Cruz o crucecita
La mayoría de los lectores habrán escuchado o visto estos días los anuncios que la Conferencia Episcopal ha pagado en radio y televisión para animar a la gente a elegir la colaboración con la Iglesia en su declaración de Hacienda. El lema de este año es “Cada vez más, necesitamos tu compromiso”.
Vaya por delante que estoy totalmente a favor de que se ponga la crucecita en cuestión en la casilla de la Iglesia. La pongo siempre en mi declaración y en la de mi mujer (que por razones de división del trabajo y para expiación de mis pecados me toca también hacer a mí). Ayudar a la Iglesia en sus necesidades es un deber y un placer para todos los cristianos.
Hay algo, sin embargo, en esta campaña que no me termina de gustar.
No voy a entrar en los detalles de la misma, aunque darían mucho de que hablar. Algunos argumentos que se utilizan no son apropiados: hacer referencia al sostenimiento de hospitales y colegios que no son gratuitos puede molestar a los que han tenido que hacer un gran esfuerzo económico para poder utilizarlos. Recuerdo también que, un año, con el lema “Como Dios manda” en vallas publicitarias y anuncios televisivos, se rozaba, si no se caía de lleno en el incumplimiento del segundo mandamiento.En cualquier caso, todo eso es cuestión de detalle y tiene, pienso yo, menos importancia. Creo que lo esencial es a quién va dirigida la campaña. Lógicamente, no está pensada para gente que odia a la Iglesia, que no van a apoyarla económicamente por mucha publicidad que vean. Tampoco está dirigida a los cristianos practicantes que van regularmente a misa, que intentan fundamentar su vida en el Evangelio y que aman a la Iglesia, porque a esos no es necesario convencerles de nada. ¿Cómo no van a ayudar a su Madre en todo lo que puedan? Bastará con recordárselo en breves avisos al final de las misas en la época de las declaraciones, para evitar que desmemoriados como yo se olviden de hacerlo.
Entonces, ¿a quién va dirigida la campaña? En mi opinión, sólo tiene sentido que esté destinada a los cristianos no practicantes, a los bautizados que se han ido alejando de la vida de la Iglesia. Estas personas forman una gran masa que podría dejarse convencer por llamadas que apelen a las grandes obras sociales que realiza la Iglesia. Podrían incluso tranquilizar sus conciencias con algo que no les cuesta nada, como es la crucecita en la casilla de la Iglesia dentro de su declaración de Hacienda.
Todos los lectores tendrán, sin duda, familiares, amigos y conocidos dentro de este grupo de cristianos no practicantes. Quizá por ello, me entenderán mejor cuando digo que, en mi opinión, lo que se puede esperar de la Iglesia no es que intente conseguir su dinero, sino que los evangelice. Necesitan desesperadamente escuchar el Evangelio y no hay quien se lo anuncie.
Desgraciadamente, esto se une a que los únicos contactos que tienen estas personas con la Iglesia, es decir, bautizos, bodas, primeras comuniones, inscripciones en colegios católicos y funerales, suelen también ser ocasiones para que se les pida dinero. El “precio” de casarse en una iglesia en particular, las contribuciones “voluntarias” al colegio concertado, el uniforme que sólo se puede comprar en esta tienda, la cantidad que hay que pagar en la parroquia si uno se va a casar en otra parroquia distinta, el fotógrafo de la iglesia… cosas todas ellas que tienen su justificación, más o menos razonable según los casos, pero que tienden a dejar en la gente la idea de que los curas lo que buscan es sacar el dinero a la gente.
Que la Iglesia tenga dinero abundante para conservar los templos, gestionar sus actividades, sostener colegios y obras sociales está muy bien y siempre será necesario esforzarse por conseguirlo. Sin embargo, tal como están los tiempos, no creo que debamos centrarnos en cosas secundarias. Cuando la Iglesia se dirige a los más necesitados de evangelización, que son los cristianos alejados, debe hacerlo para regalarles el Evangelio y no para pedirles dinero. Lo que recibisteis gratis, dadlo gratis. No podemos perder el tiempo. Ya no hace falta ir al otro extremo del mundo: nuestras ciudades, nuestras calles están repletas de personas que no conocen a Jesucristo.
