En la otra punta del mundo
Alejandro, lector y comentarista del blog, me ha mandado, desde Sevilla, su experiencia en la peregrinación a Sidney al encuentro con el Papa.
Espero que les guste.
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Mi nombre es Alejandro, tengo 19 años y estoy en una comunidad Neocatecumenal en Sevilla. Quiero compartir con vosotros mi experiencia de la Jornada Mundial de la Juventud que se celebró este verano en Australia.
En mi parroquia la peregrinación empezó hará cosa de un año, ya que teníamos que trabajar para poder pagar los más de tres mil euros que costaba el viaje. En este tiempo veía cómo el Señor iba por delante quitando obstáculos, lo que para mí fue un signo clarísimo de que Dios me estaba esperando en la otra punta del mundo, allí donde no tenía nada en lo que refugiarme, en la precariedad de la peregrinación.
Y ves cómo el Señor “escribe derecho con renglones torcidos”, ya que me hizo llegar a Australia siendo mi vida un fracaso según mis esquemas, todo para poderse encontrar conmigo tal como soy, un pobre pecador que quiere hacerse todos los días un dios de sí mismo. Después de un año de relación con mi novia rompimos medio mes antes de partir a Sidney; suspendí cuatro asignaturas cuando yo en mi vida he tenido que estudiar en verano… ¡Cuatro nada menos! El demonio me hacía ver que había decepcionado a mis padres, con lo que otra carga más… y, así, un golpe tras otro a mi orgullo hasta que el Señor me concedió la humildad suficiente como para preguntarle qué quería de mí.
En esto llegamos a Sidney después de una paliza de avión digna de recordar. Las calles llenas de gente, un ambiente impresionante, gente de todos los lugares del mundo (muchísimas banderas españolas y del Líbano) y todos congregados por un viejecito a quien, día sí día también, ponen de vuelta y media en la prensa.
Resulta que este hombre venía a hablarnos a los jóvenes con palabras de Verdad y de Vida, anunciándonos que ser cristiano implica dejar que sea Dios (mediante el Espíritu Santo que te guía) el que lleve las riendas de tu vida. ¡Alejandro, despierta! No busques la felicidad en los estudios, en tu novia, en ser el hijo perfecto…”espera en Dios que volverás a alabarlo”.
Me tuvo que llevar el Señor a la otra punta del mundo para hacerme ver que mi sufrimiento venía por vivir TODO para mí, ego, ego, ego…el cristiano está llamado a AMAR en la dimensión de la cruz, en la entrega total. Y se me cayeron los esquemas. El Señor contestó mi pregunta: Quiero que seas feliz. Siguiente eucaristía, salmo responsorial: “Me enseñarás el camino de la vida”. Está todo dicho.
No quiero enrollarme más, ya que la única finalidad de estas líneas es glorificar a Dios, pero os podría contar cómo el Señor hace milagros, y si los ha hecho en Australia, si los ha hecho en mí, pobre pecador, yo te aseguro HOY que tiene poder para hacerlos en tu vida.
A día de hoy sigo sin novia y con unas cuantas asignaturas pendientes, pero “¿Quién nos separará del amor de Dios?” Es un sello que el Señor me regala y que quería compartir con vosotros.
La paz.
Alejandro.
8 comentarios
Me ha recordado a aquello de Abraham: "sal de tu tierra". También él tuvo que salir de su comodidad y sus rutinas para encontrarse verdaderamente con Dios.
Que la Paz esté con vosotros
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