Esa no es mi religión
Una cosa que me fascina de los blogs es la posibilidad de que los lectores dejen sus comentarios. En mi opinión, se trata de algo nuevo y revolucionario en la historia de la literatura. Hasta ahora, los articulistas y escritores lanzaban sus escritos “al viento” y no recibían más que alguna crítica aislada de otros escritores como ellos. Con los blogs, cada lector tiene la oportunidad de trasladar, de forma inmediata, sus comentarios al autor y a los demás lectores.
En concreto, en Religión Digital, aun siendo muy interesantes los artículos en sí, sucede muchas veces que los comentarios son todavía más interesantes.
Más de una vez ha sucedido en mi blog que el comentario es más lúcido que mi propio artículo y me han dado ganas de cederle mi puesto al comentarista. En otros casos, aun estando en desacuerdo con lo que afirma el lector, sus comentarios son una exposición muy clara de la postura contraria a la mía, lo que me permite afinar más mis argumentos.Hace unos días, en el blog de X. Pikaza, leí unos comentarios que me impresionaron mucho. Creo que son dignos de mención:
Poner el acento en el mensaje de Jesús significa extraer de los humanos lo mejor que llevamos dentro (aunque a veces la simple química cerebral de bastantes lo impida). De esta forma podremos elevar la dignidad de aquellos que no la tienen y, con ello, la nuestra.
Creer en la divinidad de Jesús es una cuestión de fe; las discusiones en torno a ello sólo sirven para dar círculos sin fin y para matar el rato. Es lógico que el Papa lo recalque, ese es su trabajo, pero el mundo necesita un baño de justicia social y, en ese sentido, la carta del Papa es esperanzadora. Seguro que si ponemos el acento en el mensaje y en la manera de ponerlo en práctica Jesús nos perdonará la tibieza en la defensa de su divinidad.
¿De qué nos sirve su divinidad cuando centenares de niños y niñas mueren diariamente por falta de los cuidados más básicos?Si conseguimos eliminar esa injusticia tan abrumadora habremos puesto a Jesús, divino para quienes lo crean y humano para el resto, en el centro de nuestra vida o, lo que es lo mismo, habremos aprendido su lección, relacionarnos de forma digna con nuestros semejantes e intentar tener una relación más íntima con Dios.
En ningún sitio había leído un resumen tan claro y conciso, a la vez que apasionado, de una forma de entender el cristianismo que, creo yo, está muy extendida.
Voy a ser muy claro. No sé si el comentarista se considerará cristiano, lo que sí se es que esa no es mi religión. En absoluto. Creo que me sentiría más cerca de un protestante o, incluso, de un musulmán sincero que de esas palabras. Ni siquiera es algo nuevo. No es más que el viejo pelagianismo del s. IV que levanta de nuevo la cabeza.
Para este lector y para tantos otros, la fe viene a ser cosa de curas, del Papa, porque “ese es su trabajo". No tiene ninguna relación con la vida real. Hablar de la fe, profundizar en ella, sólo sirve “para dar círculos sin fin y para matar el rato”.
La fe de la Iglesia, por la que han dado la vida miles y miles de mártires (los últimos, un sacerdote y tres diáconos en Irak antesdeayer) no es, creo yo, sólo cosa de curas. Es el tesoro escondido que hemos encontrado los cristianos. Por eso merece la pena dar la vida por no renegar de la fe, porque en ella recibimos una vida que no se acaba.
La frase terrible, “¿De qué nos sirve su divinidad cuando centenares de niños y niñas mueren diariamente por falta de los cuidados más básicos?” no va al fondo del problema. Incluso si mañana “conseguimos eliminar esa injusticia tan abrumadora” gracias a nuestra solidaridad (cosa que me creeré cuando lo vea), ¿de qué le servirá esa solidaridad a los centenares de niños que murieron ayer o a los de antesdeayer o a los de los días anteriores? ¿De qué les servirá a los enfermos terminales incurables? Si mi vida está vacía y no encuentro sentido a mi existencia, ¿me dará ese sentido el tener medios económicos? Si se muere un ser querido, toda la solidaridad del mundo no me lo devolverá. La buena voluntad humana, “lo mejor que llevamos dentro”, no puede responder al interrogante del sufrimiento.
Precisamente para todas esas personas, para todos los seres humanos muertos, vivos o aún por nacer, la divinidad de Jesucristo es la única respuesta válida al sufrimiento. Que Dios haya amado tanto al mundo que haya entregado por ellos a su único Hijo, que el mismo Dios eterno haya compartido sus sufrimientos es el único signo de esperanza que pueden recibir. Que un judío de hace dos mil años fuera buena persona no me sirve de nada, pero si el Hijo de Dios me ama y lo ha demostrado hasta la muerte, puedo estar seguro de que nada en este mundo me puede quitar la Vida que tiene preparada para mí. ¿Quién nos separará del amor de Dios? La tribulación, la angustia, la persecución… en todo vencemos fácilmente por aquel que nos amó.