Lo que la Iglesia debe gritar, hasta quedarse afónica, es lo mismo que decía Isaías, hace miles de años: Oíd, sedientos todos, acudid por agua, también los que no tenéis dinero: venid, comprad trigo, comed sin pagar vino y leche de balde. La Iglesia no busca conseguir nada de los que vienen a ella, sino regalar, a manos llenas, la salvación de Cristo.
Espero que haya mucha gente que elija ayudar a la Iglesia en su declaración de Hacienda, pero lo cierto es que el tema me preocupa bien poco. Nuestra esperanza, nuestras energías y nuestros deseos no se pueden poner en el éxito de las crucecitas de la declaración, sino únicamente en el triunfo de la Cruz.
16 comentarios
Por cierto un fuerte tirón de orejas por desaparecer sin nota de aviso a los lectores. Nos tenías preocupados pensando que algo malo podía haberte sucedido.
Bienvenido de nuevo, me alegro de tu regreso.
Y por esta campaña no le vas a reprochar a la Iglesia que no dedica sus energías , desinteresadamente, en favor de los más necesitados.
Ciertamente no le reprocho a la Iglesia que haya dejado de atender a los más necesitados. No creo que haya nadie en el mundo que haga más en ese sentido que la Iglesia.
Sin embargo, lo que sí creo que se ve en muchísimos miembros de la Iglesia en nuestro tiempo, sobre todo en Europa, es una cierta desgana por anunciar el Evangelio a los que no lo conocen o lo han abandonado. Y anunciar el evangelio es una misión esencial de la Iglesia, por encima de cualquier misión social.
Por eso me llama la atención que esta campaña se dirija a los alejados, para pedirles dinero, mientras que hacemos muy poco para darles de nuevo la fe.
Pues yo también me alegro de que estemos de acuerdo. Supongo que hasta de este blog puede salir algo bueno.
Carmen:
Pido disculpas otra vez. Como ya dije, me fue imposible escribir el post de despedida antes de irme de viaje y no pude anunciar que me iba.
" anunciar el evangelio es una misión esencial de la Iglesia, por encima de cualquier misión social", como si se tratara de cosas contrapuestas. La misión "social" no es TODO el Evangelio, pero el Evangelio la incluye NECESARIAMENTE, a menos que le des a la palabra "social" un significado "light", qué sé yo... Puede haber labores y misiones sociales sin Evangelio, pero no puede haber Evangelio sin dimensión "social", aunque ésta no agote a aquél.
No creo en absoluto que dimensión social y anunciar el evangelio sean cosas contrapuestas. Los trabajos sociales de la Iglesia son una consecuencia lógica de el amor de Dios que está presente en ella, al igual que lo es el anuncio del evangelio.
Sin embargo, el hecho de que dos cosas formen parte de la Iglesia no quita que una sea más esencial que la otra. Cuando la Iglesia construye un hospital, busca dar la salud corporal a los que lo necesitan, lo cual es algo muy importante. En cambio, cuando la Iglesia anuncia el evangelio, lleva la salvación a los que lo escuchan, que es algo muchísimo más importante aún.
La misión social de la Iglesia está en el plano de la vida terrena, mientras que el anuncio del evangelio está en el plano de la Vida eterna. La vida terrena y la Vida eterna son ambas cosas buenas, pero una es mucho mejor que la otra.
Si te fijas en la Iglesia del Nuevo Testamento, lo que siempre está presente es el anuncio del Evangelio. Dentro de las comunidades de cristianos se comparten los bienes y se cuida de los que lo necesitan. Sin embargo, no se hace misión social "hacia fuera", como ayuda puramente material hacia los no cristianos.
