El Apocalipsis y la Iglesia en China

Acabo de leer la carta que envía el Papa a los católicos chinos. Es un texto extenso y del que se podría hablar mucho, así que me voy a limitar a un solo aspecto: la mención que se hace, en la primera parte de la carta, del libro del Apocalipsis.

No es el Apocalipsis un libro que los católicos actuales suelan leer. A menudo les resulta extraño, oscuro y difícil de entender. Está cuajado de símbolos bíblicos que, para muchos cristianos que no conocen suficientemente la Biblia, han dejado de ser familiares.

Sin embargo, en otras épocas se ha leído mucho. Especialmente en tiempos de persecución para la Iglesia. En España, en particular, el Apocalipsis fue leído y meditado de manera especial en la época de la dominación musulmana. Los famosos “beatos” de los siglos X y XI son copias manuscritas iluminadas, es decir, ilustradas a mano, del Libro del Apocalipsis y del comentario al mismo que escribió en el s. VIII Beato de Liébana, un monje del monasterio de Santo Toribio, en los Picos de Europa. Este comentario tuvo una grandísima difusión en su época, hasta el punto de que se conservan más de 30 copias manuscritas del mismo.

¿Por qué esa preferencia por el Apocalipsis en momentos de persecución de los cristianos? Porque el libro fue escrito en medio de una persecución terrible que se desencadenó contra la Iglesia primitiva. A finales del siglo primero de nuestra era, el emperador romano Domiciano comenzó a perseguir cruelmente a los cristianos, mandando matar incluso a su pariente, Favio Clemente, junto con la esposa de éste, por haberse convertido al cristianismo.

Como parte de esta persecución, el Apóstol Juan fue desterrado a la Isla de Patmos y allí escribió, dice la tradición, el último libro de la Biblia. “Apocalipsis” significa “revelación” en griego y, en efecto, el libro ofrece una revelación del sentido último de la Historia. En un momento en el que parecía que Dios había abandonado a su pueblo y que era el Emperador romano el que llevaba las riendas de la Historia, el Apocalipsis revela que la última palabra la tiene siempre Dios. La Iglesia sabe que Jesucristo es el único Señor de la Historia y, por muchos vaivenes que tenga ésta, el Plan de Dios sigue adelante.

Me gustaría resaltar la increíble audacia de San Juan al escribir, gracias a la inspiración divina, este libro, cuando los cristianos no eran más que un puñado de pobrecillos desperdigado por el mundo. Roma, el “dragón de las siete cabezas” (puesto que la ciudad de Roma estaba edificada sobre siete colinas), era el imperio más poderoso del mundo conocido en ese momento. Sus fronteras llegaban desde las fronteras con Persia en el Este hasta el extremo Occidente de Britania y el Finisterre español. Las disciplinadas legiones romanas habían mostrado ser inigualables en el combate contra todos sus enemigos y una eficiente administración permitía el control político y económico de los pueblos conquistados.

Las autoridades romanas eran, generalmente, bastante tolerantes con las distintas religiones de su Imperio. De hecho, los romanos unían a menudo los dioses extranjeros con los que se iban encontrando a su propio panteón, sin preocuparse mucho de la coherencia de tal multitud de los más diversos dioses. Sin embargo, había un límite que no se podía traspasar: la adoración del poder político romano, encarnado en el Emperador, como Señor divino. Todos los súbditos del Imperio debían reconocer esa divinidad del poder político y someterse a él. Los cristianos, que creían en un solo Dios Padre y en un solo Señor Jesucristo no podían plegase a la adoración del Emperador y, en consecuencia, fueron destinados a la exterminación por el Imperio.

Los cristianos perseguidos encontraban su consuelo en las palabras del Apocalipsis que mostraba el poder de Dios por encima de cualquier imperio humano. Contra toda probabilidad y previsión, en esta lucha a muerte entre la adoración del poder político, que contaba con el respaldo de toda la fuerza militar, política y social del Imperio, y los débiles cristianos, la victoria fue para estos últimos, que llegaron a hacer de la sede del Imperio, Roma, su propia capital.

De la misma forma, la alusión al Libro del Apocalipsis en la carta del Papa recuerda a los católicos chinos perseguidos que su vida y el futuro del cristianismo en China están en manos de Dios. No importa lo difícil que parezca la situación actual, los cristianos poseemos una esperanza que no defrauda.

Sin duda, el Estado chino parecerá a sus súbditos casi todopoderoso, con su obsesión de controlar todos los aspectos de la sociedad. Como ya mostraron las revueltas estudiantiles de Pekín o las medidas contra la secta Falun Gong, cualquier movimiento social que pueda considerarse un peligro para el régimen comunista es inmediata y duramente reprimido. Los obispos fieles a Roma son encarcelados, se prohíbe la celebración de la Eucaristía y se corta cualquier comunicación con el resto de la Iglesia. Las demás naciones de la tierra, esclavizadas por la adoración al dios dinero y por las exigencias del enorme mercado chino, parecen también impotentes para imponer desde fuera cualquier limitación eficaz a la persecución religiosa.

