InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Nueva Evangelización

19.08.09

Despierta, Francia

Estos días estoy de viaje por Francia, visitando a mi hermano. Es un país precioso. Para alguien acostumbrado al espartano paisaje castellano, resulta especialmente agradable contemplar su tierra fértil y sus bosques espesos y frondosos. A mi juicio, sin embargo, lo más interesante de Francia es su Historia, plasmada en la piedra de catedrales, castillos e iglesias o en las modestas casas de sus paysans. La herencia católica de la “hija primogénita de la Iglesia” llena el país y habría que ser ciego para no toparse con ella.

Al pensar en esa herencia católica o al recordar la muchedumbre de santos franceses de otras épocas, resulta aún más triste notar lo descristianizada que está Francia. Y eso que lo que estoy visitando es la Lorena y sus alrededores, que deben de ser algunas de las zonas más religiosas del país. Es verdaderamente desolador visitar magníficas catedrales que apenas tienen vida, contemplar cómo surgen mezquitas como setas y se cierran las iglesias. Se le cae a uno el alma a los pies. Y aún resulta más desolador ver que, en muchos casos, el clero pierde el tiempo en modas, tonterías y luchas internas, en defender cansinamente un evangelio reducido a lo social o meramente cultural o incluso en un diálogo interreligioso entre dialogantes que ya no consiguen atraer a nadie. Y lo más increíble es que muchos de esos sacerdotes o incluso obispos siguen pensando que todo va bien, que hay que seguir por el mismo camino.

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14.08.09

Creo por la oficina de correos

Al ser traductor, tengo que ir frecuentemente a la oficina de correos de mi barrio, para enviar traducciones juradas a mis clientes. No hace mucho, fui a enviar una de estas traducciones y, como suele suceder, la oficina estaba abarrotada. Hacía calor y, como había pocos funcionarios y no se daban mucha prisa, los ánimos se habían caldeado bastante.

El calor favorecía que la tensión fuese aumentando cada vez más y el propio ambiente de tensión, en un círculo vicioso, ponía nerviosa a la gente, lo cual, a su vez, hacía que aumentara la tensión del ambiente. La gente se quejaba, unos en voz baja y otros de forma más que audible. Algunos discutían entre sí, por el puesto en la cola, por el uso de un bolígrafo o simplemente porque sí.

Como la impaciencia es de las enfermedades más contagiosas que existen, rápidamente me impacienté y empecé a quejarme yo también por lo bajo, refunfuñando por todo. Analicé la lentitud de cada funcionario en particular, las razones por las que deberían despedirle y las mil y una formas en que la oficina podría organizarse de forma más eficiente. Yo, que nunca miro la hora y ni siquiera llevo reloj, sentí la necesidad de saber qué hora era cada dos minutos.

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1.08.09

Competición de penitentes

He leído que, en Turquía, el Kanal T de televisión ha ideado un nuevo reality show, titulado “Competición de Penitentes”. Se trata de reunir a un grupo de agnósticos/ateos y llevarles a un rabino judío, un imán musulmán, un monje budista y un sacerdote para que intenten “convertirlos”.

Por supuesto, todo ello ante las cámaras y supongo que con los ingredientes habituales de estos programas: convivencia, aislamiento, cotilleos, puntos, pruebas absurdas, premios, competencia, confesiones sentimentaloides, etc. Era de esperar que, tras dedicar este tipo de programas de televisión a la supervivencia, la seducción, las bodas, los famosillos, los aspirantes a cantantes o las modelos, por citar sólo unos pocos, terminase por tocarle a la religión.

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13.07.09

Por qué la gente no se confiesa

No, no voy a hablar de los casos de pederastia. Son algo inexpresablemente horrible pero, al menos, son poquísimos en comparación con el número total de sacerdotes. Voy a hablar de algo mucho más extendido, que me resulta más cercano y cuyas consecuencias he sufrido en multitud de ocasiones.

El tema me lo ha sugerido un artículo aparecido en Religión Digital titulado “España ya no se confiesa. En él, se habla de cifras muy tristes sobre la confesión en nuestro país (aunque no queda muy claro de dónde salen esas cifras). Aparentemente, el 80 % de los católicos españoles no se confiesa.

No son estas cifras, sin embargo, las que han hecho que me subiera la sangre a la cabeza. Lo que me ha fastidiado sobremanera es que el artículo parece atribuir este problema a los fieles. Ya he oído a muchos sacerdotes decir lo mismo: “es que la gente no viene a confesarse”, “prefieren otras cosas”, “no nos ven como intermediarios ante Dios”, “creen que no tienen pecados”… No es extraño que el artículo concluya que la confesión es un “sacramento destinado a desaparecer”.

Leer o escuchar este tipo de cosas me deja patidifuso. ¡Curas sinvergüenzas! Si no me lo desaconsejaran la caridad cristiana y el respeto debido a los ungidos del Señor, añadiría un párrafo entero de insultos. O dos, que el papel es barato, sobre todo el virtual.

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26.05.09

¿Qué hay de bueno en el posconcilio?

Hace algunos días, se discutió en el blog de Fray Nelson un tema interesantísimo, al hilo de una referencia a Romano Amerio: ¿Ha habido algo bueno para la Iglesia en la época posterior al Concilio Vaticano II?

En vez de lanzarme a responder a esta pregunta, he buscado una voz más autorizada que la mía: la del Card. Ratzinger, hace 25 años, en el libro-entrevista “Informe sobre la fe”. El ahora Papa señalaba entonces tres puntos, que, a mi juicio, son fundamentales. En primer lugar, reconoce que el posconcilio ha sido y sigue siendo una época muy difícil para la Iglesia, pero la interpreta como una época de purificación. Los católicos hemos podido ver, en las últimas décadas, que la fe es más preciosa que el oro, porque la falta de fe lleva directamente a una sociedad confusa y capaz de las mayores barbaridades.

En segundo lugar, señala una cosa que no se suele tener en cuenta: que todo Concilio, para dar frutos, tiene que ser puesto en práctica y no solamente por los obispos, sino por los fieles. Es decir, los verdaderos frutos de un Concilio tienen que plasmarse en santidad de los cristianos. ¿Hay santos entre los educados después del Concilio?

Finalmente, como uno de los frutos de la época posterior al Vaticano II, señala la aparición no programada ni planificada de los nuevos grupos y movimientos católicos. Es decir, la acción del Espíritu Santo que lleva a la Iglesia a Cristo de formas siempre nuevas. Como hombre sensato, el Card. Ratzinger no ocultaba que los movimientos, como todo lo que está vivo, dan lugar a dificultades, pero defiende claramente su profunda catolicidad.

Quid vobis videtur?

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