El matrimonio entre los no bautizados ¿Dios ayuda o no?
. Hablando de la importancia del sacramento del matrimonio, Juan Antonio ha planteado la siguiente pregunta:
Bruno, una pregunta con un poco de malicia: en los matrimonios no cristianos, ¿Dios ayuda o no? Porque también hay matrimonios no cristianos que se quieren y se aguantan toda la vida.
En primer lugar, hay que decir que sacramento del matrimonio como tal no puede existir entre dos personas que no hayan sido bautizadas (igual que un no bautizado no puede ser ordenado sacerdote, ni recibir la primera comunión). Los sacramentos se producen únicamente en las personas unidas a Cristo por el bautismo y en la Iglesia, que es en sí es el gran sacramento de Cristo.
En cambio, entre cristianos no católicos sí que puede existir el sacramento, ya que, como dice Sofía, el ministro del sacramento son los propios esposos (no el sacerdote) y esos esposos, por su bautismo, están unidos de alguna forma a la Iglesia. Entre los ortodoxos, que han conservado la sucesión apostólica y la integridad esencial de la fe, el matrimonio es un sacramento válido. Entre los protestantes, a pesar de que no creen que el matrimonio sea un sacramento, es posible que exista ese sacramento, según los casos y la intención de los esposos.
Hemos visto que el matrimonio entre personas no bautizadas no es un sacramento, pero eso no quiere decir que no sea algo querido por Dios. El matrimonio fue instaurado por Dios ya en la creación, en un plano natural, como una imagen del amor trinitario: Hombre y mujer los creó. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, de modo que sean los dos una sola carne. Dios ha querido hacer al hombre incompleto en cierto modo y necesitado de encontrar su complemento en la mujer, para que el amor natural sea el fundamento de la vida social y humana y el entorno previsto para traer al mundo a los hijos.
La bendición de los esposos de la liturgia nupcial, dice, de una forma muy bella: Oh Dios, que unes la mujer al varón y otorgas a esta unión, establecida desde el principio, la única bendición que no fue abolida ni por la pena del pecado original ni por el castigo del diluvio. Por lo tanto, ese plan de Dios para el hombre y la mujer, que se manifestó en la creación, continúa vigente para todos los hombres, a pesar de que por el pecado nos hayamos alejado del plan divino.
Así pues, el matrimonio natural entre los que no están bautizados es algo querido por Dios para ellos y, sin duda, Dios ayudará a esos matrimonios no cristianos, aunque de otra forma que a los matrimonios cristianos. Las personas que no han conocido a Jesucristo, no simplemente en el matrimonio sino en todos los aspectos de la vida, pueden ver a Dios “de lejos” pero de una forma real y auténtica, en su aspecto no personal de Verdad, de Bien, de Belleza. Los cristianos, en cambio, le conocen personalmente, a través de su Hijo Jesucristo, manifestado en la carne, presente en su Iglesia y que actúa en los sacramentos.
En un matrimonio no cristiano, Dios ayudará a los esposos (cuando se dejen) a buscar el bien de la otra persona, la verdad en sus relaciones, a quererse de forma natural en la medida de sus fuerzas, etc. Todos conocemos matrimonios en los que los esposos se toman muy en serio el matrimonio, el amor y la entrega mutuos y el cuidado de los hijos, a veces de forma admirable. En todo ello, aun inconscientemente, están cumpliendo la voluntad de Dios inscrita en sus corazones y no les faltará la ayuda de Dios.
Aún así, el alejamiento de Dios que provocó el pecado del hombre hace que estos matrimonios noten siempre una separación, una distancia insalvable entre lo que desearían para su matrimonio y lo que es posible para sus fuerzas. La realidad se queda siempre corta con respecto a lo que desea su corazón: como dice el Catecismo, el matrimonio natural sufre la esclavitud del pecado, de la que sólo Cristo nos puede salvar.
