Cuestión de vida o muerte
La semana pasada me llamó mucho la atención una noticia ofrecida por La Dos. La locutora, de forma lapidaria, afirmaba que a una señora francesa, “la ley no le permitía morir con dignidad”.
Esta pobre señora tiene un cáncer terrible que le desfigura la cara y la va dejando ciega poco a poco. Como ya habrán adivinado, lo que quiere es que los médicos franceses la ayuden a suicidarse de forma rápida e indolora, porque no quiere ir perdiendo facultades y seguir sufriendo. La ley francesa no permite el suicidio asistido, de manera que, acompañada por sus hijos, va a viajar a Suiza para que allí la ayuden a suicidarse legalmente.
Es evidente la intención ideológica y propagandística de la forma de dar la noticia. En contra de lo que afirma la legislación española, se transmite la idea de que cada uno puede disponer de su propia vida y acabar con ella cuando quiera. También se manifiesta un presupuesto terrible por sus consecuencias: que la vida sólo merece la pena cuando se tiene salud, dinero, trabajo, comodidades, amigos, etc.
Al margen de la ideología nefasta de un noticiario pagado con el dinero de todos, le he estado dando vueltas a la frase de que la ley no le permite a esta señora morir con dignidad. Creo que tiene mucha miga. Lo primero que me vino a la cabeza al oírla es que ninguna ley del mundo puede dar ni quitar la dignidad a nadie. Gracias a Dios, la ley es algo externo al hombre y la dignidad no depende de ella. A lo largo de la Historia, innumerables hombres han muerto con dignidad a pesar de tiranías o condenas injustas. No sólo los mártires cristianos, sino también multitud de no creyentes han sabido manifestar su dignidad de criaturas de Dios en el sufrimiento y en la adversidad.
A lo largo de la Semana Santa, he tenido diversas ocasiones de profundizar en este tema, al hilo de los distintos signos que nos regala la Iglesia estos días. A fuerza de haber vivido siempre en una sociedad con raíces cristianas, ya no nos damos cuenta de lo escandalosos que son algunos de nuestros símbolos. Resulta difícil de igualar la osadía de que una de nuestras principales celebraciones del año consista en besar un instrumento de tortura: la Cruz.
El truco está, creo yo, en que no se besa simplemente la Cruz, se besa al Crucificado y, además, antes se ha leído el “modo de empleo” de esa Cruz: el evangelio de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, según San Juan.
Cuando se leen las palabras que hacen referencia a la muerte de Cristo: “e, inclinando la cabeza, entregó el espíritu”, todos los presentes se arrodillan y permanecen un momento en silencio. No se trata, pienso yo, simplemente de un momento de recogimiento, de entrar en uno mismo, como los “minutos de silencio” de los políticos o en los actos públicos, que más bien se deben a que nuestra sociedad es incapaz de ponerse de acuerdo sobre lo que hay que decir en esos casos y por eso preferimos quedarnos en silencio.
Se trata, más bien, de un instante de sobrecogimiento. La tierra entera, sobrecogida, enmudece ante algo inenarrable, ante un hecho que trastoca los cimientos del cielo y de la tierra: la muerte del Hijo de Dios. Nunca nos habríamos atrevido a soñar que algo así pudiera suceder realmente. Sólo a posteriori nos hemos dado cuenta de que un cataclismo así era necesario para recolocar en su lugar un mundo que, por las acciones de los hombres, estaba cabeza abajo. Para responder al escándalo del mal, del pecado y del sufrimiento, Dios ha puesto ante nuestros ojos un escándalo aún mayor, la muerte de su único Hijo. Por rescatar al esclavo, has sacrificado al hijo.
Mirando la pasión de Cristo, los cristianos comprendemos que Dios está presente en nuestro sufrimiento y que ese sufrimiento, unido al de Cristo, tiene valor de salvación. Hemos experimentado que podemos encontrarnos con él allí, en la Cruz, que no necesitamos que todo nos vaya bien para saber que somos hijos amados. Dios Padre, que no abandonó a Cristo en la Cruz, sino que lo resucitó y lo sentó a su derecha, también nos resucitará a nosotros. Nuestro Padre saca siempre bien de todos nuestros males: todo sucede para el bien de los que aman a Dios.
Sin duda alguna, los cristianos tendremos que hacer lo posible por que las leyes protejan la vida y, en particular, no promuevan el horror del suicidio. Sin embargo, nunca podemos olvidar que la ley no es la que impide ni permite que alguien muera o no con dignidad. Los que verdaderamente impedimos que esa señora y tantos otros millones de franceses, españoles y europeos como ella mueran con dignidad, somos los cristianos. Hemos permitido que Europa se paganice, que la gente viva en un continente cristiano sin conocer el Evangelio.
