Cristianos de ayer y de hoy (III): Clemente de Roma
Esta semana, el texto que vamos a ver es de otro Padre Apostólico, es decir, de un santo que conoció personalmente a los Apóstoles y recibió de ellos el Evangelio. Se trata de San Clemente de Roma, el tercer papa, que fue obispo de la comunidad de roma desde el año 89 hasta el 97. Murió mártir, como sus modelos Pedro y Pablo y como todos los papas de aquella época.
Estos párrafos que les ofrezco son de su Carta a los Corintios. Mientras era Papa, llegó a su conocimiento que, en la comunidad de Corinto, los cristianos no obedecían a sus pastores, así que les escribió una carta exhortándolos a volver a la tradición que habían recibido y al ejemplo de los apóstoles. Es el primer ejemplo que tenemos, después de San Pedro, de un Papa confirmando en la fe a otras comunidades. Sorprende, una vez más, la actualidad de lo que dice.
También sobre este Padre de la Iglesia escribió Benedicto XVI .
Pongamos ante nuestros ojos a los santos apóstoles. A Pedro, que, por una hostil emulación, tuvo que soportar no una o dos, sino innumerables dificultades, hasta sufrir el martirio y llegar así a la posesión de la gloria merecida. Esta misma envidia y rivalidad dio a Pablo ocasión de alcanzar el premio debido a la paciencia: en repetidas ocasiones, fue encarcelado, obligado a huir, apedreado y, habiéndose convertido en mensajero de la palabra en el Oriente y en el Occidente, su fe se hizo patente a todos, ya que, después de haber enseñado a todo el mundo el camino de la justicia, habiendo llegado hasta el extremo Occidente, sufrió el martirio de parte de las autoridades y, de este modo, partió de este mundo hacia el lugar santo, dejándonos un ejemplo perfecto de paciencia.
A estos hombres, maestros de una vida santa, vino a agregarse una gran multitud de elegidos que, habiendo sufrido muchos suplicios y tormentos también por emulación, se han convertido para nosotros en un magnífico ejemplo. Por envidia fueron perseguidas muchas mujeres que, cual nuevas Danaides y Dirces, sufriendo graves y nefandos suplicios, corrieron hasta el fin la ardua carrera de la fe y, superando la fragilidad de su sexo, obtuvieron un premio memorable.
[…]
Todo esto, carísimos, os lo escribimos no sólo para recordaros vuestra obligación, sino también para recordarnos la nuestra, ya que todos nos hallamos en la misma palestra y tenemos que luchar el mismo combate. Por esto, debemos abandonar las preocupaciones inútiles y vanas y poner toda nuestra atención en la gloriosa y venerable regla de nuestra tradición, para que veamos qué es lo que complace y agrada a nuestro Hacedor.
Fijémonos atentamente en la sangre de Cristo y démonos cuenta de cuán valiosa es a los ojos de Dios y Padre suyo, ya que, derramada por nuestra salvación, ofreció a todo el mundo la gracia de la conversión
[…]
Que vuestros hijos sean educados según Cristo, que aprendan el gran valor que tiene ante Dios la humildad y lo mucho que aprecia Dios el amor casto, que comprendan cuán grande sea y cuán hermoso el temor de Dios y cómo es capaz de salvar a los que se dejan guiar por él, con toda pureza de conciencia. Porque el Señor es escudriñador de nuestros pensamientos y de nuestros deseos, y su Espíritu está en nosotros, pero cuando él quiere nos lo puede retirar.
Todo esto nos lo confirma nuestra fe cristiana, pues el mismo Cristo es quien nos invita, por medio del Espíritu Santo, con estas palabras: Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el temor del Señor; ¿hay alguien que ame la vida y desee días de prosperidad? Guarda tu lengua del mal, tus labios de la falsedad; apártate del mal, obra el bien, busca la paz y corre tras ella.
El Padre de todo consuelo y de todo amor tiene entrañas de misericordia para con todos los que lo temen y, en su entrañable condescendencia, reparte sus dones a cuantos a él se acercan con un corazón sin doblez. Por eso, huyamos de la duplicidad de ánimo, y que nuestra alma no se enorgullezca nunca al verse honrada con la abundancia y riqueza de los dones del Señor.
11 comentarios
Digo nomás...
A mí siempre me han parecido estupendos. Además, eso de que escucharan el Evangelio de los mismos Apóstoles... es algo verdaderamente especial. De todas formas, mi intención es recoger también autores más modernos, como Sor Isabel de la Trinidad, que tú mencionabas el otro día.
Creo que volvemos otra vez a lo de la sencillez y la complejidad. No me cabe duda de que se puede estudiar y profundizar muchísimo en los Padres de la Iglesia y que, a veces, sus textos pueden ser oscuros. Sin embargo, Dios regaló a los sencillos un instrumento para poder leer y beneficiarse de estos textos de la Tradición y de la Escritura: la doctrina de la Iglesia.
Si se conoce la doctrina de la Iglesia, todo lo que se lee en los Padres se puede interpretar de acuerdo con ella y, así, no hace falta meterse en disquisiciones histórico-lingüísticas (que son interesantísimas, pero no para todo el mundo).
Hablando de otra cosa. Lo siento, no me ha dado tiempo a pasarme por tu blog (estos días tengo muchísimo trabajo). Intentaré hacerlo mañana, como descanso en el día del Señor.
Un saludo.
Va directo a mis favoritos.
Enhorabuena y gracias.
Creo que es una pena que muchos católicos no conozcan estos tesoros maravillosos que tiene la Iglesia. Por eso me ha parecido una buena idea compartirlos, al menos una vez a la semana, con los lectores.
Nachet:
Bienvenido y espero con interés leer tus comentarios (por cierto, muy bueno el de la literatura apocalíptica de los primeros siglos).
Veo ahora en Internet, por casualidad, este Blogg de Bruno Moreno Ramos. Me he preguntado quién comenzó primero con estos temas. Si fue el Papa, mientras continuén, Bruno debiera unicamente limitarse a ser multiplicador de las, repito, maravillosas catequésis de Benedicto XVI.
Cuando tengas tiempo y quieras, te hago una petición: dedica un artículo a la Didajé, que sin ser canónica sí ha sido reconocida como auténtica por la Iglesia.
Es el primer catecismo cristiano, y se calcula que se usaba en las primeras comunidades de Oriente y Asia menor a partir de los años 90-100, con lo que puede ser contemporáneo de san Juan y san Clemente. Como yo soy bastante limitado, me viene muy bien un manual con las indicaciones que hacían los primeros cristianos a los catecúmenos, acerca de como vivir su fe, para aplicarlo en la vida diaria.
A mí me impactó enormemente en su momento, me parece una revelación bestial de como vivían nuestros primeros antepasados en la fe.
Un saludo
Anotada tu sugerencia. No me olvidaré de la Didajé.
Roggen y Sofía:
Lo cierto es que comprendo perfectamente a Sofía, porque sufrimos actualmente una "inflación" de documentos en la Iglesia y es imposible leerlos todos. También es verdad que las catequesis del Papa no son los típicos documentos, sino verdaderas catequesis que, al menos a mí, me gustan mucho. Si los links que pongo hacen que alguien lea al Papa, me alegraré mucho. En cualquier caso, creo que la intención de Benedicto XVI es que los cristianos nos acerquemos más a estos autores y pienso que los breves extractos que pongo pueden ser un buen aperitivo para eso.
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