En cambio, en el matrimonio como sacramento, Dios participa además personalmente en el pacto de los esposos, que se convierte en una verdadera Alianza, en la que participan el esposo, la esposa y también Dios. Ese matrimonio esta “redimido”, salvado, en el sentido de que participa de la salvación que nos ha traído Jesucristo y que afecta a todas las realidades humanas. Por eso el amor de los esposos cristianos, aun en medio de la debilidad humana, puede ser como el amor de Jesucristo, un amor más allá de sus fuerzas, un amor que se extiende al enemigo, es decir, el amor de caridad que sólo podemos recibir de Cristo.
Los esposos cristianos, además, renuevan en la Eucaristía la presencia de Cristo en ellos, reciben su perdón en la Penitencia, escuchan la Palabra de Dios que transforma sus vidas y, en la oración, reciben la fuerza necesaria para quererse siempre. En ese sentido, Dios puede hacer que esa distancia insalvable de la que hablábamos antes entre la realidad del matrimonio y lo deseado por los esposos, sea superada por su gracia, que puede hacer milagros en ese matrimonio y de hecho, en mi experiencia, los hace.
Dios, además, se compromete en el matrimonio sacramental de una forma especial, uniendo ese amor al de Cristo por su Iglesia. Por eso el matrimonio cristiano es indisoluble y no puede romperse, igual que nunca puede romperse el amor de Cristo por su Iglesia, mientras que el matrimonio natural no es necesariamente indisoluble, ya que la voluntad humana ha quedado debilitada por el pecado. Sin embargo, aunque el matrimonio civil puede disolverse y, de hecho, se rompe muchas veces por el divorcio, los esposos notan en su interior una llamada, una verdadera vocación, a que ese matrimonio dure para toda la vida y, a menudo, en la medida de sus fuerzas, intentan que así sea.
En resumen y en mi opinión, el matrimonio natural entre los no cristianos es algo bueno y maravilloso, inscrito en la misma naturaleza humana creada por Dios como una vocación para el ser humano. Dios estará presente en él bajo la forma de Verdad, Bien y Belleza. El matrimonio cristiano es ese mismo matrimonio natural, pero redimido por Cristo y metido de lleno en la vida de la gracia sobrenatural, con una presencia especial de Dios, ya que el mismo Dios ha querido participar en él personalmente.
Por eso, si unos esposos no cristianos se convierten y reciben el sacramento del bautismo y del matrimonio, no experimentarán que este sacramento niega o condena su situación anterior, sino más bien que la lleva a plenitud, que la santifica, la redime, la purifica y la llena de Dios, como ellos siempre habían deseado aun sin saberlo.
40 comentarios
Dios concede la fuerza para superar las adversidades, no sólo en el matrimonio, sino en todos los aspectos de la vida. Sin embargo, la gracia no es automática. Puede darse la llamada "gracia tumbativa", que se apodere por completo de la actividad de una persona para producir su efecto de manera irremediable, pero no es lo habitual: lo normal es que la gracia se ofrezca. Dios da la gracia necesaria para superar la dificultad, pero el hombre debe acogerla, debe colaborar con su libertad para que esa gracia dé su fruto. Si el hombre no pudiera oponerse a la acción de la gracia se vería reducido a un autómata, y perdería la libertad que le distingue. Sabemos que "Dios es fiel, y no permitirá que seamos tentados por encima de nuestras fuerzas" (1Cor 10,13): por eso, cuando nos vence la tentación o las dificultades nos superan, no es que haya faltado la ayuda de Dios, sino nuestra respuesta a esa gracia.
Creo que es una buenísima pregunta, porque no es algo abstracto ni teórico, sino fundamental para quien esté casado o se pueda casar en el futuro.
La ayuda de Dios en el matrimonio cristiano no es algo mágico en el sentido de que baste pronunciar la fórmula del sacramento para que desaparezcan todos los problemas.