Si algún día pierdo mi trabajo y, además, pierdo mi fe cristiana, estaré muy agradecido a cualquiera que me ayude a encontrar trabajo para mantener a mi familia y que me hable de Dios. Pero, si por circunstancias que no puedo imaginar, fuera imposible hacer las dos cosas, ruego a quien me lea que no me prive del Evangelio. Yo sé lo que me da la vida y no es poseer una casa, que mis hijos tengan todo lo que necesitan o disfrutar de unas condiciones de vida dignas. Por todo eso le doy gracias a Dios, pero también se las daría, con su ayuda, si me quedo sin ello. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó. Bendito sea el nombre del Señor.
Hablar de un “mensaje de Jesucristo” separado del propio Cristo es una entelequia. Su persona, sus actos, su encarnación, muerte y resurrección son parte esencial del anuncio cristiano. Jesucristo resucitado, vivo y con poder en medio de su Iglesia, es el único que puede hacer que amemos de verdad a los demás. No está en nuestras fuerzas amar a nuestros enemigos, aceptar a los demás como son o dar la vida por los demás. Sólo la gracia de Dios hará que un egoísta como yo pueda dar la vida con alegría por su familia, por sus amigos, por su comunidad o por los pobres.
Después de la proclamación de la fe en la liturgia bautismal, el sacerdote dice: “Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar en Cristo Jesús, Señor nuestro” y toda la asamblea responde “Amén". Pues eso: Amén.
10 comentarios
No he querido contraponer fe y amor. Sería absurdo. Lo que he contrapuesto es amor que brota de la fe (lo que siempre ha defendido la Iglesia) y amor meramente humano separado de la fe (que es lo que defendía el comentarista). El problema es que, sin la gracia de Dios, es imposible amar como lo hace Jesucristo. El hombre no es capaz de amar a sus enemigos por sus propias fuerzas. Por eso, quien piensa que la fe no es necesaria se condena a no poder amar como Cristo.
Cuando una persona no conoce a Cristo, pero hace lo que puede por amar a los demás y vivir en la Verdad tal como la ve, Dios le regalará un día la salvación de Jesucristo, pero aún no la tiene.
Tus comentarios siempre son bienvenidos. Un saludo y hasta que vuelvas.
La verdad es que no veo la relación de lo que dices con el artículo.
Tampoco recuerdo que la Iglesia "oficial" haya apoyado el aborto, la investigación con células embrionarias o la guerra (de Irak, supongo).
Sin duda, estoy de acuerdo en que muchas de las posturas del PP están muy lejos de ser evangélicas.
Me recuerda al libro de Soloviev, la descripción que hace del anticristo: un gran personaje que defiende valores (el mensaje) de Cristo pero sin la persona de Cristo.
Sin duda alguna. Al final, el moralismo es una modalidad de un cristianismo de la Ley, que no tiene en cuenta la gracia.
El moralismo nunca tiene un buen fin.Los que "cumplen" se sienten por encima de los demás, mientras los que se ven incapaces odian lo que creen que es el cristianismo.
Para participar de la gloria celestial se requiere buena voluntad (ética) en el camino. Religión sin ética es peor que ética sin religión. Tildar de moralismo a quien camina por la ética puede muy bien ser autosuficiencia rabínica e hipocresia farisaica.
Ojo al parche!
Nada más lejos de mi intención que separar Religión y ética o, mejor dicho, fe y amor. Lo que intento mostrar es, precisamente, que son inseparables y ambas forman parte esencial de lo que es ser cristiano.
Sólo se puede amar como Jesucristo mediante la gracia de Dios. El que cree que la fe no tiene importancia y sólo se fija en la solidaridad se limita, por su propia voluntad, a un amor meramente humano basado en las (débiles e inconstantes) fuerzas humanas.
Por supuesto, quien afirma ser cristiano y tener fe pero no ama a los demás se engaña. Como dice la carta de Santiago: muéstrame tu fe sin obras y yo, mediante mis obras, te probaré mi fe.
No seràs capaz de engañar ni de odiar, estas entonces seràn las obras de las que habla Santiago (por supuesto desde mi punto de vista). Las polìticas al interior de la iglesia, las intrigas, los abusos de poder y de orden sexual son el resultado de la falta de espiritualidd.
Tenemos desgraciadamente una Iglesia insensible, alejada del mensje original. El celibato una mas de sus invenciones que al final les viene a provocar miles de problemas.
"Las polìticas al interior de la iglesia, las intrigas, los abusos de poder y de orden sexual son el resultado de la falta de espiritualidd.": completamente de acuerdo.
"Tenemos desgraciadamente una Iglesia insensible, alejada del mensje original. El celibato una mas de sus invenciones que al final les viene a provocar miles de problemas." El hecho de que haya pecadores en el seno de la Iglesia ya sucedía en las comunidades de San Pablo (basta ver sus cartas). Por otra parte, el celibato lo inventó el propio Jesús y San Pablo lo defendió con todas sus fuerzas.
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