Yo, por mi parte, no voy a juzgar la responsabilidad de esa señora ni cuál es su culpabilidad subjetiva en el terrible pecado del suicidio. No ha recibido el don de la fe: ¿Cómo creerán si no se les predica? Por eso, no sabe que Cristo murió por ella en la cruz y comparte su sufrimiento. Nadie le ha dicho que su vida es preciosa a los ojos de Dios y que ese sufrimiento, unido a la Redención, sirve para la salvación de todos los hombres. Se encuentra desfigurada por la enfermedad y se odia a sí misma, porque no ha escuchado a Cristo decirle: Hermosa eres, amiga mía, como Tirsá, bellísima como Jerusalén. No sabe que Dios la resucitará en el último día y que está deseando enjugar sus lágrimas, perdonar sus pecados y acogerla en sus brazos, para que viva eternamente en el cielo.
No da igual ser cristiano o no. Es cuestión de vida o muerte… literalmente, como se puede ver en este caso.
21 comentarios
En el artículo hablas de esta señora como si estuviera aún viva, cuando murió por causas desconocidas al poco de aparecer en la tele.
Tienes razón en lo de la "intención ideológica y propagandística". Esta señora no estaba enferma terminal, no se trataba de eutanasia sino de suicidio. Bien ella o bien las organizaciones que apoyan la eutanasia han usado su caso para promoverla. Porque ella podia suicidarse ella sola, y quizás sea lo que haya hecho finalmente. No hacía falta pedir permiso a los jueces si lo que quería era morir.
Por suerte hay casos en el extremo opuesto, cada vez admiro más a Irene Villa. El otro día vi en no sé qué programa que ha participado en competiciones de esquí para minusválidos. Eso sí que es ser valiente. Pero a ella no la sacan en todos los telediarios progresistas, no sea que les fastidie la propaganda de la muerte.
Una vez más creo que su artículo está cargado de auténtica realidad cristiana, no debemos permitir que las leyes amparen ninguna forma de asesinato, llámese suicidio asistido, llámese interrupción voluntaria del embarazo, en cualquier caso encierran formas diferentes de homicidio.
Lo cierto es que su artículo dá para mucho desde la televisión que pagamos todos y que subrepticiamente ampara el asesinato de emfermos y nasciturum; hasta el motivo por el que los cristianos adoramos la cruz, no como un instrumento de tortura. Por que obviamente a quien adoramos es al Cristo Resucitado, al Cristo Salvador, al Cristo Redentor, al Hijo de Dios, que nada tiene que ver con la muerte, sino con la resurrección, con la conversión, con la vida.
Por todo ello, y por más, le felicito por su artículo, y ojalá que pueda desarrollar los di...
Juan Antonio y Ciudadano:
No me había enterado de que la señora había muerto después. Seguiré pidiendo por ella.
Es evidente que no necesitaba la ayuda de nadie para suicidarse, espero que no lo haya hecho.
Paradójicamente, creo que lo de salir en la televisión y reivindicar algo, aunque fuera algo erróneo, le daba lo que buscaba, un "sentido" para seguir viviendo aunque tuviera que sufrir.
Tienes razón en lo de los temas más positivos.
No conozco esa televisión, intentaré encontrarla. Lo de la campaña para la moratoria sobre el aborto, creo que es algo crucial y que se recogerá un día en los libros de Historia como el comienzo del cambio de mentalidad sobre este tema.
Tengo una duda, que no tiene nada que ver con el artículo, y que quizás me puedes aclarar: ¿Dios nos quiere a todos por igual? Si la respuesta es muy compleja o larga, quizás podría ser una "quaestion quodlibetal". Muchas gracias por anticipado.
Me parece una pregunta muy interesante. En efecto, creo que es una buena candidata para una quaestio.
Es raro y triste que en los medios de comunicación, sobre todo los públicos, no den como noticia a personas que se esfuerzan en luchar por la vida como el caso de Irene Villa, el motorista Isidre Esteve con unas ganas locas de vivir y dar testimonio a los demás que aún después de un triste accidente va a volver al Dakar, después de quedar postrado en una silla de ruedas, o el famoso actor que encarnó a Superman que luchó hasta el final de sus días con esperanza. Desgraciadamente esto no interesa a "ciertos" medios pagados con nuestros impuestos.