Dios se compromete a transformar un matrimonio cristiano, a permitir a los esposos ir más allá de sus limitaciones, a amar como ama Jesucristo, pero para ello hay que poner el matrimonio en sus manos y aceptar que quien lleva las riendas de esa familia es Dios y no nosotros. Hay que aceptar que sus planes pueden ser distintos que los nuestros y hay mucha gente que no está dispuesta a ello. Un caso muy claro es el de la apertura a la vida. Otro también muy claro es la forma de mirar el dinero, porque si una familia hace del dinero lo más importante, Dios ya no es lo fundamental en ella: "no podéis servir a Dios y al dinero".
También es necesario dar un espacio real a Dios en la vida del matrimonio: los esposos y los hijos deben rezar juntos de forma regular, asistir también juntos a la Eucaristía, recibir el perdón de los pecados. Que los hijos vean que Dios es esencial para sus padres, que acuden a él cuando tienen problemas, que el dinero no les esclaviza, que se preocupan por los que están necesitados y ven a Jesucristo en sus huéspedes.
Finalmente, la familia, como iglesia doméstica, debe formar parte de la Iglesia universal: eso supone que se deje enseñar por la Iglesia, para evitar ir por caminos que no son de Dios, y, en la medida de lo posible, que se participe en algún grupo cristiano que enriquezca la vida de los esposos y de los hijos.
Yo creo que, si esas tres grandes cosas que hacen a Dios presente en la familia se cumplen, Dios dará siempre las fuerzas necesarias para vencer cualquier dificultad, en medio de los defectos humanos de los esposos e hijos y respetando siempre su libertad. Por desgracia, muchos cristianos rechazan, olvidan o nunca se han planteado una o varias de estas cosas.
Todo esto no es más que un intento de explicar, desde mi experiencia, lo que muy bien ha dicho Aquinate.
(I) "Me alegro de que usted se compadezca de mi ignorancia. Yo, por mi parte, rezaré por usted, para que Cristo habite en su corazón y, arraigada y cimentada en el amor, pueda conocer el amor de Cristo, que excede todo conocimiento".
Estimado blogger, gracias por sus oraciones, pero en la espiritualidad sólo me interesan aquellos enfoques donde no se encuentren "sentimentalismos piadosos ni efusiones devotas, ni coloquios con un dios, sino un camino sistematizado para desencadenar una fuerza interior que lleve a lo Incondicionado". El entrecomillado pertenece a un clásico sobre las prácticas de amplificación de la conciencia y descondicionamiento del budismo.Para mí el fideísmo credencial y devocional es una forma de religiosidad menor y, como dice el clásico citado, "es el colmo de la presunción reivindicar para tal religiosidad el carácter de una espiritualidad superior, más aún, de la espiritualidad por excelencia".
Esto es evidente, negarlo es falsear la realidad.
Con Pedro Lombardo o sin él (insisto:nunca hubo una desautorización expresa a su doctrina), la cuestión clave es que si el matrimonio pertenece sólo a "este mundo" y si no se concede ningún valor transcendente o sobrenatural al eros entre hombre y mujere, hablar de 'sacramento' y de 'misterio' es un puro juego de palabras, una ficción, sin ningún contenido real.
- Dice que la castidad permanente es necesaria para la religiosidad perfecta. Justifica la condena a Joviniano "que rebajó la virginidad al mismo plano que el matrimonio".
- La mujer es un humano de categoría inferior al varón. Dios consiente ese subproducto en tanto que necesario para la reproducción que garantiza la supervivencia mundana de la especie...y de la Iglesia.
-El acto sexual recibe calificativos muy delicados a lo largo de su obra: 'corrupción de la integridad', 'impureza corporal', 'deshonra', 'mancha', 'suciedad'. Se dice que impide los actos espirituales y constituye un obstáculo para una mayor honestidad.
Sobre Agustín de Hipona veo que han guardado silencio. Es lo mejor, sin duda.
No pudiendo prescindir totalmente del eros, el cristianismo lo redujó a algo puramente natural (reproducción + remedio para la concupiscencia)sólo autorizado bajo contrato conyugal.Cuando el poder cohercitivo de la Iglesia empezó a decaer, se produjo una reacción contra la teología y la moral de odio al eros con la que se había asfixiado a Occidente durante siglos. Pero esa reacción se mantuvo dentro del mismo plano de profanación y naturalización del eros que impuso la Iglesia: sólo que ahora del puritanismo se había pasado al hedonismo.