Parece que Dios ha fracasado en China, que no puede hacer nada para defender a sus fieles. Como dice el Papa, “La historia se mantiene indescifrable, incomprensible. Nadie puede leerla” y no es extraño “nuestro asombro frente a las graves dificultades, incomprensiones y hostilidades que también hoy la Iglesia sufre". El gigante chino, como en otro tiempo el gigantesco Imperio Romano, parece hoy humanamente invencible. Sin embargo, una vez más, un puñado de cristianos, sin ninguna fuerza política, militar ni económica, pueden confiar con toda seguridad en que es Dios quien guía la Historia y en que la victoria viene siempre de manos del Señor. Él mismo enjugará las lágrimas de sus rostros y ya no habrá muerte, ni llanto, ni gritos ni pesares.

10 comentarios

  
JMS.-
Magnífica tu descripcion de las persecuciones religiosas y de la resistencia mártir cuando se pone la fe en sólo Dios.
Ahora bien: quién persigue hoy: el Estado a la Iglesia o la Iglesia al Estado? Y dentro de la Iglesia: los laicos (rebeldes?) a la Jererquía o la Jerarquía a los Rebeldes?
02/07/07 3:30 PM
  
J. Silva
Gracias Bruno, por su descripciòn y su mensaje implìcito. Gracias por el ànimo que inspira su mensaje. Ejercicio de esperanza.
02/07/07 3:52 PM
  
Carmen Bellver
Bruno, siempre brillante, gracias por traernos el Apocalipsis como libro de revelación para tiempos de oscuridad.
02/07/07 5:03 PM
  
Isaias
Totalmente de acuerdo, Bruno. Siempre digo cuando se oyen tantos escándalos dentro de la Iglesia y tantos ataques, errores y herejías contra la fe, que no debemos preocuparnos que la barca de Pedro la dirige Cristo y él no dejará de naufrage."Y el poder del infierno no prevalecerá sobre ella..."
Cristo es nuestra esperanza, también en nuestras vidas cuando todo se desmorona, tenemos la confianza que Cristo no nos abandona y que él nos sacará de la oscuridad. Un saludo. Brillante artículo.
02/07/07 5:42 PM
  
Montaraz
Pronto volveremos a leer el Apocalipsis en España para encontrar el consuelo de Dios. No creo que tarde mucho el que el ambiente se buelva muy denso contra la fe crsitiana.
02/07/07 6:14 PM
  
Bruno
JMS:

Como es lógico, yo estaba hablando de China, donde está muy claro que el Estado persigue a los católicos. Esa es una "ventaja" de la persecución, que deja las cosas muy claras y o se está con Cristo o contra él.

En países donde eso no sucede tan claramente, hay que decir que no hay nadie perfecto, así que en las relaciones Iglesia - Estado y Jerarquía - laicos no siempre están claras las cosas, así que no podría dar una opinión general. Si te refieres a algún caso concreto, especifícalo.
02/07/07 6:38 PM
  
anarico
Bruno:

Como certeramente señalas, el Apocalisis es un libro para la meditación ( yo creo que lo son todos los de La Biblia); esto quiere decir que su contenido, digamos, que no es visible a la ligera; para conocer algo se necesita tiempo. Y el que dijo meditación, bien puede decir contemplación, pues una cosa nos lleva a la otra.
No creo que tengan que ver estas cosas con los asuntos de la China, sino con algo más entrañable.
Los cristianos confiamos en Dios. Pero sobre todo, y para que nadie lleve una vida amarga, y se sienta engañado a la vejez; es necesario cumplir el Primer Mandamiento, de manera extricta, tal y como queda reflejado en el Libro. Y claro, estamos en lo de siempre: a Dios no se le puede engañar.
Dios es VALOR
04/07/07 3:00 AM
  
Bruno
Anarico:

Estoy de acuerdo contigo en lo que dices de la meditación de la Escritura.

Por supuesto, el Libro del Apocalipsis puede y debe ser meditado por todos los cristianos, con independencia de su situación. Sin embargo, creo que los que estén en situación de persecución (ya sea politica, social, familiar o de cualquier tipo) podrán encontrar en él un consuelo y un discernimiento especiales, ya que, cuando se escribió, la Iglesia estaba en esa misma situación.
04/07/07 1:05 PM
  
anarico
Bruno:

La meditación, es el trabajo de "Marta". Es el primer grado de oración que nos enseña nuestra Santa; es comer como nos enseña S. Francisco de Sales.Es la parte más dura y menos gratificada por Nuestro Señor.
La contemplación, es la actividad de "María". es el descanso, es el goce, es un grado superior de oración como diría Nuestra Santa; y es beber como diría S. Francico de Sales.
En ése estado de embriaguez, se produce una transformación, que con el hábito se hace cuasi permanente.
Transformar al hombre estéril, en un ser creador, tiene mucho que ver con estas cosas.
Un magisterio ejemplar, debe llegar a todos, para que a todos llegue la Vida Abundante. Y la verdad es que estás muy bien dotado para hacerle asequible a todos: lo mejor.
Dios es VALOR
05/07/07 12:21 AM
  
nachet
Es curioso el interés de los primeros cristianos por la literatura profética, heredera de Daniel o Isaías. Aparte del apocalipsis canónico, escrito por el discípulo amado, existen casi media docena de apocalipsis apócrifos escritos en los siglos II y III por diversas escuelas cristianas de Oriente, y atribuidos por sus autores a apóstoles para darles prestigio.
07/07/07 4:17 PM

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