Hemos comido y bebido con él

Leo en el blog del P. Masiá sus opiniones sobre la resurrección de Cristo y, para ser sincero, no reconozco en ellas mi fe ni la fe de la Iglesia. Todo su afán es afirmar que las apariciones del Resucitado son una experiencia interna de los discípulos, que Cristo no se les aparecía, sino que por la fe veían que siempre estaba presente entre ellos. Por lo tanto, tampoco tendría sentido hablar de que resucitó al tercer día, ya que, en cuanto murió, ya estaba presente espiritualmente dentro de ellos.

Lo más curioso, a mi juicio, es que la totalidad del Nuevo Testamento está dirigida a defender justamente lo contrario de lo que él defiende. Es igual de sorprendente que si intentase hacer malabarismos para explicar que Cristo no predicó el amor a los demás o que sólo hablaba de Dios Padre como una metáfora de la esencia impersonal del universo.

El evangelio y las cartas de San Juan se escribieron con la evidente finalidad de refutar las tendencias gnósticas que ya se habían introducido entre algunos cristianos y que negaban la corporalidad de la resurrección. Constantemente están haciendo referencias a que el Resucitado tenía un cuerpo, glorificado y transformado, pero real. Una carne llena de gloria y de vida por obra del Espíritu Santo. Resulta difícil pensar en algo más corporal que las llagas de las manos y los pies que Cristo enseña a sus discípulos. También San Lucas refiere este detalle: Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo.

Otro punto que relata San Juan en este sentido es el de la posibilidad de tocar a Cristo. María Magdalena se abraza a él, en el huerto. Él mismo anima a que los apóstoles le toquen, para que se convenzan de que no es un fantasma: Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente. También el evangelio de San Lucas cuenta algo similar: Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo. Finalmente, ambos evangelistas nos refieren algo que nunca nadie habría soñado en inventarse de no ser cierto: Cristo resucitado come ante ellos. Como ellos no acabasen de creerlo a causa de la alegría y estuviesen asombrados, les dijo: “¿Tenéis aquí algo de comer?” Ellos le ofrecieron parte de un pez asado. Lo tomó y comió delante de ellos.

Los evangelios se esfuerzan, además, en subrayar el hecho de que el sepulcro estaba realmente vacío, a pesar de los guardias colocados ante él. Realmente vacío, no como una metáfora, ya que hasta se nos habla de cómo quedó el sudario y las vendas. ¿Qué relación podía tener el sepulcro vacío con una presencia interior y puramente espiritual de Cristo en los corazones y en la fe de sus discípulos? De hecho, el propio Juan afirma que su fe en la Resurrección de Cristo comienza cuando ve el sepulcro vacío, como una señal física y evidente ante sus ojos.

Los apóstoles, en su predicación, se presentan, con una audacia sobrecogedora, como los testigos de Cristo resucitado, que se les apareció corporalmente. Así es como se definen, por ejemplo, en el Libro de los Hechos, escrito por San Lucas, nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección, recogiendo así en la predicación el hecho relatado por los evangelios.

San Pablo, por su parte, nos transmite el kerigma, el anuncio cristiano primitivo sobre el núcleo de la fe. Lo primero que yo os transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago, después a todos los apóstoles; por último, como a un aborto, se me apareció también a mí. Es evidente que San Pablo considera que Cristo se aparece realmente. Entre otras cosas, porque habla de ocasiones concretas. Si simplemente se tratase de reconocer por la fe que Cristo estaba presente, habría dicho cosas como “el siempre está con nosotros” (lo cual es cierto también, en otro sentido), pero no hablaría de momentos específicos en los que Cristo se hizo presente.

Quizá lo más claro es que si los discípulos simplemente hubieran afirmado que Jesucristo estaba con Dios y que ellos sentían su presencia espiritual, nadie lo habría discutido ni les habrían perseguido. La inmortalidad del alma o del espíritu humano era una creencia habitual para el mundo helénico En Atenas, los griegos del areópago escucharon muy interesados a San Pablo, hasta que se le ocurrió hablar de la resurrección de la carne y todos se burlaron de él.