Hay una utilización de la filosofía pagana para apuntalar -de aquellas maneras- la dogmática cristiana.
Pero una metafísica de la altura de la de las tradiciones orientales, de la de Plotino, ni la hay ni se la espera.
Saludos.
Sólo por curiosidad, no sé si ya lo ha dicho antes, ¿qué religión profesa Vd.?".
No profeso nada. He estudiado Historia de las Religiones y a eso me dedico.Tengo elementos para comparar. Y también, por supuesto, más simpatía por algunos lenguajes espirituales que por otros.
¿Usted qué religión profesa? ¿Cuánto conoce de las otras? Tampoco sé si lo ha dicho.
Saludos
Aurora: lo que me pasma es esa seguridad tuya y, sobre todo, esa manera de decir ´falso´aunque no confíes en que nadie te escuche. Y me admira tu facilidad para explicar con tanta claridad lo que parece tan complicado. Gracias también.
Concretamente hay algo que me ha gustado, aunque sea de lo más pedestre de tu explicación. Es este párrafo:
´ Sería oportuno analizar la responsabilidad que la concepción cristiana del eros ha tenido en la presente degradación de la sexualidad en Occidente.´
De acuerdo. La banalidad de las experiencias sexuales en que vivimos inmersos en el occidente ´desarrollado´tiene su origen sin dusda en el la propia Iglesia y sus doctrinas acercade la suciedad intrínseca del sexo. Lo maticen como lo maticen, así ha educacdo la Iglesia siempre en materia sexual.
Bruno: hubo una preguntilla mía que no has explicado.
No sé a qué pregunta te refieres.
En cuanto a lo que dices del sexo, eso no es lo que ha enseñado nunca la Iglesia, sino lo que enseñaban una buena parte de los gnósticos, que odiaban la materia, y la Iglesia lo condenó varias veces como una idea anticristiana.
Desde luego, lo que no hace la Iglesia es "banalizar la sexualidad"; todo lo contrario, es algo tan importante para el ser humano que, para que se viva como Dios quiere, debe integrarse en el ámbito de la entrega mutua de los esposos en el matrimonio.
En mi opinión, no tiene ni la más mínima relevancia lo que me importe a mí o le importe a usted "en la espiritualidad". No creo que sea una cuestión de preferencias, lo que importa es lo que es o no Verdad, y todo lo demás importa poco.
Observo que no habla usted nunca de lo bueno y lo malo. ¿En esa espiritualidad que le interesa no hay espacio para el Bien y el Mal?
Por otra parte, la absolutización de las experiencias como fundamento de la vida espiritual parecería implicar que cualquier tipo de experiencia es enriquecedora: las drogas, el odio, el crimen o el suicidio son experiencias también, al fin y al cabo. ¿Qué las distingue de las experiencias que "amplían la conciencia".
También dice usted que el culmen de la espiritualidad es conocer lo Incondicionado, la fuerza interior y la ampliación de la conciencia, es decir, algo totalmente impersonal. Quizá haya que tener en cuenta que la totalidad de la experiencia humana indica que las personas son algo superior a absolutamente todas las realidades impersonales. En mi opinión, afirmar que lo más importante de la vida es algo impersonal es lo mismo que afirmar que la vida no tiene sentido. Los cristianos nos encontramos con una Persona (infinitamente superior a todas las personas, es cierto, pero que es Alguien y no algo, a quien podemos amar y que, sorprendentemente, nos ama sin que lo merezcamos).
Otra consecuencia de lo anterior es que, según sus presupuestos, la persona humana no tiene un gran valor, porque el final de ese proceso que usted menciona siempre es, hasta donde yo conozco, la disolución de la persona. En cambio, para nosotros los cristianos, Aurora es una persona infinitamente valiosa, pensada y amada por Dios ya antes de la creación del mundo, imagen de Dios en su propio ser y destinada a la felicidad eterna.
