El Papa en Brasil: un rosario de bendiciones
El País publicaba ayer un editorial, que ha sido reproducido por Rumores de Ángeles, dedicado al tema del viaje del Papa Benedicto XVI a Brasil. Quizá lo más significativo de este editorial es su título: “Benedicto en Brasil: un rosario de condenas“. Estas condenas a las que hace ilusión El País son aquellas “referidas al aborto, el divorcio, las relaciones prematrimoniales y el uso del preservativo, defendiendo al mismo tiempo la castidad matrimonial y el celibato obligatorio de los sacerdotes”.
Temo que El País no ha entendido nada de lo que ha dicho el Papa. En mi opinión, la clave para comprender lo que ha dicho Benedicto XVI en Brasil se puede encontrar en lo que hace años dijo , en Madrid, a los seminaristas: “No miréis, por tanto, lo que dejáis; mirad lo que recibís”. Lo que los sacerdotes y todos los cristianos dejamos no es nada, menos que nada, en comparación con lo que recibimos de Dios.
Todas esas “condenas” de las que habla El País no son, en realidad, más que bendiciones, regalos que el Señor hace a su Iglesia. Entiendo que el que no conoce a Jesucristo y no está en la Iglesia no sea capaz de verlo, pero el que ha experimentado la vida cristiana sabe que las palabras del Papa son expresión de la felicidad que Dios ha preparado para sus hijos.
En esas palabras, yo no veo sino el regalo divino de la vida humana desde la concepción y pienso en el hijo que espero y que da patadas a su madre cuando tiene ganas de juerga. Veo el sacramento del matrimonio cristiano, que permite a los esposos amarse hasta la muerte, a pesar de la fragilidad humana (de mi fragilidad concreta, que conozco perfectamente). Veo la generosidad de Dios, que nos impulsa a abrirnos a la vida, recibiendo con cariño los hijos que él nos regala, y que me permite escribir estas líneas con dificultad, porque mi hija se empeña en sentarse en mis rodillas. Veo la gracia, que yo he podido experimentar, de vivir un noviazgo cristiano en el que los novios se respetan mutuamente, en vez de utilizarse como meros objetos. Veo a tantos sacerdotes que he conocido y que han sido para mí, en su celibato dichoso y sincero, un signo de que el amor de Dios puede llenar el corazón. Veo, en fin, que, como al ser elegido, Dios no nos quita nada y nos lo da todo.
El viaje de Benedicto XVI a Iberoamérica me ha recordado las palabras del salmo 84: pasando por el Valle del Llanto, lo convierte en un oasis, como si la lluvia temprana lo cubriera de bendiciones. Ante la difícil situación de Brasil, ante las desigualdades sociales, la desintegración de la familia, la amenaza del aborto, la proliferación de las sectas, la desorientación de los católicos que dejan la Iglesia, el Papa ha acudido a recordar a los brasileños dónde pueden encontrar hoy la felicidad, cómo pueden recibir de Dios las bendiciones que necesitan. A modo de una humilde señal de carretera, lo único que ha hecho es señalar, con sus palabras y con sus actos, sin buscar atajos falsos que no llevan a ningún sitio, cuál es el camino de la vida.
Hay quien esperaba que el Papa dijese a los brasileños que, si las riquezas se repartiesen justamente, se acabarían todos los problemas, es decir, que se sumase a la multitud que considera que el dinero es, en última instancia, lo más importante. Benedicto XVI, movido, en mi opinión por el Espíritu Santo y como hizo en otro tiempo San Pedro, se ha acercado a los más pobres sin oro ni plata, para dar lo único que tiene y lo que de verdad salva: una palabra en nombre de Jesucristo.
11 comentarios
Me parece que, en este caso, el truco está en quitarse unas gafas que no son necesarias y ver las cosas como realmente son.
Permítame corregir sus versos y decir:
No tengáis duda alguna:
felicidad suprema sólo hay una
y el día en que tú, al fin, lo creas,
dichoso gozarás en lo que veas.
Estaba bebiendo agua cuando he leído tu comentario y me he atragantado de la risa.
Gracias, como siempre, por tus comentarios.
"El mundo de fantasìa que vive el Papa es eso, ò solo mantener un discurso de lo que debe ser, la realidad es otra muy diferente. Actualizarse ò morir.": precisamente, el Papa, como todos los cristianos, ha encontrado una Buena Noticia que ha cambiado su vida totalmente y no hace más que ofrecérsela a los demás.
Karla:
La Iglesia en general se vuelca en los pobres y tiene más organismos asistenciales y personas dedicadas al servicio de los pobres que cualquier otra institución del mundo. Sin embargo, los que somos cristianos sabemos que el Evangelio vale más que toda la ayuda material que uno se pueda imaginar.
Muchas gracias por tu amable comentario.
En cuanto a lo que dices de los sacerdotes, he vivido mucho tiempo en la misma casa que varios sacerdotes y puedo asegurarte que vivían su celibato con alegría. Sin duda habrá otros que no lo hagan, como tú dices.
En mi opinión, la diferencia entre unos y otros suele estar en que los primeros están verdaderamente enamorados de Cristo y son fieles a su Iglesia, mientras que los segundos, a menudo, se han apartado de la oración y de la confesión, cortando así el canal de la fuerza que Dios da para vivir de otra manera.
Dejar un comentario