Los Padres de la Iglesia tuvieron incontables disputas por este tema con los gnósticos, estoicos o neoplatónicos de su época. Como afirmaba San Ireneo, Cristo se nos da en un alimento corporal, la Eucaristía, precisamente para que nuestro cuerpo reciba la inmortalidad del cuerpo resucitado de Cristo. San Agustín, en el s. IV, señalaba: En ningún punto la fe cristiana encuentra más oposición que en la resurrección de la carne.

A fin de cuentas, las cosas no son muy diferentes en la actualidad. Hoy en día, a nadie le sorprende que cualquier agnóstico, cuando muere uno de sus seres queridos, diga que “sigue vivo dentro de nosotros”. No es nada escandaloso. Es lo suficientemente vago y sentimentalmente satisfactorio como para que no sea necesario ningún tipo de fe para creerlo.

En cambio, cuando los cristianos afirmamos que creemos en la resurrección corporal de Cristo y en la resurrección de la carne de todos los hombres al final de los tiempos, la reacción del mundo es la misma que en el siglo primero: burla, desprecio, persecución.

En ese sentido, es comprensible la tentación de quitar el escándalo del cristianismo, quitar la necesidad de la fe, reducir la resurrección corporal de Cristo y de los demás hombres por medio de él a una vaga “presencia espiritual” que no rompa nuestros esquemas. Sin embargo, ese escándalo es, precisamente, el núcleo del mensaje cristiano que nos da la vida y, si los cristianos de hoy tenemos que soportar burlas e incomprensión por anunciarlo al mundo, que así sea.

19 comentarios

  
Luis Fernando
La cosa es simple. Masiá podrá ser sacerdote y jesuita, pero no es ni católico ni cristiano. Quien no cree en la resurrección plena de Cristo (lo cual incluye la resurrección corporal) no cree en uno de los fundamentos más básicos de la fe cristiana.
Ayer el Papa lo dejó bien claro. Lo que hace falta es que la Iglesia sea consecuente y expulse de su seno de una puñetera vez a esta gente que públicamente se separa de su enseñanza. El no hacerlo es una falta de respeto a los fieles y al mismísimo Señor resucitado.
27/03/08 3:51 PM
  
Juan Antonio
El post de hoy es bienvenido, así como tu respuesta de ayer. Yo no pido expulsiones pero sí hablar claramente.

Me volveré a leer el post luego (tengo que trabajar) y ya te preguntaré más cosas.
27/03/08 5:23 PM
  
Carmen Bellver
¡Qué pasa!. ¿Nos lo creemos o no nos lo creemos?. Pues yo si. En caso contrario estaría escribiendo en otra sección.

Pero bueno, ya me han dicho poco más o menos que tengo una fe infantil porque no creo a los sabios y entendidos que dicen comprender la resurrección en lenguaje figurado.

¡Hay que fastidiarse!. Saludos Bruno
27/03/08 8:50 PM
  
Juan Antonio
Da un poco que pensar que haces un post sobre el significado de la resurrección y nadie comenta nada. Mal estamos.
28/03/08 1:47 AM
  
MER
Juan Antonio tiene razón. Cuando hay post "polémicos", como los que escribiste sobre el matrimonio hubo un montón de comentarios. Pero con este tema, que es la base de nuestra fe, poquísimos. Yo, por lo que veo a mi alredeor, veo que a la mayoría de la gente le da miedo plantearse cuestiones futuras. Intentan vivir el presente sin más, incluso gente que se dice católica. Cuánto daño han hecho esas teorías tipo Masiá del postconcilio.
Y completamente de acuerdo con que la Iglesia se tiene que pronunciar con más firmeza sobre lo que es sana doctrina y lo que es contrario a la misma.
28/03/08 9:13 AM
  
ricardo
la Iglesia es demasiado prudente con las teorias, para mi hereticas, de Masia. Se excede de tolerante con personas que dicen estas cosas...
No lo entiendo muy bien.
El decano de la facultad de teologia de Cataluña, el sacerdote Armand Puig, Pagola, y varios mas niegan la virginidad de Maria y tampoco pasa nada.
Que nos pasa. Nadie se queja, pobres catolicos somos.
28/03/08 9:06 PM
  
juvenal
Suscribo todo lo que dices, Bruno, y pienso como tú, no obstante me surge una duda, ¿qué interpretación ha de darse al noli me tangere?
29/03/08 10:10 AM
  
Bruno
Juvenal:

Si recuerdo bien el griego que aprendí, la frase original del evangelio (me mou aptou) debería traducirse más bien por "deja de retenerme" o en mejor español, "suéltame".