Cuando ha hablado usted del eros, pensé que lo hacía en el significado clásico de la palabra común desde la filosofía griega, como el amor que desea conseguir lo que no se posee, que está muy presente en el cristianismo y en toda la filosofía cristiana. Si usted utiliza el término en el sentido freudiano que lo reduce al puro instinto sexual, ciertamente eso no se sacraliza en el cristianismo.
De nuevo le digo que el cristianismo no está representado por la posición, en un punto concreto, de este o aquel teólogo, sino por la doctrina de la Iglesia. En cualquier caso, creo que no entiende bien a Santo Tomás, como ya ha puesto de relieve Aquinate en un comentario. La virginidad consagrada a Dios hace presente de una forma muy especial las realidades sobrenaturales, ya que constituye un signo de que el Amor de Dios basta para hacer feliz al hombre, prescindiendo de las cosas que suelen tomarse como condiciones para ser felices. Dicho eso, en la Iglesia virginidad y matrimonio no son opuestos, sino modos diferentes de hacer presente el amor de Dios.
La metafísica cristiana utiliza, sin duda alguna, todo lo bueno que encuentra en la filosofía griega y lo supera desde una visión más amplia que permite la Revelación. No veo donde está el problema de eso. La gran diferencia profunda con Plotino es que éste, para conseguir una mayor unidad aparente, disuelve la realidad propia de cada ser, mientras que la metafísica cristiana, desde la óptica de la creación, respeta la realidad de los distintos seres, que no son pura apariencia sino que tienen una existencia verdadera y querida por Dios.
Finalmente, según entiendo, el camino espiritual que usted propone se basa únicamente en las fuerzas humanas. Por un lado, eso hace que sólo sea válido para los "mejores" seres humanos, los más listos, los que conocen los secretos de la ampliación de la conciencia, pero no sirve de nada para la inmensa mayoría de la humanidad. ¿Qué tiene que decir su espiritualidad al esclavo negro que murió en un barco negrero en el s. XVIII? Por otra parte, como esas fuerzas son muy limitadas incluso para los mejores de entre los hombres, los resultados serán necesariamente limitados.
Nosotros los cristianos hemos recibido y anunciamos una salvación accesible para absolutamente todos los hombres, ya que Dios la regala a quien quiera aceptarla, que nos lleva, de la mano de Dios, mucho más allá de donde alcanzan nuestras fuerzas y que, además, tiene algo que decir sobre ese esclavo negro desconocido que murió hace tres siglos, porque también él estaba en manos de Dios y, según hemos experimentado, nos podemos fiar de Dios porque nos ama inmensamente.
Un saludo.
Olé tus huevos. Con dos cocos.
No sólo eso, sino que además la Iglesia tiene la culpa de que la propiedad de los medios de producción esté en manos de unos pocos, del cambio climático y de la muerte de manolete.
Ale, ya te puedes ir a dormir, llena de espíritu de comunidad eclesial.
Cuentan de un sultán de Oriente (¿conocería a Plotino?) que consagró su vida a conseguir la felicidad para sus súbditos. Su primera disposición fue que se ahorcara en la puerta de la ciudad a cualquier filósofo que pretendiera entrar.
de la muerte de MAnolete no veo del todo culpable a la Iglesia, aunque... no sé, no sé..
Y de que la propiedad de los medios de producción esté en manos de pocos, un poco sí..
Ahora, de la degradación del sexo, de su banalización, etc. desde luego que sí hay mucha culpa en el rígido concepto pecaminoso que ha proclamado la Iglesia. Es fácil dar bandazos de un extremo a otro.
Mira nachet, espíritu eclesial no puede ser alabar todo lo que la Iglesia ha hecho y hace porque volveríamos, entonces, a quemar en la hoguera a todos los que denunciara LF
Muchas gracias por ese texto precioso. Siempre me ha encantado R. Cantalamessa, pero no había leído nunca este párrafo.
Nachet, Yolanda:
Yolanda, tienes que reconocer que Nachet tiene chispa.
