InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: RD

23.09.07

Un comentario genial

Ya he dicho en alguna ocasión que, en mi opinión y al menos en el caso de mi blog, los comentarios de los lectores son a veces más interesantes, profundos o ingeniosos que los artículos que comentan.

No quiero perder la oportunidad de compartir con todos los lectores un comentario que se hizo ayer en mi blog y que me pareció simplemente genial. Me atrevería a decir que alcanza las más altas cotas de la ironía humana y las sobrepasa sin detenerse a mirar atrás. Tiene esa cualidad especial que los griegos llamaron inspiración y que, quizás, sólo puede alcanzarse de manera inconsciente.

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22.09.07

Ojalá todos los blogs

Como ya mencioné en otro artículo, estoy leyendo estos días la biografía de Monseñor Knox, un converso del anglicanismo, escrita por Evelyn Waugh y editada por Palabra. He encontrado otras líneas que me han gustado mucho y que, en mi opinión, vienen muy a cuento para cualquier bitácora de tema religioso (o de otros temas). Se trata de unos párrafos que Monseñor Knox escribió muy poco antes de morir, como prefacio de su último libro, dedicándoselo, en cierto modo, a Dios.

Ojalá suscribiésemos estas palabras todos los que escribimos blogs relacionados con la religión, ya sea aquí en Religión Digital o en otros lugares.

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21.09.07

Signos de la Fe (VIII): creo porque tengo una mesa delante

La existencia de Dios no es solamente algo que se conoce por la fe. También la razón, bien utilizada, nos lleva a conocer esa existencia con certeza. Sólo una razón que haya renunciado a comprender el mundo y la verdad de las cosas, que se “autolimita", como dice el Papa, se queda corta para llegar hasta Dios.

Los caminos que llevan a la existencia de Dios con certeza por medio de la razón han sido recorridos por incontables personas antes que nosotros. Una gran mayoría de los filósofos, tanto cristianos como no cristianos, han conocido la existencia de Dios y la han defendido en sus escritos. De hecho, los filósofos que han negado o no han afirmado la existencia de Dios pertenecen, generalmente, a dos grupos: aquellos a quienes no les interesan esos temas y prescinden de planteárselos o los que defienden filosofías que ninguna persona corriente aceptaría (por ejemplo, los que piensan que una mesa que tienen delante no existe realmente).

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17.09.07

A veces se ve mejor desde fuera

A veces me da la impresión de que los católicos estamos demasiado ocupados con las cuestiones y polémicas del momento y no encontramos tiempo para disfrutar de la fe, del conocimiento de Cristo, de estar en la Iglesia, de ser hermanos de los santos e hijos de la Virgen, del viento impetuoso del Espíritu Santo, de la misericordia eterna del Padre. Peor aún, muchos católicos de nombre encuentran la fe aburrida o incluso una carga para sus vidas y están deseando librarse de ella.

Estoy convencido de que, a menudo, la misión de los conversos como Newman, Papini, Messori, San Agustín o Luis Fernando es recordarnos a los demás católicos el valor de la inigualable herencia que hemos recibido. Quien ha vivido fuera de la Iglesia, ha podido experimentar en su propia carne lo profunda que es la insatisfacción de aquellos que no han encontrado a Jesucristo o a su Iglesia. Algunas veces, a los que estamos en la Iglesia los árboles no nos dejan ver el bosque y es más fácil entender y amar lo que es la Iglesia desde fuera de ella, donde no ciegan los detalles sin importancia.

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16.09.07

Educación para la Cortesía

Ahora que empieza ya a enseñarse, en algunos lugares, la asignatura de Educación para la Ciudadanía, se me ocurre sugerir una alternativa por si, en el futuro, se eliminase este despropósito jurídico y hubiese que “llenar el hueco". Se trata de algo mucho más básico y, en mi opinión, más importante que educar para hacer buenos ciudadanos: educar para hacer chicos bien educados. La Educación para la Cortesía.

La buena educación, la cortesía, es esencial para el trato con los demás, especialmente entre personas muy diferentes o con modos distintos de pensar. No es extraño que otro de sus nombres sea “urbanidad”, es decir, la virtud propia de los que viven en urbes, en ciudades, en el sentido de que, cuanto más próximos vivimos a los demás, más necesaria es la buena educación, que hace de aceite para que no chirríe en exceso la convivencia.

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