Es decir, María Magdalena había abrazado a Cristo, como diciendo, "ya no le vuelvo a perder", pero Cristo le dice, probablemente con cariño, que deje de abrazarle, porque tiene que subir al Padre. Es decir, tras las apariciones a los discípulos ya no va a permanecer en el mundo como antes, sino a través de su Espíritu Santo, que derramará sobre los cristianos y en la Eucaristía.
29/03/08 11:41 AM
  
Iscle
Respecto al Evangelio de Juan, he leído últimamente, que algunos estudiosos afirman que, junto con las cartas paulinas, son los textos más antiguos del Nuevo Testamento y que recogen la experiencia reciente tras las resurrección de Cristo.

Me gustaría saber vuestra opinió, y que se escribiese un post al respecto. Si leo el Nuevo Testamento desde esta perspectiva, mi visión de Cristo cambia. Si el Cristo histórico está más cerca del Cristo de Juan y Pablo que del de los sinópticos, la cosa cambia mucho.

Conocí una madrugada en París, un músico que se convirtió al cristianismo tras leer varias veces el evangelio de Juan, para preparar la respectiva pasión de J.S. Bach. Fuí testigo de excepción de cómo ese evangelio, y no los sinópticos, le abrieron los ojos y el corazón.
29/03/08 5:14 PM
  
Bruno
Iscle:

Varios biblistas españoles, como Mariano Herranz, José María García o Mons. César Franco se han dedicado a estudiar el sustrato hebreo-aramaico de los evangelios y han publicado diversos libros en los que muestran que el autor del cuarto evangelio pensaba en arameo (y, en algunos casos, escribió directamente en esa lengua lo que luego se tradujo al griego) y que relata multitud de detalles concretos históricos que sólo pueden venir de un testigo presencial.

De todas formas, yo no diría que Jesús esté más cerca de un evangelio que de otro. El problema no está en elegir un evangelio u otro, sino en leer la Escritura adecuadamente o según criterios extraños a la misma.

Todos los libros de la Biblia, como Palabra de Dios leída en la Tradición de la Iglesia y con la guía del Magisterio, hacen presente al único Jesucristo histórico, verdadero y reconocido por la fe. En cambio, el que prescinde de lo que dice la Iglesia, termina inventándose un Jesús a la medida de sus propios prejuicios.

Un saludo.
29/03/08 7:38 PM
  
Juan Antonio
Yo he oído lo mismo del evangelio de Juan hoy, en una entrevista a un obispo auxiliar de Madrid (no recuerdo su nombre).
29/03/08 11:09 PM
  
Ignacio
Ya lo escribió el gran pensador católico que fue Nicolás Gómez Dávila:
«Nada queda del cristianismo cuando el cristiano se empeña en no parecer estulto al mundo» ("Sucesivos escolios para un texto implícito", ed. Áltera)
30/03/08 6:13 PM
  
nachet
Feliz Pascua de Resurrección a todos.

Que peñazo el Masiá, lleva 30 años con sus rollos docetistas y materialistas. Y todas las veces hay que puntualizarle sus errores y herejías.
Muy, muy pelma. En 30 años diciendo lo mismo no ha hecho ningún discípulo, y ha perdido los que tenía. Tal vez le queden amigos, pero de todas sus pseudodoctrinas no quedará nada cuando se muera, porque los que le hayan prestado oídos sencillamente habrán perdido la fe, y ya no serán cristianos. Cuando se encuentre el día del Juicio con Cristo Resucitado, y Él le diga "mete tu mano en mi costado", supongo que se arrodillará y dirá "Señor mío y Dios mío", pero para entonces el mal ya estará hecho. Creo que sus superiores le harían un gran favor enviándolo a un retiro monacal a que medite sus errores y enmiendas de los Evangelios. Así tendrá tiempo para volver a la senda recta antes de que el Señor el llame. A veces las cátedras le ensorbecen a uno y pierde la perspectiva.
01/04/08 11:57 AM
  
Mª del Pilar
Los discípulos creyeron que Jesús era el Señor porque lo vieron resucitado. Y los apótoles que confesaron haber visto al señor resucitado, nunca dijeron que lo vieron resucitar.