Mi pregunta es la siguiente: ¿Un matrimonio civil entre dos cristianos, o un matrimonio entre dos personas no bautizadas, (realizados, por supuesto, con libre consentimientos entre los contrayentes) es válido a los ojos de Dios? Y, en caso afirmativo: Si en ambos casos las parejas se divorcian ¿pueden, desde el evangelio, volverse a casar? O, voy más al grano: ¿el matrimonio de doña Letizia, divorciada, fue un adulterio, visto desde el evangelio? (Le digo desde el evangelio, no desde el derecho canónico). Gracias
Me parece una frivolidad pretender que el desmadre y la banalización de la sexualidad actual sea responsabilidad de la Iglesia, cuando lleva 2000 años defendiendo lo contrario. Ya sé que se ha puesto de moda entre el pensamiento modernista esa argumentación tan cómoda y tan pobre de echar la culpa de lo malo que hay hoy al que gobernaba ayer (o más bien anteayer de anteayer), pero todo tiene un límite.
En cuanto a la doctrina moral de la Iglesia sobre sexualidad y vida conyugal, no se la inventó el concilio de Trento ni Pío IX. Es una traslación directa de las directrices de Jesús, que condenó como pecado el adulterio (se oponía a la lapidación de adúlteras, pero lo condenaba), que equiparó el repudio al adulterio y que colocó la fornicación en una larga lista de faltas graves como el homicidio o el falso tes...
Digo, ya que nos ponemos a buscar las fuentes originales del cristianismo, por encima de concilios y demás, que ahora está de moda...
Como las discusiones en este artículo ya han sido muy largas, si le parece bien dedicaré un artículo al tema que me propone en los próximos días.
nachet tendrá chispa pero también me tiene una tan indisimulada manía, que ya aburre
nachet:
hartita me tenéis con decir cosas como
´se ha puesto de moda entre el pensamiento modernista esa argumentación tan cómoda y tan pobre..´.
Que ya está bien: ni modernista, ni cómoda, ni pobre ni MENOS AÚN ´MODA´. Pensamiento y moda son términos incompatibles que espero que no se te ocurra volver a relacionar con mi forma de pensar.
Por supuesto que sé que aún puedes ser más bestia. En otras ocasiones no te ha asistido tanto el Espíritu.
La Iglesia de tanto predicar castidaes al límite de lo humanamente posible, ridículas en detalles vergonzosos y a fuerza de obsesionarse con el 6º mandamiento como si no hubiera más, pror supuesto que ha propiciado el desmadre banalizador del sexo, aunque no sea más que por la hartura de haber vivido bajo ese yugo de pacatería amenazadora.
Hoy en día, aquellos a los que se predicó una castidad "al límite de lo humanamente posible, ridícula en detalles vergonzosos etc." no tienen menos de 50 años. Sin embargo, los que viven principalmente el sexo como algo banal, sin sentido, fuera de todo límite e inhumano son precisamente aquellos que jamás han oído predicar sobre la castidad ni sobre el sexto mandamiento. Yo tengo casi treinta años y nunca ?NUNCA? he oído predicar sobre esta cuestión. No sé si aquella "pacatería" era "amenazadora", pero me parece más sana la forma de vivir la sexualidad de la generación de mis padres que la de mi generación.
Lo de la pacatería está bien, pero al final tu argumento viene a ser algo así como que la culpa de la corrupción en la administración pública la tienen los políticos honrados por ser tan puntillosos con lo de la honestidad.
La pacatería de la Iglesia obsesionada por el sexto mandamiento espero que en breve me la rebatas con textos evangélicos que demuestren que exagera pidiendo castidad fuera del matrimonio (que al final, a eso se limita la doctrina católica). La profundidad de tus conocimientos en textos sagrados (y no es ironía, sino constatación de la realidad) te capacita sobradamente para hacerlo.
Es cierto que puedo ser más bestia. Te agradezco sinceramente tu tono mesurado, porque tú también puedes ser más destemplada, hiriente y ofensiva, como lo demuestran tus constantes descalificaciones del blogger, al que llamas hipócrita e i...
