad, ya que desorientaría a los fieles. En mi opinión, el problema de muchos teólogos es que, o bien piensan que la enseñanza del magisterio no les afecta a ellos (lo cual me parece una soberbia increíble) o bien creen que son ellos los que tienen que enseñar a los fieles.
No sé de quién será la frase que citas, pero me parece de un "buenismo" inaceptable. ¿De verdad piensas que todo el mundo tiene buena intención en todo lo que hace? Y aunque así fuera, eso no quita el daño que hacen las herejías. Por mucho que un médico tenga buena intención, si no sabe lo que dice y te receta arsénico bien disuelto en ácido sulfúrico para el resfriado, los resultados no van a ser muy agradables.
Un saludo.
Pero vamos, no es esta una cuestión de fe.
Toma Castaña, pilarín. ¿Me puedes explicar, amiga "sabiduría" qué cargas innecesarias impone "la jerarquía"? Yo alucino con ciertos apriorismos de teólogo de la liberación de andar por casa.
Este es glorioso. Claro, el autor es un hereje, faltaría más. Es muy bonito y reconfortante ver a los que se pasan el magisterio de la Iglesia y la autoridad del Papa (aquello que define al catolicismo) por el forro, tirándose flores.
En fin.
La prueba de la carga corresponde al que acusa, no al acusado.
Y la comparación de la jerarquía de la Iglesia católica, sucesores de los apóstoles, con los fariseos que se sentaban en la cátedra de Moises a pagar el diezmo del comino y la menta y se olvidaban de la misericordia, estimada mía, es bastante miserable y calumniosa.
No obstante, te reafirmas de nuevo en tu acusación de que los obispos ponen cargas innecesarias a los fieles, en clara comparación a los fariseos y escribas que se sientan en la cátedra de Moises. Esa comparación es ofensiva y dolorosa, puesto que esos acusados son los que intrigaron para condenar a muerte al Hijo del Hombre. Y, nuevamente, no citas ninguna de esas supuestas normas innecesarias. Nuevamente no das razón alguna de tu acusación, y yo vuelvo a demandártela. Tal vez no puedas apoyarla porque sencillamente se trata de un eslogan que repites sin pensar, pero no creo que tu seas así. Si lo que te da miedo es entrar en un debate en el que te pueden venir críticas, entonces tal vez deberías haberlo pensado antes de decir ciertas cosas. Es posible que, senc...
Los teólogos no, desde luego: ¿será la jerarquía? (casi que va a ser que sí)
Comentario por sofía 17.10.07 @ 21:27"
buenas noches
1) La hipocresía: exigían a los judíos una serie de normas formales y morales que ellos no cumplían ("haced lo que dicen pero no lo que hacen")
2) La formalización de la Ley: se multiplican las normas (que provienen de la tradición) y se olvida lo fundamental: la fidelidad a Dios y el amor al prójimo ("Ay de vosotros que coláis el mosquito y os tragáis el camello..." etc)
Con respecto a la jerarquía, entiendo que la acusación de fariseismo o hipocresía, se deberá hacer individualmente. No me parece que los obispos actuales exijan a los católicos normas o comportamientos que ellos no cumplan. De hecho, este argumento es sorprendente en nuestro tiempo. Casi en la totalidad de la historia de la Iglesia en España los prelados han sido más hipócritas que ahora. La pérdida de la moralidad pública católica hace que defender los principios cristianos precise de una gran integridad y...
En cuanto a la formalización de la Ley (las cargas innecesarias), a su vez se desdobla en dos razonamientos. El primero en cuanto a esas cargas.
La prohibición de los anticonceptivos no es caprichosa, sino que entra dentro del concepto de apertura a la vida del matrimonio cristiano, derivado de la unidad natural de sexualidad y amor.
ese tema está desarrollado con gran profusión en los textos magisteriales cristianos y se basa en el principio de que si Dios creó el sexo para la reproducción, no podemos disociarlo: si en un momento dado queremos aplazar la llegada de nuevos hijos, debemos guardar la castidad (los días en que la mujer es fértil). Ambos conceptos no son en absoluto comparables a poner un impuesto especial al comino o realizar 10 abluciones rituales al día. Es absurdo y paródico comparar las reglas minuciosas y sin sentido de la Ley judáica de tiempos de Jesús (había cientos y cientos, sobre todo relacionadas con el sábado, existiendo especialistas para consultar) con las disposiciones de la Iglesia ca...
El segundo razonamiento hace referencia a la falta de misericordia de los fariseos. Tal razonamiento no se puede ni debe aplicar a los obispos de la Iglesia católica, que, de media, son bastante más misericordiosos de cualquier persona con un poder semejante en el mundo civil.
Un saludo.
Comentario por sofía 25.10.07 @ 14:45"
supongo que a que los obispos se pongan de acuerdo en un concilio. Puedes enviar tu tarjeta de visita, para que tengan en consideración invitarte para que expongas tu documentada opinión.
Con todo, admito que este fin de semana volaré a Roma. Le llevaré recuerdos de tu parte a la Curia.
Los comentarios están cerrados para esta publicación.