InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Liturgia

18.10.11

I Concurso de Arquitectura Acatólica EDF

Arquitecto BabelNuestros lectores nos ruegan incesantemente que convoquemos un nuevo concurso. Hotmail, incapaz de seguir concediéndonos espacio para tantos correos suplicantes nos reclama que contestemos ya a esas peticiones antes de que se sobrecarguen sus ordenadores. ¿Quién no ha visto en la televisión los letreros de los indignados en Wall Street, exigiendo más concursos de Espada de Doble Filo, además de menos duchas y más vacaciones? Teniendo en cuenta todo esto y haciendo gala de nuestra proverbial generosidad, hemos tenido a bien concederles la gracia solicitada.

Dejando ya el Nos mayestático, paso a explicar el I Concurso de Arquitectura Acatólica Espada de Doble Filo. En los últimos días, hemos hablado de iglesias que no parecen iglesias sino, según los casos, cárceles, edificios de oficinas, museos u hoteles. Como la habilidad de los lectores de la Espada de Doble Filo es legendaria, les propongo un concurso en que tendrán que enfrentarse a un arduo desafío: distinguir algunas iglesias modernas de edificios que no son iglesias. En las fotos que incluimos a continuación, hay algunas iglesias modernas y algunos edificios seculares, públicos o privados.

Lo único que hay que hacer para ganar el concurso es identificar correctamente qué fotos corresponden a iglesias y cuáles no. La mayoría de las fotos se pueden ver en grande, pulsándolas. Hay algunos ejemplos fáciles, por tratarse de iglesias o edificios civiles más conocidos, pero otros son bastante complicados. A fin de cuentas, nada se parece más a un horrible edificio profano que una horrible iglesia construida con criterios agnósticos. En cualquier caso, para animar a los participantes, habrá premio: un libro de la Editorial Vita Brevis, a elegir por el ganador.

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17.10.11

Más fotos de la iglesia de Moneo

Una lectora me ha enviado unas fotos de la iglesia diseñada por Moneo en San Sebastián. Esta lectora, Itxaropena, vive cerca de la iglesia y otro comentarista le pidió algunas fotos propias.

Creo que las fotos confirman lo que ya dijimos sobre la iglesia ideada por Moneo. Yo diría que son justo lo que se puede esperar que haga un agnóstico que sólo sabe del cristianismo por los libros, externamente. Es decir, algo con un leve barniz cristiano más teórico que otra cosa. Hay elementos cristianos, pero incrustados artificialmente en un ambiente que no lo es, como pasas en un pastel.

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15.10.11

A mayor gloria de Moneo

Templo MoneoHace tiempo, hablé en este blog de la iglesia diseñada por Moneo en San Sebastián. Me llamó la atención que, en los comentarios, varios arquitectos se mostraran horrorizados porque me atreviera a criticar a Moneo, no siendo yo arquitecto. Como si un puente que se cae o un plato que te envenena sólo pudieran ser criticados por ingenieros de caminos o por chefs. También un artículo reciente de Cataluña Religión se refiere despectivamente a lo que dije. Al leerlo, he descubierto nuevas fotos que no conocía del exterior y el interior de la Iglesia y, como confirman lo que ya dije, voy a comentarlas. A fin de cuentas, esa iglesia ha sido construida para mí, como fiel de la Iglesia Católica, así que creo que tengo todo el derecho del mundo a criticarla.

Hay un principio que, aparentemente, olvidan los defensores de la iglesia de Moneo y que resulta esencial para diseñar una iglesia. Una Iglesia es una obra arquitectónica con algunas características únicas, entre ellas la necesidad de eclipsamiento del autor, porque el centro absoluto de una Iglesia es Dios. Esto no sucede en otros edificios, con un uso meramente humano, donde la labor artística del arquitecto puede considerarse en un plano de igualdad fundamental o incluso de superioridad con respecto al uso cotidiano del propio edificio. En cambio, el lema de los arquitectos católicos, al diseñar iglesias, debería ser la frase de San Juan Bautista: “Yo tengo que disminuir para que Él crezca”. Eso implica que lo importante es la liturgia, la fe católica, la Tradición de la Iglesia y la gloria de Dios, no la originalidad del autor.

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27.09.11

Hay que tener mucha fe

Panes y pecesHace algún tiempo, pasé por Manresa y fui a Misa al santuario que allí tienen los jesuitas, junto a la famosa cueva en la que San Ignacio vivió un tiempo como ermitaño después de su conversión. Me encanta ir a rezar en lugares en los que ha habido personas que han amado a Dios sin reservarse nada. En la iglesia grande, me resultó curioso el detalle de que los responsables habían arrancado los reclinatorios de los bancos, sin razón aparente más que impedir arrodillarse a los fieles. También me sorprendió que, en lugar de textos de San Ignacio o de otros santos jesuitas, el material gratuito que se ofrecía para la oración eran folletos repletos de diatribas contra las malvadas empresas farmacéuticas y otros cocos de la sociedad moderna.

Hubo algo, sin embargo, que me llamó mucho más la atención: la homilía pronunciada en la Misa. Se trataba del Evangelio que relata una de las multiplicaciones de los panes y los peces y el sacerdote dedicó su homilía a explicarlo. Este sacerdote debía de ser un hombre con una enorme fe, a juzgar por lo que dijo en su homilía.

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5.09.11

El Ángel de los Encuentros Dichosos

San RafaelEstoy leyendo estos días un libro sobre Flannery O’Connor, una escritora muy famosa en los Estados Unidos pero menos conocida en España, que murió en los años sesenta. Sus novelas son muy curiosas, porque ella misma era un caso curioso: una católica que vivía en el sur profundo de los Estados Unidos, donde ser católico era casi tan malo como ser negro (y, a veces, peor). Quizá otro día cuente alguna cosa más de la novelista, pero hoy he preferido traducir una oración en el blog. Es una oración al arcángel San Rafael que Flannery O’Connor rezaba todos los días.

San Rafael, como dice la oración, es el ángel de los encuentros dichosos, porque fue él quien guió a Tobías para desposarse con Sara y, después, para curar la ceguera de su padre, Tobit. Todo eso se cuenta en el Libro de Tobías, que es muy cortito y entretenido y cuya lectura aprovecho para recomendar a los lectores, sobre todo a los casados y a los novios.

El lenguaje de la oración, como sucede con todas las del siglo XIX y comienzos del XX, es recargado, pero tiene un par de cosas que me han resultado preciosas. En primer lugar, la idea de los encuentros dichosos, que también podríamos llamar encuentros providenciales o, simplemente, gracias de Dios. Estoy convencido de que, un día, Dios nos explicará cómo fue poniendo en nuestras vidas a las personas que tenemos a nuestro alrededor, con un propósito concreto y para nuestra salvación, tejiendo una especie de tapiz maravilloso de encuentros providenciales. La oración pide al Arcángel que nos guíe hacia esos encuentros.

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