Me alegro de reencontrarte. Se ve que has vivido intensamente la Semana Santa.
Respecto a esta pobre mujer, el juicio último es de Dios. Una enfermedad de esas características puede llevar a una depresión.
Lo que sucede es que la UE quiere imponer una cultura homogénea, al mismo tiempo que defiende la Alianza de las Civilizaciones.
El caso es que la despenalización del aborto y de la eutanasia, van en el mismo paquete.
Hoy celebramos ese regreso y le damos gracias a Dios por haberla protegido y aumentado su fe.
Impresionante testimonio. Verdaderamente es para dar gracias a Dios.
Dios puso a prueba a Abraham, le dijo. Él respondió: "Aquí estoy".
2 Entonces Dios le siguió diciendo: "Toma a tu hijo único, el que tanto amas, a Isaac; ve a la región de Moria, y ofrécelo en holocausto sobre la montaña que yo te indicaré".
3 A la madrugada del día siguiente, ensilló su asno, tomó consigo a dos de sus servidores y a su hijo Isaac, y después de cortar la leña para el holocausto, se dirigió hacia el lugar que Dios le había indicado.
4 Al tercer día, alzando los ojos, divisó el lugar desde lejos, 5 y dijo a sus servidores: "Quédense aquí con el asno, mientras yo y el muchacho seguimos adelante. Daremos culto a Dios, y después volveremos a reunirnos con ustedes".
¿Como puede pedirnos estas cosas Dios?
Tu la sabes? Espada de doble filo.
Creo que fue el 18 cuando el tribunal denegó a esta señora su petición de que Francia modificase su ley para permitirle la eutanasia. El 20 apareció muerta. El 19 se eutanasió al escritor Hugo Claus en Bélgica, "legalmente". En esta semana se "reaviva" el "debate social" para pedir en Bélgica que pueda eutanasiarse a menores, y en Francia o España que pueda eutanasiarse a mayores. Los cristianos occidentales que abandonan la fe quedan abandonados a la muerte. Tremenda conclusión. Enorme tarea de quienes creemos en Jesús resucitado, a pequeña y a gran escala hemos de ayudar a bien vivir y a bien morir a nuestros hermanos. San José nos ayude.
Su juicio en este asunto no tiene fundamento religioso, es pura ideología. Busque en el Viejo Testamento el caso de un rey que le pidió al escudero que le ayudara a suicidarse para no sufrir la ingominia de que lo vieran con la cabeza deshecha, y se encotarrá con la sorpresa
de que el autor sagrado no condena su decisión.
Varias observaciones sobre su comentario:
1) El Catecismo de la Iglesia Católica condena severamente el suicidio: "2325 El suicidio es gravemente contrario a la justicia, a la esperanza y a la caridad. Está prohibido por el quinto mandamiento." Para nosotros, los católicos, el magisterio interpreta fielmente la Escritura, con la ayuda del Espíritu Santo.
2) El pasaje bíblico que menciona usted es la muerte de Saul. El narrador se limita a contar lo que sucedió y no lo condena (ni lo aprueba) explícitamente. Sin embargo, no podemos olvidar que es la muerte de un rey que había perdido el favor de Dios y muere derrotado y malamente, así que no se puede tomar de ejemplo. También hay que recordar que el soldado que le mata es ajusticiado por David por haber cometido la barbaridad de matar al Rey, así que claramente su acto de "eutanasiarle" queda condenado por la Biblia.
Un saludo.
No puedo estar de acuerdo con su interpretación del silencio del autor sagrado sobre el fin de Saúl: si no lo desaprueba, es que lo considera justificable desde el punto de vista moral. Hay otros casos biblicos de muerte voluntaria, y nunca son censurados. Cambiando de tercio, pero sin salirse del asunto: ¿podría usted precisar quién es el titular de la vida humana para alguien que no sea creyente?
Me parece una muy buena pregunta, que merece una respuesta en forma de artículo completo.Intentaré escribirla en los próximos días.
El problema es que hace tiempo que trasladé este blog a Religión en Libertad:
http://www.religionenlibertad.com/blog/index.php?blog=10
Si no le importa, me resultaría más fácil publicar allí la respuesta. En cualquier caso, avisaré aquí con un comentario y un correo a su dirección electrónica.
Un saludo y gracias por la pregunta.
No hace falta que para contestar a mi pregunta escriba un tratado, una respuesta sencilla me vale. Y si no tiene tiempo ni para eso, considérese dispensado de cumplir su promesa.
He escrito unos párrafos como inicio de una posible discusión sobre el tema en esta dirección.
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