No te preocupes, que no te tengo manía. Ni siquiera te replicaría si no fuera porque tienes la manía desagradable de atacar injusta y muy poco fraternamente a la Iglesia heredera de los apóstoles, Madre de todos los cristianos (ya ves, figura femenina), en cuyo seno me crié y de quién me siento parte viva e hijo devoto, y a la que tengo el antojo de defender cuando se le agrede sin equidad ni caridad.
Yo tengo 48 años. Ni que decir tiene que la manera de educarnos en la sexualidad fue atroz. Creo que fue mi generación la que empezó a banalizar el sexo. Mis coetáneos son y han sido muy promiscuos muchos de ellos han educado a sus hijos en el ´´todo vale´´ o casi todo.
Y te aseguro que la manera en que la generación de tus padres vivió la sexualidad (¿tendrán 55-65 o más?)fue monstruosamente enfermiza. ¿Prefieres eso? ¿Era sano?
pues si tu última intervención es de ´no tenerme manía´, cuando le coges manía a alguien, ¿qué haces? ¿sacas la navaja?
Dices que mi constancia en la acusación de hipocresía al blogger (no tan continua) es ´digna de mejor causa´. Pues yo creo que no. Si algo aqueja malsanamente a la Iglesia es la hipocresía. ¿Qué mejor causa que desenmascararla?
Mis ´ataques´a la Iglesia son sólo eso. No se pueden dejar sin respuesta ciertas cosas. Yo también soy hija de la Iglesai. Pero no siempre las madres son lo que quisiéramos los hijos, por eso, porque a una madre se la ama. ¿Acaso los hijos de prostitutas, drogadictas, ladronas, borrachas... no aman a sus madres y quisieran verlas corregidas y regeneradas? ¿Y no haría bien un hijo en perseguir al proxeneta o al camello que degradan a su madre?
En cuanto a los textos evangélicos, no son los que han vuelto tarumbas a generaciones de personas obsesionadas con el 6º mandamiento y el pecado. Ha sido, básica...
Me parece que la que está mostrando una cierta "obsesión" con el tema sexual es usted. No le consiento que hable usted de mis padres, no tiene la menor idea de cómo fueron o dejaron de ser educados. Lo que sí puedo comprobar es que tanto ellos como mis tíos, hijos todos de aquella represión monstruosa, han sabido mantener matrimonios fecundos y familias estables, y me da la impresión de que han tenido la sexualidad integrada. Por favor, no cierre usted los ojos a la realidad: es hoy en día, cuando no se predica la castidad, cuando se multiplican los abortos en niñas y adolescentes, las violaciones, los adulterios, las parejas rotas, las aberraciones sexuales. Porque castidad no es represión, ni es abstinencia porque sí, sino que es mantener la humanidad de la sexualidad, conservar el dominio de sí y no ceder ante los instintos contra la voluntad, lo que degrada al hombre y le homologa a los animales. Castidad es libertad, y la supuesta "liberación" sexual no es má...
no te enteras de nada de lo que digo. No lees lo que digo sino lo que prejuzgas que tengo que decir según el cliché que te cuadricula la visión del mundo.
No hablo de tius padres, hablo genéricamente de esa generaciómn. No he dicho nada que puedas ´no consentirme´.
No sé qué te hace qué te hace pensar que la gente que n o conoces en su intimidad tiene o no la sexualidad ´integrada´.
El tema sexual NO LO SAQUÉ YO.
Y si me lees sin prejuiiocios, verás que soy yo quien está muy en contra de esa banalización de la sexualidad. QWue soy yo quien la denuesta. Que soy yo quien se queja de que los padres, como reacción a lo que han padecido, ya no predican ni enseñan la castidad.
Ahora soy yo la que no te consiente que me achaques lo que no digo. ¿Vale, chavalín?
