El País, el Camino Neocatecumenal y Balaam
Supongo que los lectores conocerán la preciosa historia de Balac y Balaam, que se relata en el Libro de los Números. Balac, era rey de Moab, un pueblo enemigo de Israel. Cuando este rey vio que, con la ayuda de Dios, los hebreos vencían a sus enemigos y nadie podía contra ellos, decidió que necesitaba algo de ayuda “sobrenatural”.
Así pues, el rey de los moabitas contrató a Balaam, un adivino, para que viniese desde la tierra de Aram, echase una maldición a los israelitas y así poder vencerlos. Balaam, a pesar de que no veía la cosa nada clara, terminó por aceptar el encargo y subió a un monte desde donde veía al pueblo de Israel acampado. Sin embargo, cuando iba a maldecirlos, Dios quitó de su boca la maldición y puso en ella una bendición, de manera que las palabras que pronunció fueron: “Qué hermosas son tus tiendas, Jacob, y tus moradas, Israel… el Señor, su Dios, está con él… es como un león que se acuesta y nadie se atreve a hacer que se levante… bendito el que te bendiga, maldito el que te maldiga”.