En ese sentido que es más importante el anuncio del evangelio que las obras puramente sociales. En ningún caso son cosas contradictorias, ya que brotan de la misma fuente que es el amor por los demás. Eso sí, ese amor implica preferir darles ante todo lo que verdaderamente importa (sin que eso sea obstáculo para ayudar en las cosas materiales, pero sin ponerlo en el mismo plano).
Si te fijas, no es más que querer para los demás lo mismo que queremos para nosotros: tanto tú como yo preferiríamos (o deberíamos preferir) pasar hambre antes que renunciar a nuestra fe, incluso preferiríamos morir (con la ayuda de Dios) antes que renunciar a ella, porque la Vida de Dios es más importante que la vida terrena.
Espero haberme explicado bien. Si no es así, escribiré un post sobre ello, porque creo que es un tema muy importante.
Un saludo.
"¿Eres Tú el Mesías o hemos de esperar a otro?
....Los ciegos ven, los sordos oyen.....y a los pobres les es anunciada la Buena Noticia"
Si no hacemos aquí el reino, no entraremos en él. vamos, que un rosario diario está muy bien, pero no deberíamos decir al pobre o al enfermo que esperen a que terminemos el último misterio y las letanías para ir a socorrerlos.
Si te fijas, no me has citado bien. Lo que he dicho es que el anuncio del evangelio está en el plano de la Vida eterna porque lo que hace es regalar la Vida eterna a los que lo escuchan. En cambio, un señor que es curado de su enfermedad en un hospital, recibe una prolongación de su vida terrena.
¿Quiere eso decir que no haya que intentar curar al que está enfermo? Por supuesto que no. Al ser una consecuencia del amor a los demás, cuidar materialmente de las personas no se puede separar del Evangelio. Si te importa una persona intentas hacerle bien en todo lo que puedes. Pero creo sinceramente que no se puede comparar regalarle dos años más de vida o quitarle un sufrimiento físico con regalarle una Vida que va a durar para siempre.
En tu mismo ejemplo de la frase evangélica, las curaciones son un signo de lo más importante: que ha llegado el Mesías (que es lo que anuncia la evangelización).
Me da la impresión de que estás luchando contra algo que yo no defiendo. El ejemplo que das del rosario es de algo que no tiene que ver: de alguien que no tiene amor por los demás, lo cual evidentemente es contrario al Evangelio. De lo que yo te hablo es de que el amor sincero a los demás intenta hacerles todo el bien posible y recibir la fe es un bien mucho mayor que recibir una ayuda material, aunque una cosa no quite la otra.
Con todo, es justo recordar que la mayoría de los recaudado por la famosa "x" va para el sostenimiento del clero, pues afortunadamente las obras sociales de la Iglesia reciben donaciones aparte, muy generosas, y en algunos casos, subvenciones oficiales. Ojo, no es una crítica, me parece muy bien que mi dinero de el IRPF vaya destinado a pagar un sueldo digno a los sacerdotes, a rehabilitar iglesias que se caen o a ayudar a parroquias pobres.
Este año, que ha sido el primero sin complemento del estado, he oído (tal vez sea un rumor), que la campaña del IRPF superó el presupuesto esperado por la CEE. Sin duda es incómodo para un contable tener qu...
En cuanto a Yolanda, yo creo que no te ha entendido. Y no porque te hayas expliado mal.
No estoy a favor de la famosa campaña, creo que la Iglesia tiene otros menesteres por cumplir, por que las necesidades se cubriran, "..los lirios de los campos que no siembran, ni tejen.......", pues el Señor proveerá.
Sin embargo creo que la misión más perentoria de la Iglesia en su conjunto, empezando por los seglares, es precisamente la evangelización, el apostolado, sin olvidar, por suspuesto, la asistencia a los necesitados, obviamente como una via de apostolado.
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