Como dijeron los apótoles:"si el Mesías no ha resucitado, entonces nuestra predicación no tiene contenido ni vuestra fe tampoco".
01/04/08 6:29 PM
  
imanol
es una pena que en esta exposición tan clara las intervenciones hayan sido tan pocas, y en la de Masiá en sus post sucesivos sobre la Pascua (que recuerdan mucho a la "saga" de la fiesta de la Inmaculada) haya habido tantos interviniendo.
Duele leer a Masiá. Duele ver como este hombre ha echado por tierra nuestra fe por la Sacro Santa Hermenéutica. Ya lo dijo anteriormente: los dogmas pueden ser sustituidos por hermenéutica. Y es que, no se sabe por qué afán del destino, resulta que la hermenéutica es capaz de darnos unos conocimientos sólidos y objetivos. "Sabemos por la hermenéutica..." es una de las expresiones de Masiá, que en este caso usa para decir que Lázaro no fue revivido por Jesús. ¿Cómo algo que es puramente instrumental puede fundar nuestra fe? ¿Cómo podemos saber por la hermenéutica que Lázaro no fue resucitado? El evangelio lo narra como un hecho real.
07/04/08 2:38 PM
  
Imanol
Pero el tema de Lázaro tiene una importancia menor. No cambiaría nuestra fe si Jesús no hubiera resucitado a su amigo. Sin embargo, sí que se altera nuestra fe (a punto de desidentificarse) si se afirma que Jesús no fue resucitado por Dios, como dan testimonio los Evangelios y los Hechos y las cartas.
duele leer en el post de "El cenáculo no es un tanatorio" la anécdota de la obra teatral. Duele aun más ver como Masiá llama "cortos de entendederas" a los mayores que viendo la obra de teatro no entendieron bien el hecho de que Jesús no estuviera "en carne y hueso", plásticamente representado por la idea de que no se le podía sacar fotos: "Siempre estuvo ahí".
Eso no es lo que dice la fe. La fe dice que Jesús resucitó, que su cuerpo desapareció y que él, en una forma muy distinta a la anterior pero aun así en carne, volvió.
En algún momento Masiá se ha referido críticamente al dualismo. Pues el incurre en un dualismo gnóstico de libro. ¿Quién estaba con los apóstoles...
07/04/08 2:51 PM
  
Qué barbaridad
En casi todos los blogs sobre temas dogmáticos hay el mismo problema de fondo: ¿Hay que leer los escritos del NT como historia al modo actual o hay que interpretar y tener en cuenta como se escribieron, los géneros literarios... o sea, usar los estudios hermenéuticos? Está claro que hasta mediados del siglo XX, la única forma de leer la Biblia en la iglesia católica era la literal.Parece que el Concilio Vat. II abrió la puerta a la interpretación hermenéutica porque no podía ser de otro modo.
Pues bien, por las respuestas de este y otros blogs, parece que la fe cristiana está unida a la interpretación literal. Los otros son herejes, incluyendo a Masiá.Qué barbaridad.
08/04/08 12:34 PM
  
Imanol
Qué barbaridad:

Varias coasas de las que dices son falsas. PAra emepzar es falso que hasta el concilio la única forma de leer la Biblia fuera de manera literal. Pero creo que eso lo dices por pura ignorancia. Lee un poco más a los Santos Padres o informate un poco de la escuela de Alejandría, te resultaría clarificador.
El tema concreto de la resurrección de Jesús es dogma de fe. No es que los católicos seamos tan cortos que no podamos interpretar de otro modo el evangelio, sino que la hermenéutica correcta es la que afirma que los evangelios hablaban de que Jesús resucitó porque eso es lo que efectivamente querían afirmar lo evangelistas. Es bastante obvio. EL artículo de Bruno es muy clarificador al respecto. Lo de Masiá no sabría si llamarlo herejía o pura estupidez postconciliar, pero si no afirma que Jesús resucitó en cuerpo y alma, íntegra y realmente, se distancia del catolicismo.
09/04/08 1:45 PM
  
opuspirma
Es lamentable, pero es más lamentable ver que errores semejantes se enseñan en el seminario de Barcelona (donde se forman futuros ministros del Señor), por ejemplo, donde un sacerdote niega la transubstanciación eucarística. Roma debería ser más contundente ante casos como estos.

Un saludo
http://opusprima.wordpress.com
24/07/08 9:39 PM

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