Me parece de una soberbia desmesurada sentirse autorizado para corregir a la Iglesia como lo haría la hija de una madre prostituta o drogadicta. Es increíble, de verdad. Si mi madre fuese drogadicta claro que haría lo posible por ayudarla, me desviviría por ello: pero no creo que la forma de ayudarla fuera publicando sus miserias por internet.
Le pongo un texto del P. Hurtado, que a mí me ayuda a entender cómo hay que estar de forma sana en la Iglesia:
"San Ignacio dice: Alabar las largas oraciones, los ayunos, las órdenes religiosas, la teología escolástica... Alabar, alabar. ¡¡No se trata de vendarse los ojos y decir amén a todos!! Pero el presupuesto profundo está un poco escondido. Hay un pensamiento espléndido, a veces olvidado: tengo que alabar del fondo de mi corazón lo que legítimamente no hago. ¡¡No medir el Espíritu divino por mis prejuicios!!?
Creo, de todos modos, que nuestras posturas son irreconciliables. Creo que tiene usted una herida profunda contra la Iglesia, que no se sanará con mis razones. No entiendo porque se empeñan en perseverar en la Iglesia personas que tan a disgusto se encuentran en su seno. Por mi parte, doy por zanjada la cuestión. Que Dios le guarde hija de la Iglesia, y que trate un poco mejor a su Madre.
Desde luego mis padres y familiares de esa generación fueron educados por los religiosos en la idea de que el sexo debía vivirse exclusivamente dentro del matrimonio, y que el matrimonio debía ser comunidad de amor y entrega, y compormiso hasta la muerte (o sea, lo mismo que predicaban los apóstoles). Y ellos y todos los de su generación así lo han vivido, con mayor o menor dificultad. Y desde luego se han ahorrado las familias rotas, los "embarazos no deseados", los hijos sin padre o madre y tantas otras lindezas de la sociedad contemporánea. Y así nos lo han enseñado a sus hijos que, afortunadamente, de momento seguimos sus mismos pasos. Siento la terrible educación sexual que recibiste de tus religiosos, pero me temo que no es un problema de "la Iglesia", como tu dices, y como tantos matrimonios cristianos felices tanto mayores como jóvenes demuestran cada día.
Por otra parte, el hecho de que la que para mí es Madre, sea para tí drogadicta, borracha o ladrona... ...
la obsesión de siempre, ceguera total:
No entiendo porque se empeñan en perseverar en la Iglesia personas que tan a disgusto se encuentran en su seno´´
Qué manía. En el fondo estáis deseando quedaros solos. La obsesión de echar. La obsesión de creeros que decimos lo que no decimos o que hacemos lo que no hacemos.
Si no fuera ridículo, podría desafiaros a ´baremar´mi familia cristianísima y probablemente algunas más de vuestra cuerda no resistirían la comparación.
Inútil por completo hablar con jovenzuelos adocenados por unas ideas previas sobre un enemigo fantasma.
Seguís en lo de siempre: no respondéis a lo que digo sino a lo que tenéis prejuzgado que debiera decir de acuerdo con el cliché que os han grabado en el coco según el cual los ´progres´pensamos lo que vosostros decís que pensamos.
Y claro, no es así.
Es inútil seguir hablando con gentes que se creen los pr...
Es inútil seguir hablando con gentes que se creen los prejuicios que les vienen cómodos para sostener que tienen un enemigo que realmente no tienen.
Por mi parte, también más zanjado que nunca. Además, nachet, sigues con una inquina que no es precisamente a mía quien daña.
Me da igual que tu familia sea cristianísima o no. Eres tú la que habla de la educación represora recibida por tu y los tuyos. Y la única que juzga con prejuicios eres tú.
Mi inquina hacia tí es igual a cero: piensa lo que quieras y que te aproveche; a fin de cuentas, en el atardecer de la vida cada uno tendrá que afrontar su propio juicio. Ya te apañarás con el de arriba. A mí plim, ya me he cansado de diálogos de besugos con personas cuyo principal argumento no es buscar hacer la voluntad del Padre sino hacer demagogia. Con Dios.
Los comentarios están cerrados para esta publicación.